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La robotización del empleo: entre el alarmismo y la polarización del mercado laboral

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Tractores sin conductor recogiendo y manteniendo cosechas enteras en Estados Unidos. Camiones y coches autónomos capaces de transportar pasajeros y cargas. Empresas como Amazon testando el funcionamiento de un supermercado sin cajeros. El avance de la inteligencia artificial está consiguiendo que las máquinas realicen cada vez más tareas hasta ahora asociadas al ser humano. Un progreso que viene acompañado del miedo que produce en millones de personas la posibilidad de perder su puesto de trabajo: en los últimos años se ha incrementado el pánico a lo que el economista John Maynard Keynes denominó "desempleo tecnológico", y que actualmente se conoce como la "cuarta revolución industrial".

Tal es la preocupación por la digitalización y la automatización de los trabajos que ha sido uno de los temas que se han puesto sobre la mesa en las dos últimas ediciones del Foro Económico de Davos. El presidente del World Economic Forum, Klaus Schwab, aseguró en este sentido que la cuarta revolución industrial es uno de los "desafíos" más "fuertes y con mayor impacto" en el mundo actual, sobre todo por "la velocidad, la amplitud y la completa innovación en los sistemas del cambio tecnológico en marcha". "Los desafíos son tan abrumadores como alentadoras son las oportunidades", señaló.

Según el informe A future that works: automation, employment and productivity, uno de los últimos trabajos de la consultora McKinsey al respecto, en el mundo hay actualmente 1.156 millones de puestos de trabajo que pueden ser automatizados, la mayor parte en China (395 millones), India (235 millones) y EEUU (60 millones). Sin embargo, el mayor potencial de automatización se encuentra en países como Japón (donde el 56% de los puestos de trabajo pueden ser robotizados), Tailandia (55%), Colombia (53%) y Perú (53%). En total, calcula el estudio, el ahorro en salarios para las empresas a nivel mundial podría alcanzar los 15,8 billones de dólares –unos 14.900 millones de euros–.

En los últimos años se han publicado gran cantidad de análisis sobre este tema. Muchos de ellos centrados en Estados Unidos. Uno de los más recientes es Robots and jobs: evidence from US labor markets, elaborado por los economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts Daron Acemoglu y Pascual Restrepo, y que analiza el incremento de la utilización de robots en varios sectores en el país. Una de las conclusiones a las que llegan los dos expertos es que en EEUU, por cada robot que introduce una empresa, pierden el empleo "entre 3 y 5,6 trabajadores"

Otros estudios se atreven a hacer un análisis a nivel mundial, aunque con cifras muy dispares. La Universidad de Oxford, por ejemplo, señalaba en su estudio Technology at work v2.0 que un 57% de los puestos de trabajo en los estados miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) están en riesgo de ser robotizados. Una cifra que el denominado club de los países ricos rebaja hasta el 9% en su estudio The risk of automation for jobs in OECD countries. El Foro de Davos, por su parte, calcula que para 2020 se habrán destruido 7 millones de puestos de trabajo en los 15 países analizados, entre ellos EEUU, China, Francia, Reino Unido, Italia y Alemania.

Una sociedad "mucho más compleja"

La Federación Internacional de Robótica (IFR, por sus siglas en inglés) calcula que para el año 2019 habrá instalados en el mundo un total de 2,6 millones de robots industriales, un millón más que en 2015. Sin embargo, a pesar de todos los estudios publicados hasta la fecha, los expertos consultados por infoLibre se muestran extremadamente cautos y tratan de evitar el alarmismo. "Me parece un debate falso", sugiere en conversación con este diario Bruno Estrada, economista y adjunto al secretario general de CCOO, que considera que de todos los trabajos elaborados hasta el momento el más realista es el de la OCDE.

El experto recuerda, además, que "gran parte de lo robotizable" en Europa y EEUU "o ya se ha robotizado o se ha trasladado sin ser robotizado a países del tercer mundo buscando costes laborales más bajos", por lo que el mayor riesgo se encuentra "en países emergentes". Algo con lo que coincide Javier Santacruz, economista e investigador en la Universidad de Essex: "A corto plazo no veo una destrucción brutal de empleos, y más teniendo en cuenta los niveles de tecnología en los que actualmente estamos. Si hubiese un cambio radical en este sentido, entonces sería diferente".

Para Estrada, todas las investigaciones hasta la fecha parecen ignorar "que la sociedad es mucho más compleja" y que tener la tecnología disponible para hacer un determinado trabajo "no quiere decir que ese empleado vaya a ser sustituido". Y pone un ejemplo: "En EEUU sigue habiendo 3 millones de personas trabajando en cajeros. Y la tecnología para sustituirlos existe, pero no se les reemplaza porque se tienen en cuenta otros condicionantes, como la atención al público". Es por ello por lo que el experto desconfía de lo que se ha denominado "el fin del trabajo", y apoya sus argumentos en las cifras que ofrece la Organización Internacional del Trabajo (OIT): "Entre 2008 y 2014 se han creado 212 millones de empleos en el mundo".

Polarización del mercado laboral

El economista de CCOO cree que existe, por lo tanto, una "visión errónea" del supuesto peligro que conlleva robotización. La automatización de los procesos, explica, incrementa la productividad por trabajador en las fábricas, lo que genera una mayor riqueza y, por tanto, un incremento la demanda y nuevo empleo. Santacruz, por su parte, explica que "si se destruye aunque sea un puesto de trabajo por la introducción de un robot" esto traerá aparejado una creación automática de otro empleo "antes o después", porque esa máquina "alguien la tiene que controlar, construir o programar". 

Tanto el Parlamento Europeo como el Foro Económico Mundial ya han puesto cifras a esta creación de trabajo. La Eurocámara ha calculado que antes del 2020 en la UE harán falta más de 800.000 nuevos empleos para acompañar la revolución tecnológica, y el World Economic Forum cifraba en su informe The future of jobs en unos 2 millones el número de puestos de trabajo que se habrán creado entre los años 2015 y 2020 en los quince países analizados. Además, el Foro de Davos añadía en el documento que el 65% de los niños que actualmente están entrando en la educación primaria terminarán en empleos "que todavía no existen".

"Lo que hasta ahora se observa es que las nuevas tecnologías hacen obsoletos ciertos trabajos, pero crean otros nuevos. Y el balance en un plazo suficientemente largo, entre lo que destruyen y lo que crean, suele ser positivo", asegura el economista Marcel Jansen, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). De lo que sí alerta el experto, y coincide en ello con Santacruz, es de una "polarización del mercado laboral": o trabajos poco cualificados pero no rutinarios, algo que no pueden hacer los robots, o trabajos para personas muy cualificadas en tareas abstractas.

El investigador de la Universidad de Essex, por su parte, explica que hay gente que a corto plazo se quedará en la estacada y que tendrá que recolocarse en aquellos puestos que no estén robotizados. Una readaptación que dependerá, en gran medida, "del nivel de cualificación y preparación de cada persona". "Lo que preocupa es cuánta gente va a estar todo ese tiempo sin encontrar un empleo", asevera Santacruz, que considera que el verdadero problema lo encontraremos, sobre todo, "en las dos generaciones anteriores": "Una persona que con 50 años ha trabajado toda su vida como camarero", ejemplifica.

¿Y qué pasa en España?

La consultora McKinsey, en un informe publicado a comienzos de año, recoge los sectores que están más expuestos a una potencial automatización: servicios –el 66% de los puestos podrían robotizarse–, manufactura –el 64%– y transporte –60%–. Sin embargo, el estudio que va un paso por delante en este sentido es el que publicaron en 2013 los economistas Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, y titulado The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?, donde los dos expertos aportaban un listado con 700 profesiones y el riesgo en cada una de ellas de ser sustituido por un robot. Terapeutas recreativos, coreógrafos o dietistas, están entre los menos amenazados. Teleoperadores, agentes de carga o técnicos matemáticos, entre los que corren más riesgo.

¿Y en qué situación está España? Según el trabajo de McKinsey, en España hay 8,7 millones de empleos potencialmente automatizables, lo que podría suponer un recorte de más de 200.000 millones de euros en sueldos y salarios. Pero esas cifras, sostienen los expertos consultados por infoLibre, "son descabelladas". En este sentido, un estudio elaborado por Caixabank Research, ¿Llegará la Cuarta Revolución Industrial a España?, estima que "un 43% de los puestos de trabajo actualmente en nuestro país tienen un riesgo elevado de poder ser automatizados, mientras que el resto de los puestos de trabajo quedan repartidos a partes iguales entre el grupo de riesgo medio y bajo".

Con estas cartas sobre el tapete, Adrià Morron Salmeron, economista de Caixabank, trata de ser cauto. Por correo electrónico, el experto recalca a este diario que "ya hemos pasado por importantes oleadas de automatización" y que el efecto a largo plazo "ha sido positivo". "Se automatizan son las tareas, no los oficios", añade Morron, que destaca que esto permite "que aparezcan nuevas actividades". En esta línea, afirma que tareas en las que prima la inteligencia creativa o emocional, como la capacidad de persuasión o empatía, son los puntos débiles de los robots. Por eso, en el estudio, sitúan como profesiones con menor riesgo, por ejemplo, a los médicos de familia, los compositores, los músicos o los cantantes. En el caso de los operadores de telemarketing y de los empleados de contabilidad, la amenaza es alta.

En este sentido, "la principal preocupación" es para Jansen "cómo garantizar que los que van a entrar en el mercado laboral" en el futuro "lo hacen con las habilidades necesarias". Para ello, cree que "lo que hay que enseñar no es tanto a crear robots, sino a hacer todas aquellas cosas que ellos no pueden", y considera que es necesario "rediseñar la educación" en España, porque existe "un enorme retraso en la modernización del sistema educativo" y "en los métodos de enseñanza". Así, el economista dice que es fundamental fomentar "la capacidad de los alumnos de resolver problemas" y enseñarles a utilizar estas nuevas herramientas. 

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La cotización de los robots

La robotización del empleo es, también, una de las preocupaciones de UGT. Y se pudo ver el pasado mes de octubre durante la convención anual de la sección asturiana del sindicato, cuando el secretario general, Pepe Álvarez, propuso que las empresas compensasen a la Seguridad Social por la destrucción de empleo que viene de la mano de los avances tecnológicos que incorporan las compañías a las cadenas de producción. "Que los robots paguen por los trabajadores que no están en las empresas", dijo. Una medida que también ha puesto sobre la mesa el fundador de Microsoft, Bill Gates, y que será estudiada por la UE.

Para Santacruz, esa medida supondría "más presión fiscal para empresas y familias", porque esta tributación tendrían que afrontarla "fabricantes, contratantes o usuarios". Estrada, por su parte, está de acuerdo si se considera como "un impuesto sobre el capital" que busca recuperar "parte de la fiscalidad perdida". Pero le genera dudas la propuesta: "¿Qué pasa con los microrobots, con los chips? ¿No son máquinas que sustituyen parte de trabajo humano? Es muy complicado definir exactamente qué es lo que entendemos por robot".

Tractores sin conductor recogiendo y manteniendo cosechas enteras en Estados Unidos. Camiones y coches autónomos capaces de transportar pasajeros y cargas. Empresas como Amazon testando el funcionamiento de un supermercado sin cajeros. El avance de la inteligencia artificial está consiguiendo que las máquinas realicen cada vez más tareas hasta ahora asociadas al ser humano. Un progreso que viene acompañado del miedo que produce en millones de personas la posibilidad de perder su puesto de trabajo: en los últimos años se ha incrementado el pánico a lo que el economista John Maynard Keynes denominó "desempleo tecnológico", y que actualmente se conoce como la "cuarta revolución industrial".

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