Proteccionismo
Trump da un nuevo impulso al discurso del proteccionismo económico
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, lo dejó claro durante toda la campaña: "Tengo un objetivo fundamental, quiero que los trabajos y la riqueza se queden en EEUU". El candidato del Partido Republicano enarboló durante el largo camino a la Casa Blanca la bandera de un proteccionismo económico muy bien visto en época de vacas flacas. Y no la soltó. Cargó contra los tratados de libre comercio –tanto los ya firmados (NAFTA o TPP) como los que están en proceso de negociación (TTIP)– que han "destruido" Estados Unidos. Y convirtió a Carrier, un fabricante de equipos de aire acondicionado de Indiana que tenía la intención de llevarse 1.400 empleos manufactureros a México, en el ejemplo perfecto del daño producido por este tipo de acuerdos comerciales.
El mensaje económico de Trump, el "hacer América grande otra vez" sobre el que giró toda su campaña, caló en los americanos. Sobre todo en las zonas tradicionalmente industriales. Así, el Partido Demócrata se dejó por el camino algunos Estados del cinturón industrial en torno a los Grandes Lagos que tradicionalmente había conseguido controlar. El planteamiento del candidato republicano pareció funcionar en Pennsylvania, Michigan y Wisconsin, tres zonas que llevaban sin teñirse de rojo republicano desde 1988, con George H. Bush.
Sin embargo, la línea económica que ha ido trazando Trump parece no gustar a ambos lados del Atlántico. La noticia de que el candidato republicano sería el próximo presidente de EEUU volvió a remover las aguas de una Unión Europea que trata de mantenerse a flote tras la victoria del Brexit. Y así lo hizo saber la canciller alemana Angela Merkel: "La globalización está pasando. Podemos realizarla de tal forma que fortalezcamos instrumentos multilaterales(...) o de tal forma que nos aislemos y nos volvamos proteccionistas", señaló tras los comicios en Estados Unidos.
Una alerta a la que se sumaron también las grandes instituciones económicas. El Banco Central Europeo (BCE) avisó, por boca de su vicepresidente, Vítor Constancio, de las consecuencias que puede traer aparejada la política proteccionista del republicano. "Puede haber crecimiento [en EEUU], pero el alza del proteccionismo puede reducir sensiblemente ese efecto", apuntó. Algo sobre lo que ya incidió el Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado mes de junio y que recordó también la OCDE el mes pasado. Según la economista jefe de la organización que aglutina las 34 economías más desarrolladas del mundo, el proteccionismo y las consiguientes represalias "neutralizarían" los "efectos fiscales sobre el crecimiento", incrementaría "los precios" y "dañarían los estándares de vida".
El pensamiento proteccionista
Cuando se intenta explicar el proteccionismo se suele recurrir a una frase atribuida al expresidente estadounidense Abraham Lincoln: "Yo no sé gran cosa de aranceles. Lo que sí sé es que cuando compro una chaqueta de Inglaterra, yo me quedo con la chaqueta e Inglaterra con el dinero, mientras que si la compro en Estados Unidos, yo me quedo con la chaqueta y Estados Unidos con el dinero". "Es decir, el proteccionismo defiende que los bienes que se producen en un país tienen que ser consumidos allí, utilizando el argumento de que de esta forma se están creando puestos de trabajo en tu país en lugar de en el extranjero", explica Javier Santacruz, economista e investigador en la Universidad de Essex.
"Se trata, por lo tanto, de limitar la competencia internacional", continúa Jorge Fabra, presidente de Economistas Frente a la Crisis. Para ello, explican los expertos consultados por este diario, se recurre al establecimiento de barreras sobre los productos que vienen del exterior. "Se establecen aranceles con el objetivo de hacer que los bienes que se fabrican fuera y se quieran vender en nuestro país sean más caros", señala José Domingo Roselló, economista del instituto Flores de Lemus de la Universidad Carlos III de Madrid. Pero no todo se hace por la vía de los impuestos. Santacruz recuerda que también se pueden imponer "aranceles silenciosos": "Regulaciones exigentes sobre materia medioambiental, estándares de calidad...", explica.
Sin embargo, el profesor de Economía de Economía y Finanzas de la Universidad de Bangor Santiago Carbó aventura que el nuevo proteccionismo que está triunfando en EEUU y en otros muchos países de nuestro entorno, irá por otros derroteros. "El proteccionismo de hoy no sé si se basará tanto en aranceles, porque puede dar lugar a una cierta guerra comercial", señala. Por lo tanto, cree que girará más en torno al movimiento de trabajadores. "En este sentido, creo que se pueden poner algunas trabas", apunta. Pero deja claro, a renglón seguido, que "no van a ser todas las que prometieron los populistas".
¿Bueno o malo para la economía?
Todos los expertos consultados por infoLibre coinciden en que una política estrictamente proteccionista no beneficia al desarrollo económico de los países. Y, dicen, eso ha quedado demostrado a lo largo de los siglos. "Ningún economista que se haya formado durante el último siglo o medio siglo puede defender con argumentos económicos en la mano que el proteccionismo, en términos generales, es positivo", dicen desde el instituto Flores de Lemus. "Una de las cosas que hemos visto desde el siglo XVII-XVIII hasta ahora es que no es una idea que genere riqueza", apostilla Santacruz. Sin embargo, el investigador de la Universidad de Essex concede que los economistas discrepan en si el proteccionismo "es una buena idea" para aplicar "en determinados mercados y con ciertas salvedades".
"En un momento dado se podría decir: 'Oye, pues está bien proteger o impedir que otra gente venga a yugular el crecimiento de una industria naciente", sostiene Roselló. "Algunos economistas creen que es favorable que en un país que está empezando con un proceso de industrialización se introduzcan aranceles para hacer inviable la importación de productos extranjeros y favorecer así la producción en territorio nacional", explica Santacruz en conversación telefónica con este diario.
En esta línea, Fabra sostiene que "hay un tipo de proteccionismo" que produce "progreso social a nivel global". Por ejemplo, el que se establece contra una "competencia desleal" en aquellos países en los que no se mantienen los "estándares laborales mínimos" –explotación infantil, salarios bajos, explotación laboral–. O como los estándares medioambientales "que eviten deslocalizaciones industriales porque se gravan menos las emisiones de gases de efecto invernadero en unos países que en otros". "Hay muchas formas de proteccionismo: uno que protege los derechos humanos y el medio ambiente y otro que pretende amparar los privilegios locales o mantener la agonía de industrias obsoletas", concluye el presidente de Economistas frente a la crisis.
Incremento en época de crisis
El pensamiento proteccionista no es, ni mucho menos, actual. "La primera muestra se llamó mercantilismo y nació en Francia en el siglo XVI", explica Santacruz. Sin embargo, en los últimos años ha ido en aumento. Según el informe Global Trade Plateus, elaborado por la organización Global Trade Alert –organización coordinada por el Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés)–, en 2015 se aprobaron un total de 118 normas dirigidas a favorecer la industria local, un incremento del 50% en comparación con el año anterior. Los países del G20, recoge el texto, "concentraron el 81% de esas medidas". A pesar de que se han comprometido, la última vez en la cumbre de Hangzhou del pasado mes de diciembre, a no adoptar decisiones de este tipo.
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Desde Europa, por su parte, elevaron esta cifra. Según el informe Analysis of new potentially trade restrictive measures in the period 1 July 2014-31 December 2015, elaborado por la Comisión, en apenas 18 meses se introdujeron un total de 201 nuevas medidas de este tipo, mientras que "sólo se retiraron activamente 16 que se habían impuesto anteriormente". Desde 2008, añaden, el stock se sitúa en 1.059. Por países, Rusia (26), China (26) e Indonesia (23) lideraron el ranking proteccionista entre julio de 2014 y diciembre de 2015.
Con todo esto sobre la mesa cabe preguntarse por qué el argumento proteccionista está teniendo tanto éxito estos últimos años. Santacruz lo tiene claro: "El proteccionismo está directamente relacionado con el concepto de crisis económica. Las épocas más proteccionistas de la historia coinciden con épocas de crisis", señala. "Mucha gente se ha visto duramente castigada por la globalización. Y en este sentido es entendible que digan: 'Ya está bien que el coste de todo me lo tenga que comer yo sin volver a trabajar durante un tiempo pero que esta gente se vaya a beneficiar sin que nadie le pida nada", sostiene Roselló. Carbó y Fabra, por su parte, ponen el foco en el componente xenófobo: "Se vende el mensaje de que los inmigrantes, a corto plazo, les quitan el trabajo".
Unos mensajes proteccionistas que, en opinión del investigador en la Universidad de Essex, son muy difíciles de combatir. "Es complicado debatir estos argumentos porque tienen un componente de cortoplacismo que es complicado combatir cuando apelas al medio o largo plazo, a las tendencias de fondo de la economía", apunta Santacruz.