La venta de Santillana España culmina la larga cura de adelgazamiento de una Prisa acuciada por la deuda

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Jaime Soteras

La junta general de accionistas de Prisa se cerró el pasado 29 de junio con una tregua entre dos de sus principales accionistas, el fondo Amber y Banco Santander, que mantiene en su puesto al presidente del consejo de administración, Javier Monzón. Pero el dueño de Amber, Joseph Oughourlian, que pugna por levantar de su silla a quien también preside Openbank –filial del Santander–, reclamaba igualmente un cambio en la gestión que incluía la venta de Santillana, responsable de más de la mitad de los ingresos del grupo y de 175 de los 242 millones de euros de su resultado bruto de explotación. Casi cuatro meses después de aquella junta general, Prisa ha anunciado que se desprende del negocio de su filial educativa en España. Se la queda el grupo de medios y educación finlandés Sanoma Corporation por 465 millones de euros, que pagará en efectivo, una vez descontados los 53 millones de deuda que acumula Santillana España. Es decir, Prisa mantiene la joya de la corona de la editorial: el negocio en América Latina, un mercado potencial de 18 millones de estudiantes y donde dice ser líder en 17 países.

En esa misma junta general, el consejero delegado de Prisa, Manuel Mirat, apuntaba ya a “una futura puesta en valor de activos como Santillana” para recortar la enorme deuda que lastra al grupo desde hace más de una década. También defendía la continuidad de la “política de desinversión de activos no estratégicos” que ha sido la tónica de los últimos años.

Así, el cierre de la venta de Santillana España depende del éxito de un contrato de lock-up, una operación para refinanciar la deuda de Prisalock-up,, para la que de momento el grupo ha conseguido el acuerdo del 79,7% de los bancos acreedores. Con ese contrato pretende reestructurar 400 millones de los más de 1.060 millones de euros que aún debe. Además de ampliar hasta 2025 sus planes de vencimiento y obtener una liquidez de 275 millones. A cambio, se compromete a reducir su apalancamiento neto un cuádruplo en 2023. Para que se cierre definitivamente el acuerdo de refinanciación, Prisa tiene ahora que conseguir que se adhieran a él el resto de los acreedores. Si no logra que todos ellos lo firmen, entonces abrirá “un procedimiento legal o judicial” que permita su aplicación.

Media Capital, Cuatro, Mediaset, Digital Plus, Alfaguara...

Para recortar una deuda que en 2008 alcanzó los 5.500 millones de euros, a Prisa no le ha quedado más remedio que desprenderse de buena parte de su músculo. La lista de desinversiones es larga y no le faltan fiascos. Ya en 2008 vendió su sede en la Gran Vía de Madrid, la de El País en la calle de Miguel Yuste y la de Radio BarcelonaEl País en la calle de Caspe, todo por 315 millones. Un año después se deshizo de un 25% de Santillana. En 2010 obtuvo 916 millones por el 100% de Cuatro y el 44% de Canal Plus. En 2014 continuó la hemorragia. Penguin Random House le pagó 72 millones de euros por las editoriales Alfaguara, Taurus, Suma de Letras, Objetiva, Altea y Fontanar. Mientras que de Telefónica conseguía sólo 725 millones de euros por Digital Plus. Un precio ruinoso, teniendo en cuenta que en 2007 había pagado 2.053 millones por el 53% de la televisión de pago. También ese año se deshizo de su participación en Mediaset, un 3,7%, a cambio de 125 millones más.

En 2017 Prisa hizo su primer intento de vender Media Capital, el mayor grupo de medios de comunicación de Portugal. El elegido fue  Altice, una compañía holandesa, y el precio, 440 millones de euros. Sin embargo, las autoridades de la competencia portuguesa impidieron la operación. En septiembre de 2019, Prisa firmó un acuerdo con otra compañía lusa, Cofina, pero por mucho menos dinero, 170,6 millones de euros, que finalmente se rebajaron a 123,3 millones, tras un nuevo freno del regulador portugués. La operación se deshizo y no ha sido hasta el pasado mes de septiembre cuando Prisa ha conseguido desprenderse de Media Capital, al colocar el 64,5% de sus acciones a “varios inversores” por sólo 36,8 millones de euros. Unos meses antes, en mayo, había vendido otro 30,2% a Pluris Investments, otra sociedad portuguesa, por 10,5 millones.

Además, al mismo tiempo que Prisa reducía perímetro, la familia Polanco perdía posiciones. Ya sólo posee el 7,6% de las acciones. Como mantiene un pacto de sindicación con el empresario mexicano Roberto Alcántara, ambos suman el 16,5%. El fundador del gupo, Jesús Polanco, falleció en julio de 2007, seis meses antes de la OPA sobre Sogecable, la operación que disparó su deuda y que aún está digiriendo hoy.

Una cuota de mecado del 30% en libros de texto en América Latina

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Ahora Santillana se suma a la dieta forzosa de Prisa. Pese a la venta, la editorial mantendrá la propiedad de todas sus marcas y suscribirá un acuerdo de licencia exclusiva a favor de Sanoma para el uso de las marcas Santillana y Loqueleo en la Unión Europea, excluido Portugal, y Richmond en España. El negocio español que Prisa acaba de vender a los finlandeses representa el 21% del negocio mundial de la empresa, con una facturación que el propio grupo cifra en 128 millones de euros, según la información que ha facilitado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). De forma que el grueso de su actividad se desarrolla en América Latina. Allí tiene una cuota de mercado del 30% en libros de texto y un 24% en suscripciones digitales, un segmento ahora impulsado por la pandemia del covid-19. De hecho, si en 2011 sólo contaba con 56.000 alumnos digitales, en el primer trimestre de este año ya eran 1,71 millones. Equivalen al 45,6% de sus clientes latinoamericanos.

Tras hacerse pública la venta de Santillana España, las acciones de Prisa se dispararon un 28% en la Bolsa. Llegaron a cotizarse a 70 céntimos, un leve consuelo para el descalabro que vienen sufriendo los títulos del grupo editor de El País desde hace años. Su capitalización a 1 de septiembre era de sólo 289,83 millones de euros, un 71,6% menos de lo que valía al cierre de 2019, 1.020,4 millones. Sus acciones se hundieron hasta un 61,2% desde el 12 de marzo, cuando cotizaban a 1,056 euros. En septiembre valían 40 céntimos.

En el primer trimestre de este año, Prisa perdió 26,1 millones de euros, mientras que en todo 2019 los números rojos se elevaron hasta los 182,3 millones. El grupo que publica El País y posee la Cadena Ser ha reconocido un impacto negativo de la crisis del covid-19 en sus ingresos de 25,5 millones de euros, que le ha obligado a aplicar un plan de contingencia hasta diciembre de 40 millones de euros. Incluye recortes de salarios para la plantilla y un ERTE en El País.

La junta general de accionistas de Prisa se cerró el pasado 29 de junio con una tregua entre dos de sus principales accionistas, el fondo Amber y Banco Santander, que mantiene en su puesto al presidente del consejo de administración, Javier Monzón. Pero el dueño de Amber, Joseph Oughourlian, que pugna por levantar de su silla a quien también preside Openbank –filial del Santander–, reclamaba igualmente un cambio en la gestión que incluía la venta de Santillana, responsable de más de la mitad de los ingresos del grupo y de 175 de los 242 millones de euros de su resultado bruto de explotación. Casi cuatro meses después de aquella junta general, Prisa ha anunciado que se desprende del negocio de su filial educativa en España. Se la queda el grupo de medios y educación finlandés Sanoma Corporation por 465 millones de euros, que pagará en efectivo, una vez descontados los 53 millones de deuda que acumula Santillana España. Es decir, Prisa mantiene la joya de la corona de la editorial: el negocio en América Latina, un mercado potencial de 18 millones de estudiantes y donde dice ser líder en 17 países.

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