Es sabido que la entrada progresiva de energías renovables en el sistema eléctrico abaratará la factura de la luz. Pero a medio y largo plazo. A corto, tanto España como Europa están en una situación que los analistas definen como "ciclotímica": el precio cae en picado cuando la eólica y la fotovoltaica llegan a generar toda la energía demandada, y suben bruscamente cuando, al no dar a basto, entran en juego el gas natural e, incluso, el carbón. Este último escenario es el que ha provocado, junto a los altos precios del CO2, que abril registre el recibo más alto en los últimos nueve años y que se prevea un verano bastante duro en este sentido. Los vaivenes en el mercado eléctrico se suman a la reforma de la factura que ha preparado el Ministerio para la Transición Ecológica, que se aplicará a partir de junio y que permitirá a los consumidores mitigar el impacto... o amplificarlo.
El precio de la electricidad va a subir, probablemente, a lo largo del verano. ¿Me va a afectar? ¿Cómo puedo evitarlo? Lo primero es saber si, como consumidores, estamos sujetos al mercado libre o al regulado. En el primero, el usuario pacta un precio con la comercializadora, que puede ser fijo, por tramos o con un modelo de tarifa plana. En el segundo, una parte de lo que pagamos cada mes depende de cómo se comporte el mercado eléctrico y la subasta, también llamada pool, donde a diario se decide el precio del kilovatio/hora. Si estamos sujetos al mercado libre, algo que podemos saber comprobando el recibo, no tenemos por qué preocuparnos a corto plazo, a no ser que Iberdrola, Endesa o Naturgy, por ejemplo, quieran ganar más con nuestro contrato. Si estamos sujetos al regulado, tendremos que cambiar nuestros hábitos de consumo si queremos evitar una factura elevada.
A partir del 1 de junio, Transición Ecológica impone los tramos en la factura de la luz del mercado regulado, sujeto al poolpool. La electricidad consumida de 10 a 14 horas y de 18 a 22 horas será más cara; se cobrará un precio intermedio de 8 a 10 de la mañana, de 14 a 18 horas y de 22 horas hasta la medianoche; y lo más barato será poner la lavadora, el horno o el lavavajillas de 12 de la noche a 8 de la mañana, además de los fines de semana y festivos. Además, el usuario podrá contar con dos potencias distintas: la capacidad para consumir mucha electricidad a la vez, lo que hace que salten los plomos si nos pasamos. Así, si el consumidor cuenta con un coche eléctrico, puede ponerlo a cargar por la noche con una potencia aumentada pero en la hora valle y usar una potencia más reducida durante el resto del día, porque no necesita más.
¿Por qué hace esto el Gobierno? Aseguran que para fomentar el ahorro, dado que, introduciendo tramos horarios, "podrás controlar mejor el uso que haces de la energía". Además, Transición Ecológica busca aplanar la curva del consumo, intentando evitar que la demanda se concentre en horas muy específicas. "Reducirá la necesidad de llevar a cabo nuevas inversiones" en infraestructuras de transporte de la luz, asegura el Ejecutivo. "Esto redunda en menores costes para los consumidores de energía eléctrica, puesto que son ellos quienes sufragan este tipo de infraestructuras a través de la factura eléctrica, y evita los inconvenientes medioambientales de este tipo de instalaciones". Además, algunos peajes y cargos se trasladarán a la potencia, que pagamos siempre igual, y se liberan de la parte variable. Por lo que el recibo sufrirá más cambios si consumimos menos o si adaptamos nuestros hábitos a esta nueva norma.
Para el presidente de la Fundación Renovables, Fernando Ferrando, es "un paso más, pero insuficiente". La organización lleva años defendiendo que la factura dependa más de lo que gastamos en electricidad, para fomentar los buenos hábitos. "Si desplazo cargas de horas punta a horas valle voy a tener un beneficio. Pero yo miro la estructura de la tarifa y el 50% sigue siendo parte fija y dentro del 50% variable, una parte es regulada. Seguimos teniendo una parte que fija el gobierno muy superior a lo que cuesta generar la electricidad".
Por lo tanto, el consumidor del mercado regulado tiene herramientas a su disposición para mitigar el impacto de la subida generalizada de precios que se prevé a partir de verano. El problema es que hay hábitos que no puede cambiar de hora –por ejemplo, el horno no se enciende de madrugada– y que muchos podrían no enterarse de esta situación. Según Rastreator, el 43% de los españoles desconoce la diferencia entre mercado libre y regulado, la mitad desconoce qué tipo de contrato tiene en su hogar y el 73% no sabe en qué consisten los cambios que se aplican el 1 de junio. Según Laura Cardenal, de la comparadora de tarifas de luz Selectra, "si una persona no es capaz de modificar sus horarios de consumo, es probable que pague algo más. Las horas caras son caras, caras". La especialista explica que es difícil saber si la mayoría de españoles se beneficiarán o saldrán perjudicados de la medida, y que aún no hay cálculos ni estudios al respecto.
Pero... ¿por qué sube y baja la electricidad tan bruscamente?
El desarrollo actual de la transición energética provoca estos vaivenes. Cuantas más renovables, más capacidad tienen para, según el funcionamiento de la subasta, marcar su precio como el que cobran todos los tipos de generación. El coste de producción de la eólica y la fotovoltaica es casi nulo, por lo que tiran para abajo del kilovatio/hora. Sin embargo, si las condiciones meteorológicas son desfavorables, no logran imponer su ley. Si se juntan una alta demanda y no sopla el viento ni cae la lluvia, tanto la eólica como la hidráulica tienen más complicado funcionar. Y aunque su desarrollo está en pleno auge, aún no hay fotovoltaica suficiente como para que las horas de sol marquen la diferencia. Así que en julio, mes en el que el consumo de aire acondicionado está en máximos y solo hace sol, se viene una tormenta de precios.
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El hecho de que las renovables no logren marcar el precio no sería un problema si no fuera porque sus alternativas fósiles y emisoras en España, basadas principalmente en las centrales de ciclo combinado (que funcionan con gas natural) y las térmicas de carbón son las que imponen el coste del kilovatio/hora según este sistema. Y es un coste alto: por una parte, el precio de la materia prima, el gas, está en máximos. Y en segundo lugar, estas instalaciones tienen que pagar por cada tonelada de CO2 que emiten, lo que repercuten en el consumidor. El precio del CO2 ronda los 50 euros/Tn, récord histórico. Quien contamina, paga, reza uno de los lemas de la transición justa: pero en el sistema eléctrico, los usuarios de a pie son los que pueden acabar pagando las consecuencias.
El analista de energía Pedro Fresco destaca que es una "situación ciclotímica". Tras marcar máximos durante abril, el pool volvió a marcar mínimos durante el pasado domingo, que sopló el viento. Las renovables volvieron a ganar la partida. "No tiene sentido", juzga, seguir con este sistema en el contexto actual. ¿Se puede evitar? "Tendrías que inundar el sistema de renovables –estamos en ello– o cambiar el sistema de casación de precios. Pero eso se hace así en toda Europa. Cambiar eso unilateralmente dudo que sea posible o adecuado para nuestros socios", explica. También se puede modificar, explica, el mercado de CO2 para cambiarlo por una tasa con precios fijos por año que vaya creciendo conforme avance la transición. "Habrá que plantearlo", defiende.
Descartando esas soluciones a largo plazo, a medio y corto plazo el Gobierno tiene margen para intentar bajar algo más la electricidad. Los costes del desarrollo de los renovables, que actualmente pagan todos los consumidores en su factura eléctrica, serán transferidos en varios meses a gasísticas y petroleras mediante la creación del Fondo para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico. Pero la reforma –a fecha de este 16 de mayo, Día Internacional de la Luz– está aún por aprobar. A corto plazo, opina Fresco, el Gobierno quizá podría reducir el IVA, pero solo sobre la parte fija, no sobre la variable: si se desciende la carga impositiva sobre la parte de la factura que aumenta cuanto más se consuma, se desincentiva el ahorro.
Es sabido que la entrada progresiva de energías renovables en el sistema eléctrico abaratará la factura de la luz. Pero a medio y largo plazo. A corto, tanto España como Europa están en una situación que los analistas definen como "ciclotímica": el precio cae en picado cuando la eólica y la fotovoltaica llegan a generar toda la energía demandada, y suben bruscamente cuando, al no dar a basto, entran en juego el gas natural e, incluso, el carbón. Este último escenario es el que ha provocado, junto a los altos precios del CO2, que abril registre el recibo más alto en los últimos nueve años y que se prevea un verano bastante duro en este sentido. Los vaivenes en el mercado eléctrico se suman a la reforma de la factura que ha preparado el Ministerio para la Transición Ecológica, que se aplicará a partir de junio y que permitirá a los consumidores mitigar el impacto... o amplificarlo.