De 1911 en Nueva York a 2022 en A Coruña: cinco historias de mujeres trabajadoras que luchan por sus derechos

Han pasado más de cien años desde aquel mes de marzo en el que un incendio acabó con la vida de 129 mujeres trabajadoras en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York. Esta historia es una de las muchas que rodean al inicio del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. A la memoria colectiva ha llegado que las empleadas de esa fábrica se declararon en huelga en 1911 por las pésimas condiciones en las que tenían que trabajar: más de 60 horas a la semana. El incendio se produjo cuando ellas ocupaban la fábrica y ahí comenzó el desastre. Aunque la tragedia se produjo un 25 de marzo y las causas del incendio nunca estuvieron claras, su memoria ha perdurado en el tiempo: las mujeres salen a reivindicar sus derechos cada 8 de marzo.

Las recientes movilizaciones de las empleadas de tiendas de Inditex han puesto el foco de nuevo en las mujeres trabajadoras precarizadas. El 24 de noviembre de 2022 se consagró como una fecha clave para las dependientas gallegas de Inditex, que salieron a la calle empezando una ola de protestas que conseguiría ese mismo día extenderse a otras ciudades. Pedían una subida de sueldo que las equiparase a otros sectores del ámbito textil. Para ser iguales en salario que el resto, la empresa de Amancio Ortega debía subir 440 euros el sueldo mensual.

Su lucha llegó a buen puerto: el grupo Inditex llegó a un acuerdo el pasado 23 de diciembre con las dependientas gallegas apoyadas por CCOO, UGT, CGT y USO. Estas tendrán un incremento mensual de los pluses salariales de 322 euros durante el primer año, 362 euros durante el segundo y 382 euros a partir del tercero. Aunque este acuerdo calmó las aguas en Galicia, las reivindicaciones de este grupo de trabajadoras se hicieron eco en otras comunidades autónomas y la empresa de la familia Ortega se vio envuelta en protestas que han acabado hace menos de un mes con el acuerdo de un salario mínimo fijo desde 18.000 euros para todos los trabajadores en todas las marcas de Inditex en España, junto a otras variables propias del salario. "Inditex es la punta del iceberg de la precarización y la temporalidad de los contratos de trabajo en estos sectores. Vamos a peor y los datos no están siendo nada alentadores", explica Mar Vila, miembro de la Ejecutiva de la Federación Gallega de Alimentación, Mar y Transporte de la Confederación Intersindical Galega (CIG) a infoLibre.

Su caso no es el único en el que son mujeres las que lideran o secundan las protestas. Carolina Vidal, secretaria confederal de CCOO, afirma que son muchos los casos que se han dado recientemente: "La sororidad es la palabra a defender: no queremos hacer política como los hombres, queremos hacer una política colectiva que salga desde la sororidad".

Para Raquel González, portavoz regional de la CNT, ha habido un cambio tras las dos huelgas generales convocadas con motivo del 8M. "Cada vez se están acercando más mujeres al sindicalismo", afirma. Para ella, tiene mucho sentido que sean las mujeres las que abanderen luchas como las de las dependientas de Inditex "sobre todo porque somos las más precarias, somos las más interesadas en tener un sindicalismo fuerte para poder revertir esta situación, tanto por abusos laborales como brecha salarial". Esta brecha también se ve en los convenios: "Los sectores tradicionalmente feminizados tienen convenios muchísimo más bajos que otros convenios equivalentes de sectores masculinizados que tienen unos sueldos mucho más altos porque tienen pluses de peligrosidad o tienen bien recogidas las enfermedades laborales asociadas al puesto".

Conserveras gallegas

De esta desigualdad salarial se hartaron las conserveras gallegas. Y es que hace ya un año desde que las trabajadoras de la conserva en Galicia llenaron las calles, se lanzaron a la huelga, sostuvieron las pancartas y lideraron unas jornadas en las que no solo lucharon por frenar una lacra que no cesa, la brecha salarial, sino también por una mejora de condiciones laborales que llevaba años sin negociarse. Las mujeres lideraron, al igual que las dependientas de Inditex, la manifestación del 19 de febrero del pasado 2022. No es de extrañar que fuesen ellas, ya que, según los sindicatos, estaban sometidas a una desigualdad retributiva por encima del 20% cuando copaban el 80% de los puestos de las conserveras.

Alcanzaron un preacuerdo con el que algunos de los sindicatos se sintieron cómodos, pero tuvo importancia también la creación de una comisión técnica para la eliminación de la brecha salarial. Empezaron las jornadas de huelga y se labraron unas mejores condiciones. Ahora el convenio sigue en pie, y se prevé que hasta 2024 siga "haciendo los deberes", según cuenta Mar Vila. Este convenio es, según señala, "pionero ya que se reconoce que, en la práctica, hay una desigualdad en las categorías más feminizadas" de las empresas de conservas gallegas.

Aún así, apunta que esta problemática se extiende mucho más allá de estas empresas. Según Vila, "el desempleo femenino es impresionante en Galicia. Es un 16% superior al masculino en el mes de enero de 2023. El 77,85% de las personas que pasaron la situación de desempleo fueron mujeres".

El derecho a paro

Al desempleo femenino ni siquiera podían acceder todas las trabajadoras hace menos de un año. Otro colectivo de mujeres trabajadoras que se ha hecho escuchar han sido las del hogar. Si bien su lucha llegaba a su cumbre en septiembre de 2022, cuando se les reconoció el derecho a paro, ellas no pararon y posaron su mirada en el futuro, en más conquistas. Gracias a sus reivindicaciones, las cerca de 600.000 empleadas que viven del sector lograron respirar tranquilas al conquistar ese derecho.

El Convenio 189 de la OIT —acuerdo internacional impulsado en 2011 y firmado ya por 35 países— es el regulador actual del empleo doméstico y acerca a las trabajadoras del hogar a las condiciones laborales del resto de trabajadores. Uno de los puntos que destacaba como hito Carolina Elías, presidenta de la asociación Servicio Doméstico Activo (Sedoac), en una entrevista con infoLibre, era estar incluidas dentro de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Sin embargo, aunque son avances, el colectivo se centra en lo que queda por conseguir: las trabajadoras siguen reivindicando porque no olvidan que en su sector predomina la "precariedad, vulnerabilidad y esclavitud", según Elías, ganadora del premio infoLibre al Compromiso Social.

Las 'kellys'

Los grupos de mujeres trabajadoras que se unen y se organizan son muchos. Dan pasos al frente y encabezan luchas para obtener derechos laborales y mejores condiciones en sus puestos. En 2014 unían fuerzas las camareras de pisos, autodenominadas kellys"las que limpian"—, y se sindicaban en Barcelona. Esta unión no tardó en llevarse a toda España y en 2019 ya llamaban a las puertas de Bruselas.

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Este colectivo hablaba de la dificultad de conseguir que estas mujeres se sindicasen e incluso que participasen en asambleas o en manifestaciones. El cansancio tras doce horas de trabajo es una de las causas por las que cuesta que el sindicalismo se feminice. La sindicalista Raquel González desglosa a infoLibre alguna de estas dificultades: "Tenemos trabajos mucho más precarios". La carga de los cuidados es otro de los puntos principales para la portavoz: "Soportamos las cargas familiares y los cuidados. Esto hace que la mujer tenga muchísimo menos tiempo y recursos para para acercarse al sindicalismo". Es esta precarización del trabajo femenino el que hace que urja más su presencia en el sindicalismo. Carolina Vidal la secunda, aunque añade que también hay avances muy significativos: "Hemos sido capaces de hacer y de organizar asambleas masivas en el 8 de marzo". "Bueno, había dificultades, sí, pero estamos dando el paso porque creemos que lo necesitamos", concluye la secretaria confederal de CCOO.

El acoso y la discriminación sexual a las mujeres se ataja también desde los sindicatos. Vidal señala que "lo primero es visibilizarlo" pero que hay que mostrar la realidad ya que en esta problemática la infradenuncia es algo palpable, según relata. Además, en ocasiones el sindicalismo se dificulta por los propios empresarios. Es el caso de una extrabajadora de una pastelería de Asturias condenada a tres años y medio de prisión junto con otras cinco compañeras del sindicato. Denunció por acoso sexual al dueño y, tras un largo proceso y muchas denuncias, acabaron procesadas por los delitos de coacciones graves y obstrucción a la justicia.

"Esto sienta un precedente muy peligroso tanto para las movilizaciones sociales como para sindicalismo. Especialmente porque entiende que la acción sindical puede ser tipificada por un delito de coacción o incluso que la negociación con un empresario se entienda como obstrucción a la justicia", señala González.

Han pasado más de cien años desde aquel mes de marzo en el que un incendio acabó con la vida de 129 mujeres trabajadoras en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist en Nueva York. Esta historia es una de las muchas que rodean al inicio del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. A la memoria colectiva ha llegado que las empleadas de esa fábrica se declararon en huelga en 1911 por las pésimas condiciones en las que tenían que trabajar: más de 60 horas a la semana. El incendio se produjo cuando ellas ocupaban la fábrica y ahí comenzó el desastre. Aunque la tragedia se produjo un 25 de marzo y las causas del incendio nunca estuvieron claras, su memoria ha perdurado en el tiempo: las mujeres salen a reivindicar sus derechos cada 8 de marzo.

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