Cuando María Eugenia Rodríguez Palop (Badajoz, 1970) asumió el mandato de coordinar el programa electoral de Sumar de cara al 23J, se propuso un objetivo: hacer del feminismo no sólo una estrategia aislada, sino integrarlo como una visión transversal. Feminismo, asiente, en los centros de trabajo, en las aulas y en la consulta del médico. Es optimista: aunque todas las previsiones apuntan a que la formación de Yolanda Díaz no estará al frente del Ministerio de Igualdad, tratará de incorporar la perspectiva de género en las carteras donde sí ha logrado tener presencia. El tiempo dirá.
Palop conversa con infoLibre a escasos metros del Parlamento Europeo en Bruselas, la sede que se ha convertido en su casa en los últimos cuatro años, pero con la mirada puesta en Madrid. El éxito de la investidura celebrada esta semana se traduce en otros cuatro años de políticas progresistas, y aunque los retos no son pocos, la eurodiputada se entrega al entusiasmo. Eso sí, con otras elecciones muy presentes que impiden bajar la guardia: las que se celebrarán en junio del próximo año en suelo europeo.
La amenaza de la extrema derecha también se instala en el continente y obliga a las fuerzas de izquierda a reforzar sus lazos. Ante la ofensiva ultra, un reto urgente: consolidar las políticas de igualdad en todo el territorio. Una carrera de fondo que la europarlamentaria adscrita al grupo The Left trata de ganar a través de dos directivas: el refuerzo de las medidas contra la trata y la unificación de las políticas contra la violencia de género para que ningún discurso negacionista eche por tierra los avances conquistados.
Uno de los grandes retos pendientes en España está legislatura fue una ley contra la trata. ¿Cómo impactará, de ser aprobada, la directiva europea en la legislación española?
Para empezar servirá para acelerar el proceso, porque no tenemos una ley orgánica de trata y nos hace muchísima falta. El hecho de que exista esta directiva va a animar a que eso se remate. Yo quisiera que la ley española saliera antes de la transposición de esta directiva, que requiere al menos dos años para ser efectiva en los estados. Esperemos que la ley española sea incluso más ambiciosa.
En el debate sobre prostitución, uno de los grandes asuntos sobre la mesa es cómo abordar la demanda, qué hacer con los clientes. ¿Qué sugiere la directiva?
Lo que hemos planteado desde el Parlamento es que no se exija una condición que se ha venido exigiendo hasta ahora y que ha resultado ser poco efectiva, que es la del conocimiento. Es decir, el hecho de que el cliente tenga que probar que conocía que la persona con la que mantenía estas relaciones era víctima de trata. A nosotros nos gustaría que esa exigencia desapareciera o que se planteara, al menos, en un sentido negligente del tipo: podría haber conocido. Porque si tiene que demostrar que conocía, ocurre que no hay apenas acción penal, no hay sanciones.
A menudo, los esfuerzos para terminar contra la trata y la explotación sexual han confrontado con la protección de las víctimas, que se tienen que enfrentar a las consecuencias de las ordenanzas municipales y de la ley mordaza. ¿Qué enfoque defiende respecto a las víctimas?
Penalización a las víctimas nunca jamás. Eso lo tenemos clarísimo. La ley mordaza es una barbaridad desde este punto de vista y yo tampoco estoy a favor de las ordenanzas municipales, entre otras cosas porque el marco de la seguridad no es el adecuado. Tenemos que plantear un marco que sea el de los derechos humanos, no el de la seguridad, que a veces se confunden.
En el caso de España, se tiende a señalar la Ley de Extranjería como puerta de entrada a la prostitución. ¿Es compatible esta ley con una apuesta real por la protección de las víctimas?
No. No es compatible. La Ley de Extranjería tiene que ser radicalmente modificada para que se pueda proteger adecuadamente a las víctimas.
La Ley de Extranjería tiene que ser radicalmente modificada para que se pueda proteger adecuadamente a las víctimas.
Usted misma defiende que una relación sexual no puede ser objeto de un contrato laboral, ni aun cuando exista consentimiento. La anterior legislatura el Gobierno habló de perseguir un "horizonte abolicionista". ¿Se reedita este objetivo con el nuevo Gobierno?
Yo soy abolicionista porque no me gustaría que en el mundo se normalizara el trabajo sexual. No me gustaría que fuera considerado un trabajo, o al menos un trabajo por cuenta ajena, pero creo que no se ha de perseguir la prostitución cuando se realiza de forma autónoma ni tampoco en los casos de cooperativas, sino que se debe perseguir la que genera un beneficio para un tercero. Los casos en los que hay una pretensión de convertir una relación sexual en un objeto de contrato laboral, y por tanto en un trabajo de cuenta ajena. El Parlamento es abolicionista incluso en un sentido más fuerte del que yo he planteado, porque algunas abolicionistas que son punitivistas consideran que se ha de sancionar al usuario y no abrirían ningún tipo de matiz o puerta como la que yo estoy abriendo. Creo que en esta legislatura sí se va a apostar por un horizonte abolicionista porque así lo es el Parlamento.
Volviendo a la directiva europea, ¿qué se plantea en materia de gestación subrogada y cómo afectaría a España?
El Parlamento ha intentado incorporar la gestación subrogada con fines de explotación reproductiva. No se penaliza la gestación subrogada, sino la trata con fines de explotación reproductiva, por ejemplo, secuestros de mujeres para robarles el bebé. El caso tiene que cumplir siempre los requisitos del tipo penal de la trata con fines de explotación reproductiva.
La directiva contra la violencia machista se suele comparar con la ‘ley del sólo sí es sí’. ¿Cuáles son esas similitudes?
Sin desmerecer en absoluto la ley del sólo sí es sí, que me parece una buena ley, lo que hace la propuesta de directiva es imitar lo que se plantea ya en el Convenio de Estambul: es violación todas aquellas relaciones que se practiquen en ausencia de consentimiento. La similitud es que la ley del sólo sí es así lo que hace también es desarrollar lo que plantea el Convenio de Estambul. Es una obviedad legislativa y política que violación son aquellas relaciones que se practican con ausencia de consentimiento, independientemente de la violencia y la intimidación.
Es una obviedad legislativa y política que violación son aquellas relaciones que se practican con ausencia de consentimiento.
Teniendo una legislación tan extensa como la española en materia de violencia machista, ¿de qué manera impactaría esta directiva?
No cambiaría sustancialmente la legislación en España, excepto porque incorpora la ciberviolencia, que en nuestro caso está poco regulada. Pero hace algo muy importante: eleva la protección de las víctimas a nivel europeo. Es muy importante para la cooperación judicial, policial y para la protección, asesoría y apoyo a las víctimas, especialmente porque la gente transita de unos lugares a otros, tanto víctimas como victimarios. Además hace más rígido ese marco, de manera que si mañana viene un gobierno al que no le gusta la ley del sólo sí es sí o un Tribunal Constitucional que tumba la ley, tendremos un marco europeo que de alguna forma marque la pauta. Así, el peligro de regresión es infinitamente más bajo. Yo creo que es muy importante escalar la protección a nivel internacional, aunque sustantivamente nosotros en ese punto estemos igual o más avanzados.
¿El debate en suelo europeo sobre el consentimiento, la violencia y la intimidación le trae flashbacks de España?
Sí, es exactamente el mismo debate, sólo que aquí lo protagonizan gobiernos. Yo me he sorprendido porque son muchos los gobiernos que se han opuesto a la tipificación penal de la violación. Pensaba que se iban a oponer los gobiernos clásicos, que ya sabemos que se oponen a todo lo que tiene que ver con avances en derechos de las mujeres, pero lo cierto es que hay gobiernos que sorprendentemente tampoco quieren tipificar, como por ejemplo el Gobierno francés. Sería interesante para nosotros que Alemania y Francia se movieran.
La 'ley del sólo sí es sí' fue una de las principales crisis del gobierno. Sumar ha hablado de un feminismo conciliador en lugar de uno de trincheras. ¿Qué significa esto?
Yo no hablaría de un feminismo conciliador. No sé si el término conciliador es el que a mí personalmente me convence más, pero por supuesto hay que superar el feminismo de trincheras. El feminismo tiene que ser un movimiento universal, amplio, transversal, intergeneracional y no se puede encasquillar, mucho menos girar alrededor de una agenda cerrada. Cuando se hablaba de conciliación se hablaba de eso, aunque quizás el término no sea el más adecuado, pero a mí me parece que el feminismo es un punto de vista transformador y diría que hasta revolucionario, por tanto no es un tema de agenda, ni de ítems, ni de claves. Eso pudo serlo en el siglo XVIII, pero ya han pasado muchos años.
Yo no hablaría de un feminismo conciliador, pero hay que superar el feminismo de trincheras.
¿Cómo se combate a la reacción ultra desde un feminismo que no sea de trincheras?
Se combate con contundencia y precisamente con mirada amplia y con horizonte. La trinchera siempre es excluyente y tiene un riesgo regresivo y reaccionario, no se trata de imitar al enemigo, se trata de desbordarlo.
En las protestas en Ferraz han salido hombres con muñecas hinchables señaladas como ministras del PSOE y se ha coreado que Irene Montero es una puta. ¿Cuál debe ser la respuesta a estas acciones?
Yo no tengo la fórmula. Creo que hay que incorporar a la política otras emociones. La emoción que tiene que ver con la ira, con la venganza, con el odio, con el resentimiento, siempre deriva en soluciones o en caminos que es mejor no transitar. La política tiene que estar repleta de emociones, no es un lugar ausente de ellas, no puede ser vaciado de emociones. Pero tenemos que incorporar otras y yo siempre he dicho que el feminismo es un antídoto de la extrema derecha, precisamente porque habiendo entendido que hay muy buenas razones para tener miedo, para ser cínico o nihilista, entendiendo eso, ha incorporado un mundo emocional que pone ese material humano en otra dirección.
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Las feministas vamos a cambiar el mundo, porque no somos neutrales, comprendemos la vulnerabilidad, comprendemos el cabreo, la ira, el resentimiento, el rencor y el odio, pero también comprendemos que esas emociones tienen que ser sustituidas por otras. Es verdad que lo que digo es muy abstracto y no va a solucionar esto mañana, pero creo que hay que contestar al odio con tranquilidad y hay que pensar que todas esas personas son rescatables para luchas mucho más dignas y que se merecen de hecho otras luchas infinitamente más dignas que esas.
Los ministerios que tenga Sumar se van a ocupar del feminismo.
Todo parece indicar que el Ministerio de Igualdad no va a estar en manos de Sumar ¿Cuáles son las prioridades en políticas de igualdad esta legislatura?
La ley de cuidado es una prioridad importantísima. Yo fui una de las redactoras de la Estrategia Europea de Cuidados y creo que puede cambiar radicalmente la vida de las mujeres. La implementación adecuada de una estrategia de conciliación, una buena ley de familias, que yo creo que la que tenemos es buena, pero se tiene que poner en marcha, y quizás hay que hacer políticas más favorables a la articulación de los afectos y de los vínculos, evidentemente de manera libre. Todo eso desde el Ministerio de Derechos Sociales se puede hacer y se puede avanzar mucho en favor de las mujeres desde el Ministerio de Trabajo, como se ha hecho, con el salario mínimo, la brecha salarial o los convenios 189 y 190 de la OIT. Es verdad que es un feminismo que se vertebra más alrededor de los derechos sociales y hay otro feminismo que se articula más a partir de derechos civiles, como puede ser el que está vinculado a las políticas contra la violencia o en favor de los derechos sexuales y reproductivos. En esa parte lo que hay que hacer es resistir, hemos avanzado mucho y debemos defender los avances, ahora hay que avanzar en el otro lado. Los ministerios que previsiblemente tenga Sumar se van a ocupar del feminismo desde ese lugar.
Cuando María Eugenia Rodríguez Palop (Badajoz, 1970) asumió el mandato de coordinar el programa electoral de Sumar de cara al 23J, se propuso un objetivo: hacer del feminismo no sólo una estrategia aislada, sino integrarlo como una visión transversal. Feminismo, asiente, en los centros de trabajo, en las aulas y en la consulta del médico. Es optimista: aunque todas las previsiones apuntan a que la formación de Yolanda Díaz no estará al frente del Ministerio de Igualdad, tratará de incorporar la perspectiva de género en las carteras donde sí ha logrado tener presencia. El tiempo dirá.