IGUALDAD

Quince víctimas alertaron y el sistema les falló: los feminicidios más allá del mínimo histórico de 2024

Concentración en repulsa por el asesinato machista de una mujer de 29 años en el distrito madrileño de Usera, este lunes en Madrid.

Fueron 47 los hombres que el año pasado maltrataron, hostigaron y finalmente terminaron con la vida de mujeres con las que tenían un vínculo de pareja. Ellas, las víctimas mortales, pasaron a ser un número más en la estadística y un nuevo fallo de un sistema que tenía el deber de protegerlas. A pesar de que sus asesinatos sólo pueden ser leídos como un fracaso, sí hay un hecho relevante: el número de feminicidios alcanzó su mínimo histórico en 2024.

La mayoría, el 72,3%, no había presentado denuncia previa. Pero trece de ellas sí lo hicieron: confiaron en las autoridades y el sistema les falló. Fue el caso de Juliana Denise, asesinada por su pareja en pleno mes de julio. Meses antes, le había denunciado por maltrato, por lo que ella ya figuraba como víctima dentro del sistema. El agresor había sido denunciado previamente por otras dos mujeres con las que mantuvo una relación. También María Nieves había denunciado a su pareja, el hombre que finalmente acabaría con su vida. Lo hizo hasta en dos ocasiones. Él la mató el 4 de octubre en Roquetas de Mar, Almería. A Leonor la asesinó su expareja a finales de noviembre. Fue en Gipuzkoa y una vez más, el agresor ya contaba con denuncias previas.

Pero no es la única casuística. En la estadística también hay mujeres que dieron el paso de presentarse en comisaría para, finalmente, retirar la denuncia. Fue el caso de la holandesa Gertruida, asesinada en Salou (Tarragona) por su pareja. Rocío, en cambio, quiso denunciar a su agresor, pero finalmente no fue quien de dar el paso. Él acabó con su vida a principios de febrero.

Además de las trece mujeres que denunciaron, en otros dos casos existía lo que se denomina "constancia institucional". Es decir, aunque las víctimas no habían denunciado, sí tocaron otras puertas para buscar ayuda, así que son quince las víctimas a las que el sistema dio la espalda.

Víctimas extranjeras, agresores españoles

Los datos ofrecen algunas pistas sobre cómo y quién perpetra la violencia de género, si bien los expertos insisten en que no existe un único perfil de víctima ni de agresor. Partiendo de esa premisa, lo cierto es que los feminicidios afectaron de forma más sangrante a las mujeres con edades comprendidas entre los 31 y los 50 años. En esos rangos de edad se concentran el 55,3% de las víctimas. En el caso de los agresores, ocurre lo mismo: el 53,1% tenía entre 31 y 50 años. 

Frente a los relatos de odio que vinculan migración con delincuencia, la realidad vuelve a mostrar que los agresores son mayoritariamente españoles (63%). Entre las víctimas, sin embargo, se encuentran un 51,1% de mujeres extranjeras, muchas veces más vulnerables debido a factores como la falta de arraigo o las barreras idiomáticas. En cuanto al vínculo, más de la mitad eran pareja (59,6%) y la mayoría mantenía todavía la convivencia (63,8%). Veinte de los crímenes se cometieron en los meses estivales, entre junio y agosto.

Las características que rodean a los feminicidios registrados el año pasado coinciden, a grandes rasgos, con los de toda la serie histórica. Desde enero de 2003 y hasta hoy, 1.292 mujeres han sido asesinadas por hombres que eran sus parejas o exparejas. La mitad de ellas tenía entre 31 y 50 años, la mayoría (62,7%) no había presentado denuncia previa y el 61,5% fue asesinada a manos de su actual pareja. En el 64,9% de los casos existía convivencia. El 66,5% de los agresores machistas era de origen español y el 64,3% de las víctimas también, una característica que sí cambia respecto a los datos del año pasado.

Y una vez más, la mayoría de los feminicidios tuvo lugar en verano: 374 ocurrieron entre junio y agosto. A este respecto, la última Memoria de la Fiscalía constata que "en los periodos en los que la relación social y familiar extensa se produce con mayor intensidad (vacaciones, fines de semana o días festivos) se cometen más feminicidios".

Mínimo histórico

En lo que a violencia machista se refiere, apenas existe espacio para la celebración. Así lo expone Nuria Varela, especialista en violencia de género y políticas públicas, quien recuerda además que el recuento extraoficial llevado a cabo por la web Feminicidio eleva la cifra a 94 los feminicidios en 2024, al contemplar aquellos ocurridos fuera de la pareja. La tendencia "va a la baja, pero para sacar conclusiones necesitamos" que ese descenso "se mantenga" de forma sostenida en el tiempo, observa la también periodista. "A lo largo de los años hemos visto bajadas y subidas, el descenso es bueno pero tiene que ir consolidándose para estudiar los motivos y ver qué está funcionando", desliza.

Toma nota Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno contra la Violencia de Género. Propone un ejercicio: ampliar la mirada y observar la media de feminicidios durante los diez primeros años de la estadística y durante los diez últimos. Y ahí está la tendencia: en la primera década, la media fue de 66 feminicidios cada año; mientras que en la siguiente década el número cayó hasta los 52. "Puede haber cambios de un año a otro", pero es importante mirar "los periodos amplios", sostiene el exdelegado y médico forense.

Los motivos que explican el descenso, a juicio del experto, son dos y están relacionados: la respuesta institucional y el cambio social. La prueba de ello es que cada vez "más mujeres acuden a denunciar y eso tiene que ver con una percepción de que la respuesta institucional es mejor". Sin embargo, completa el exdelegado, lo más importante y fundamental es la conciencia a nivel social: no somos hoy los mismos que hace veinte años. La respuesta institucional, sin embargo, "todavía tiene que mejorar: las instituciones no llegan a todas, pero ni siquiera cuando llegan están protegidas". 

En este punto coincide Varela. Es clave desarrollar "más y mejores políticas públicas, hacer hincapié en la prevención y ser capaces de ir adaptando las herramientas que nacieron hace veinte años", introduce. Pero el sistema no siempre tiene la respuesta: "No creo que haya que animar a denunciar a todas las mujeres. Lo más recomendable es que lo hagan cuando estén bien asesoradas, informadas y acompañadas", pero hay pasos intermedios, reseña. La denuncia no siempre es garantía de protección y prueba de ello son las trece mujeres asesinadas el año pasado que sí habían dado la voz de alarma. "Ahí estamos fallando", lamenta la periodista. 

Nueve menores asesinados

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Aunque 2024 se cerró con un descenso en los feminicidios, las voces expertas no pueden obviar otro dato: nueve menores fueron asesinados en contextos de violencia machista. Es la cifra más alta de la última década. Pero además, en este caso la denuncia previa tiene mayor impacto: en cuatro de los nueve crímenes sí existía una denuncia, pero los mecanismos de protección no funcionaron.

Lorente maneja una hipótesis: "Tenemos que analizarlo con prudencia, pero puede ser la expresión de una forma de violencia mucho más polarizada" por parte de los maltratadores. Si ellas hoy denuncian más, tienen más herramientas para identificar la violencia y son capaces de romper con ella, los agresores entonces se esfuerzan en buscar otros sujetos sobre los que ejercer su violencia. "La hipótesis es que los agresores desplazan el foco hacia los menores", argumenta el exdelegado, porque también encuentran en ellos una forma de apuntalar la violencia contra sus madres. 

"Vemos con horror en los últimos años cómo se usa a los menores como instrumento para ejercer daño contra las mujeres", coincide Varela. "Lo que está ocurriendo es que se producen cambios en la manifestación de la violencia. El odio es el mismo, pero las manifestaciones varían". Ante esta coyuntura, las expertas lo tienen claro: urge resituar la lucha contra la violencia machista como una prioridad. Y eso no significa sólo construir relatos que confronten con la mirada patriarcal y negacionista, sino sobre todo poner el foco en lo material. "Políticas y presupuestos", cita Varela, porque "sabemos que la violencia no se combate sólo con una ley, por muy buena que sea".

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