FEMINISMO

Hacia el primer 8M después del #SeAcabó: "Hemos recuperado las ganas de transformar"

Manifestación contra la violencia machista por el 25N.

Abril de 2018. Los jueces estampan sobre el papel que la agresión sexual sufrida por una joven en un portal dos años antes y por parte de cinco hombres no había sido una violación, sino un abuso. La gente se echa a las calles y las llena de rabia feminista. "No es abuso, es violación", claman. Las movilizaciones contra la sentencia de La Manada serían un revulsivo que impactaría de lleno en los 8M que estarían por venir. Hoy, más de un lustro después, la situación podría repetirse. Quedan tres meses para el 8M, el primero después del #SeAcabó de Jennifer Hermoso.

Las comisiones territoriales que echan raíces en barrios, pueblos y ciudades empiezan a reunirse. "La carrera de fondo sigue. Entre polvorones y turrón, os recordamos que hemos activado todas las comisiones necesarias para poner patas arriba el 2024", señalan las activistas de la Comisión 8M de Madrid, que se reunirán este miércoles para comenzar a tejer la convocatoria de marzo. "Acude a la primera asamblea hacia el 8M 2024, una asamblea donde quepamos todas y todes", añaden desde Zaragoza, donde ya preparan su reunión para el próximo sábado. Desde Santiago de Compostela hasta Sevilla, las feministas se dan cita para empezar a pensar en un nuevo 8M.

El #SeAcabó y la organización colectiva

Lo harán con el movimiento #SeAcabó en el horizonte. Para Julia Cámara, militante feminista en el seno de la Comisión 8M de Zaragoza, la respuesta a la agresión contra Jennifer Hermoso supuso un punto de inflexión respecto a un momento de desánimo generalizado tras años de pandemia mundial y guerra de Ucrania. Venimos de "un proceso de shock social, donde la gente vive en el desánimo absoluto, con una incapacidad de movilización muy fuerte", observa la activista. 

El resultado de esa situación es la renuncia "consciente o no" a la posibilidad de "transformación real de las cosas" por parte de algunos sectores, añade. "El movimiento feminista, a raíz del #SeAcabó, logra romper con esa dinámica", algo que ya quedó patente a través de las movilizaciones del pasado 25N. 

En ese contexto, el #SeAcabó cuenta con varios activos para el movimiento feminista: el principal, su génesis colectiva. En ese sentido, Cámara entrevé diferencias con el #MeToo, en tanto que aquel fue un "movimiento para denunciar públicamente vivencias personales" desde un prisma individual, mientras que el #SeAcabó es "un proceso de organización a nivel sindical muy fuerte", algo que marca la diferencia y además supone "un impulso tendente a llamar a la movilización y organización colectiva".

También Ruth Caravantes, portavoz de la Comisión 8M de Madrid, percibe como positivo el carácter colectivo del #SeAcabó: "Aquello fue toda la valentía de las jugadoras puesta en la causa de todas", dice en conversación telefónica. Aun así, no cree que vaya a ser un elemento central, sino un grano de arena más este 8M. "No empieza un proceso nuevo, pero es parte de otro más amplio", añade.

Pero si el movimiento feminista es la suma de distintas voces, los ecos que llegan de Galicia resuenan distinto. Paula Ríos, activista en la Plataforma Feminista Galega, cree que el #SeAcabó ha quedado desvirtuado a consecuencia del uso premeditado del lema por parte de instituciones vinculadas a partidos políticos. Ríos se refiere a la última campaña con el sello del Ministerio de Igualdad de Irene Montero. "En el momento en que una fuerza política lo usa, no todo el mundo se siente interpelado", lamenta la activista, por eso insiste en que "los partidos no utilicen lemas históricos del feminismo", porque esa suerte de cooptación puede incomodar a "algunas sensibilidades". 

Defender la vida y defender Palestina

Uno de los muchos denominadores comunes que ya asoman de cara a este 8M es el de la denuncia del genocidio en Palestina. Se trata de un asunto central para la agenda feminista. Y "razones hay", argumenta Caravantes. "Se está cometiendo un genocidio" cuyas raíces están en "el colonialismo israelí", una situación que las feministas no pueden obviar. La activista madrileña subraya que "en la transformación hacia el mundo que queremos no cabe un genocidio contra Palestina".

En Galicia emerge la misma lectura. "La cuestión palestina está muy presente" porque son las propias mujeres "las que padecen los conflictos, las utilizadas como arma de guerra", pero también porque "el feminismo es un movimiento internacionalista", completa Ríos.

Cámara añade que la crisis de hambruna que existe hoy a consecuencia del conflicto es una forma de "violencia diseñada para someter y asesinar de manera lenta a toda la población, pero por estar relacionada con cuestiones de la reproducción social afecta de una manera muy concreta a las mujeres". Se trata de una forma de violencia machista sutil, pero muy presente en el análisis feminista. "La barbarie es tal que no es posible mantenerse ajenos en ningún sentido", apunta la activista, quien insiste en que "si algo ha demostrado el feminismo, como otros procesos de organización colectiva, es que no puede pretender ser una cuestión sectorial".

Al contrario, el feminismo es un "movimiento que lucha por la vida" y como tal no puede dejar a un lado cuestiones como "el fin de la invasión colonial, el derecho a retorno y que se juzgue a los criminales de guerra", remata Cámara. 

¿Una nueva huelga feminista?

Hasta aquí, el fondo. Pero la forma es también importante este 8M. Los preparativos de cara a la manifestación dejan un interrogante sobre la mesa: ¿qué hay de la huelga? Aquellos paros que sí se produjeron hace algo más de un lustro no han vuelto a ser la apuesta principal de las feministas.

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Sin embargo, el pasado 30 de noviembre las activistas de Euskadi y Navarra convocaron una huelga de cuidados que acabó siendo un éxito y que podría plantar la semilla para recuperar esta fórmula. Por el momento, las voces consultadas lo descartan. 

"A nivel general hay un agotamiento social generalizado de la fórmula, lo cual no significa que no pueda volver a surgir", valora Cámara. A su juicio, el nivel de movilización actual "no permitiría la construcción de una convocatoria" similar a las primeras huelgas. Cámara, además, mira hacia el contexto vasco y destaca la particular "organización y politización" de su sociedad general, un elemento diferencial. "Pretender hacer una traslación de las dinámicas de movilización que suceden en Euskal Herria a otras zonas del Estado español, no funciona", reflexiona.

Coinciden sus homólogas. La huelga feminista no parece estar entre los pronósticos, al menos no de manera mayoritaria y generalizada. Sin embargo, las activistas sí ponen en valor la repercusión que tuvo en su momento y los aprendizajes que dejó. "Ha demostrado ser una herramienta muy potente, capaz de abrir brechas para repensar qué tiene que abarcar una huelga del siglo XXI, cómo incorporar dinámicas reproductivas a los procesos huelguísticos y además cómo conseguir incorporar a otras de capas de la clase trabajadora que no se estaban sintiendo apeladas por las principales centrales sindicales", zanja Julia Cámara.

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