Teresa Peramato (Salamanca, 1962) lleva meses defendiendo las virtudes de la ley del sólo sí es sí. La tarea que se ha marcado no es sencilla: los efectos indeseados de la parte penal de la norma han conseguido sembrar el pánico y opacar la que se conjugó como la gran victoria legislativa del movimiento feminista.
La fiscal de Sala de Violencia sobre la Mujer no sólo ha decidido llevar la defensa de la ley a otros puntos del globo, sino que observa con lupa las lecciones de los países que ya han implementado el llamado modelo del consentimiento en positivo. Recibe a infoLibre en Bruselas, en el marco de unas jornadas organizadas por el grupo parlamentario The Left, sobre violencia de género, con un café caliente para combatir el frío y la humedad. En esos mismos instantes, las tesis negacionistas de la violencia se dan la mano con las proclamas ultra que se han echado a la calle en Madrid. "El negacionismo lo que hace es disuadir a las víctimas de denunciar esa violencia y da poder a los agresores", dice la fiscal.
En defensa del 'sólo sí es sí'
Cree que las razones para celebrar la ley son numerosas y cuestiona, de hecho, el procedimiento empleado por los jueces en algunas de las rebajas de penas conocidas. Por ejemplo, aquella que mermó la condena a uno de los miembros de La Manada. "La Fiscalía ha interpuesto recurso contra esta decisión", recuerda y subraya, convencida, lo que lleva meses manteniendo: "No se puede hacer un cálculo simplemente aritmético para rebajar la pena". Hay que ir más allá, sostiene. El contexto, las circunstancias, los hechos probados, no pueden obviarse.
Peramato se opone, sin embargo, a una idea que se ha defendido desde una parte del espectro político y desde la anterior cartera de Igualdad: el convencimiento de que existe un sesgo machista que marca el camino de los jueces. Decía la exministra Irene Montero que se ha producido en los últimos años una penalización contra las voces que se atrevieron a hablar de "justicia patriarcal". No es una idea que brote espontáneamente, sino que la han planteado muchas otras antes. Peramato, en cambio, difiere. "Hay que partir del máximo respeto a las instituciones", se apresura. Los jueces y fiscales pueden equivocarse, concede, "pero hemos avanzado muchísimo en perspectiva de género y estamos intentando integrarla en la investigación y en las resoluciones judiciales". Tachando de patriarcal al poder judicial, opina la fiscal, "no se aporta nada", así que "nunca podría compartir" dicha apreciación.
Hemos avanzado muchísimo en perspectiva de género y estamos intentando integrarla en las resoluciones judiciales
Pero la violencia machista, concretamente la sexual, no se combate únicamente en los pasillos de los tribunales. Ahí es donde pone el foco Peramato. "Lo fundamental es la batería de medidas que se incorporan a nuestras leyes para la prevención, para la detección precoz y la protección de las víctimas. Eso es lo importante".
Sí entiende que las sentencias condenatorias suponen "un aviso para el propio delincuente y a navegantes", pero cree "mucho más interesante que haya un conjunto de medidas imprescindibles, como en principio está ofreciendo la legislación española, sin perjuicio de que pueda seguir mejorándose". No esquiva, la fiscal, el debate que se ha intensificado en torno al punitivismo. ¿A mayor pena, menos delitos? "No siempre", responde convencida. Sin minosvalorar la respuesta penal, la fiscal contesta con honestidad que "es mucho mejor trabajar la prevención" e incluso el "tratamiento de los agresores" que centarse en penas "imposibles de ejecutar".
Irene Montero se despidió esta semana de su ministerio bajo la premisa de que hoy, España es un país mejor. La fiscal comparte tesis: "No teníamos normas específicas del derecho a la reparación, ahora sí". Parece simbólico, tal vez una cuestión secundaria, pero el reconocimiento de las violencias y el compromiso por hacer sanar la herida, son pilares para la recuperación de las supervivientes. "Hemos avanzado muchísimo" a pesar de haber hablado solamente de "las reducciones y las excarcelaciones".
Los comités de crisis son muy útiles, especialmente por el intercambio de información que cada uno, desde nuestro compartimento estanco, no conoceríamos
Nuevas herramientas contra la violencia
Peramato no se separa del cuaderno donde anota todos los datos relativos a violencia contra la mujer. Todos actualizados, al día. Entre ellos, las 65 mujeres asesinadas en lo que va de año –52 en el ámbito de la pareja y la expareja, 13 como parte de otros feminicidios–. La fiscal no se pliega al pesimismo: defiende con firmeza que hay avances y que los esfuerzos sembrados van dando sus frutos. Entre las herramientas, destaca la utilidad de los comités de crisis creados por el Gobierno el verano de 2022. Se trata de reuniones periódicas entre el Ministerio de Igualdad, las comunidades y otros actores implicados en la lucha contra la violencia de género, siempre que se produzcan cinco o más asesinatos en el periodo de un mes.
"Son muy útiles, especialmente por el intercambio de información que cada uno, desde nuestro compartimento estanco, no conoceríamos", defiende. A pesar de las críticas a la utilidad real de los comités, la fiscal cree que es el mejor modo de garantizar un pilar clave en la lucha contra la violencia: la coordinación institucional. "Cada una aporta lo que sabe en relación al caso en concreto, para ver en qué se ha fallado o en qué se puede mejorar a la hora de evitar feminicidios de futuro".
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Peramato no sólo elogia la función de los comités, sino que propone ensanchar la mirada: centrarse además de en "los feminicidios consumados", en "los intentados". Es decir, analizar las circunstancias que rodean a un intento de asesinato que sí se haya conseguido frenar. "En los consumados tenemos la información que se deduce del atestado, del procedimiento penal, si había ido a las instituciones a pedir ayuda o asistencia, pero nada más". Sin embargo, poner la lupa sobre los intentados permite hablar directamente con la mujer superviviente, "escuchar su voz, que nos diga por qué no denunció previamente, por qué no confió en la justicia, no acudió a los recursos o los abandonó, por qué se retractó o guardó silencio en el procedimiento penal". Toda esa información, razona la fiscal, conllevará mayores aciertos en la propuesta de medidas.
Frente al negacionismo, datos
A pesar del evidente margen de mejora, la fiscal parte de una base: la estrategia contra la violencia machista sí es eficaz y sí está dando resultados. Cree importante confrontar contra las voces que lo niegan, porque los efectos de esos discursos pueden ser devastadores. "Si comparamos el histórico, hay que partir de que en el año 2003 se asesinaron a 72 mujeres en el ámbito de la pareja o expareja. Este año son 52", recuerda la experta, quien reconoce que es "un recorrido lento, un camino largo y una carrera de fondo". No es para menos: el feminismo aspira a derrumbar "estructuras patriarcales que no son de antes de ayer", así que pretender una transformación en "apenas veinte años, es mucho pedir". "No se pueden ningunear los efectos conseguidos, negar que tenemos herramientas y que estamos avanzando es una barbaridad".
"No se pueden ningunear los efectos conseguidos, negar que tenemos herramientas y que estamos avanzando es una barbaridad"
Peramato observa con preocupación las expresiones de ese negacionismo en las instituciones y en las calles. "A mí me da miedo", admitee, "los mensajes negacionistas me dan miedo porque se difunden de una manera muy fácil". La falta de una mirada crítica hace que las premisas negacionistas "se den por ciertas", obviando los datos y la realidad de las mujeres. "El negacionismo lo que hace es disuadir a las víctimas de denunciar esa violencia y da poder a los agresores". Pero sus mensajes, opina, se combaten con datos: 2,1 millones de denuncias desde 2009 hasta hoy; 1.237 víctimas mortales en el ámbito de la pareja o expareja; 49 niños y niñas asesinados en contextos de violencia machista desde 2013 y 428 huérfanos desde ese mismo año. "Solamente con esos datos, sabríamos que el negacionismo busca difundir mensajes engañosos y en contra de la igualdad real".
Teresa Peramato (Salamanca, 1962) lleva meses defendiendo las virtudes de la ley del sólo sí es sí. La tarea que se ha marcado no es sencilla: los efectos indeseados de la parte penal de la norma han conseguido sembrar el pánico y opacar la que se conjugó como la gran victoria legislativa del movimiento feminista.