No buscan dinero sino un mundo sin reglas: los oligarcas pagan con gusto la factura de su foto con Trump

Es una mañana soleada en Washington. Los periodistas se agolpan en los jardines de la Casa Blanca para fotografiar una de las tantas escenas surrealistas que han dejado los primeros dos meses de la segunda Administración de Donald Trump. En un lugar donde se han vivido históricas fotos, firmas de tratados, acuerdos de paz y recepciones de mandatarios de todo el mundo, se ubicaba algo muy poco habitual: cinco coches de la marca Tesla. Los vehículos esperaban a que llegaran los verdaderos protagonistas de ese improvisado concesionario: el propio presidente de los Estados Unidos y el hombre más rico del mundo, Elon Musk. Durante el acto, Trump subió a los coches, los probó, y finalmente decidió comprar uno de ellos, mientras que el propietario de Tesla, acompañado por su hijo, y vestido de negro, con una gorra con el lema Make América great again, miraba satisfecho.
Aunque Trump haya acostumbrado a la opinión pública a una agenda llena de excentricidades, el acto de la Casa Blanca no era uno más. Durante la última semana, Tesla sufrió, además de un gran desgaste reputacional por su relación con el presidente, una gran caída en la bolsa que ha disparado todas las alarmas en la compañía. Por eso, lo sucedido en los jardines de la residencia presidencial no solo fue la enésima performance de Trump ante los medios, sino que buscaba ser un gran espacio publicitario para ayudar a la marca de su más estrecho colaborador. De hecho, el propio presidente actuó más como un comercial que como un político: destacó las virtudes de los Tesla, alabó a Musk y, finalmente, aseguró que pagaría de su bolsillo y sin descuentos el coche.
Tesla no ha sido el único gigante tecnológico que sufrió una semana negra en la bolsa. Desde el pasado lunes, y exceptuando algunos pequeños repuntes, las llamadas 7 Magníficas (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y la propia Tesla) tuvieron pérdidas millonarias que pusieron en el centro del debate tanto la salud de la economía estadounidense como, sobre todo, la rentabilidad de estas empresas, consideradas prácticamente invulnerables. Solo el pasado lunes, estas compañías perdieron unos 750.000 millones de dólares, dejando sus acciones un 14% por debajo de sus valores máximos.
Una caída que coincide con una semana donde Trump se lanzaba de nuevo a imponer y amenazar con todo tipo de aranceles a sus principales socios comerciales. Desde el aviso de que gravará un 200% al vino y al alcohol de la Unión Europea si no retira sus aranceles al whisky estadounidense, hasta la locura arancelaria con Canadá y México, donde el magnate ya se ha desdicho en repetidas ocasiones, cambiando la cuantía de los aranceles e incluso imponiéndolos para al día siguiente retirarlos o retrasar su aplicación. Una inestabilidad que no gusta nada a los mercados y que ha propiciado la caída de la bolsa estadounidense.
Los aranceles arruinan la foto
“Este tipo de amenazas tienen un efecto devastador en la confianza de los inversores. Ser proteccionista no es por sí mismo ni bueno ni malo, el problema es que ahora mismo poner un arancel se entiende como una declaración hostil al país al que se lo impones. Y Trump lo está haciendo con naciones que son importantes socios comerciales y aliados principales”, explica Miguel Ángel Ortiz, economista y analista de Agenda Pública. El experto afirma que este tipo de política errática al final perjudica a las empresas, pues sus inversores empiezan a ver riesgos a corto y a largo plazo en las decisiones de Trump y están menos dispuestos a comprometer su dinero.
La cuestión con las tecnológicas es que, durante meses se han ido atando precisamente a quien está contribuyendo a su hundimiento. El día de la toma de posesión de Trump, una de las imágenes más comentadas fue una en la que se veía a los propietarios y CEOs de esas grandes tecnológicas asistiendo al Capitolio para ver cómo el magnate juraba su cargo. Un momento que se entendió como una suerte de beneplácito y apoyo a su presidencia después de lo hostiles que fueron sus relaciones con Silicon Valley durante su primera Administración.
Algunos, como Jeff Bezos, ya habían preparado el terreno durante la campaña, forzando a The Washington Post, periódico del que es propietario, a no apoyar a ningún candidato en las elecciones tras décadas de alineamiento demócrata. Sin embargo, fue Musk el que más se comprometió con Trump, realizando primero una agresiva campaña a su favor en la que se gastó millones de dólares y, después, participando en la Administración con el programa DODGE para recortar gastos del Estado.
En un primer momento, la decisión de todos ellos pareció ser la acertada. La bolsa reaccionó con una gran subida fruto de la euforia del acercamiento de estas empresas al hombre más poderoso del mundo. Sin embargo, este ascenso tenía una cara oculta que ahora ha comenzado a salir a la luz. “Pese a que las decisiones de aranceles de Trump han podido contribuir, desde hace un año se viene hablando de que las 7 Magníficas están sobrevaloradas en la bolsa. Ya antes de Trump se hablaba de que, en cualquier momento, muchas de ellas se podían dar un estacazo, y ese momento ha terminado por llegar ahora”, describe Joan Tugores, catedrático de Ciencias Económicas en la Universidad de Barcelona.
Pese a que las decisiones de aranceles de Trump han podido contribuir, desde hace un año se viene hablando de que las 7 Magníficas están sobrevaloradas en la bolsa
Además, para Ortiz, la decisión de acercarse tanto a Trump tenía un riesgo importante ya de base. “La cultura empresarial en Estados Unidos es muy distinta a la europea. Allí la filiación política de las empresas siempre ha existido, mientras que aquí se suele esconder mucho más. Así que ese acercamiento no era algo sorprendente, la diferencia es que en este caso lo estaban haciendo con una de las figuras más polarizadoras de la historia de la política estadounidense”, comenta el economista. En este sentido, continúa, los empresarios corrieron un gran riesgo: la retórica de Trump es extrema, o estás con él o contra él, y eso puede ser muy positivo si todo va bien, pero también muy negativo si comienza a tomar decisiones que generen descontento.
¿El fin de una “bonita” amistad?
En este punto, la pregunta es clara: ¿Les sigue mereciendo la pena a los oligarcas tecnológicos sus alianzas con Trump con estas pérdidas millonarias? Quizás el caso más paradigmático es el de Musk, cuyo destino parece haberse unido inevitablemente al del magnate. Sí, el dueño de Tesla tiene un gran poder político, pero a costa no solo de pérdidas en la bolsa, sino también de ser el chivo expiatorio de las acciones del presidente. Así, sus empresas se están convirtiendo en el blanco de los aranceles extranjeros en respuesta a Estados Unidos: “Cuando la política agresiva y errática de Trump ha empezado a provocar represalias, muchos de los países han decidido no aplicar aranceles de forma indiscriminada, sino focalizada. Eso se traduce en no comprar productos Tesla o poner impuestos a las tecnológicas que apoyan a Trump", explica Tugores.
Un problema que no solo afecta a esas grandes empresas, sino también a la propia economía estadounidense. “EEUU tiene un gran déficit comercial de cara al exterior, sobre todo en materia de mercancías, algo que Trump quiere cambiar. Sin embargo, de los pocos servicios donde esa balanza es positiva es en los productos de estas empresas tecnológicas. Por tanto, si los países les comienzan a poner aranceles, puede ser algo que haga mucho daño a EEUU”, advierte Tugores. A ello hay que sumar los temores a una recesión, que incluso el propio Trump ha admitido, derivados de la política comercial del presidente. En este sentido, el magnate afirma que, de producirse, esta solo sería una pequeña perturbación para alcanzar un desarrollo mayor en el futuro, pero una inflación que continúa al alza y los problemas económicos que suscitaron los aranceles en su primer mandato aumentan el miedo a la recesión.
Así, los magnates se encuentran en un lugar peligroso. Un volantazo para alejarse de Trump y lograr que sus empresas no se identifiquen con el presidente podría traerles beneficios, pero todo indica que es muy complicado que algo así se produzca. “No todos tienen el mismo margen de maniobra. Musk está ya muy atado al presidente y una ruptura se antoja muy difícil, al igual que Mark Zuckerberg, que compró el mensaje antiwoke de Trump y ahora sería muy extraño ir al lado contrario. Ambos son propietarios de redes sociales y su imagen de marca en ese sentido está mucho más dañada porque están más expuestos a los discursos políticos”, considera Ortiz. Otras empresas como Google, cree el economista, sí tienen más posibilidades de hacerlo, ya que no se han significado tan abiertamente y tienen unos servicios no tan asociados a las redes.
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Aun así, Miriam Juan-Torres, experta en relaciones internacionales e investigadora en la Universidad de Berkeley, cree que, pese a esas pérdidas monetarias, a los grandes oligarcas les sigue mereciendo la pena su alianza con Trump. “Seguramente hayan calculado que esta alianza podría provocarles pérdidas monetarias en el corto plazo. Lo que están buscando estos grandes empresarios va más allá del dinero. Al final cada uno tiene sus propios objetivos en diferentes áreas, Peter Thiel es el transhumanismo, Musk el espacio, Zuckerberg la realidad virtual... pero hay impedimentos legislativos para que puedan llevar esas intenciones hasta el final por ejemplo por limitaciones climáticas. Por ello, quieren un cambio de régimen hacia un orden político más iliberal, donde no tengan esos obstáculos para lograr sus objetivos”, comenta la investigadora.
Lo que están buscando estos grandes empresarios va más allá del dinero. Quieren un cambio de régimen hacia un orden político más iliberal
Para ilustrarlo pone el ejemplo de Musk, que, pese a sus pérdidas en Tesla, tiene otras empresas donde sí está obteniendo beneficios y, además, con sus vínculos con la Administración ha podido recabar datos personales de muchos consumidores para conocer más sobre ellos. “Es una estrategia a largo plazo, y estas pérdidas no tienen por qué cambiarla. Eso sí, creo que no debemos hablar de todos como si fueran algo monolítico, todos tienen ideologías distintas y que en muchos casos no coinciden perfectamente con Trump. En este sentido es importante el papel del vicepresidente J.D. Vance, que hace como una suerte de puente entre ellos”, afirma.
Un extremo en el que está de acuerdo Ortiz, el cual también piensa que los oligarcas se están beneficiando de su relación con Trump pese a sus bajadas en bolsa. “Las conexiones políticas tienen bastante valor, sobre todo cuando tomas partido por el ganador, porque esa imagen se transmite a tu empresa y te repercute de forma positiva. Además, en el caso de estos grandes oligarcas con su cercanía al poder logran influencia en leyes que les sean favorables, en sus intereses fiscales, en adjudicaciones de contratos públicos y en el acceso a la financiación”, describe Ortiz. Por todo eso, Tugores piensa que la alternativa de todos estos oligarcas no es tanto alejarse de Trump sino intentar cambiar la situación desde dentro: “Deben intentar convencer al presidente, sobre todo aquellos más cercanos como Musk, de que debe reconducir la política de aranceles porque está haciendo daño a sus intereses”, zanja.