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Hacinados en Bangladés: ONG denuncian la pasividad de la comunidad internacional ante la "limpieza étnica" de la minoría rohinyá

"El Ejército atacó a las 11 de la mañana. Empezó a disparar contra las casas y la gente; el ataque duró una hora. Cuando terminó, vi a mi amigo muerto en la carretera. Más tarde, a las cuatro de la tarde, los militares empezaron a disparar otra vez. Cuando la gente huía, quemaban las casas con botellas de gasolina y lanzacohetes. Los incendios continuaron durante tres días. Ya no hay casas en nuestra zona: se han quemado del todo". Es el testimonio que recoge Amnistía Internacional de tan solo uno de los más de medio millón de refugiados rohinyárefugiados rohinyá que ha tenido que huir de su casa de Myanmar (antigua Birmania) para escapar del genocidio que el ejército birmano está llevando a cabo contra los miembros de esta minoría étnica musulmana. Bangladés es ahora su único destino, donde se refugian de los ataques que, desde el pasado 25 de agosto, recrudecieron la que se considera la guerra civil más larga de la historia. 

El pasado 11 de septiembre, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, ya advirtió de que se podría estar produciendo una "limpieza étnica" en el Estado de Rajine (Birmania), además de posibles crímenes contra la humanidad. "Dado que Birmania ha rechazado permitir el acceso a investigadores de derechos humanos, la situación actual no puede ser evaluada plenamente, pero se parece a lo que se define en los libros de textos como limpieza étnica", afirmó. 

Amnistía Internacional, por su parte, denuncia que, en términos legales, lo que está ocurriendo en Myanmar podría denominarse como "crímenes de lesa humanidad" debido a los "ataques sistemáticos y la expulsión forzada de civiles" a la que están sometidos cientos de miles de rohinyás. "Hemos constatado un patrón claro y sistemático de abusos que tiene como objetivo desplazar de un determinado territorio a una población étnica. Las fuerzas de seguridad de Myanmar, con fuerzas parapoliciales aliadas, rodean un pueblo, disparan a la gente que huye presa del pánico y luego incendian las casas hasta los cimientos" lamenta Olatz Cacho, portavoz de Amnistía Internacional, en conversación con infoLibre. "Las imágenes de satélite de la comarca de Inn Din, zona de etnia mixta, muestran claramente una zona de hogares rohinyás que han sido quemados hasta los cimientos, mientras que las zonas no rohinyás que están a su lado parecen intactas. Lo mismo sucede con las zonas urbanas", critica. 

"Se dan las condiciones para que se califique de limpieza étnica", coincide David del Campo en una conversación con este medio, director de cooperación internacional de Save the Children, organización que ya ha instado a la comunidad internacional a que colabore activamente para poner fin a la violencia que sufren los rohinyás en el estado de Rajine (Myanmar), al límite con Bangladés y una de las zonas más pobres del país donde viven mayoritariamente los rohinyás. Así, la ONG solicitó un plan de ayuda humanitaria de 77 millones de dólares (casi 60 millones de euros) que ayude a Bangladés a hacer frente a la llegada masiva de refugiados de esta "minoría olvidada", tal y como la califica Del Campo. 

La organización Human Rigts Watch (HRW) acusó este martes al Ejército de Birmania de estar cometiendo crímenes de guerra contra la minoría rohinyá en el estado de Rajine, con prácticas como las deportaciones forzosas, los asesinatos, las violaciones y diversas formas de persecución, según informó Europa Press. La ONG señaló que las violaciones contra los Derechos Humanos que está llevando a cabo el Ejército contra esta comunidad musulmana han provocado innumerables muertes y desplazamientos masivos. "El Ejército de Birmania está expulsando brutalmente a los rohinyás del estado de Rajine", aseguró el director legal y de políticas de Human Rights Watch, James Ross. "Las masacres de ciudadanos y la quema masiva de viviendas, que ha expulsado a estas personas de sus casas, son crímenes contra la humanidad", añadió.

Toda esta violencia hacia la minoría rohinyá tiene lugar bajo el amparo de la consejera de Estado de la Unión de Myanmar, Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz y líder política "en la sombra" de Myanmar. En silencio ante el sufrimiento rohinyá hasta el 7 de septiembre, tildó entonces a la minoría étnica de "terroristas que han masacrado a otras comunidades", los vinculó al Estado Islámico y los acusó de propagar desinformación.

Una minoría olvidada y excluida

"Se puede llamar como se quiera, pero la gente está sufriendo", explica a este medio Pavlos Kolovos, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Bangladés, quien afirma que la principal preocupación de la organización "es la creciente crisis humanitaria y las muchas personas que han huido de la violencia tratando de encontrar las mejores maneras de aliviar su sufrimiento".

"Muchos nos cuentan que han visto cómo sus hogares han sido quemados y cómo sus familiares han sido asesinados", cuenta Rosa Otero, responsable de comunicación de la Agencia de la ONU de los Refugiados en España (ACNUR), quien lamenta que los rohinyás sean una minoría olvidada y apátrida, lo que incrementa también la discriminación que sufren.  "Algunas personas nos dicen que no saben qué va a pasar con ellos cuando mueran, si constará en algún sitio que han pasado por aquí o si, simplemente, desaparecerán", explica. 

"Son una minoría completamente excluida", coincide Del Campo. Los rohinyás son musulmanes, pero no pertenecen a ninguna de las dos ramas del islam, ni a la suní ni a la chií, por lo que en Bangladés, país de mayoría musulmana, "tampoco son bienvenidos". 

En Myanmar, además, ni siquiera son considerados como ciudadanos a pesar de vivir allí desde generaciones. Son personas apátridas, por lo que siempre han sido perseguidas y sus condiciones de vida nunca han sido dignas, como ha denunciado Amnistía Internacional. Por ello, este tipo de ofensivas se han venido produciendo a lo largo de los años. "En 2016 hubo otra gran ofensiva que desplazó a muchos rohinyá", afirma Otero. A ellos, se suman ahora los huidos en esta nueva crisis, dejando a Bangladés sin los medios necesarios para hacer frente a ella. En esta ocasión, la "brutal" represión de esta minoría se ha producido tras el levantamiento del Ejército de Salvación Arakan Rohingya (ARSA), que quemó una veintena de comisarías. "Este ejército es la radicalización que ha acabado produciéndose con la situación", exclama Otero. 

La comunidad internacional no da respuesta

Frente a esta petición, que se suma a las de otras organizaciones que exigen igualmente una reacción, las ONG se quejan de que la comunidad internacional no da ningún tipo de respuesta efectiva que ayude a hacer frente a la situación. "La ONU alerta de la situación pero no está dando pasos concretos para intervenir", se queja Del Campo, quien opina que Naciones Unidas debería decir exactamente qué está pasando y poner medios para remediarlo.

Lo mismo ocurre, según opina, con la Unión Europea. El pasado 14 de septiembre, la Eurocámara reclamó a los Veintiocho que elevaran "significativamente" la presión sobre el Gobierno birmano y que aclararan que "la UE está lista para considerar sanciones punitivas dirigidas contra individuos y entidades" responsables de las violaciones de Derechos Humanos cometidas en Rajine. Sin embargo, todavía no se ha emprendido ningún tipo de iniciativa. "Son una minoría tan excluida que ni siquiera se ha hecho un llamamiento" para actuar. "En 100 días han llegado a Bangladés más refugiados rohinyás que los que tuvieron que huir después de un año de guerra en Siria", lamenta Del Campo.

"La comunidad internacional debería hacer algo, no solo vender armas, porque el ejército birmano no responde ante las autoridades judiciales ni ante el Gobierno del país", denuncia Cacho. 

Las ONG reclaman su espacio para enviar ayuda humanitaria

Frente a este silencio internacional, las organizaciones se quejan de la poca maniobra de actuación que tienen, a la vez que reclaman un mayor espacio para poder enviar ayuda humanitaria al pueblo rohinyá, que necesita "desesperadamente apoyo médico", según Kolovos, quien afirma que el acceso a este tipo de ayuda está "bloqueado". 

La celeridad de la huida y la cantidad de personas refugiadas que llegan hasta Bangladés a pie pasando por rutas que complican aún más su camino ha provocado que estas personas se queden hacinadas en campos de refugiados de Bangladés, que no da a basto para acoger a tantas personas. "Están viviendo en dos campos, pero han tenido que empezar a construir un tercero", explica Otero. 

La mayoría de personas que consiguen huir son "mujeres, niños y ancianos" que, cuando consiguen pasar la frontera, lo hacen en unas condiciones sanitarias completamente deplorables. "En Bangladés sí hay ayuda humanitaria", prosigue Otero, "pero en Rajine, como la seguridad es complicada, se han suspendido las operaciones de ayuda". 

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"Esperamos que el ejército de Myanmar y el Gobierno de Myanmar faciliten el acceso humanitario a las ONG en el estado de Rajine", reclama Kolovos. La ayuda humanitaria puede llegar a Bangladés, pero no a Rajine, donde las necesidades son "masivas", según Médicos Sin Fronteras, organización que denuncia que dos de sus cuatro centros de Myanmar han sido calcinados por el ejército birmano. 

Con este escenario, las ONG no ven ningún tipo de perspectiva positiva a la situación, que se agrava por los peligros sanitarios que están sufriendo estas personas. Así, Kate White, coordinadora médica del equipo de emergencias de MSF, indicó en un comunicado que "cada día" se reciben a "miles de personas adultas completamente deshidratadas y al borde de la muerte". 

 

"El Ejército atacó a las 11 de la mañana. Empezó a disparar contra las casas y la gente; el ataque duró una hora. Cuando terminó, vi a mi amigo muerto en la carretera. Más tarde, a las cuatro de la tarde, los militares empezaron a disparar otra vez. Cuando la gente huía, quemaban las casas con botellas de gasolina y lanzacohetes. Los incendios continuaron durante tres días. Ya no hay casas en nuestra zona: se han quemado del todo". Es el testimonio que recoge Amnistía Internacional de tan solo uno de los más de medio millón de refugiados rohinyárefugiados rohinyá que ha tenido que huir de su casa de Myanmar (antigua Birmania) para escapar del genocidio que el ejército birmano está llevando a cabo contra los miembros de esta minoría étnica musulmana. Bangladés es ahora su único destino, donde se refugian de los ataques que, desde el pasado 25 de agosto, recrudecieron la que se considera la guerra civil más larga de la historia. 

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