Una vivienda reducida a cenizas cada cuatro horas. Un refugio, cada diecisiete. Un hospital o escuela, cada cuatro días. Un punto de distribución de ayuda y suministros, cada quince. Estas son algunas de las escalofriantes cifras del último análisis de Oxfam Intermón sobre el impacto de los continuos ataques israelís, tan solo en el último año, en el asesinato de mujeres y niños y en la destrucción de infraestructura civil, protegida por el Derecho Humanitario Internacional. "Estas cifras son directamente desgarradoras”, valora Franc Cortada, director general de la ONG. Y no terminan ahí. "Estamos hablando de una crisis sin precedentes a muchos niveles: desde el galopante avances del hambre a la reaparición de la polio o la devastación total de la vida cotidiana a la que se enfrenta la población".
Y es que los bombardeos se han convertido en una constante del día a día de la población gazatí. A partir de las cifras de la organización Action on Armed Violence, Oxfam estima que las explosiones israelís impactan una vez cada tres horas sobre los edificios civiles de Gaza, destruyendo casas, centros escolares y médicos o refugios, infraestructura vital para la supervivencia de su población. Y lo que es aún más grave, exterminando a su población, en lo que la comunidad internacional ha calificado ya —aunque sin la contundencia necesaria— como un genocidio sin precedentes.
Las cifras más cautelosas apuntan a que al menos 6.000 mujeres y 11.000 niñas y niños han perdido la vida en Gaza a manos del ejército israelí durante los últimos doce meses. Esto es, Israel habría asesinado, en el transcurso de un año, a más mujeres, niñas y niños en Gaza que durante el mismo período en cualquier otro conflicto de los últimos veinte años. Superando la que hasta el momento era la cifra de mujeres fallecidas en un año de conflicto más alta de las dos últimas décadas: las 2647 mujeres asesinadas en Irak en el año 2016. E Igualando el número de niños asesinados en los dos primeros años del conflicto sirio: más de 4.700 cada año, según las estimaciones de Every Casualty Counts.
Muy lejos también de las cifras de fallecidos durante los últimos veinte años del conflicto histórico entre Palestina e Israel. Los sucesivos informes de Naciones Unidas “Los niños y los conflictos armados” corroboran que en el último año el número de niñas y niños asesinados en Gaza es cinco veces mayor que el total de muertes de esa franja de edad entre 2005 y 2022.
Todo ello sin olvidar que se trata de números orientativos. Cerca de 20000 personas no identificadas, desaparecidas o que permanecen sepultadas bajo los escombros se quedan fuera de los cómputos. Ya a principios de año, un estudio de la revista británica The Lancet estimaba que el número real de muertes en Gaza podría superar los 186.000, incluyendo las muertes indirectas a causa de la falta de alimentos o asistencia médica. Esta última intensificada por la destrucción de 19 de los 36 hospitales que había en el enclave, ninguno de los cuales cuenta, aún en pie, con combustible, suministros médicos, personal o agua potable suficientes.
La violencia desborda las fronteras de la franja de Gaza. Desde el pasado mes de octubre, más de 680 palestinos han muerto en la Cisjordania ocupada —incluido Jerusalén este— como resultado de la violencia de los colonos o de las propias fuerzas de defensa israelís. Oxfam tiene registradas más de mil agresiones de ocupantes sobre la población civil palestina y el ejército es responsable de la demolición de más de 2000 viviendas y zonas de cultivo en territorio ocupado, así como de graves daños a infraestructura pública.
Más allá de los números
No se trata de simples números. Desde Oxfam insisten: Israel ha cometido en Palestina violaciones del derecho internacional de tal gravedad que pueden llegar a constituir crímenes contra la humanidad. El nivel de destrucción y de desprecio por la vida de los palestinos evidencia un uso desproporcionado de la fuerza, contrario a lo recogido en la Carta fundamental de Naciones Unidas, y el desinterés por discernir entre objetivos militares y civiles. Además, los ininterrumpidos bombardeos israelís sobre infraestructura civil han supuesto al desplazamiento forzoso de la población gazatí de un lado a otro, en una ratonera de apenas 360 km² donde ni siquiera se respetan las famosas "zonas seguras", atacadas con regularidad.
"Los efectos de este último año han sido devastadores”, sostiene Umaiyeh Khammash, director de Juzoor, una organización socia de Oxfam con más de noventa refugios y puntos de atención médica por todo el territorio de Gaza. “Las mujeres han tenido que hacer frente a una doble carga. Muchas se han convertido de la noche a la mañana en cabeza de familia, y luchan por la supervivencia y el cuidado de sus hijos en medio de la vorágine de destrucción. Las madres embarazadas y lactantes se enfrentan también a grandes dificultades, como consecuencia del colapso de los servicios médicos".
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"El trauma que sufren las niñas y niños es igual de profundo", continua. Según Juzoor, más de 25.000 niños han perdido a uno de sus progenitores o se han quedado directamente huérfanos. Muchos afectados por algún tipo de trastorno psicológico o emocional. "La mayoría de las niñas y niños en Gaza sufren problemas ansiedad y estrés postraumático, además de graves lesiones físicas. Muchos han perdido incluso alguna extremidad", denuncia Khammash. "Pasarán años y generaciones hasta que los palestinos logren recuperarse de los devastadores efectos de este genocidio, y todavía no hay siquiera un alto el fuego a la vista", completa Cortada.
La inacción es una forma de complicidad
"Los actores más influyentes de la comunidad internacional no sólo no han exigido responsabilidades a Israel, sino que se han convertido en cómplices de sus atrocidades al seguir suministrándole armas sin condicionantes y no imponerle sanciones de ningún tipo", critica el director de Oxfam, movilizada desde hace décadas en la región. "Debemos poner fin a la carta blanca que le proporcionan impunidad y exención del derecho internacional. No podemos permitir que continúen el horror y el sufrimiento sin fin de los palestinos", sentencia con determinación.
La escalada del conflicto a nivel regional, el aumento de las hostilidades y las trágicas pérdidas humanas —y su volumen— en Gaza, Líbano y Cisjordania hacen patente la urgente necesidad de un alto el fuego inmediato y permanente. Desde Oxfam exigen ir un paso más allá, garantizando la liberación de todas las personas que permanecen secuestradas y de la población palestina detenida ilegalmente, el fin de la venta de armas a Israel y el pleno acceso de ayuda humanitaria a Gaza. Asimismo, el reciente veredicto de la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia apela a que los terceros países hagan todo lo posible por poner fin a la ocupación ilegal israelí, asegurando la retirada de los asentamientos y el pago de las reparaciones correspondientes a las comunidades afectadas.
Una vivienda reducida a cenizas cada cuatro horas. Un refugio, cada diecisiete. Un hospital o escuela, cada cuatro días. Un punto de distribución de ayuda y suministros, cada quince. Estas son algunas de las escalofriantes cifras del último análisis de Oxfam Intermón sobre el impacto de los continuos ataques israelís, tan solo en el último año, en el asesinato de mujeres y niños y en la destrucción de infraestructura civil, protegida por el Derecho Humanitario Internacional. "Estas cifras son directamente desgarradoras”, valora Franc Cortada, director general de la ONG. Y no terminan ahí. "Estamos hablando de una crisis sin precedentes a muchos niveles: desde el galopante avances del hambre a la reaparición de la polio o la devastación total de la vida cotidiana a la que se enfrenta la población".