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La UE aumenta la ayuda a Palestina y advierte a Israel de que defenderse de Hamás no puede ser una venganza

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El conflicto israelí-palestino es uno de los más polarizadores del planeta, unos de los más difíciles de resolver y probablemente el que implica de una u otra forma a más actores internacionales. Por eso la política oficial de la Unión Europea es un delicado juego de equilibrios que se mantiene sin apenas cambios desde hace décadas. Hay países europeos (Suecia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria, Grecia) que reconocen a Palestina como Estado y otros que no pero que mantienen relaciones diplomáticas sin tener embajadas en Palestina, como España, Francia, Italia, Dinamarca, Croacia, Letonia, Estonia. Y después están los que juegan en medio, pues tienen representaciones diplomáticas en Palestina aunque no la reconocen como Estado, como son Alemania, Portugal, Irlanda, Finlandia, Austria, Lituania y Eslovenia. Con posiciones diferentes entre los Estados miembro de la Unión Europea, la posición común del bloque sólo puede ser un frágil término medio que las instituciones europeas se guardan mucho de no saltarse.

Por eso el lunes sentó como una bomba el anuncio del comisario europeo de Vecindad y Ampliación, el húngaro (del partido de Viktor Orban) Oliver Varhelyi, quien anunció por su cuenta y riesgo, sin consultar con los demás comisarios ni con los gobiernos de los Estados miembro, la suspensión inmediata de toda la ayuda europea a Palestina. No hubo siquiera un comunicado, era simplemente un tuit de un comisario con limitadas competencias en el asunto porque por ejemplo no controla la ayuda humanitaria.

No era un anuncio oficial, pero aún así varios gobiernos, entre ellos el español, reaccionaron contrariados porque el comisario había anunciado una decisión sin consultar. Un comunicado del Ministerio de Exteriores irlandés sugería incluso que Varhelyi no tenía base legal para tomar esa decisión por su cuenta. La Unión Europea es el primer donante internacional a la Autoridad Palestina y su ayuda, de 2021 a 2024, supera los 1.000 millones de euros. Varhelyi es una persona muy próxima a Viktor Orban, el mayor defensor en Europa del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Su compañero Janez Lenarcic (Ayuda Humanitaria) tuvo que salir poco después a desmentirle. Y el alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, escribió en Twitter un buen resumen de ese delicado equilibrio europeo con respecto al conflicto: “La suspensión de los pagos castigando a todo el pueblo de Palestina dañaría los intereses de la Unión Europea en la región y sólo reforzaría a los terroristas”.

El fin de semana Borrell ya había dado el tono de la respuesta oficial de la Unión Europea: “La UE se solidariza con Israel, que tiene derecho a defenderse, conforme al derecho internacional, frente a estos ataques violentos y ciegos”. Apoyo a Israel con una velada llamada a contenerse para no masacrar a miles de civiles, a no comportarse como Hamás. Una forma muy diplomática de decir a Israel que derecho a la defensa no es derecho a la venganza.

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Borrell convocó de urgencia una reunión (por videoconferencia) de los ministros de Exteriores de la Unión Europea. A la misma también invitó a sus homólogos israelí y palestino, Eli Cohen y Riyad Al-Malki. Pero no acudieron.

La reunión de ministros de Exteriores debía servir para cerrar filas. Porque si las primeras condenas fueron unánimes a 27, en Bruselas se teme una cacofonía si Israel decide invadir la Franja de Gaza, con el coste en vidas civiles que tal operación puede provocar. Ese ruido ya había empezado con los anuncios sobre la ayuda a Palestina. Austria suspendió la suya, mientras Italia e Irlanda anunciaban aumentos de ayuda para las poblaciones palestinas.

Tras la reunión, Borrell dijo que la inmensa mayoría de los ministros de Exteriores están contra la idea de suspender la ayuda a Palestina y anunció un aumento de la ayuda humanitaria. El Alto Representante también pidió a Israel que permita que en Gaza entre comida, agua y electricidad. Y a Egipto que abra corredores humanitarios que permitan la salida de víctimas civiles heridas.

El conflicto israelí-palestino es uno de los más polarizadores del planeta, unos de los más difíciles de resolver y probablemente el que implica de una u otra forma a más actores internacionales. Por eso la política oficial de la Unión Europea es un delicado juego de equilibrios que se mantiene sin apenas cambios desde hace décadas. Hay países europeos (Suecia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Bulgaria, Grecia) que reconocen a Palestina como Estado y otros que no pero que mantienen relaciones diplomáticas sin tener embajadas en Palestina, como España, Francia, Italia, Dinamarca, Croacia, Letonia, Estonia. Y después están los que juegan en medio, pues tienen representaciones diplomáticas en Palestina aunque no la reconocen como Estado, como son Alemania, Portugal, Irlanda, Finlandia, Austria, Lituania y Eslovenia. Con posiciones diferentes entre los Estados miembro de la Unión Europea, la posición común del bloque sólo puede ser un frágil término medio que las instituciones europeas se guardan mucho de no saltarse.

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