Sucesión del papa
Una jueza confirma que Bergoglio no colaboró con la Justicia argentina
Durante su etapa como presidente de la Conferencia Episcopal argentina (2005-2011), Jorge Mario Bergoglio negó por escrito ante la Justicia la existencia en los archivos eclesiásticos de documentos sobre los detenidos-desaparecidos durante la dictadura militar (1976-1983). El testimonio del actual papa quedó en evidencia cuando posteriormente el sucesor de Bergoglio en la Conferencia Episcopal, José Arancedo, entregó a la jueza federal Martina Forns una copia del documento de una reunión, el 15 de noviembre de 1976, del general Jorge Videla, máximo responsable de la dictadura, con tres obispos donde se analizó la situación de los detenidos-desaparecidos.
La magistrada ha confirmado a infoLibre, en conversación telefónica desde Buenos Aires, estos extremos, así como las informaciones publicadas por el periodista Horacio Verbitsky en el diario argentino Página 12. “En efecto”, ha comentado la juez, “ese documento existe y está autentificado y en el mismo se recoge una reunión del dictador Videla con los obispos Raúl Primatesta, Juan Aramburu y Vicente Zazpe en la que se habló de los detenidos-desaparecidos que habían sido asesinados”. Esta actitud del recién elegido papa arroja nuevas sombras de sospecha sobre la connivencia del entonces provincial de los jesuitas, Jorge Mario Bergoglio durante el régimen militar.
Un jesuita argentino, nuevo papa
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Otro punto oscuro se refiere a su “presunta participación en la privación ilegítima de libertad” en mayo de 1976 de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics que interpuso el abogado Marcelo Parrilli en el año 2005 en nombre de los afectados y de sus familiares. En su libro Iglesia y dictadura, Iglesia y dictadura publicado a finales de los años ochenta, el ya fallecido Emilio Mignone, uno de los mayores expertos sobre el catolicismo argentino de las últimas décadas, escribe que Bergoglio criticó a los dos jesuitas citados. Esos ataques sirvieron en parte de base, a juicio de Mignone, para la detención, encarcelamiento y torturas de los sacerdotes jesuitas entre mayo y octubre de 1976, cuando fueron puestos en libertad.
A renglón seguido Mignone hace referencia a la actitud tibia o cómplice de prelados como Bergoglio cuando señala: “La Iglesia argentina cuenta con centenares de auténticos mártires, que murieron y sufrieron por la fidelidad a los principios evangélicos en medio de la indiferencia o la complicidad de sus obispos. ¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!” La mayoría de la jerarquía eclesiática argentina colaboró, por acción o por omisión, con las juntas militares argentinas.
En un libro aparecido en 2010 y titulado El jesuita, el actual papa defiende su versiónEl jesuita al escribir que “nunca creí que (Yorio y Jalics) estuvieran involucrados en actividades subversivas, como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban”. El papa Francisco alega en su libro que las dos veces que se reunió con Videla y otras dos con Emilio Massera, el jefe de la Armada durante la dictadura, “fue por el secuestro de ellos”.