¿Messi o Maradona? El eterno debate

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El poeta Benjamín Prado (Madrid, 1961) asienta sus ideales futbolísticos en sus visitas al Bernabéu a ver a la Quinta del Buitre y en su admiración por los héroes imperfectos como Diego Maradona. Jorge Valdano (Las Parejas, Argentina 1955) esperó el pase del diez contra Inglaterra en 1986 y como entrenador le tocó abrir a su admirado y amigo Butragueño la puerta de la retirada. Pese a tener sueños y realidades futbolísticas emparentadas el poeta madrileño y el delantero argentino difieren en algunos discursos balompédicos.

Líbero reunió en su primer número en verano de 2012 a ambos en un hotel madrileño para charlar sobre fútbol. O sobre la vida, porque para ambos, conversadores natos, el balón es una fuente de inspiración que sirve para tratar cualquier debate de la vida. Valdano fue un pionero en la introducción del pensamiento cultural en el fútbol y Prado, como su homólogo en el camino inverso, es un apasionado del arte que expira una jugada maravillosa. En una charla cómplice, trufada de risas, repasan la comparación entre Maradona y Messi, entre Raúl y Guti, y entre las aficiones de España y Argentina. Jorge construye su opinión desde la experiencia del que lleva décadas cerca de personalidades como Menotti o Di Stefano. 

Prado: ¿Crees que Messi le llega en la comparación con Maradona?

Valdano: No tiene ese sentido artístico pero tiene un talento igual de eficaz. La pregunta es un homenaje. Con 24 años, emparentarlo con Maradona, ya tiene algo de reconocimiento, porque le quedan diez años de carrera. No sé hasta dónde puede llegar. Ahora, cuando empiezas a compararlo y ves alguna imagen de Diego, te das cuenta de que tenía un sentido poético. Todo en él expiraba fútbol. La pausa, la carrera, cómo escondía la pelota, como daba el pase más simple del mundo, pero te lo daba perfecto. Sin ningún defecto. La sensación de que el arte redime. Regordete, enano, pero con la pelota en los pies era bello.

Prado: No se sabía que tenía en los pies. Igual el cerebro. No sólo por los malabarismos con naranjas, que eso igual hasta lo encuentras en un circo, pero esa ráfaga fulminante de pensar cosas impensables para el resto de la humanidad en un segundo. En otro nivel se lo admiraba mucho a Guti. Cuando daba esos pases entre las piernas de los rivales.

Valdano: Es que Guti fue grande de verdad. Y con la velocidad que trabaja la cabeza de un genio en acción. Cuando Maradona se enfrentó a Shilton se acordó de su hermano. Él había enfrentado al mismo portero siete años antes y el hermano le dijo entonces que debería haberlo driblado. Diego le respondió: "Escuchame, que soy Maradona, no Dios". Y cuando se enfrentó a Shilton en las mismas circunstancias siete años después, le pasó por la cabeza, como un relámpago, la imagen de su hermano y decidió seguir el consejo. No sobran los jugadores de ese estilo. Cuando aparece un Guti, sobresaltas. El último gran sobresalto que tuve en una cancha fue con el tacón de Guti a Benzema.

Prado: Por lo que tenía además de displicencia por no querer meter el gol.

Valdano: Devolvió al fútbol a la condición de juego.

Prado: Como aquello tan bonito que escribió Peter Handke de Butragueño. Decía que había inventado la inmovilidad. Cuando entraba en el área y bajaba los brazos y no hacía nada, los defensas entraban en estado de locura. No sabían que hacer ante un tipo que se negaba a moverse.

Valdano: Curioso, porque la inmovilidad de Butragueño estaba basado en la confianza de la velocidad de arranque. Y cuando perdió la velocidad perdió paciencia para la inmovilidad. Se frenaba pero tenía un zapateo intranquilo.

Prado: Tuvo que venir un entrenador y sentarlo.

Valdano: Pero yo le admiraba mucho. En el vestuario había gente que decía que jugábamos con diez y otros le admirábamos mucho. Dentro de la cancha le he dado siempre el mismo estatus que a Maradona. Si estaba marcado, había que darle la pelota como si estuviera solo. Yo le daba la pelota porque la defendía tan bien que era como si la tuviera en una caja fuerte. Era un tipo con mucha imaginación, no tenía técnica a la altura de su imaginación. Pero mientras conservó la velocidad era indescifrable.

Prado: Cuando yo empecé a ir al Bernabéu en la época de la Quinta, la gente a Butragueño le quería mucho. Y cuando empezó a estar mal, la gente aplaudía y le animaba. Ahora tengo la impresión de que tres cuartas partes del campo está deseando que Cristiano, a quien tanto necesitan, falle para pitar a gusto. Noto admiración pero no noto cariño.

Valdano: A Raúl el madridismo le cuidó y mimó hasta el último momento porque era un representante de la esencia. Por su capacidad de entrega, su sentido del servicio dentro de la cancha, el espíritu colectivo. Eso le emparentaba incluso a Di Stefano. Incluso ahora hay cierto malestar porque no se le dio el homenaje que recibía. 

Prado: No soy muy raulista. Yo soy más de Guti. Soy más del 10. Zidane, Laudrup.

Valdano: Primero van a desaparecer los 10 y luego los espectadores que aman a los 10 así que tienes fecha de caducidad.

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Prado. La llevo escrita en la frente. A mí el fútbol demasiado físico como la literatura demasiado ampulosa no me gusta. Me pasa lo mismo con los futbolistas que lo basan todo en el físico como Lass. Me fatigan tanto como los poetas ultraístas que lo basan todo en la imagen. La mezcla es lo magnífico pero ahora los jugadores son muy atléticos. Incluso Messi que parece pequeño y vaya piernas tiene.

Valdano: Tiene un cuello de obispo. La primera vez que le vi, me pareció que tenia un cuello de toro.  Raúl era un crack mental. Le tengo una gran admiración porque tenía la calidad de superviviente que caracteriza a Nadal. La resistencia a la derrota. Eso lo tenía Raúl. Y una inteligencia superior que nadie le ha reconocido. De partido a partido le iba añadiendo cosas que iba recogiendo para hacerle cada vez mejor. Sin ser rápido, ni fuerte, ni hábil se cansó de meter goles porque es muy inteligente.

Messi contra Maradona from Líbero on Vimeo.

El poeta Benjamín Prado (Madrid, 1961) asienta sus ideales futbolísticos en sus visitas al Bernabéu a ver a la Quinta del Buitre y en su admiración por los héroes imperfectos como Diego Maradona. Jorge Valdano (Las Parejas, Argentina 1955) esperó el pase del diez contra Inglaterra en 1986 y como entrenador le tocó abrir a su admirado y amigo Butragueño la puerta de la retirada. Pese a tener sueños y realidades futbolísticas emparentadas el poeta madrileño y el delantero argentino difieren en algunos discursos balompédicos.

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