GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Europa teme una crisis económica y migratoria si se expande la guerra en Oriente Próximo

Un hombre camina entre los edificios derruidos tras un bombardeo israelí en Beirut.

La Unión Europea mira con aprehensión los pasos que puedan dar Israel y sus enemigos en Oriente Próximo. El ataque israelí contra las posiciones del Hezbolá libanés, y el ataque iraní, con misiles balísticos pero que apenas provocaron daños, contra Israel, aumentaron la tensión en una región que Europa siempre mira con miedo porque le genera crisis de forma repetida.

Los europeos estudian varios factores que consideran de riesgo. La urgencia es asegurar a sus ciudadanos en el Líbano. Por eso llegaron el jueves a Beirut dos aviones españoles con capacidad para evacuar a cientos de personas, desde Zaragoza y desde Djibouti. Madrid prepara también la fragata Blas de Lezo. París envió un gran buque con capacidad para evacuar a miles de personas. Los franceses son la comunidad europea más representada en el Líbano. Además, están los militares. 16 Estados miembros de la Unión Europea participan en la misión de Naciones Unidas de interposición en la frontera sur libanesa, Unifil. Italia tiene a más de 1.000, Francia y España más de 600 cada una. Los tres 13 contingentes menores. Pero suman más de 2.500 hombres que podrían llegar a estar en riesgo si las hostilidades armadas van a más.

Las urgencias del rescate tapan asuntos no menos graves a medio y largo plazo, que los embajadores de los Estados miembros de la Unión Europea discutieron esta semana en Bruselas. Hay una variante de política migratoria que mete miedo en Europa. Líbano está a 160 kilómetros de Chipre, Estado miembro de la Unión Europea y sede de una base aérea británica esencial para la OTAN en la región del oriente del Mediterráneo. El país no es miembro de la Alianza Atlántica pero la presencia del Reino Unido con esa base lo convierte en clave militar en la región. Además, la ruta migratoria que en 2015 y 2016 tomaron los sirios para ir hacia Turquía y desde ahí saltar el Egeo hacia Grecia, los Balcanes y el centro de Europa, está al alcance de la mano y ya hay más de un millón de libaneses desplazados de sus hogares en el sur del país. La supuesta política migratoria exitosa del Gobierno heleno del conservador Kyriakos Mitsotakis, podría irse al garete si la crisis desata esos movimientos migratorios.

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Líbano ya tenía, para sus menos de seis millones de habitantes, casi 1,5 millones de refugiados sirios. Si la situación se desborda los europeos temen otro éxodo masivo de refugiados. La situación financiera también preocupa. Europa mantiene por ahora las cuentas públicas del Líbano. Desde 2011 le había inyectado más de 3.500 millones de euros, según datos de la Comisión Europea. Desde el pasado agosto otros 1.500 millones. El canciller europeo, el hispano-argentino Josep Borrell, decía el lunes que los europeos también están ayudando a reforzar la capacidad de las Fuerzas Armadas libanesas, un enano militar al lado de Hezbolá.

Otro temor es económico e incluye la reacción que Israel pueda tener después del ataque con misiles balísticos de Irán. Si Israel decide destruir la terminal petrolera iraní de Kharg, en el Golfo Pérsico y al alcance de los aviones de combate israelíes, Irán no podrá exportar el 90% de su petróleo. Su economía se pondrá de rodillas, pues la mitad del presupuesto iraní depende de la exportación de petróleo. Si su petróleo deja de llegar a los mercados mundiales otros productores, como Arabia Saudí, podría sustituirlo, pero las tensiones en los mercados, temen los europeos, importadores de prácticamente todo el petróleo que consumen, dispararán los precios, y con ellos volverá a subir una inflación que creían tener controlada después de la crisis energética de 2022.

Los líderes del G7 mantuvieron una videoconferencia el martes y los cancilleres europeos el lunes. Nadie quiere una escalada, pero todos en Europa saben que sólo Washington tiene capacidad para frenar a Israel. Nadie parece tenerla para poner freno a Irán y mucho menos a Hezbolá. El conflicto de Oriente Próximo es, además, y al contrario que la agresión rusa contra Ucrania, uno que divide los europeos. Mientras Eslovenia, Irlanda y España reconocieron el Estado de Palestina en los últimos meses, el canciller checo se negó este lunes incluso a respaldar una resolución de los 27 de la UE para exigir un alto el fuego inmediato a todas las partes. Por eso tuvo que salir Borrell a leer un comunicado por su cuenta.

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