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Las particularidades de la desescalada 'a la española': más descentralizada y con los bares abiertos

No hay una desescalada igual que otra en Europa. Es entendible, dado que la Unión Europea le cuesta consensuar hasta la respuesta económica al mayor desafío del continente en décadas. También es lógico porque cada país ha sido afectado de diferente manera por el coronavirus, y tienen una cultura política, una correlación de fuerzas y unas sociedades distintas. Así, cada uno de los países más afectados por el covid-19 ha implementado una estrategia distinta, con diferencias y ritmos muy notables. Hay, eso sí, algunas coincidencias: todos plantean una salida del confinamiento gradual, por fases, y todos conceden gran importancia a la capacidad de hacer test (no a toda la población, sí mediante sistemas de rastreo) y a la ocupación de los servicios hospitalarios. Pero aquí acaban las coincidencias comunes. Hay muchas diferencias en el punto de partida, la dureza del confinamiento: y las prioridades de unos países y otros. También en lo centralizado de la estrategia, donde se notan mucho la libertad de los territorios y las complejidades de los Estados federales. 

Centralizados vs. descentralizados

Uno de los países europeos, de entre los más afectados, que ha optado por una estrategia más centralizada es Italia. España e Italia han seguido durante muchas semanas caminos paralelos a la hora de gestionar la respuesta al coronavirus. Si Conte declaraba el Estado de Alarma, España iba detrás: si los italianos endurecían el confinamiento, los españoles hacían lo mismo una semana después. Sin embargo, en cuanto a la desescalada, ambos comenzaron el lunes 4 de mayo. En el modelo transalpino, las medidas se aplicarán en todo el país por igual. En el otro extremo, se encuentra Alemania. En el país menos afectado (con diferencia) de las cinco grandes naciones europeas en cuanto a población, cada länder (así se llaman los territorios autónomos del país germano) gestiona desde la semana pasada de manera independiente la desescalada.

Tras horas de reuniones, la canciller, Merkel, logró establecer unos criterios mínimos de actuación (que algunas zonas se saltaron) y un mecanismo para volver atrás si los contagios aumentan. No fue fácil, relata Der Spiegel: si por la líder del Ejecutivo germano fuera, el confinamiento duraría mucho más, pero los länder han apretado dado el riesgo de arruinar sus economías y la presión de los que se manifiestan en las calles exigiendo el fin de la cuarentena. Explica el diario alemán que Merkel sufre por la situación: si todo va bien y no hay un rebrote que empieza a observarse en algunas localidades, las regiones se llevarán el mérito. Y si todo va mal, toda la culpa será suya.

Reino Unido, por su parte, ha intentado que todos los territorios vayan a una, pero la estrategia (por ahora) ha salido rana. El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, anunció el pasado fin de semana sus planes para la desescalada. La decisión del Ejecutivo de Johnson de cambiar el eslogan stay home (quedaos en casa) por stay alert (estad alerta) fue interpretada por los gobiernos de Gales, Escocia e Irlanda del Norte como una invitación a salir de casa, y muchos de estos Gobiernos rogaron a la población que no hiciera caso y mantuviera el confinamiento en la medida de lo posible. El gabinete de Johnson tuvo que salir a desmentir la interpretación, pero continúa el tira y afloja entre el premier y los territorios independientes. Downing Street pretende una unidad de acción que, por ahora, no se ha conseguido.

En Francia las decisiones las toma el Gobierno central, presidido por Enmanuel Macron, pero la ejecución es asimétrica. Así, el desconfinamiento empezó el 11 de mayo dividiendo el país en dos zonas: una roja y otra azul. En la Francia roja, con el 40% de la población y que incluye la capital, París, el virus ha atacado con más virulencia; la zona verde, al noreste, podrá relajar más sus restricciones.

España, con prisa por abrir los bares

De entre los países más afectados por el covid-19 del continente (que nos junta en un grupo de dudoso honor con Italia, Reino Unido, Francia y, muy por debajo, Alemania), España es el país que antes ha abierto bares y restaurantes para su consumo en las terrazas o en el interior con aforo reducido, más allá de la comida para llevar o del reparto a domicilio. Y el único que tiene fechas más o menos claras. Solo en el país germano, menos afectado pero con mucho miedo a un rebrote que empieza a observarse en algunas localidades, se está planteando para mayo esta apertura, pero dependerá de lo que digan los länders, los que tienen todo el poder de decisión en esta segunda parte del confinamiento alemán. En el otro extremo, Reino Unido, tal y como anunció Johnson la semana pasada, esperará hasta julio si todo va bien y las cifras siguen siendo más o menos benignas. 

Italia, hasta hace poco el espejo en el que se miraba continuamente tanto la curva española como su Gobierno, no ha abierto la mano con la hostelería. Los bares y restaurantes solo podrán abrir a partir de junio, y aún no se han decidido las medidas de limitación de aforo y de distancia que tendrán que tomar, exactamente igual que el caso de Francia. Y los estadios, discotecas, cines y teatros aún no tienen fecha. Es oportuno recordar, sin embargo, que de los países dentro del top five de impacto por el coronavirus, España es el país que más bares y restaurantes alberga, en el que la hostelería representa un porcentaje mayor del PIB y el más dependiente del turismo como industria puntera, lo que nos coloca en una posición de desventaja en una pandemia que limita la movilidad nacional e internacional a niveles nunca vistos. 

Una movilidad muy asimétrica

La mayoría de los países han sido mucho más laxos que España a la hora de limitar la movilidad de los ciudadanos. Concesiones como la práctica de deporte o los paseos individuales se llevan aplicando en Reino Unido y Alemania casi desde el principio. Por lo tanto, en época de desescalada España ha abierto la mano con mucha más lentitud. Con una excepción: Italia. En la fase 0 italiana, la que entró en vigor el 4 de mayo, y que ellos llaman fase II, se permiten visitas a "allegados", es decir, familiares o parejas. Nada de amigos. Y sin reuniones, solamente visitas a título individual. En España, los territorios que han pasado a la fase I ya pueden hacer reuniones de hasta 10 personas en domicilios, independientemente del nivel de cercanía, y pueden encontrarse en unas terrazas aún cerradas en la Península Itálica. Pero los que siguen en la fase 0 no pueden. Como explica La Repubblica, aun no hay acuerdo en el Gobierno sobre qué permitir en las siguientes fases. Se baraja permitir las reuniones de amigos a partir del próximo 18 de mayo o permitir la movilidad entre regiones a partir de junio, pero aún no hay nada decidido.

En Reino Unido, a partir de este miércoles se permitirá la movilidad total dentro de los municipios y el uso de parques no solo para transitar, también para sentarse y disfrutar de un picnic, aunque solo entre los miembros del mismo hogar. Las restricciones del país a la movilidad de los ciudadanos cuentan con multitud de excepciones: por ejemplo, se puede salir de casa para cuidar un huerto o para mudarse a casa de un amigo si la pareja ha discutido. Y en Francia, a partir de este lunes se permite salir de casa en ambas zonas sin necesidad de un certificado, como hasta ahora, pero solo hasta alrededor de 100 kilómetros del domicilio. Una medida algo más laxa que la española, que solo en la fase I (en la que la mitad de los españoles no están) permite los desplazamientos, y solo dentro de la misma provincia. En Alemania, por su parte, antes de la decisión de delegar en los länders la gestión de la desescalada ya se permitían, en líneas generales, el deporte y los paseos. 

La vuelta al cole se acelera en Francia

Esta semana se ha permitido en todo el país galo el regreso de las guarderías y la escuela primaria, aunque de manera voluntaria. Profesores y asociaciones de familias han criticado la medida por precipitada. "Hay niños privados de la escuela sin tener acceso a tecnología y que no pueden ser atendidos de la misma manera por los padres", justificó Macron. En la zona verde se iniciará la reapertura de institutos de los primeros cursos de secundaria. Los de los últimos cursos volverían el 2 de junio. España, mientras tanto, aún no tiene ninguna fecha al 100% establecida, al igual que Italia. El Gobierno establece que en la fase 2 que alumnos de algunos cursos puedan regresar voluntariamente a las aulas en grupos reducidos para recibir clases de refuerzo y repaso, como en el caso de los que están preparando las pruebas de acceso a la universidad. 

En esta fase, además, el Ejecutivo permitirá reabrir los centros de educación especial e infantil para menores de seis años y siempre de manera voluntaria, aunque parte de la comunidad educativa y los sindicatos se oponen a la medida por considerar que no se podrán cumplir las medidas de seguridad necesarias. El gabinete de Celáa estudia, además, que los estudiantes de segundo de Bachillerato y cuarto de Secundaria puedan recibir clases presenciales durante junio, siempre que el territorio en cuestión haya pasado a la fase 2.

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Reino Unido, por su parte, también ha fijado junio como fecha para la posible vuelta, aunque al igual que otros países y a diferencia, una vez más, del caso español, las medidas se van ideando y tomando conforme los distintos territorios avanzan de fase y no hay un calendario completo con medidas de desconfinamiento según la situación. En Alemania, adivinen: decidirán los länders

¿Mascarillas y guantes?

No hay tampoco un consenso en Europa acerca de si la mascarilla debe ser obligatoria en todos los espacios públicos o solo en el transporte colectivo. En Italia, el uso de mascarillas es obligatorio en todo momento, así como el de guantes. En España, no solo no es obligatorio, sino que el Ministerio de Sanidad desaconseja el uso generalizado de guantes, ya que considera que no evita lo suficiente nuevos contagios. Francia sigue el modelo español: solo se exige la protección en el metro y en mayores de 11 años, aunque en París, la capital, solo se puede coger el suburbano con un certificado que acredite que se trata de un viaje laboral inaplazable. En Alemania, desde el 25 de abril la mascarilla se exige en cualquier espacio público.

No hay una desescalada igual que otra en Europa. Es entendible, dado que la Unión Europea le cuesta consensuar hasta la respuesta económica al mayor desafío del continente en décadas. También es lógico porque cada país ha sido afectado de diferente manera por el coronavirus, y tienen una cultura política, una correlación de fuerzas y unas sociedades distintas. Así, cada uno de los países más afectados por el covid-19 ha implementado una estrategia distinta, con diferencias y ritmos muy notables. Hay, eso sí, algunas coincidencias: todos plantean una salida del confinamiento gradual, por fases, y todos conceden gran importancia a la capacidad de hacer test (no a toda la población, sí mediante sistemas de rastreo) y a la ocupación de los servicios hospitalarios. Pero aquí acaban las coincidencias comunes. Hay muchas diferencias en el punto de partida, la dureza del confinamiento: y las prioridades de unos países y otros. También en lo centralizado de la estrategia, donde se notan mucho la libertad de los territorios y las complejidades de los Estados federales. 

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