Rousseff asegura que gastó 212 veces más en salud y educación que en reformar estadios

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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha defendido los costes de organizar el Mundial de fútbol, ha prometido castigar la corrupción y ha asegurado que en los tres últimos años el país ha gastado 212 veces más en salud y escuelas que en los estadios, pese a lo que denuncian los manifestantes críticos con la organización de este evento.

En este contexto, la mandataria brasileña ha afirmado que el gasto público en salud y educación está "entre las líneas de presupuesto que más han crecido" y, a menos de 48 horas de la inauguración de este torneo internacional, ha pedido a sus compatriotas que den "una cálida bienvenida" a los hinchas visitantes.

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Tras un año de protestas por los cerca de 11.000 millones de dólares que Brasil ha gastado para organizar el Mundial, Rousseff ha afirmado que las inversiones en estadios, terminales de aeropuertos y otras obras de infraestructura brindarán beneficios a largo plazo al país. "Nosotros hicimos todo esto para los brasileños", ha añadido la mandataria, reiterando que las obras públicas implementadas para el torneo "no se irán en las maletas de los turistas".

El torneo, que comienza este jueves con el enfrentamiento entre las selecciones nacionales de Brasil y Croacia en la ciudad de São Paulo, es el Mundial más caro desde que comenzó la competición hace 84 años. Rousseff ha intentado hacer hincapié en lo que se ha logrado, mientras los residentes de las 12 ciudades que serán sedes de los partidos se quejan de que muchos de los proyectos prometidos sufren demoras.

Por otra parte, la presidenta ha rechazado el "falso dilema" de que el gasto del Mundial de alguna forma haya afectado la inversión en salud, educación y otros servicios públicos. Asimismo, ha asegurado que se está realizando una auditoria en la que se incluyen todos los gastos y ha prometido castigar cualquier hecho de corrupción. "Si se demuestra cualquier irregularidad (...) los responsables serán castigados", ha declarado.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha defendido los costes de organizar el Mundial de fútbol, ha prometido castigar la corrupción y ha asegurado que en los tres últimos años el país ha gastado 212 veces más en salud y escuelas que en los estadios, pese a lo que denuncian los manifestantes críticos con la organización de este evento.

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