Más de cuatro millones de personas han abandonado Siria desde que en 2011 estallara la crisis política convertida ahora en guerra civil. Cuatro millones de una población estimada entonces en 17. O sea, uno de cada cuatro sirios ha abandonado su país en los últimos años. La misma proporción de la población que ocupan los refugiados –sirios y palestinos– en Líbano, país vecino.
La organización Amnistía Internacional (AI) ha realizado un informe sobre la situación de las mujeres refugiadas que debido a la guerra en su país han perdido a sus maridos y también de las que, solas, han de cuidar, criar y trabajar para mantener a sus hijos. Se trata de un estudio sobre aquellas mujeres que además encabezan familias monoparentales en situación de ilegalidad dentro del territorio libanés.
Amnistía Internacional subraya que del millón de personas sirias refugiadas en Líbano, un 53% son niños. Señala, además, que las mujeres mayores de edad representan cerca del 26% y que solamente el 21% son hombres en edad adulta. Más de un millón de personas refugiadas de Siria a las que hay que sumar otras 44.000 llegadas desde Palestina.
Las mujeres encabezan uno de cada cinco hogares de refugiados sirios afincados en Líbano. Para el caso de refugiados palestinos es uno de cada tres hogares. La mayoría, viudas o divorciadas. Aunque también muchas tienen a sus maridos aún en Siria, refugiados en cualquier otro país o simplemente desaparecidos. AI se reunido con algunas de ellas para darles voz y altavoz a sus historias.
Una vida al margen de la ley
Tras la explosión de la crisis política de Siria de 2011, el Gobierno de Líbano decide aplicar una política aperturista con la migración y los refugiados, permitiendo así su entrada en el país. Ahora, tal y como especifica Amnistía Internacional, esto ha cambiado radicalmente. Hace un año, en enero de 2015, Beirut introdujo nuevos criterios para la renovación de los permisos de residencia para el caso de los refugiados. Según datos de Naciones Unidas, a fecha de julio de 2015, el 61% de los hogares de refugiados sirios ya no contaba con un permiso de residencia legal. En el caso de las familias procedentes de Palestina era de un 86%.
Sin el amparo legal de su país de residencia los refugiados sirios y palestinos están expuestos a violaciones flagrantes de derechos humanos como arrestos injustificados, detenciones y deportaciones. Del mismo modo, se les impide acudir a las autoridades a denunciar estos mismos abusos. Tampoco pueden cumplir tareas del día a día como cumplimentar registros o acceder a servicios de sanidad y educación por miedo a los controles. Maena, una de las mujeres con las que se ha puesto en contacto Amnistía Internacional, afirma que "solo el permiso de residencia les daría una moral más alta y les haría sentir tranquilos". "Seríamos como cualquier otro residente aquí, no viviríamos con miedo a un control", asegura.
El informe de Amnistía Internacional refleja cómo las mujeres refugiadas en Líbano pelean cada día contra el alto coste de la vida en el país. Luchar por poder pagar la comida y el alquiler del mes. Ya en septiembre de 2015 un 70% de las familas sirias refugiadas vivían por debajo del umbral de la pobreza, estimado en 3,84 dólares por persona y día. Las mujeres refugiadas que se han lanzado a trabajar denuncian pagos inferiores o directamente impagos por su labor. "Saben que vamos a decir sí a lo que sea, por eso los salarios son bajísimos", apunta Hanan, palestina refugiada en Líbano, como Asmaa, que subraya cómo su hija sufrió acoso sexual por parte de su jefe: "Mi hija trabajó en una tienda. El encargado la acosó y la tocó. Ahora no me puedo permitir dejar trabajar a mis hijos".
Las mujeres refugiadas se enfrentan constamente con la realidad de vivir al margen de la ley. Un permiso de residencia válido es clave para poder denunciar casos como el de la hija de Asmaa a las autoridades libanesas. "Evidentemente no me puedo sentir segura yendo a la policia sin los papeles en regla", añade, Hala, otra mujer víctima de la guerra ahora en Líbano.
El caso de Hanan
El caso de Hanan, solo uno de los tantos que sufren las mujeres refugiadas, se resume en un trayecto de autobús. Ella misma lo narra a Amnistía Internacional: "Una vez tuve un incidente con un conductor de autobús cuando volvía junto a mis hijos a Beirut. Había solo otro hombre aparte del chófer y yo estaba sola con mis hijos. El conductor comenzó a hacer cosas raras e intentar acosarme. Lo primero que hizo que coger su arma y colocarla justo a mi lado para que yo supiera que él iba armado. Mi hijo mayor, de 16 años, estaba aterrorizado. Pero yo le tuve que decir que no tuviera miedo y le prometí que todo estaría bajo control".
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Hanan prosigue: "¿Cómo lo hice para bajarme del autobús? Le juré que volvería con él. Fue exactamente así: 'Veo que lo que quieres es que me lleve mis hijos a casa', le dije. Entonces apunté su número de teléfono y su nombre como única forma de que pudieramos huir. Yo también le di mi número y le conté que le llamaría. Se creyó la mentira y nos pudimos marchar. Me llamó princesa, yo le respondí que me llamara como él quisiera. Ahora estoy a salvo de eso, pero si las cosas hubieran ido a más, le hubiera dado lo que quisiera con tal de que no hiciese daño a mis hijos".
El informe de AI muestra este y otros muchos casos de pobreza, acoso y marginalidad que sufren las mujeres refugiadas tras hui rde una país devastado por la guerra. Las estimaciones hablan de 250.000 personas muertas en el conflicto. Las fuerzas gubernamentales y los grupos armados de la oposición han cometido graves crímenes de guerra, violaciones del derecho internacional y abusos de los derechos humanos con total impunidad desde el comienzo de la guerra.
Ante esta situación, Amnistía pide a la comunidad internacional que aumente la partida de gasto al Plan Regional de Resilencia para los refugiados y ofrezca mayor apoyo al Gobierno de Líbano para que pueda acoger con más facilidad a los refugiados llegados a su país. Además, la organización pide a la agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, que ponga un especial énfasis en el caso de las mujeres y las niñas en situación de riesgo y cuyos maridos y padres están desaparecidos por la fuerza o carecen de la suficiente información como para encontrar su paradero.
Más de cuatro millones de personas han abandonado Siria desde que en 2011 estallara la crisis política convertida ahora en guerra civil. Cuatro millones de una población estimada entonces en 17. O sea, uno de cada cuatro sirios ha abandonado su país en los últimos años. La misma proporción de la población que ocupan los refugiados –sirios y palestinos– en Líbano, país vecino.