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Acoso sexual, elusión fiscal y persecución sindical: qué hay detrás de las hamburguesas de McDonald's

Protesta organizada el 9 de marzo de 2020, en París, por los miembros del colectivo McDroits con motivo del Día de la Lucha por los Derechos de la Mujer.

Khedidja Zerouali (Mediapart)

El 18 de mayo de 2020, una coalición de sindicatos, entre ellos el Sindicato Internacional de Trabajadores de Servicios (SEIU), presentaba una denuncia contra el grupo McDonald's por “acoso sexual sistemático” ante la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, que se encarga de promover políticas que mejoren el bienestar económico y social en todo el mundo). Según los denunciantes, se trata de la primera denuncia de “acoso sexual generalizado en una empresa multinacional” en función de los principios directores del organismo internacional.

Los testimonios recabados por los sindicatos van desde comentarios sexistas hasta agresiones físicas a las empleadas en Australia, el Brasil, Chile, Colombia, Reino Unido, Estados Unidos y Francia. “Se constata la existencia de un problema que no es sólo cosa de algunos garbanzos negros. Se trata de algo cultural, incluso sistémico en la empresa”, añade Nicholas Allen, coordinador internacional del SEIU, una de las principales organizaciones sindicales del sector servicios de EEUU.

Dos años antes, en septiembre de 2018, un año después del inicio del movimiento MeToo, empleadas estadounidenses de McDonald's ya daban la voz de alarma. Se manifestaron en más de diez estados de EEUU contra el acoso sexual en los restaurantes de comida rápida del gigante norteamericano. “¡Toma tu hamburguesa, toma tus patatas fritas, quita las manos de mi culo!”, cantaban por las calles de St. Louis (Misuri).

En Estados Unidos, como en Francia, la mayoría de los restaurantes son franquicias. Esto permite a McDonald's eludir cualquier responsabilidad. McDonald's Francia, contactado por Mediapart (socio editorial de infoLibre), no ha respondido a nuestras numerosas preguntas sobre su sistema de franquiciado, pero sin embargo nos indicó que “dentro de la marca, las competencias, la motivación y las cualidades profesionales siguen siendo reconocidas con independencia del género, origen o incluso trayectoria académica y profesional... Todos nuestros clientes, cuando abren la puerta de un restaurante, ven que nuestros equipos son el reflejo de una Francia diversa y el espejo de los territorios en los que estamos presentes. Nuestros restaurantes, y esto es algo inherente a todos nuestros equipos, son lugares de tolerancia y donde convergen todas las culturas y orígenes”.

“Se trata de una batalla permanente aquí, en Estados Unidos”, dice Bryce Covert, periodista de The Nation que sigue de cerca el acoso sexual en McDonald's. “La cadena siempre remite a la franquicia, pero es McDonald's quien decide qué ropa usan los empleados, cómo se hace la comida, qué comunicación se mantiene con los clientes, a veces incluso tienen control directo sobre las horas de trabajo o la nómina. Ejercen tanto control sobre los restaurantes que no pueden asegurar que no tengan ninguna responsabilidad en lo que pueda pasar allí”.

El 28 de julio de 2020, en un artículo titulado McDonald's, un verdadero problema de acoso sexual, la periodista se hizo eco del testimonio de varias trabajadoras, que describían el calvario sufrido en el trabajo, testimonios que se parecen como dos gotas de agua a los recabados en Francia.

En su investigación, Bryce Covert habla de los cambios que la delegación estadounidense de McDonald's realizó a raíz de las protestas de los empleados: “En respuesta a la presión, la empresa anunció el año pasado un nuevo programa de formación sobre acoso sexual que aplicaría de forma paralela a una formación sobre violencia en el trabajo, intimidación y prejuicios inconscientes en establecimientos propiedad de la empresa y que ‘está a disposición de los franquiciados', según un portavoz de la empresa. También dijo que había ‘mejorado’ su política de prevención de la discriminación, del acoso y de las represalias y puesto en marcha una línea telefónica gratuita para atender las preocupaciones de los empleados. Pero estos cambios son insuficientes, insistieron los abogados de los trabajadores”.

“Si los trabajadores tuvieran derecho a organizarse, habría muchos menos asuntos de este tipo”, advierte Nicholas Allen. “En los países donde el nivel afiliación sindical es más importante es donde tenemos conocimiento de una menor violencia de género y sexual. McDonald's no responde claramente a esta petición y se limita a comunicar. Y no es suficiente”.

Cada vez se alzan más voces en este sentido, y la lucha colectiva de los empleados de la cadena podría comenzar por luchar contra la violencia sexista y sexual, “que es casi una cultura corporativa en McDonald's”, acusa Anne-Laure (nombre supuesto), ejecutiva de la sede central de McDonald's en la localidad francesa de Guyancourt.

En 2015, dos trabajadoras de la sede francesa denunciaron el acoso moral que supuestamente sufrían por parte de su jefe. Mediapart ha tenido acceso a un informe de investigación de la inspección de trabajo que data de 2016. La inspectora de trabajo entiende que "doña B." sufrió acoso moral y en sus conclusiones añade: “De manera más general, se desprende del carácter casi unánime de los testimonios de las mujeres que don R. adopta un comportamiento claramente diferente hacia las mujeres que no parece justificado por consideraciones objetivas (vigilancia desmedida, reproches frecuentes y aparentemente injustificados)”.

La dirección, lo mismo que los restaurantes, minimizó el malestar de las trabajadoras. En las conclusiones presentadas por la directora de Recursos Humanos, con quien también nos pusimos en contacto, se afirma que existen “desavenencias mutuas”. “Como supervisor, don R. podría haber sido más proactivo a la hora de tratar de poner remedio las desavenencias mutuas”, resume la responsable de Personal.

El desafío es importante, dado el tamaño de la empresa. La expansión del gigante americano de la comida rápida, en las ciudades y zonas comerciales de Francia, parece no tener límites. McDonald's Francia cuenta a día de hoy con cerca de 1.490 restaurantes y se enorgullece de ser el “principal reclutador de jóvenes en Francia”, empleando a más de 74.000 personas... o casi. Según las cifras de McDonald's, el 80% de los restaurantes están en manos de franquicias, más de 310 de ellos. Una multitud de pequeños jefes sobre los que el gigante estadounidense descarga su responsabilidad como empleador. Como media, los franquiciados tienen entre 4 y 5 restaurantes.

“Mientras todo va bien, estamos todos unidos y trabajamos juntos. Pero tan pronto como algo sale mal, el franquiciado es quien decide deshacerse de la persona o del gerente causante del problema. Cuando el problema es el franquiciado y su gerente, entonces no pasa nada y McDonald's Francia se lava las manos”, confía una antigua empleada del holding que posee el multifranquiciado Yvan Dupuis-Bardinal, en Nîmes.

Si bien McDonald's ha llevado al extremo la taylorización del trabajo, si bien cada hamburguesa y cada pepinillo saben más o menos iguales en todos los restaurantes de Francia, el gigante de la comida rápida deja de lado su intervencionismo cuando se trata de las condiciones de trabajo de los empleados. Como coordinador internacional de la SEIU, Nicholas Allen cree que, en todo el mundo, “McDonald's está tratando de trocearlo todo lo más posible. El propósito de la franquicia es minimizar su responsabilidad legal. Y en Estados Unidos, está aún menos regulado que en Francia, no existe un verdadero derecho laboral o de contratos”.

A McDonald's le gusta trocear su negocio como trocea los tomates, muy finos. Por ejemplo, hay restaurantes en París gestionados directamente por el grupo. Sin embargo, con el fin de reducir al mínimo su responsabilidad jurídica, McDonald's ha decidido crear cuatro entidades diferentes para sus restaurantes parisinos. McDo París Norte, McDo París Sur, McDo Este Parisino y McDo Oeste Parisino.

Hay muchos franquiciados que hacen muy bien los deberes y trocean al máximo. Por ejemplo, Bernard Simmenauer, en la región de Tours, posee 18 restaurantes y otras tantas empresas, a las que hay que añadir el holding. Un imperio en el que los empleados no tienen voz ni voto en un proceso por el que se pirra McDonald's.

En 2017, la asociación React publicó un informe detallado sobre el sistema de McDonald's en Francia y detalló el truco: “Un restaurante de McDonald's es una empresa legalmente distinta de las demás. Pero es muy raro que un solo restaurante emplee a más de 50 empleados equivalentes a tiempo completo. Así, un franquiciado puede contar con una veintena de restaurantes y emplear a más de mil asalariados, aplicando la legislación laboral que rige en las empresas de menos de 50 empleados. Mientras nadie reclame el reconocimiento de un grupo de empresas –llamado “unidad económica y social”–, estos restaurantes se considerarán unidades autónomas y jurídicamente distintas”.

“Su división tiene dos fines, debilitar a los sindicatos y pagar menos impuestos”

Este sistema permite a la mayoría de los restaurantes de McDonald's no contar con un comité de empresa, que sólo son obligatorios en empresas con 50 o más empleados. Adiós a los delegados sindicales, a las negociaciones anuales y al pago de incentivos. “Su división sirve para dos cosas, para debilitar a los sindicatos y para pagar menos impuestos”, opina Anne-Laure, que trabaja en la sede central en Guyancourt.

Ante esta injusticia, Eva Joly y el sindicato CGT emprendieron acciones legales. En diciembre de 2015, los miembros del comité de empresa de McDonald's Oeste Parisino, que en ese momento contaba con 900 empleados y 16 restaurantes, presentaron una denuncia por fraude fiscal y apropiación indebida, denuncia presentada por Eva Joly, entonces eurodiputada y abogada de Los Verdes.

En 2016, la Fiscalía Nacional Financiera (PNF, por sus siglas en francés) abrió una investigación preliminar encomendada a investigadores de la Oficina Central de la Policía Judicial Especializada en Fraude Fiscal (OCLCIFF). Contactada por Mediapart, la PNF indica que la investigación sigue en curso.

“Lo que queremos es un juicio penal. Queremos una audiencia pública, para que los empleados puedan estar presentes. El perjuicio son años de participación empresarial que no se ha distribuido dado que la empresa no ha declarado beneficios”. Efectivamente, oficialmente, la compañía estaría en déficit. Este déficit se crea artificialmente por las tasas que McDonald's Francia pagaría a otra filial del grupo en Luxemburgo, país que ofrece condiciones fiscales de oro a las grandes empresas.

En enero de 2014, se le preguntó al expresidente de McDonald's Francia sobre esto en Capital y finalmente se rindió: “¡No hay nada malo en la optimización fiscal”. En enero de 2020, McDonald's rompió la barrera de los 100.000 millones de dólares de ventas, y sólo en Francia, las ventas ascendieron a 5.100 millones de dólares, según las cifras de 2018.

En 2019, Leïla Chaibi, diputada europea del Francia Insumisa, por iniciativa de una comisión de investigación ciudadana sobre McDonald's, visitó varios restaurantes para escuchar a los empleados. “Está todo pensado para que no exista organización colectiva de los trabajadores, lo que les permite precarizar las condiciones de trabajo. McDonald's es, en primer lugar, contratos muy precario, contrato indefinidos a tiempo parcial con un gran margen horario, pocos derechos y una alta rotación”. La asociación React estima que la tasa de rotación en McDonald's es del 88%, muy por encima de la media nacional del 13%.

“Los empleados de McDonald's de todo el mundo tienen la misma quemadura en el antebrazo, la quemadura causada por la parrilla. El Big Mac de París y de Nueva York sabe igual. Una entidad, una identidad y, sin embargo, su sistema de franquicia lo fragmenta todo. Fui a la zona de Roan y a 20 km de allí, había una diferencia salarial del 30%”, recuerda.

La compartimentación se hace entre los restaurantes de una franquicia, y luego entre las franquicias. La empleada de la oficina central, Anne-Laure, incluso cree que McDonald's hace todo lo posible por dividir a los empleados de los restaurantes de los de la oficina central.

Desde la sede de McDonald's Francia, en Guyancourt, Anne-Laure cuenta las presiones diarias, las denuncias penales y laborales que no dejan de multiplicarse, la externalización a marchas forzosas de todo un departamento y el clima de terror que reina en la sede, tal como documentaron nuestros colegas de StreetPress (véase la Caja Negra). “La dirección hace todo lo posible por que los trabajadores enfadados de la sede central y los de los restaurantes no se junten. Sin embargo, trabajamos para la misma compañía y en el mismo clima nocivo. El día que logremos movilizar a todos los que han sufrido por la gestión de McDonald's, en los restaurantes y en la sede central, entonces la cadena tendrá mucho que temer”.

“En la sede, por lo menos tenemos la WAM que promueve la discriminación positiva, WAM de Women at McDonald's”, ironiza Anne-Laure. Los miembros de este club cerrado son elegidos por la dirección. “Y sólo hay unas pocas mujeres y en altos niveles de responsabilidad”, explica la ejecutiva, que asegura que no hay empleadas sin cargos ejecutivos con representación en el WAM. Concretamente, las mujeres que ocupa cargos de responsabilidad se reúnen de vez en cuando e invitan a otras mujeres, como la exministra Rachida Dati o la empresaria Sandra Le Grand, a quienes encuentran inspiradoras. En esta conferencia “animada, llena de risas e intercambios”, esta última “definió la ambición de hoy”, según se puede leer en su web. El evento se clausuró con la firma de su libro #Ambición, “ante participantes que estaban bastante satisfechos con la conferencia que habían podido presenciar”.

“Todo pura comedia”, espeta Anne-Laure. “En términos de acciones concretas para la igualdad de género en McDonald's, no se está haciendo nada”. Preguntado por el WAM, McDonald's no ha respondido. “Nuestra vigilancia es total para luchar eficazmente contra comportamientos inaceptables, contra cualquier discriminación sexual, de género y de origen”, responden desde la dirección, a preguntas de Mediapart.

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Traducción: Mariola Moreno

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