El alcalde 'pirata' de Praga quiere imponer otras formas de hacer política en plena ola autoritaria en la región

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Amélie Poinssot (Mediapart)

En una Praga invadida por los turistas, donde se avanza con dificultad en las calles de la vieja ciudad por los numerosos grupos de visitantes, nos encontramos con Zdeněk Hřib en la tranquilidad de su despacho en el ayuntamiento. El alcalde de la capital checa nos recibe con una simplicidad que contrasta con las entrevistas políticas que acostumbramos a hacer en Francia.

A los 40 minutos de la entrevista tiene que salir para la conmemoración del 2 de mayo, donde tiene que tomar la palabra para enumerar, uno a uno, los nombres de las víctimas checas de la Shoah. Como nuestra entrevista no ha terminado, nos vamos con él. La entrevista continúa en el metro, tanto a la ida como a la vuelta, de pie, en una línea en plena hora punta. Es así como se mueve el primer edil de la capital, en transporte común o en bicicleta.

Zdeněk Hřib es miembro del Partido Pirata, nacido en 2009 en la República Checa y basado en el modelo del Partido Pirata sueco fundado en 2006. El balance para comenzar es que es necesario reformar la legislación para adaptarse a los avances tecnológicos. Pero en la República Checa otra cosa que está en juego es enfrentarse a un sistema político corrupto con un primer ministro, Andrej Babiš, procesado por desvío de fondos europeos.

Es la primera fortuna del país y ha nombrado recientemente a un ministro de Justicia que está a su favor. Este pasado lunes, por tercera vez consecutiva, estaba prevista una manifestación en Praga y en otros lugares del país para pedir la dimisión de este nuevo miembro del Gobierno.

Pregunta: ¿Qué espera hacer durante su mandato?

Respuesta: Mi programa se apoya en cuatro pilares. El primero son las infraestructuras y el transporte. Vamos a terminar en los próximos meses la cuarta línea de metro. Queremos terminar la autopista alrededor de Praga y construir un nuevo periférico interior. Vamos a construir también una línea de tren al aeropuerto.

El segundo pilar es una ciudad verde. Las avenidas de la mayor parte de las grandes ciudades europeas, como Viena, están bordeadas de árboles. Aquí no. Mi proyecto es plantar un millón de árboles en ocho años, como reacción al cambio climático y para transformar la ciudad en una unidad natural de aire climatizado. Eso supone también una cierta gestión del agua y la recuperación del agua de lluvia.

Tercer pilar: solucionar el problema del alojamiento. El precio del metro cuadrado se ha disparado en Praga y el proceso de concesión de permisos de construcción es extremadamente largo. De media, hacen falta siete años para conseguir la autorización para construir un pequeño edificio de viviendas. Porque en Praga hay amplios terrenos construibles, incluso en el centro, sobre todo superficies sin uso que pertenecían a los ferrocarriles. Tenemos que desbloquear eso. Podríamos alojar a varias centenas de miles de personas.

Para ello apoyamos a cooperativas de construcción, una forma de organización no lucrativa donde la municipalidad, propietaria del terreno, cede el uso del suelo a agrupaciones de propietarios para que puedan construir sus inmuebles. Con el tiempo la gente se convierte en propietaria de su piso pero con esta forma de cooperativa, donde la ciudad sigue siendo titular del terreno, evitamos la especulación inmobiliaria.

Finalmente, queremos mejorar los servicios digitales para todos los ciudadanos.

P: Praga está particularmente afectada por el fenómeno Airbnb, que ha empujado al alza los alquileres  y expulsado a muchos habitantes fuera del centro. ¿Cómo espera luchar contra eso?

R: Desgraciadamente no tenemos medios legales a nuestra disposición. Hace falta afrontar ese problema a nivel nacional. Yo soy partidario de un aumento de la tasa turística por pernoctación, que actualmente sólo es de 15 coronas (0,50 euros) por cama y noche. Me gustaría también que la recaudación de esta tasa la haga directamente la plataforma Airbnb y no cada propietario para evitar el fraude fiscal y simplificar los procedimientos administrativos.

En fin, hay que diferenciar lo que incumbe a la economía compartida de lo que incumbe a los negocios. Para ello hay que poner un límite al número de días por año que se puede alquilar un piso. Más allá de ese límite entramos en la industria turística. El modelo de Airbnb no es un modelo de desarrollo sostenible para nosotros. El presupuesto que el Estado checo nos concede, y que nos permite financiar el ordenamiento urbano como el alumbrado público o los trabajos en la red viaria, se calcula en función del número de habitantes de la ciudad. Nuestro interés no es pues tener muchos visitantes de paso sino residentes permanentes.

P: Cuando empezó usted a interesarse por este asunto no fue seguido por su coalición…

R: En un primer momento traté de evaluar la amplitud de fenómeno. Para ello propuse hacer una lectura de los contadores de electricidad para estimar el número de alojamientos que no estaban habitados durante el año. Los datos habrían sido anónimos, no se trataba en absoluto de una violación de la vida privada como me han reprochado.

Cometí sin duda un error de calendario al lanzar esa iniciativa antes de las elecciones europeas. El partido que está en coalición con el Partido Pirata en el consejo municipal, Top09 (centro-derecha, miembro del Partido Popular Europeo), utilizó mi propuesta para hacer de ella un tema de campaña y ha dado la vuelta a mis intenciones originales. Lo que dicen no tiene nada que ver con la realidad. De todas formas, el censo, que se hará dentro de dos años, nos dará una imagen del número de alojamientos vacíos en Praga.

Nuestro problema es que la ciudad no tiene suficientes alojamientos sociales para que se limite la subida de los precios del mercado de alquiler. Praga es muy diferente de Viena desde ese punto de vista. No obstante, tenemos algunos, alrededor de 2.000, que necesitan una renovación. Lo que vamos a hacer son pisos que concederemos prioritariamente a personas mayores y a personas con minusvalías.

P: Más allá de la reglamentación de Airbnb ¿tiene la intención de reconsiderar el modelo turístico que ha adoptado la capital checa?

R: Nosotros queremos cambiar la estructura de los turistas que vienen a Praga. El hecho de que nuestro alcohol sea barato atrae cierto tipo de turismo, encarnado entre otros en la bici festiva (tipo de vehículo en el que grupos de amigos beben cerveza pedaleando). Eso lleva a comportamientos y a molestias a las que queremos poner fin. No queremos ser el pub de Europa. La primera medida que vamos a tomar en ese sentido será, a partir de septiembre, la prohibición de esos vehículos. Queremos que la gente venga a Praga por su patrimonio arquitectónico, la imagen sobre la que vamos a trabajar.

P: El Partido Pirata, su formación política, es un partido que pretende luchar contra la corrupción. ¿Eso qué significa a escala de un ayuntamiento como Praga?

La municipalidad no tenía buena reputación en términos de transparencia, por eso el partido que dirigía la ciudad, Ano (derecha nacionalista, actualmente en el gobierno) acabó perdiendo las elecciones. Las empresas públicas como la compañía de transportes comunes fueron utilizadas durante años como herramientas políticas, donde los nombramientos no tenían nada que ver con las competencias o la calidad del personal. El partido estaba también muy vinculado a empresarios.

Nosotros nos hemos llamado “coalición por el cambio” precisamente para cambiar eso. Tenemos otros estándares políticos.

“Europa necesita”

P: A nivel nacional, el sistema parece igualmente corrupto, con un primer ministro, Andrej Babiš, la primera fortuna del país, que está acusado de corrupción y el reciente nombramiento de un nuevo ministro de justicia que está a su favor. Este nombramiento, que podría obstaculizar la investigación sobre el jefe del ejecutivo, ha provocado una primera gran manifestación en Praga el 29 de abril, algo no habitual en el país. ¿Ha participado usted en ella?

R: Yo no participé en la manifestación misma, pero estaba de acuerdo con los manifestantes. Es el cuarto nombramiento de un ministro de justicia en menos de dos años. Una función así requiere cierta estabilidad. Es un indicador de la gestión caótica y extremadamente impopular de nuestro primer ministro, sospechoso en la actualidad de conflicto de intereses.

Lo que yo deseo es una reforma de nuestro sistema judicial con el fin de que el procedimiento de nombramiento de los jueces sea más transparente y que la justicia sea más independiente del poder político.

El Partido Pirata no es sólo un partido opuesto al gobierno de Babiš. Es un partido que quiere avanzar en tres terrenos: transparencia en los asuntos públicos, lucha contra la corrupción e innovaciones tecnológicas.

Nuestro éxito en las elecciones municipales en Praga muestra que es posible crear el cambio en la República Checa y que esa voluntad de cambio se basa en la solución de los problemas que incumben al día a día de la gente. Si probamos que nosotros llegamos a ello a nivel de la capital, seremos capaces de dirigir el país en algunos años.

Nuestra forma de gobernar se basa en una mayor participación de los ciudadanos. Vamos a poner en marcha una forma de petición online que será accesible a todos y podrá ser registrada por los mismos ciudadanos. El programa de un millón de árboles para la ciudad será igualmente desarrollado en estrecha colaboración con los habitantes.

P: ¿Cuál es la ambición del Partido Pirata a escala europea?

R: Nuestro objetivo es conseguir, en las elecciones del 26 de abril, cinco escaños en el Parlamento Europeo, de los veintiuno que tiene la delegación checa. Podríamos quedar en segundo o incluso en primer puesto.

Es un progreso espectacular si miramos sus resultados anteriores. Hasta hace dos años, el Partido Pirata no se había abierto camino electoralmente. En 2017 consigue de golpe veintidós escaños en la Asamblea Nacional y se convierte en la tercera fuerza parlamentaria. Luego vino su elección a finales de 2018. ¿La reciente elección de una presidenta ecologista y anticorrupción en la vecina Eslovaquia alimenta su dinámica?

P: Creo que la situación de Eslovaquia es muy diferente. Pero, en efecto, puede verse como un síntoma del sistema actual y como la aparición de una nueva oleada de personalidades políticas. La capital eslovaca, Bratislava, está también dirigida por un nuevo alcalde desde el otoño pasado.

R: ¿Es un efecto generacional? Ustedes tienen más o menos la misma edad, alrededor de los cuarenta.

Pienso que es más bien el resultado de tomar en cuenta temáticas ignoradas durante mucho tiempo por nuestros gobiernos y los partidos políticos dominantes: la atención al desarrollo sostenible, la agenda digital, la lucha anticorrupción, la voluntad de transparencia, el apoyo a los padres jóvenes, los derechos de las mujeres.

Para Babiš es el principio del fin, porque su imagen está basada en el hecho de que es un empresario de éxito. La gente se da cuenta poco a poco de que está implicado en asuntos delictivos. El problema es que una parte importante de los electores checos prefieren no implicarse en las decisiones políticas y confian en alguien que se ocupe de ellos sin hacerse preguntas. Contra eso también hay que luchar.

P: ¿Con qué partidos podrían aliarse los Piratas en el futuro Parlamento Europeo?

R: Lo ideal sería aliarse con otras formaciones piratas, pero no han despuntado  verdaderamente en otros Estados miembros. Sólo en Islandia, país fuera de la UE, el Partido Pirata ha tenido cierto éxito.

La segunda opción sería unirse al grupo de los liberales, ALDE, o al de Los Verdes. Nosotros somos cercanos a la eurodiputada alemana Julia Reda, que es miembro de Los Verdes y única representante de los Piratas en el Parlamento Europeo. El grupo ALDE nos plantea un problema porque Ano, el partido de Babiš, paradójicamente está en ese grupo.

P: ¿En qué está basado su programa para estas elecciones europeas?

R: Nuestro eslogan es Europa necesita, porque para nosotros, Europa tiene necesidad de libertades, de transparencia, de riquezas, de desarrollo sostenible y de justicia.

La libertad, para el Partido Pirata, es al mismo tiempo libertad de circulación y libertad de expresión: hay que combatir las tendencias autoritarias. La transparencia, decisiones más próximas a los ciudadanos; esto pasa por la modificación de las reglas de subsidiariedad de forma que las cosas puedan decidirse más a nivel local. También significa más control sobre la asignación de fondos europeos, en particular las subvenciones agrícolas.

En términos de ecología y de desarrollo sostenible, queremos construir una red de trenes de gran velocidad por todo el continente europeo. Nos parece crucial poner todo en marcha para reducir lo más rápidamente posible el CO

Queremos también abandonar este sistema de doble estándar en la calidad de los alimentos: en la Europa central, las grandes empresas de agroalimentaria venden productos de segunda categoría. Hacer respetar la justicia a nivel europeo es también tener la misma calidad de productos para todos.

Lo mismo para los trabajadores desplazados que vienen del Este: debe ser respetado el mismo Derecho del trabajo para todos, no hay subcategorías de trabajadores.

En el plano de las instituciones, estamos a favor de que los ciudadanos tengan la posibilidad de presentar por sí mismos proposiciones de ley ante el Parlamento Europeo.

Finalmente, proponemos acabar con los paraísos fiscales en la Unión Europea.

  Realicé esta entrevista en Praga el 2 de mayo de 2019. La conversación se llevó a cabo en inglés.

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Traducción de Miguel López.

Aquí puedes leer el texto original en francés.  

En una Praga invadida por los turistas, donde se avanza con dificultad en las calles de la vieja ciudad por los numerosos grupos de visitantes, nos encontramos con Zdeněk Hřib en la tranquilidad de su despacho en el ayuntamiento. El alcalde de la capital checa nos recibe con una simplicidad que contrasta con las entrevistas políticas que acostumbramos a hacer en Francia.

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