Se ha hablado mucho de Occidente en la primera Cumbre Internacional del Pensamiento Árabe, organizada en París los días 14 y 15 de noviembre de 2024, conjuntamente por el Centro Árabe de Investigaciones y Estudios Políticos de París (Carep) y el Instituto del Mundo Árabe.
No es que Occidente fuera el tema de este acontecimiento excepcional, que reunió a no menos de 32 intelectuales árabes de todo el mundo durante dos días en un mismo lugar, pero fue recurrente en las diez mesas redondas y los debates.
Porque las complejas relaciones entre el mundo árabe y Occidente, que llenan bibliotecas enteras, se han endurecido con la guerra genocida que Israel mantiene en Gaza, la anexión desenfrenada y violenta de Cisjordania y la destrucción parcial de Líbano. En concreto, se examinó el apoyo prestado a Israel por una serie de Estados, partidos políticos, instituciones académicas, medios de comunicación e intelectuales occidentales.
Mediapart habló con ocho de estos pensadores árabes presentes en París, procedentes de ámbitos muy diversos: ciencias políticas, estudios de género y desarrollo, historia contemporánea, filosofía, comunicación, antropología y sociología. Son de diversos países árabes, como Líbano, Egipto, Túnez y Palestina, y viven y trabajan en universidades occidentales del Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, o en instituciones de Oriente Próximo, en Qatar, Cisjordania, Egipto y Líbano.
Todos están acostumbrados a viajar de un país a otro para encuentros intelectuales, amistosos y familiares, todos hablan varios idiomas y todos se desenvuelven con soltura tanto en el pensamiento occidental como en el árabe.
Asignación de origen
Desde el 7 de octubre, estos intelectuales políglotas y cosmopolitas han notado un divorcio en las relaciones con Occidente. Por supuesto, lo saben todo sobre la compleja y turbulenta historia de las dos orillas del Mediterráneo. Pero también en este ámbito, el 7 de octubre marcó una ruptura con el pasado.
“Desde el 7 de octubre, tengo la sensación de estar bajo vigilancia constante, porque soy una investigadora árabe, y eso no es nada bueno. Al principio, eso me llevó a una forma de autocensura, de la que me costó mucho tiempo desprenderme”, afirma Leyla Dakhli, historiadora franco-tunecina y miembro del CNRS, actualmente destinada en el Centro Marc-Bloch de Berlín. “Estar desacreditada porque la gente piensa que mi origen, y no mi investigación, determina lo que digo es muy difícil de soportar.”
La mayoría de los intelectuales que trabajan en instituciones europeas o americanas se sienten adscritos a sus orígenes. Están “alucinados”. “Hablar de los regímenes árabes no plantea ningún problema, pero opinar sobre Palestina está prácticamente prohibido”, dice Fadi A. Bardawil, antropólogo libanés y profesor en la Universidad Duke de Durham (Estados Unidos). “Pero hay que subrayar que los intelectuales árabes no son las únicas víctimas de esta máquina de represión.”
En cuanto se formula cualquier crítica contra Israel aparece la acusación de antisemitismo, independientemente de que los crímenes de guerra y las violaciones masivas del derecho internacional estén bien documentados. “Hay un desplazamiento sistemático de Palestina hacia el antisemitismo. Pero estas guerras no tienen lugar en Francia o Alemania, sino en Gaza y Líbano, así que ¿por qué siempre reducimos esto a un debate europeo sobre el antisemitismo? Eso es acusar a los árabes de albergar un antisemitismo que históricamente es muy europeo”, afirma Leyla Dakhli.
Occidente se ha vuelto inaudible
“En nombre de la reparación de agravios históricos, los países europeos responsables de la Shoah, principalmente Alemania, pero también Austria y Francia, avalan lo que se está haciendo a otro pueblo”, afirma Gilbert Achcar, sociólogo franco-libanés y profesor de la Universidad SOAS de Londres. “Porque estos países han aprendido una lección reducida, nacionalista y etnocéntrica de la Shoah: nunca más, pero nunca más a los judíos y sólo a los judíos. Podrían haber aprendido una lección universal: nunca más, a ningún pueblo.”
El apoyo político y militar a Israel en sus guerras, sobre todo por parte de Estados Unidos, la incapacidad de los Estados europeos de llamar por su nombre a la guerra genocida contra Gaza, la orden de silenciar toda crítica al Estado hebreo, la censura: Occidente aplica su pretensión de defender los derechos humanos y promover la justicia y la igualdad sólo a una categoría de seres humanos, dicen unánimemente los intelectuales árabes.
Y aunque esto no es nada nuevo, el momento que ahora vivimos marca un giro dramático. El antropólogo Fadi A. Bardawil recuerda que Aimé Césaire, en su Discurso sobre el colonialismo, y luego Frantz Fanon, en Los condenados de la tierra, criticaron ferozmente a Occidente porque, mientras presumía de su “humanismo” y sus “valores”, los pisoteaba colonizando a los pueblos.
Lo chocante es que parte de las instituciones occidentales sacrifican todo criterio deontológico y ético
“Somos conscientes de la visión racista que desde hace siglos tiene Occidente de nosotros, el mundo árabe. Pero hay un antes y un después con Gaza. Por la magnitud de los crímenes y su duración. No es una semana de matanzas, es más de un año, ¡y Occidente se empeña en defender la moralidad de lo que está pasando! deplora Elizabeth Suzanne Kassab, filósofa e investigadora del Instituto de Estudios de Posgrado de Doha. No nos sorprende ya que los gobiernos apoyen esta política criminal. Pero que los medios de comunicación y las instituciones académicas hagan lo mismo es increíble. Es una vergüenza que se reprima la libertad de expresión en las sociedades occidentales. Occidente ha perdido lo que le quedaba de credibilidad.”
“Lo chocante no es el doble lenguaje occidental, que conocemos desde hace mucho tiempo, sino que parte de las instituciones occidentales sacrifican todo criterio deontológico y ético de una manera extraordinariamente vulgar”, afirma Samer Frangie. “En el ámbito de los medios de comunicación, en el que yo trabajo, hemos visto tejemanejes de redactores-jefe del New York Times, Sky News y la BBC, para despedir a periodistas árabes. Antes, quienes difundían mensajes pro israelíes intentaban respetar ciertas normas. Pero ya no. Resulta chocante ver a estas instituciones dispuestas a sacrificar todo el capital y el crédito que han acumulado.”
Dondequiera que hablen, los pensadores árabes comparten la misma observación, de la que las élites políticas e intelectuales occidentales no son necesariamente conscientes: se han vuelto inaudibles en una gran parte del mundo.
“Es el fin de las pretensiones liberales de Occidente. La negativa, durante varios meses, de la mayoría de los Estados occidentales a pedir un alto el fuego significa el apoyo a la agresión, por no hablar de la financiación y el armamento de Israel por parte de Estados Unidos, lo que convierte a ésta en la primera guerra conjunta estadounidense-israelí”, afirma Gilbert Achcar. “La yuxtaposición de Ucrania y Gaza y el flagrante doble rasero han desacreditado totalmente a Occidente. Hablar en nombre de los valores es ya una pretensión muerta, imposible de resucitar.”
Queda igualmente en entredicho su pretensión de participar en el desarrollo de los países del Sur y de defender los valores de igualdad y no discriminación.
“Muchas organizaciones internacionales y ONG pretendían defender los derechos de las mujeres en Palestina, promover su emancipación y su acceso a puestos de decisión. Y esas mismas organizaciones se resisten ahora a condenar el genocidio y la limpieza étnica de los que son víctimas las mujeres palestinas, porque ven a Israel como un oasis de democracia y libertad en el mundo árabe”, afirma la palestina Islah Jad. “Las violaciones cometidas por el ejército ruso en Ucrania han provocado condenas y enérgicas declaraciones. Las violaciones documentadas de palestinos en cárceles israelíes sólo merecen el silencio.”
Y la profesora de la universidad de Bir Zeit, especialista en género y desarrollo, lo dice sin rodeos: “Es racismo unido a hipocresía. Porque no somos blancos. Seguimos todavía en la misión civilizadora de Occidente, es aterrador”.
La onda de choque del apoyo masivo de los países occidentales y sus élites a las guerras de Israel será fuerte y larga. Nadie, por supuesto, se aventura a predecir su naturaleza, pero ya se vislumbran tendencias. “Ha quedado clara la hipocresía de Occidente, pero no deben descartarse los valores que se han desarrollado en Occidente y que se consideran valores occidentales, porque de hecho su validez no está íntimamente ligada al mundo occidental. Hay que desvincularlos de la base occidental”, afirma Fadi A. Bardawil.
Hay motivos para la esperanza: parte de la juventud de este Occidente dominador rechaza esa dominación y proclama su solidaridad con las víctimas
Otro intento actual de separación consiste en darse los medios para dejar de depender de Occidente, lo que exige, por ejemplo, pruebas de lo que ve como terrorismo, y una purga de los beneficiarios de las ONG árabes que debe excluir a todo aquel cercano al Islam político.
“Buscamos financiación en otra parte, entre árabes ricos que quieran ser activos. También organizamos redes de ayuda mutua y solidaridad para compensar la ruptura con tal o cual donante”, explica Lina Attalah, periodista y activista, fundadora del diario egipcio independiente Mada Masr.
“Hay jóvenes investigadores que trabajan en universidades occidentales que, hartos de sentirse siempre espiados y de tener que justificarse todo el tiempo, intentan volver a su país o conseguir trabajo en los países del Golfo. Por el momento, se trata de opciones individuales y aún limitadas”, observa Nadim Houry, abogado franco-libanés y director del think tank Arab Reform Initiative.
“En cuanto a las consecuencias más en general, es aún demasiado pronto”, prosigue. “Vemos cómo surge el nihilismo entre algunos de estos jóvenes, que ya han sido golpeados por contrarrevoluciones y graves crisis económicas, y que ven ante sus ojos una increíble hipocresía occidental. ¿Llevará esto a una forma de yihadismo? Es difícil decirlo en este momento.”
La onda de choque no se limitará a Occidente. Los regímenes árabes son conscientes de ello y, aunque no apoyan abiertamente a Israel, no han hecho nada para detener sus guerras ni para apoyar a los palestinos y libaneses. Su impotencia, deliberada o involuntaria, está provocando aún más crispación.
“La cólera no perdona a los regímenes árabes que han normalizado sus relaciones con Israel y siguen haciéndolo a día de hoy”, afirma Nadim Houry. “La justificación de la paz con Israel fue el tratado de paz a cambio de tranquilidad económica y política, y todo eso es mentira”, subraya Lina Attalah. “Tenemos unas deudas abismales y se está cometiendo un genocidio a nuestras puertas, que nuestro gobierno es incapaz de detener o siquiera frenar”.
La esperanza de un nuevo universalismo
En medio de esta catástrofe, que amenaza con arrasar Occidente junto con el mundo árabe, estos intelectuales creen en la construcción de un nuevo universalismo, en la solidez de los vínculos existentes que ahora se renuevan, y en la globalización de un cierto tipo de juventud.
“Hemos descubierto una red de medios de comunicación independientes, de la que Mediapart forma parte, una red mundial, que consigue desmontar las info tóxicas y ofrece un relato alternativo al de las grandes empresas mediáticas”, celebra Samer Frangie. “Se han forjado vínculos y estamos consiguiendo sacudirnos lo que cada vez parece más un dogma”.
“Entre el genocidio, el auge del neofascismo a escala internacional, del que la elección de Donald Trump es el último avatar, y la crisis climática, no tenemos motivos para ser optimistas. Pero hay motivos para la esperanza: parte de la juventud de este Occidente dominador rechaza esa dominación y proclama su solidaridad con las víctimas”, se atreve a decir Gilbert Achcar. “Esos jóvenes judíos americanos y esta pequeña minoría de judíos israelíes me dan algo de esperanza”.
“Vemos a gente manifestarse en solidaridad con nosotros, contra las posiciones de sus gobiernos y las mentiras de sus medios de comunicación, y eso es fundamental. Porque estamos viendo aparecer un universalismo que reconoce y respeta al otro”, afirma Islah Jad.
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“La sensibilidad de los jóvenes activistas árabes hoy, desde 2011, es más universalista. Ven a Palestina como la ven los jóvenes americanos y europeos. En este contexto, Palestina se ha convertido en el símbolo de la injusticia global del colonialismo, el racismo, la narrativa dominante y el control de los recursos”, explica Nadim Houry. “Palestina nunca ha sido tan universal”.
Traducción de Miguel López
Se ha hablado mucho de Occidente en la primera Cumbre Internacional del Pensamiento Árabe, organizada en París los días 14 y 15 de noviembre de 2024, conjuntamente por el Centro Árabe de Investigaciones y Estudios Políticos de París (Carep) y el Instituto del Mundo Árabe.