Reino Unido

El asesinato de la diputada Jo Cox da un giro inesperado al posible resultado del referéndum

Un hombre deposita flores junto a una fotografía de la diputada laborista Jo Cox junto a las Casas del Parlamento en Londres este viernes.

El asesinato de Jo Cox y la enorme conmoción que ha provocado en Reino Unido ha dado una tregua a la campaña sobre Europa. Tras conocerse la muerte de la diputada laborista de 41 años, favorable a la permanencia de su país en la UE, se suspendían todos los actos: ambos partidos anulaban los viajes de campaña previstos y se posponían los debates televisivos. A seis días de un referéndum en el que Reino Unido se juega su futuro, arranca una nueva campaña, quién sabe si en un tono más moderado. Ya el mismo jueves por la noche, en los platós de televisión, se pedía más “respeto”, tras días de discursos beligerantes, sobre todo en la retórica antimigrantes de los partidarios del Brexit (de la salida de la UE).

Todavía no se ha determinado con exactitud el móvil del crimen, ocurrido a las puertas del despacho de la diputada, en Birstall, al norte de Inglaterra. Tommy Mair, de 52 años, descerrajó al menos dos tiros sobre la mujer antes de apuñalarla. Testigos presenciales aseguran que el acusado gritó en varias ocasiones “Britain first”, antes de pasar a la acción, en lo que puede ser una alusión a una organización de extrema derecha que se ha manifestado “en contra de la apertura de nuevas mezquitas”. La Policía ni ha confirmado ni desmentido este aspecto. La organización en cuestión, que ha condenado el asesinato, niega cualquier vinculación con el agresor.

Según un grupo norteamericano especializado en movimientos extremistas, el Southern Poverty Law Centre, el hombre que efectuó el disparo era “seguidor” de un grupo neonazi con presencia en Estados Unidos, la National Alliance (se puede leer el análisis en este enlace). Los residentes en el barrio donde sucedió todo, entrevistados por las cadenas de televisión, le presentan como un solitario desequilibrado, que creía en las bondades terapéuticas de la jardinería.

A la espera de los resultados de la investigación, el gran público va conociendo poco a poco, conmovido, la trayectoria de Cox, una de las más fervientes partidarias del remain (permanencia en Europa) en el seno del Partido Laborista, pero también una defensora de los derechos de los migrantes en la crisis de los refugiados (aquí se puede leer uno de sus artículos sobre la cuestión). Su trayectoria no encaja en el argumentario tradicional de los defensores del Brexit. A menudo, éstos hacen una lectura clasista a la hora de arremeter contra el establishment favorable a Bruselas. Es decir, se presenta, el remain como la opción por la que abogan los ricos de Londres (como David Cameron, el jefe del Gobierno, que aparece en los Papeles de Panamá), mientras que el Brexit beneficiaría a las clases populares.

No es eso lo que dice la trayectoria de Jo Cox. Tras crecer en un entorno popular (fue la primera de su familia que cursó estudios universitarios, en concreto en la Universidad de Cambridge), llegó a la política a través de ONG internacionales (primero Unicef y después Oxfam) y viajó, de Darfour a Afganistán. En 2015 fue elegida como diputada de Westminster, donde rápidamente se convirtió en un referente sobre cuestiones internacionales que tanto le gustaban: en la protección de los civiles en el conflicto sirio (se abstuvo en la votación sobre los ataques aéreos a Siria) o en la cuestión palestina (véase el vídeo sobre su primer discurso en Westminster).

Cox, considerada una de las esperanzas del Laborismo, no votó a Jeremy Corbyn en las primarias del partido el año pasado. Era partidaria de una línea de consenso, más proxima a la que defiende el flamante alcalde de Londres, Sadiq Khan. Sin embargo, con su firma permitió que Corbyn se presentase. Vivía, con su marido y sus dos hijos, en una gabarra en el Támesis. Su última salida pública se remonta al miércoles, en vísperas de su muerte, tal y como queda constancia en Twitter. Subida a bordo de una lancha neumática con su familia, enarbolaba una bandera donde se podía leer IN; era su respuesta a la movilización de pescadores que, el mismo día, abogaban por el Brexit y protestaban contra las cuotas de pesca impuestas por Bruselas.

El contraste es sobrecogedor, entre las ideas de apertura, de justicia y de solidaridad –que Cox trataba de trasladar al Parlamento– y la instrumentalización de los miedos a medida que se acerca el 23 de junio, tanto entre los partidarios del Brexit, con el desafío migratorio, como entre los que abogan por permanecer, que anticipan el apocalipsis económico en caso de Brexit. ¿Puede producir un electroshock en la campaña? Nadie se atrevía a asegurarlo este jueves.

“Creía en un mundo mejor y luchaba a diario por alcanzarlo”, titulaba The Guardian en su edición del viernes, recuperando una cita del comunicado del marido de Jo Cox. “Qué gran pérdida”, lamenta por su parte The Daily Mail (que defiende, en sus editoriales, el Brexit). Jeremy Corbyn y David Cameron también le han rendido homenaje. Otras personalidades, que apuestan por el Brexit, también han condenado el acto, entre ellos Boris Johnson (tories) y Nigel Farage (Ukip).

El asesinato de Jo Cox se ha producido cuando los principales responsables políticos parecían haberse lanzado en una demagogia agotadora. Entre los tories (los conservadores en el poder, divididos entre el remain y el Brexit), por ejemplo, se ha declarado la guerra. Cuando George Osborne, el ministro de Finanzas cercano a Cameron avisaba de que sería necesario subir los impuestos en caso de Brexit, al menos 65 conservadores, partidarios del divorcio con la UE respondían en una carta abierta que no votarían nunca un presupuesto semejante en caso de Brexit. Lo que permite deducir que Cameron está perdiendo la mayoría en el Parlamento y que tendrá que dimitir en caso de Brexit.

Otro ejemplo de una campaña particularmente dura: antes del anuncio de la muerte de Jo Cox el jueves por la tarde, la polémica del día giraba en torno a la publicación del último cartel electoral de Nigel Farage, el líder del Ukip, calificado por algunos de propaganda nazi. En el cartel se ve una columna integrada por un centenar de migrantes que huyen de Siria hacia Europa, tachada por el aviso: “Breaking point” (punto de ruptura) y de un eslogan: Tenemos que librarnos de la UE y recuperar el control de nuestras fronteras.

La campaña dela plataforma Leave.Eu, cuyo principal mecenas es también el donante principal del Ukip, es sistemáticamente objeto de críticas por sus puestas en escena xenófobas. En mayo, ya generó una gran polémica al publicar en la Red un vídeo racista en el que hacía suyo el discurso de Donald Trump, el candidato estadounidense a la Casa Blanca, sobre inmigración. En una entrevista concedida a la BBC este jueves, el diputado laborista escocés Neil Findlay era uno de los primeros en lanzar un debate que debería abordarse en los próximos días. El diputado aseveraba que este tipo de propaganda extremista “podía inspirar” comportamientos sociales violentos.

Este drama también puede tener un efecto colateral, en la recta final de la campaña, al situar al Partido Laborista en el centro de juego. La formación que dirige Jeremy Corbyn se ha conformado con hacer lo mínimo durante meses, evidenciando la división de las bases frente a los desafíos europeos. Hace una semana, Corbyn, presionado por sus aliados circunstanciales del remain trató de subir el tono. Antes de la muerte de Jo Cox el jueves, visitaba la fábrica de Rolls Royce, empresa cuyo destino es un misterio en caso de Brexit.

A corto plazo, la campaña, se ha suspendido. El primer ministro irlandés Enda Kenny, que tenía previsto pronunciar un gran discurso sobre Europa, lo ha anulado. Lo mismo ha hecho el muy influyente líder del Banco de Inglaterra, que también ha pospuesto su intervención. Cameron anulaba su viaje a Gibraltar. A tenor de la conmoción que ha supuesto el asesinato, no está claro que la campaña se vaya a retomar de forma inmediata. Desde las filas laboristas, algunos hablaban de la posibilidad de hacer una pausa hasta el fin de semana.

Según The Guardian, estamos ante el primer homicidio de un diputado británico desde que fueron asesinados Airey Neave (1979), Tony Berry (1984) e Ian Gow (1990), a manos del IRA. Nigel Jones, en 2000, y Stephen Timms, en 2010, resultaron gravemente heridos. Este último, laborista también, fue apuñalado en el estómago por una mujer de 21 años crítica con el apoyo del hombre a la intervención británica en Irak. “Con independencia de las razones que las motiven, el ataque de un parlamentario afecta a todo el Parlamento”, advierte el diario.

Traducción: Mariola Moreno

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