Cae la noche en la isla griega de Astypalea, aislada en el mar Egeo. Medio centenar de vecinos se daban cita en el puerto del pueblo de Xora a principios de octubre. Habían venido a escuchar los discursos de los representantes políticos de paso en esta pequeña isla de 1.300 almas.
Se trata nada menos que de Kostas Fragogiannis, secretario de Estado griego de Asuntos Exteriores, Maik Stephan, jefe de Desarrollo del grupo alemán Volkswagen, y Alexandra Sdoukou, secretaria de Estado griega de Energía. Desfilan en un escenario montado en el muelle para promocionar el nuevo programa energético que quieren aplicar en la isla.
“El mundo envidia a Astypalea, el laboratorio de la transición energética”, presume Kostas Fragogiannis. “Vamos a demostrar que la movilidad sin CO2 es posible”, afirma entusiasmado Maik Stephan. “Astypalea pasará a la historia”, añade la secretaria de Estado, Alexandra Sdoukou. Aquella noche, el público, silencioso y mayoritariamente masculino, se mostraba mucho menos alegre que los políticos. “¿Por qué querer cambiar nuestra isla?”, se pregunta una de las presentes, dubitativa.
De aquí a 2026, Astypalea debería dar la espalda al petróleo. Sustituirá sus 1.500 vehículos matriculados (scooters, motos, coches, etc.) por 1.000 vehículos eléctricos. Casi el 90% de las necesidades de la isla se cubrirán con electricidad verde producida localmente.
Acuerdo con el Gobierno de derechas
Para sustituir los generadores de gasóleo que abastecen a las viviendas, se construirán campos de paneles solares en las montañas estériles, así como “una sola turbina eólica”, promete el ayuntamiento. Muchos residentes locales se oponen a las turbinas eólicas; temen que altere el paisaje.
Se van a instalar unos 260 puntos de recarga eléctrica en las pocas carreteras que atraviesan las montañas y que unen los cinco pueblos principales de la isla y las calas aisladas. Este proyecto energético es fruto de un acuerdo entre el Ejecutivo de derechas de Nueva Democracia y Volkswagen, aprobada por el consejo municipal de Astypalea y firmado en noviembre.
“Ni Volkswagen ni el Gobierno dan cifras oficiales sobre los costes”, precisa el grupo alemán, cuando se le pregunta por un proyecto, que sin embargo de no dejan de vender como transparente. En junio, el primer ministro y el presidente del Consejo de Administración de Volkswagen invitaban a la prensa al anuncio elogioso del programa. Pero se instaba a los periodistas a no acudir a “perturbar” la reunión informativa de Xora, destinada a los vecinos, como recomendó por teléfono un responsable griego.
Dimitri Mantakas, un vecino presente en la reunión nocturna, se muestra escéptico. “¿Por qué el grupo Volkswagen, que está en el origen del escándalo del DieselgateDieselgate [en el que fue declarado culpable de haber alterado las mediciones de los niveles emisiones contaminantes de algunos de sus motores en 2015], está interesado en Astypalea?
“Nuestro grupo ha decidido una reorientación estratégica hacia la movilidad eléctrica sostenible”, se defiende Maik Stephan, jefe de desarrollo de Volkswagen. “Elegimos Astypalea porque ofrece la ventaja de ser una isla pequeña donde podemos cambiar todo el sistema de movilidad. También podremos ver cómo este proyecto transforma la comunidad”.
Un escaparate a tamaño real
Volkswagen pretende vender sus modelos ID.3 e ID.4 en la isla. El grupo ha donado seis vehículos eléctricos al Ayuntamiento. Para animar a los vecinos a comprar, está ofreciendo descuentos de varios miles de euros, combinados con ayudas gubernamentales, de modo que un coche eléctrico tendrá un precio final de unos 12.000 euros, cuando el precio de mercado es desde 33.000 euros.
El Gobierno también recompra coches usados. La oferta está reservada únicamente a los residentes griegos de Astypalea. Tendrán prohibido revender los vehículos en los primeros años, para evitar que salgan de la isla en la medida de lo posible. “Una medida difícil de controlar”, admite un responsable del proyecto.
Con comunicados de prensa, páginas web, operaciones de venta, etc., los habitantes de la pequeña Astypalea son bombardeados. A principios de octubre, durante tres días, se exhibían frente al mar los nuevos modelos de los coches eléctricos ID.3 e ID.4.
Los futbolistas alevines de la isla recibieron como regalo nuevas equipaciones deportivas. Jóvenes vendedores sonrientes repartieron gorras azules con el logotipo de la marca. Ofrecían excursiones en sus vehículos Volkswagen. El Ayuntamiento de Astypalea ha colgado en internet un vídeo promocional de la operación (bajo estas líneas).
Ilias Angelidis, propietario de una de las tres gasolineras y de una de las siete empresas de alquiler de coches de la isla, explica que no quiere “comprar un coche eléctrico en los próximos años”. “Está muy bien querer pasarse a la energía verde para la calefacción, etc., pero en cuanto a los vehículos, estoy esperando a ver”, confiesa este vecino. “Tenemos muchas carreteras en malas condiciones que no llevan a ninguna parte...”.
Para Marina Triantafyllou, una griega que visita regularmente la isla, los coches eléctricos “no son la prioridad”. Debemos centrarnos sobre todo en la organización del turismo para reducir las emisiones.
Como en muchas islas griegas, este sector se ha convertido en la principal fuente de ingresos. En 2019, “35.000 turistas llegaron a Astypalea, un 15% más que hace 15 años”, según cifras del Ayuntamiento.
En verano, las tabernas del pueblo están atestadas. Los dos taxis de la isla se ven desbordados al dispararse la demanda de transporte. El consumo de energía crece hasta las ocho toneladas de petróleo al día, frente a las 3,5 toneladas en invierno.
Además, “antes de los coches eléctricos, hay muchas otras cosas de las que ocuparse. Hay problemas de gestión de residuos, no tenemos agua potable, por ejemplo, y consumimos muchas botellas de plástico [un millón al año, según el ayuntamiento]”, explica Marina Triantafyllou.
La falta de consideración de las necesidades locales es un problema que también ha señalado la fuerza de oposición de izquierdas Syriza. “El componente principal del proyecto es la electromovilidad, pero sin evaluar las necesidades reales de los residentes o las empresas locales”, lamenta Sokratis Famellos, responsable de políticas energéticas del partido. “Su objetivo es realizar pruebas de conducción autónoma para el departamento de investigación y desarrollo de Volkswagen. Es un proyecto piloto”.
El programa ya está inspirando a otros competidores. En Chalki, a unos 200 kilómetros, el Gobierno y las empresas francesas Citroën y Vinci Energies firmaron este verano un acuerdo para desarrollar las energías renovables y desplegar herramientas como el 5G para los 300 habitantes.
“A los grandes grupos les resulta más fácil utilizar su influencia para convencer a los actores clave en zonas aisladas, como las islas pequeñas”, señala Kostis Grimanis, miembro de la ONG Greenpeace en Grecia. Para él, la excesiva mediatización de este tipo de operaciones, cuyos efectos son aún menos significativos, es una forma de que el Gobierno griego “desvíe la atención” de su propia política medioambiental.
“El Gobierno conservador comunica estos proyectos explicando que su objetivo es reducir el calentamiento global. Sin embargo, para eso, la prioridad es proteger la biodiversidad. Este Gobierno no lo está haciendo”, explica Grimanis. “Por ejemplo, en 2020 aprobó una ley que facilita las inversiones en áreas naturales protegidas. También va a colaborar con empresas petroleras para la extracción de combustibles fósiles en el mar Egeo”.
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Traducción: Mariola Moreno
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Cae la noche en la isla griega de Astypalea, aislada en el mar Egeo. Medio centenar de vecinos se daban cita en el puerto del pueblo de Xora a principios de octubre. Habían venido a escuchar los discursos de los representantes políticos de paso en esta pequeña isla de 1.300 almas.