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La BBC, cuestionada por el tratamiento de la información relativa al 'Brexit'
Paul Bennett es un “adicto a las cuestiones de actualidad”. Durante mucho tiempo, su primer reflejo matutino ha sido entrar en la web de BBC News, pero recientemente, este abogado de Bristol cambió completamente de hábitos. “Hace seis meses que ya no me conecto a la web (de BBC News)”, asegura este inglés de 39 años, que advierte no obstante que “no todo lo que hace la BBC es de mala calidad”. Pero este votante laborista, lector habitual de The Guardian y de los medios de comunicación de izquierdas Novara Media, cree que el grupo público conocido mundialmente ya no cumple con su contrato como antes: “La victoria del Brexit en las encuestas de junio de 2016 y la elección de Donald Trump ese mismo año dieron alas a los políticos de derechas y la BBC no ha logrado reequilibrar el debate”.
En Rutland, en el centro de Inglaterra, Rosemary Jameson dejó de leer los informativos de las 18:00 y de las 22:00 en BBC One. No porque esté menos interesada en los acontecimientos actuales. Esta mujer de 60 años, que dirige una pequeña empresa “en horas bajas por el Brexit", prefiere ir directamente a la fuente de la información: ve el programa BBC Parliament, que emite los debates de la Cámara de los Comunes, en lugar de los reportajes de periodistas de la cadena pública. Rosemary critica un tratamiento “selectivo” y “superficial” de la información relativa al Gobierno. “¡Y no me hables de 'Question Times'!”. Se supone que es un programa político emblemático de la BBC, pero el mes pasado, la presentadora, Fiona Bruce, se equivocó al elegir a una joven entre el público”, reprocha esta integrante del partido Green, formación ecologista británica.
En plena campaña electoral, la cuestión de si la BBC es digna de confianza es un tema candente. Esta semana, el grupo admitió haber cometido un “error” al publicar en sus periódicos un montaje de la intervención del primer ministro Boris Johnson en Question Time el viernes 22 de noviembre: de la emisión habían desaparecido las risas del público. La hilaridad de la audiencia del programa –retransmitido en directo desde Sheffield el día anterior– estuvo provocada por una pregunta hecha por un elector a Boris Johnson. Acababa de preguntarle al jefe de Gobierno -cuya carrera como periodista y luego como político se construyó en gran medida sobre una base de mentiras– cuál era “la importancia para alguien en su lugar de decir siempre la verdad”. Un vecino de Brighton, Nick Flaks, remarcó la diferencia entre el clip original y el clip emitido el día después del programa en la BBC. Su tuit fue compartido casi 13.000 veces y llevó al grupo de radiodifusión pública a dar explicaciones.
“Apoyo plenamente a la BBC y la idea de una radiodifusión de servicio público”, dijo Nick Flaks al diario The Guardian. Sin embargo, añade, "en los últimos años, creo que la BBC –en particular las noticias y el servicio político– ha sacrificado la precisión en el altar de la 'imparcialidad'. Es importante que el público sepa que una sala llena de gente se rio de nuestro primer ministro cuando la pregunta se refería a la verdad y la confianza”. La BBC argumentó que no había tiempo para justificar el segundo y medio de risas cortadas durante la edición. El jueves 28 de noviembre, la decisión de Channel Four de reemplazar a Boris Johnson por una escultura de hielo después de su negativa a participar en un debate sobre el clima también causó controversia. El Partido Conservador se quejó al regulador británico de los medios de comunicación, Ofcom.
La BBC, cuyos miembros del consejo de administración son designados por el Gobierno, nunca ha recibido un apoyo unánime. “En la década de 1970, con Margaret Thatcher, la BBC debió afrontar numerosos desafíos”, señala Tom Mills, autor de un libro publicado en 2016, The BBC: Myth of a Public Service. "Lo que es relativamente nuevo es que hoy se ataca al grupo desde la izquierda y el centro", añade el sociólogo. Andrew Adonis, exministro de Trabajo, ahora miembro de la Cámara de los Lores y activista antiBrexit, es uno de los críticos más feroces de la BBC.
Hace tres años, durante la campaña del referéndum sobre la Unión Europea, los periodistas de la BBC no denunciaron las mentiras esgrimidas por los partidarios del Brexit, entre ellos Boris Johnson como codirector de la campaña de los conservadores a favor del leave (abandonar la UE). Hoy, mientras se presenta a la reelección como jefe del país y sigue haciendo falsas promesas a sabiendas –como las 50.000 enfermeras adicionales que promete contratar, por ejemplo–, la Beeb sigue destacando por su falta de carácter.
El periodista Peter Oborne, exbrexiter que recopila las mentiras de Boris Johnson en un sitio web creado con unos amigos, denuncia enérgicamente la indulgencia culpable de la BBC para con el primer ministro. En un artículo publicado en The Guardian el 18 de noviembre, el editorialista señalaba que “recientemente, el muy experimentado Andrew Marr [presentador de un programa político de la BBC] no contradijo a Johnson cuando éste dijo que los tories “no están de acuerdo con los otros partidos”. “¿Qué hay del gobierno de coalición formado con los liberales en 2010? ¿Y el acuerdo timorato alcanzado con los sindicalistas irlandeses a cambio de mil millones de libras hace dos años? Marr lo dejó pasar. Muchos otros periodistas hacen lo mismo”, escribió.
Los comentarios de Peter Oborne son muy similares a las críticas realizadas por Ofcom, el regulador de los medios de comunicación, en la BBC. En un informe publicado en octubre, Ofcom señala que siete de cada diez británicos consideran que la BBC es una fuente de información “fiable”, pero los usuarios de la BBC señalan la falta de profundidad de los análisis proporcionados por sus periodistas. Otra debilidad de la BBC es su falta de diversidad. “Algunos británicos consideran que la BBC representa una visión predominantemente blanca, de clase media y centrada en Londres”, observa Ofcom.
Y el caso Naga Munchetty –por una de las presentadoras de televisión de la BBC que estuvo en el centro de una controversia en septiembre– sin duda ha dañado aún más la imagen de la BBC entre las minorías étnicas británicas. En julio, por petición del copresentador de BBC Breakfast, la periodista británica de origen indio y mauriciana se pronunció en antena sobre los motivos de Donald Trump, que acababa de decirle a cuatro congresistas negros (entre ellos Alexandria Ocasio-Cortez) que “se fueran a casa”. Naga Munchetty explicó en antena: “Cada vez que alguien me decía, como mujer de color, que volviera al lugar de donde vengo, era por una actitud racista”. La periodista añadió: “No estoy acusando a nadie de nada, pero todos conocemos el significado de algunas de las frases”. Un telespectador se quejó de los dos presentadores, acusándolos de ir más allá de su papel de periodistas al comentar las razones que llevaron al presidente estadounidense a atacar a las cuatro congresistas.
A finales de septiembre, la BBC falló a favor del demandante contra Naga Munchetty, sin especificar que su colega también había sido objeto de la queja, pero que había sido exonerado por el servicio de la BBC responsable de estudiar las quejas de los oyentes y espectadores, según reveló The Guardian. Esta decisión, que fue considerada como una insinuación de legitimación de la opinión racista, causó una protesta en el mundo de los medios de comunicación y entre las filas del grupo de radiodifusión pública. El 30 de septiembre, bajo presión, el director general Tony Hall revisó la decisión de la BBC, afirmando que la BBC “no era imparcial” frente al racismo.
“Mucha gente poderosa quiere desmantelar la BBC”
A finales de 2019, la idea de que la BBC esté dirigida por un puñado de izquierdistas –un cliché mantenido durante varias décadas por la poderosa prensa británica de derechas y contradicho por la investigación académica– nunca ha parecido tan ajena a la realidad. En 2017, Sarah Sands, ex editora de The Sunday Telegraph y ex consultora de The Daily Mail, asumió la dirección del programa de radio matutino The Today, el buque insignia del grupo audiovisual. Hasta mediados de septiembre, John Humphrys, columnista de The Daily Mail, un tabloide de la extrema derecha, fue uno de los presentadores del programa. El periodista estrella de la BBC, que cobraba entre 600.000 y 649.999 libras esterlinas (entre 700.000 y más de 760.000 euros) en 2017, se ha distinguido regularmente en los últimos años por sus comentarios misóginos y transfóbicos, así como con preguntas xenófobas a algunos de los invitados de la mañana de la BBC. ¿Es esto una consecuencia de la derecha del programa Today Programme desde la victoria del Brexit? Entre el verano de 2017 y el verano de 2018, el programa matutino de Radio 4 perdió 800.000 oyentes semanales y gran parte de su prestigio. Richard Lanter, de 62 años, escucha ahora el programa Today Programe con “un oído distraído” porque el programa de noticias “le irrita cada vez más". Según este periodista londinense, “la identidad liberal de la BBC [en el sentido anglosajón de la palabra] se ha erosionado desde el Brexit, porque la BBC se sintió obligada a ajustarse a la opinión popular, bajo la influencia de la prensa de derechas".
En la actualidad, la capacidad de esta organización emblemática de la administración pública británica para aplicar sus propios valores –en particular la independencia, la imparcialidad y la honestidad– está siendo seriamente cuestionada, no sólo por categorías de personas con perfiles diversos y variados, sino también por sus propios periodistas. Sin embargo, ante estas críticas, la dirección de la BBC ha preferido hasta ahora hacer oídos sordos. Justin Lewis, profesor de la Universidad de Cardiff, ha participado en varios estudios sobre la cobertura de actos políticos por parte de la BBC. Una de ellas fue la cobertura de la campaña del referéndum de 2016. “Nuestro análisis ha mostrado que la cobertura de la BBC no fue equilibrada en términos partidistas. Fue un debate entre políticos de derechas", resume este experto en medios de comunicación. Señala que la BBC no había reaccionado a este estudio y que no prestaba mucha atención al trabajo académico al respecto. "Con demasiada frecuencia, cuando se hace una crítica a la BBC, no se tiene en cuenta el peso de la evidencia presentada, sino la influencia que tiene la persona que hace la crítica", dice el analista de medios. Antes de concluir: “Hay una cierta lógica en esto. Después de todo, hay mucha gente poderosa que quiere desmantelar la BBC”.
El Partido Conservador, que privatiza los servicios públicos desde los años ochenta, es en realidad un feroz oponente del grupo de radiodifusión pública, acusándolo de competencia desleal con los medios de comunicación privados. Congelación del canon de televisión, apoyo a la financiación del Servicio Mundial de la BBC y del canon de televisión para los mayores de 75 años: en los últimos nueve años, los conservadores han impuesto restricciones presupuestarias muy importantes a la BBC. Esta disminución de recursos ha llevado a la eliminación de puestos y de ciertas emisiones. La austeridad presupuestaria supone un reto para el grupo audiovisual británico, pero ahora está parcialmente eclipsada por una crisis interna sin precedentes que estalló en 2017 y que ha seguido aumentando desde entonces: la discriminación salarial a la que se enfrentan muchas mujeres empleadas por el grupo audiovisual público. En enero de 2018, Carrie Gracie, editora jefe en China de la BBC, dimitió con gran estruendo para protestar contra la “cultura de pago secreta e ilegal” de la televisión británica.
Tras un conflicto de un año que la sumió en la depresión, la experimentada periodista, que habla mandarín con fluidez, finalmente obtuvo una compensación de la BBC por la pérdida de un salario equivalente a 350.000 euros sufrida durante tres años como editora jefe, en comparación con el salario pagado a sus colegas varones que cubren Estados Unidos y Oriente Medio. La lucha de Carrie Gracie, que detalló en un libro publicado en septiembre, Equal, alentó a otras mujeres a exigir un salario igual al de sus colegas masculinos que realizan un trabajo comparable. A finales de octubre, el caso dio un giro judicial. La periodista Samira Ahmed, que presenta, entre otros, Newswatch, un programa sobre cobertura de noticias, testificó contra la BBC en un tribunal de Londres. Ella culpa a la dirección de pagarle casi siete veces menos que Jeremy Vine quien, durante cuatro años, estuvo a cargo de un programa de un formato similar a Newswatch y con una audiencia la mitad inferior.
Este juicio podría ser el comienzo de una larga serie de acciones legales de los periodistas de la BBC contra su gestión. Desde el punto de vista financiero, esto podría salirle muy caro al grupo audiovisual británico, que ha colocado a un puñado de periodistas –a gran mayoría hombres– en un pedestal y les ha pagado varios cientos de miles de libras esterlinas al año. Todavía no se ha dictado sentencia en el caso presentado por Samira Ahmed. La reputación del grupo, sin embargo, se ve aún más dañada por este asunto y por el trato humillante dado por la dirección a Carrie Gracie en 2018.
Durante su audiencia ante los diputados, la periodista llamó su atención sobre la urgente necesidad de que la BBC diga la verdad sobre la brecha salarial entre mujeres y hombres en el grupo: “Si no hacemos personalmente examen de conciencia [sobre la discriminación salarial], ¿cómo podemos imaginar que el público confíe en nosotros para cubrir cualquier otro tema de manera honesta?". Un año y medio después, y en vísperas de las elecciones parlamentarias que son clave para la historia del país, la cuestión sigue sin resolverse. __________Traducción: Mariola Moreno
Boris Johnson pierde si no golea
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