No era el discurso que tenía previsto pronunciar. Inicialmente, iba a hablar sobre todo de economía: puestos de trabajo creados (casi 500.000 en enero), infraestructuras e inversiones (1 billón de dólares ya aprobados por el Congreso), crecimiento (+5,7% en un año en 2021, el mayor aumento del PIB estadounidense en décadas).
También se suponía que iba a tratar de la pandemia, o más bien de la posibilidad de regresar a la normalidad con el tan esperado levantamiento de las restricciones y, en particular, de la tan discutida obligación de llevar mascarilla. Y resulta que, "hace seis días", Rusia invadió Ucrania y todo cambió.
El primer discurso de Joe Biden sobre el Estado de la Unión, este martes 1 de marzo, se abrió, por una vez, con la política exterior. Durante algo más de diez minutos, el presidente estadounidense habló –entre aplausos– de Ucrania, de los ucranianos, de su "pureza", de su "coraje" y, más ampliamente, de "la batalla de la democracia contra la autocracia".
Vladimir Putin "calculó mal", acusó Joe Biden, "se encontró con un muro de fuerza que nunca imaginó". "El hecho de que un dictador ruso haya invadido un país extranjero tiene un coste para todo el planeta", dijo.
Lo más interesante de este retrato del "tirano" fue lo que dijo Joe Biden sobre su propia estrategia en Europa. Una estrategia que, paradójicamente, consiste en una forma de "retirada", explica Benjamin Haddad, del Atlantic Council, un think tank estadounidense. Al contrario de lo que se escuchó en Francia sobre la supuesta posición de "ir a la guerra" de los estadounidenses, a quienes se acusó de "llevar a la histeria" a la opinión pública, Joe Biden "no quería esta guerra".
Contaba con una relación "estable" y "predecible" con Rusia para poder concentrarse en su "competidor más serio": China, continúa Haddad. A lo sumo, preveía, a su llegada a la Casa Blanca, un ligero endurecimiento de las relaciones con Vladimir Putin por la "injerencia" de éste en las elecciones estadounidenses, los "ciberataques" rusos o las reiteradas violaciones de los derechos humanos, como las del opositor Alexeï Navalny en primer lugar.
Así que, ante una guerra que no quería, Biden volvió a recurrir a los "aliados" europeos. El término "aliados" se utilizó diez veces en el discurso de Joe Biden del martes. Se hace eco del deseo de "reparar" las alianzas. Biden prometió al tomar posesión de su cargo que volvería a situar la "diplomacia" en el centro de su política exterior, especialmente en el marco de la Alianza Transatlántica. Para ello, se ha rodeado de algunos leales, "atlantistas" como Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, que son la antítesis de Donald Trump y su lema America First.
Por ello, el martes, ante el Congreso, Biden trató de hacer promesas a sus aliados. Aunque reiteró su negativa a enviar tropas terrestres a Ucrania, se comprometió a proteger "cada centímetro" del territorio de la OTAN. También anunció más de mil millones de dólares en ayuda financiera para los ucranianos. También decidió, al igual que sus aliados, cerrar el espacio aéreo estadounidense a los aviones rusos. Al igual que ellos, quiere ir a por los "oligarcas". El Departamento de Justicia de Estados Unidos va a crear un grupo de trabajo dedicado a perseguir sus delitos.
La invasión de Ucrania quizás le permita retomar el camino antes de las elecciones de mitad de mandato previstas para el próximo mes de noviembre. Biden ha tenido problemas en las últimas semanas al otro lado del Atlántico, incapaz de conseguir que se aprueben las medidas federales de protección del derecho al voto o el plan de gasto social Build Back Better y parece estar en un punto bajo en las encuestas. Sólo el 43% de los estadounidenses aprueba sus acciones, según una estimación de Reuters/Ipsos realizada el 22 de febrero. La razón principal es la inflación récord (+7% en un año)
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A pesar de la polarización de la vida política estadounidense, Biden ha cosechado algunos apoyos en los últimos días. En cuanto a su gestión de la crisis ucraniana, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, por ejemplo, se congratuló de la "buena dirección" tomada por Biden en la cuestión del endurecimiento de las sanciones. También en la izquierda, entre el ala más progresista, ha habido recientemente un puñado de vítores. El senador Bernie Sanders, entre otros.
Este martes, en una asamblea con colores azules y amarillos, los de Ucrania, donde las mascarillas casi han desaparecido, donde la gente se abrazaba y se estrechaba la mano, Biden también trató de tranquilizar, de reconfortar a los estadounidenses. Él, Joe de Scranton, hijo de una modesta familia de un modesto pueblo de Pensilvania, se solidarizó con su dolor. Al mismo tiempo, Rusia anunció la toma de Jersón, la primera gran ciudad ucraniana que ha caído en manos del Kremlin.
Texto en francés:
No era el discurso que tenía previsto pronunciar. Inicialmente, iba a hablar sobre todo de economía: puestos de trabajo creados (casi 500.000 en enero), infraestructuras e inversiones (1 billón de dólares ya aprobados por el Congreso), crecimiento (+5,7% en un año en 2021, el mayor aumento del PIB estadounidense en décadas).