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El deshielo en Groenlandia desencadenará hambrunas en el Sahel
Emitir CO2 mata. Negar los gases de efecto invernadero hoy matará mañana a mucha más gente; personas que viven a miles de kilómetros del lugar de residencia donde usted reside, pero cuyas condiciones de vida se ven alteradas por su sistema de calefacción, por sus coches y camiones, sus fábricas y por el consumo de internet.
Se trata del mayor desafío de la era del cambio climático: romper la distancia entre nuestras acciones y su impacto en el resto del mundo. Entender que las perforaciones de hidrocarburo que se realizan hoy en el Pacífico o en el Mar del Norte, inexorablemente, provocan el deshielo polar, la subida del nivel del mar y la desaparición de lugares habitables.
Un grupo de investigadores acaba de establecer una relación directa de causalidad entre el deshielo del Polo Norte y el agravamiento de la sequía en el Sahel. Dicho artículo se ha publicado recientemente en una de las revistas científicas internacionales más influyentes, Proceedings of the National Academy of Science (PNAS). En él efectúan una demostración en varios puntos: El deshielo de los cascotes glaciales se acelera con el aumento de la temperatura media; ese proceso a estado líquido, el hielo hace que suba el nivel del mar, más sin duda de lo que se había calculado hasta la fecha. Según los escenarios más pesimistas, del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, relativos al aumento de la temperatura media –realistas, por desgracia, habida cuenta de la muy escasa y excesivamente lenta reducción de las emisiones de CO2: el mes de mayo de 2017 fue el segundo más cálido desde que existen datos–, el nivel de los océanos puede elevarse hasta tres metros de aquí a finales de siglo. Es decir, en 80 años, la esperanza de vida media de las personas sanas que viven países ricos como el nuestro.
El Sahel es una región especialmente vulnerable a las variaciones climáticas. En el siglo XX conoció graves episodios de sequía. Existen trabajos que prueban la enorme influencia del aumento del nivel de las aguas en las cosechas que se cultivan en el Oeste de África. ¿A qué es debido? Groenlandia se deshiela a más velocidad que el Antártico. La introducción de este agua dulce y fría en grandes cantidades en el Atlántico ralentiza la Corriente del Golfo, lo que enfría el hemisferio Norte hasta el Sáhara, según explica Dimitri Defrance, uno de los autores, en la página web del Instituto de Investigación para el Desarrollo. En el Sur, el Golfo de Guinea es más cálido. Esta diferencia de temperaturas crea una presión que impide que el monzón ascienda al Sahel.
El cambio que el aumento de nivel de los océanos provoca en el sistema climático también va reducir notablemente las precipitaciones en forma de lluvia sobre el Sahel, fenómeno que puede empezar a dejarse notar en 2030. Los habitantes del Sahel viven de la ganadería y de la agricultura, dos actividades muy dependientes de la lluvia. Si no llueve lo suficiente, la tierra se seca y, con esa sequía, la producción de los campos de sorgo y de mijo se hunde... dándose las condiciones para que se produzcan hambrunas.
¿Y qué pasará entonces? Según los autores del artículo, hasta 60 millones de personas pueden verse directamente afectadas por la ausencia de precipitaciones en el Sahel entre 2045 y 2060, una cifra equivalente a la población actual de Francia. Si el deshielo polar continúa, el nivel del mar sigue subiendo y la sequía va a más en esta región de África, casi 360 millones de personas pueden encontrarse que carecen del agua necesaria para sobrevivir.
¿Qué recursos se ofrecería a esos niños, a esas mujeres y a esos hombres? Para estos campesinos, se impondría la migración al haberse quedado sin los recursos y el tiempo necesario para adaptar sus técnicas agrícolas a las nuevas condiciones meteorológicas. Podrían tratar de encontrar refugio en las ciudades de la zona, y construirse alojamientos precarios en barrios marginales, pero las costas serían zonas peligrosas por el aumento del nivel de mares y océanos. Actualmente, la mayoría de las migraciones derivadas de desastres medioambientales se limita a las fronteras nacionales, pero si los flujos de desplazados aumentan mucho, estas personas pueden verse obligadas a marcharse más lejos y a unirse a la cohorte de migrantes que huyen, por todo el continente africano, de las guerras, de la violencia y de la miseria. Un destino que conduce a miles de personas a perecer ahogados en el Mediterráneo, en su intento por llegar a Europa.
El artículo de estos investigadores contiene información de gran valor. Y coincide en el tiempo con el anuncio de Estados Unidos de abandonar el Acuerdo de París sobre el Clima. Dicha decisión, una manifestación de nacionalismo, tendrá importantes efectos en el resto del mundo. Cuanto menos reduzcan los Estados sus emisiones de gas de efecto invernadero, más presentes estarán los fenómenos aquí descritos. Si Francia quiere aceptar el desafío de la acción contra el cambio climático, no bastará con inventar eslóganes que suenen bien (Make our planet great again) ni con crear sitios web para hacer que el país resulte más atractivo. Hacen falta políticas radicales y a largo plazo para ofrecer una respuesta a la altura de estos desafíos, dramáticos e inexorables.
Traducción: Mariola Moreno
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