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El contrato, para Francia y Dassault Aviation, no puede ser más jugoso, ya que supera los 2.300 millones de euros. El Parlamento griego ha dado el visto bueno a la compra de 18 aviones de combate Rafale, de fabricación francesa. “Por primera vez, se vende nuestro avión de combate a un país europeo”, declaraba la ministra francesa de las Fuerzas Armadas, Florence Parly, presente en Atenas el pasado 25 de enero para firmar el contrato.
La transacción incluye “seis aviones nuevos suministrados por el fabricante francés Dassault y 12 aviones de segunda mano vendidos por el Ejército francés, por un importe de 1.920 millones de euros, más 400 millones en armamento, incluida toda una gama de misiles [MICA, SCALP, Exocet, Meteor]”, según fuentes del Ministerio griego de Defensa.
Las Fuerzas Aéreas griegas esperan una primera entrega de seis Rafale de segunda mano para finales de año. Para el Gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis, la inversión está destinada a hacer frente a Turquía. No en vano, en 2020 las tensiones se multiplicaban con este imponente vecino, ocho veces más poblado, en torno a los hidrocarburos descubiertos en el Mediterráneo oriental frente a la isla griega de Kastelorizo.
Durante el periodo estival, Turquía envió varias veces un buque de investigación sísmica a esta Zona Económica Exclusiva (ZEE) griega, no reconocida por Ankara. Alertada, Atenas denunció una violación de sus derechos de soberanía, apoyada, entre otros, por París. Los Rafale reforzarán la flota griega, que por el momento ya incluye unos 160 cazas F-16 estadounidenses, frente a los 220 F-16 del lado turco, según varios observadores de Defensa.
Este contrato refuerza también la cooperación militar greco-francesa frente a un adversario común, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. A través de la candente cuestión greco-turca, el presidente francés Emmanuel Macron también está ajustando cuentas con una Turquía rival en Libia y Siria. París y Atenas, por ejemplo, organizaron maniobras militares conjuntas junto a Italia y Chipre en el Mediterráneo oriental en el verano de 2020. Al mismo tiempo, la ministra francesa de las Fuerzas Armadas escribía en las redes sociales: “Nuestro mensaje es simple: prioridad al diálogo, a la cooperación y a la diplomacia para hacer del Mediterráneo oriental una zona de estabilidad y de respeto del derecho internacional”. París se felicita por esta venta de armas y la califica de “éxito para la industria aeronáutica francesa”.
Pero esta estrategia de armamento para mantener la paz y la construcción de una “zona de estabilidad”, como señaló Florence Parly, está siendo criticada por una parte de la oposición griega. La inversión se produce en un contexto de fragilidad económica debido al covid-19. Desde el 7 de noviembre, el confinamiento de los 10 millones de habitantes ha paralizado la actividad. Y aunque se han destinado 24.000 millones de euros de fondos nacionales y europeos en 2020 para apoyar la economía griega, el PIB se desplomó en el tercer trimestre, según los datos provisionales facilitados por la autoridad griega de estadística (Elstat).
“Un presupuesto criminal en plena pandemia”
Además, la compra de los Rafale es sólo una parte de las inversiones dedicadas al Ejército griego. Los presupuestos para 2021, que comprenden un crecimiento estimado del 4,8% para este año, aprobados el 15 de diciembre en el Parlamento (mayoría de derechas) autoriza un aumento del 63% del gasto militar. El Ejército recibe así 5.440 millones de euros, frente a los 3.350 millones de 2020, mientras que la partida destinada a Sanidad se reduce en torno a un 13%, hasta los 4.257 millones de euros, frente a los 4.829 millones de 2020. “La vacuna marcará el fin de la pandemia y el prefacio de la era postcovid, y los presupuestos se adaptan a estas condiciones”, justificó el primer ministro griego a mediados de diciembre.
“El año pasado se destinó a Sanidad una ayuda adicional excepcional de 786 millones de euros para el covid-19, por lo que el presupuesto inicial de Sanidad en 2020 fue inferior al de 2021”, defiende también el Ministerio de Sanidad, en una respuesta ofrecida por correo electrónico. Desde la oposición, Antonis Draganigos, portavoz del grupo extraparlamentario anticapitalista Antarsya, cree que el Gobierno da prioridad a la amenaza de seguridad sobre la amenaza sanitaria. “Es un presupuesto criminal, en plena pandemia, cuando hay carencias en los hospitales, cuando falta personal sanitario”, denuncia.
El presupuesto de Defensa para 2021 permitirá la “necesaria” modernización del arsenal, según el departamento correspondiente, con el proyecto de adquisición de cuatro nuevas fragatas multifuncionales, la renovación de antiguas fragatas o de aviones F-16, y la contratación de unos 1.800 militares (15.000 en total en cinco años), según el deseo del Gobierno. El Ejecutivo espera invertir 10.000 millones de euros en diez años en el Ejército. “Volvemos así a los niveles de gasto que teníamos antes de 2009, antes de la crisis de la deuda”, señalan satisfechos desde el Ministerio de Defensa.
Durante las medidas de austeridad impuestas por los acreedores europeos a lo largo de la última década, Atenas ha seguido destinando a la defensa nacional alrededor del 2% de sus gastos, frente al 5% de antes de la crisis, siendo uno de los países de la UE y la OTAN con mayor presupuesto destinado a este sector.
Para los últimos gobiernos, este presupuesto es crucial, de nuevo por las tensiones históricas con Turquía. En la Grecia moderna, nacida en el siglo XIX de la lucha contra el Imperio Otomano, la política actual de Ankara, considerada expansionista, se hace eco de los conflictos del pasado. Grecia se defiende de ello, pero un sentimiento de desconfianza hacia su vecino turco irriga a los partidos tanto de derecha como de izquierda. Las recientes acciones de Ankara en el Mediterráneo Oriental no han hecho más que alimentar esta desconfianza.
“La opinión pública griega, ahora confinada, no ha reaccionado realmente a este gasto faraónico en armamento. El problema viene también de la oposición de izquierdas griega, que no ha adoptado una posición radical, sino que se ha mantenido muy moderada en el tema”, afirma la política Filippa Chatzistavrou, de la Universidad de Atenas.
El 15 de diciembre, en el Parlamento, sólo el Partido Comunista de KKE rechazó la duplicación del presupuesto de efensa. La principal fuerza de oposición parlamentaria de izquierdas, el partido Syriza –en el poder de 2015 a 2019–, optó por la abstención.
“Syriza rechazó los presupuestos de 2021, pero se abstuvo de votar la partida de Defensa como un gesto simbólico”, según confirmó a Mediapart (socio editorial de infoLibre) Georgios Katrougalos, exministro de Asuntos Exteriores de Syriza (en 2019). Este sector se vio muy afectado durante los memorandos [de austeridad]. Queríamos apoyar un aumento de la financiación, pero que no pusiera en peligro las finanzas públicas ni las prioridades sociales. No es el caso de este presupuesto de inspiración neoliberal”.
¿Paracaidistas griegos en Mali?
“También criticamos con esta abstención la falta de estrategia de este Gobierno ante la amenaza turca”, añadió el exministro. El partido Syriza, que de hecho es partidario de reforzar la flota griega, había iniciado durante su mandato negociaciones con el constructor naval francés Naval Group para la adquisición de cuatro fragatas de defensa e intervención. “Estábamos cerca de un acuerdo. Pero el nuevo Gobierno ha suspendido las negociaciones para dar prioridad al gasto en aviació”, explicaba Georgios Katrougalos.
Según la prensa local, Grecia está cerca de llegar a un acuerdo con la estadounidense Lockheed Martin para la adquisición de este tipo de fragatas. “Francia sigue en la carrera. Atenas quiere que París siga siendo un socio militar importante”, afirma por su parte Vassilis Nedos, periodista especializado en temas de defensa del diario griego de centro derecha Kathimerini.
Esta cooperación militar franco-griega tiene, sin embargo, contrapartidas. Al involucrarse en la cuestión greco-turca, París también espera avanzar en la idea de una defensa europea fuerte, asegurando la autonomía estratégica frente a la OTAN. Una visión compartida por las autoridades griegas. Además, la cooperación militar va más allá de las fronteras europeas. Hace un año, durante una visita a Grecia, el ministro francés de las Fuerzas Armadas pidió a Atenas “que considerara el compromiso [...] de las fuerzas armadas griegas a nuestro lado, sobre el terreno, en África, para combatir la amenaza terrorista”.
En junio, el ministro de Defensa griego declaró en un comunicado que quería implicarse más en la región, “especialmente en las zonas de crisis, con el objetivo de apoyar los esfuerzos para restablecer la paz y la estabilidad”. En diciembre, varios medios de comunicación especializados en defensa, así como Le Canard enchaîné, mencionaron el envío de paracaidistas griegos a Malí en diciembre, como parte del grupo de fuerzas especiales europeas Takuba, adscrito a la operación Barkhane y destinado a acompañar a los soldados malienses frente a los yihadistas.
“Se están manteniendo conversaciones para determinar el perfil exacto de la participación [de Grecia] en Takuba. Seguirá siendo modesto, del orden de unas pocas decenas de personas (como máximo) para misiones de apoyo”, precisaba el centro de medios del Ministerio de las Fuerzas Armadas francesas a Mediapart. Un refuerzo modesto, sin duda, pero bastante raro para Grecia, que hasta ahora no se había implicado mucho en operaciones terrestres exteriores fuera de la UE.
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Traducción: Mariola Moreno
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