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Ecuador pasa la página de Rafael Correa

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Por más que Ecuador haya pasado la página de la Presidencia del carismático Rafael Correa, el país sigue dividido en dos entidades distintas y radicalmente opuestas. Lenín Moreno, el candidato de Rafael Correa, se impuso en las elecciones celebradas el pasado 2 de abril (con el 51,16% de los votos). La victoria fue muy ajustada: sólo le sacó 200.000 votos al candidato liberal, Guillermo Lasso, quien reclamó un recuento. “No podemos aceptar un resultado repleto de irregularidades”, decía Guillermo Lasso el 3 de abril tras denunciar lo que calificaba de “Gobierno ilegítimo”. Por su parte, fiel a la imagen que quiso dar durante la campaña, Lenín Moreno insistía en su intención de convertirse en “el presidente de todos los ecuatorianos”. “Dije que venía con la mano tendida y mi mano sigue tendida a todos aquéllos que quieran resolver los grandes problemas nacionales”, declaró.

Insuficiente para calmar a Guillermo Lasso, que se ha quedado solo en su cruzada: numerosos Estados no tardaron en reconocer la victoria de Lenín Moreno. Los observadores internacionales, incluidas las misiones de Unasur (la Unión de Naciones Sudamericanas) y de la OEA (Organización de Estados Americanos), destacaron la buena marcha de la segunda vuelta. Moreno, hasta ahora emisario de las Naciones Unidas sobre Discapacidad y Accesibilidad, es parapléjico y va en silla de ruedas, desde que recibió un disparo en la espalda en una agresión en 1998.

Y le corresponde a él, al que fuera vicepresidente de Correa, de 2007 a 2013, frenar el ascenso de la derecha en esta parte del continente americano. Desde noviembre de 2015, con elección de Mauricio Macri como presidente argentino, las izquierdas latinas encadenaban derrotas. El liberal Pedro Pablo Kuczynski dirige el destino de Perú desde junio de 2016; Michel Temer, el de Brasil tras la destitución de Dilma Roussef (agosto de 2016) y los opositores al chavismo vencieron en las legislativas en diciembre de 2015 en Venezuela, donde el presidente, Nicolás Maduro, no duda en tocar la fibra autoritaria para acallar las ambiciones de la oposición.

El símbolo de la victoria de Lenín Moreno es mayor por cuanto Guillermo Lasso parece ser una caricatura de la derecha suramericana. El hombre que esperaba crear un millón de empleos con la supresión de los “excesos” de Rafael Correa –como los numerosos impuestos– es el exdirector y principal accionista del Banco de Guayaquil. Fue brevemente superministro de Economía y de Energía (agosto-septiembre de 1999) con Jamil Mahuad. Una presidencia ésta que permanece tristemente en la memoria de sus compatriotas como la de la terrible crisis financiera que llevó a la dolarización de la moneda y que empujó a más de millón y medio de ecuatorianos a dejar el país. La investigación del diario argentino Página 12 también lastró su campaña. Una periodista demostró que Lasso está supuestamente relacionado con 49 empresas radicadas en paraísos fiscales, mientras que su fortuna pasó de ser de 1 millón a 31 millones de dólares, entre 1999 y 2000, gracias a la especulación durante la crisis.

Con la victoria de Lenín Moreno, se puede relativizar el ocaso de las izquierdas –tan diversas– en esta parte del continente. Relativizar, sí, pero “el caso ecuatoriano no invalida por sí solo la tendencia al cambio que debería proseguir este año con Chile”, apunta Olivier Dabène, presidente del Observatorio Político de América Latina y del Caribe (Opalc) y profesor de Ciencias Políticas, pese a todo prudente en cuanto a los resultados chilenos.

Sin embargo, el simbolismo de la victoria de Lenín Moreno a escala continental no significa que la “revolución ciudadana” y su política social perduren. Lenín Moreno, de 64 años, percibido como más moderado que su predecesor, ha dado algunos garantías. Su programa “toda una vida” apuesta por la distribución de ayudas sociales y el respeto de las políticas de Rafael Correa. Propone luchar contra la malnutrición, la violencia familiar, ayudar a las personas mayores con una pensión mensual y un seguro. Y precisa con datos para llegar a un sector más amplio de la población: la distribución gratuita de 150.000 casas, el aumento de la ayuda que reciben las familias más pobres de 50 a 150 dólares, la creación de una cuarentena de universidades (frente a las 33 actuales)... Sin embargo, muchos dudan de la continuidad del correísmo. El politólogo Franklin Ramírez, investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), cuya familia es cercana al Gobierno, hablaba en febrero de una candidatura que conduce a una descorreización de Ecuador. El investigador reprocha a Lenín Moreno que silencie los conceptos de “transformación social”, de “pueblo”, de “revolución” o de “bien vivir”.

Resulta difícil vaticinar cómo será el mandato de Lenín Moreno por todo lo que ha jugado a los equilibristas entre las llamadas al cambio y las llamadas a la herencia beneficiosa de Rafael Correa. Sea como fuere, el contexto económico podría imponer su propia agenda. Así lo cree Pablo Ospina, historiador en la Universidad Andina Simón Bolivar y próximo a una izquierda contraria a Correa: “Lo que ha permitido un cierto esfuerzo de redistribución ha sido la existencia de excedentes suficientes”, sobre todo por el crecimiento de las exportaciones de las materias primas. “Una vez que este boom se ha agotado, hemos empezado a ver las costuras del modelo: los gastos en salud y educación se mantienen como en 2012”. El historiador concluye, lapidario: “Mantener el modelo parece imposible”. Si con el Gobierno de Rafael Correa, en el poder desde 2007, numerosos ecuatorianos salieron de la pobreza, desde 2013 esta tendencia se ha detenido. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, INEC, el 36% de la población era pobre según su nivel de ingresos en 2009; ese porcentaje era del 22,49% en 2014 y del 23% en 2016. Para Pablo Ospina, es “probable que el Gobierno sea más pragmático, que venda los activos públicos del Gobierno de Correa y siga recortando el gasto social”.

¿Política de mano tendida?

Lenín Moreno hereda una economía en recesión (-1,7% de crecimiento en 2016). Las reformas futuras serán criticadas de inmediato por la derecha, como muestra la actitud de Guillermo Lasso, y por una izquierda crítica y que se encuentra expectante, de momento. Esta izquierda no digiere el abandono de ambiciones ecologistas con la apertura de nuevos frentes de extracción en Amazonia, en colaboración con China, no perdona el conservadurismo de Rafael Correa que se opuso, sin ir más lejos, a aprobar una legislación contra el aborto más laxa y se opone al autoritarismo de la “revolución ciudadana” que se manifiesta entre otros por el decreto 16, que criminaliza la contestación social.

Esta izquierda en que las organizaciones amerindias tienen un papel importante se recupera de la derrota en la primera vuelta del general Paco Moncayo (6,71% de los votos), moderado que apoyó a Guillermo Lasso en la segunda vuelta. “Las izquierdas ecuatorianas han apostado por un Gobierno más débil al que sería más fácil de arrancar concesiones en las luchas sociales futuras”, explica Pablo Ospina. Un juego peligroso que refuerza todavía la polarización, la división del país en dos entidades políticas diferentes.

En la campaña, Moreno, al que se presenta como afable, más conciliador que su sanguino predecesor en ocasiones, se ha mostrado abierto al diálogo, como repitió nuevamente el 5 de abril. En una carta dirigida a la militancia del 30 de marzo de 2016, se preguntaba: “¿Qué nos ha alejado de algunas organizaciones de mujeres? ¿Qué nos ha alejado del movimiento indígena [...] Un diálogo permanente, el ejercicio de escuchar y de comprender es fundamental para el refuerzo democrático de nuestro proyecto político”.

Lenín Moreno frente a su propio partido

De modo que Lenín Moreno se diferencia de Rafael Correa sobre todo en el estilo. Esta imagen se mantiene a conciencia. El futuro presidente destila las anécdotas que lo presentan como conciliador de los ecuatorianos. “Papá era de ideas socialistas y mamá de ideas liberales. A ellos les gustaba mucho leer; a papá, Lenin; y a mamá, Voltaire", le contaba a la agencia AFP, lo que explica su segundo nombre: Boltaire, mal escrito en el Registro Civil. Este hijo de profesor, diplomado en Administración Pública y que estudió medicina y psicología ha escrito varias obras sobre los beneficios de la risa: “Ser feliz es fácil y divertido”, “No enfermes, ríe”. Lo que confirma su personalidad afable y bromista.

Si Lenín Moreno cuenta realmente con gobernar de forma menos autoritaria, hablar con las oposiciones, tendrá que afrontar cambios también en su propio partido, el de la revolución ciudadana, Alianza País: “Estos cambios requieren una nueva configuración interna y que Lenín Moreno, como hizo el presidente Juan Manuel Santos con Álvaro Uribe en Colombia, tome cierta distancia con su mentor Rafael Correa”, explica Santiago Ortiz, profesor en el departamento de sociología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Esta emancipación no será fácil. Lenín Moreno se encuentra atado en corto por su futuro vicepresidente Jorge Glas, que goza de los favores de Rafael Correa. Jorge Glas, vicepresidente desde 2013, encarna la continuidad. “Está más vinculado a los grupos empresariales, mientras que Lenín Moreno tiene en su entorno grupos diversos donde dominan los intelectuales", opina Pablo Ospina. Para Pablo Ospina y Santiago Ortiz, la retirada del panorama político de Rafael Correa compromete el futuro de Alianza País, que podría ser el teatro de luchas intestinas. “Se trata de saber si una identidad nacional popular se ha constituido o si simplemente tenemos que tratar con un movimiento correísta, unido en torno a un líder", explica Santiago Ortiz.

Ahora no es el momento de evidenciar las discrepancias. El cuestionamiento del resultado electoral une a las fuerzas de la “revolución ciudadana”. “AP hace piña”, asegura una fuente próxima al Gobierno. Lo contrario de lo que quiere la oposición, que desea aprovechar el cambio de Presidencia para desestabilizar al Ejecutivo. _________

La Fiscalía de Ecuador solicita prisión preventiva contra Correa, que permanece exiliado en Bélgica

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Por más que Ecuador haya pasado la página de la Presidencia del carismático Rafael Correa, el país sigue dividido en dos entidades distintas y radicalmente opuestas. Lenín Moreno, el candidato de Rafael Correa, se impuso en las elecciones celebradas el pasado 2 de abril (con el 51,16% de los votos). La victoria fue muy ajustada: sólo le sacó 200.000 votos al candidato liberal, Guillermo Lasso, quien reclamó un recuento. “No podemos aceptar un resultado repleto de irregularidades”, decía Guillermo Lasso el 3 de abril tras denunciar lo que calificaba de “Gobierno ilegítimo”. Por su parte, fiel a la imagen que quiso dar durante la campaña, Lenín Moreno insistía en su intención de convertirse en “el presidente de todos los ecuatorianos”. “Dije que venía con la mano tendida y mi mano sigue tendida a todos aquéllos que quieran resolver los grandes problemas nacionales”, declaró.

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