La elección de Bolsonaro en Brasil, "peor que el retorno a los años de plomo"

La especialista en historia contemporánea de Brasil, Maud Chirio se prepara para vivir este domingo 28 de octubre la victoria del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales. “Si lograse imponerse Fernando Haddad [el candidato del Partido de los Trabajadores, de Lula], algo que parece improbable pero todavía posible, temo que se dé un golpe de Estado, puesto que los votantes de Bolsonaro están llamados a echarse a las calles, lo que implica disturbios, violencia y probablemente una rápida intervención militar”.

Para esta historiadora, que dedicó su tesis a la dictadura militar brasileña (La Politique en uniforme: l'expérience brésilienne, 1960-1980, Presses universitaires de Rennes, 2016), lo que se avecina en Brasil es peor que el retorno a los años de plomo: supone sumir al país en una incógnita fascista. “Hace 30 años que Bolsonaro recibe el apoyo de lo que la dictadura militar ha conservado de disidencia interna fascista. [...] No se trata de una mera filiación con la dictadura militar; se trata de una filiación entre la ultraderecha fascistoide disidente en el interior del poder militar y la actualidad. Es mucho más radical que el poder militar de los años 1960-80”.

PREGUNTA: Brilhante Ustra, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y uno de sus torturadores más feroces, está a las puertas del poder de la cuarta democracia más grande del mundo, que también es una de las más jóvenes. ¿Cómo es posible que la memoria de la dictadura no sirva, 30 años después, de salvaguarda? ¿Acaso es porque Brasil nunca ha hecho frente a su pasado dictatorial?

RESPUESTA: La memoria de la dictadura brasileña no es, desgraciadamente, un recuerdo negativo y, por lo tanto, no es una salvaguarda contra alguien que comienza a exaltar una imagen completamente reconstruida de ella, en el contexto del ascenso al poder de un movimiento fascista. No es casual que la extrema derecha militar sea tan fuerte en estos momentos. La dictadura militar brasileña no ha sido objeto de ningún trabajo de memoria real porque la transición de la dictadura a la democracia la negociaron y controlaron los militares.

Los militares se protegieron de los procesos judiciales con una amnistía otorgada en 1979 y nunca cuestionada. Se trata del único país de Suramérica que nunca ha cuestionado su ley de amnistía. Los militares también vetaron la consulta de sus archivos militares, todavía inaccesibles para los investigadores, y la elaboración de un informe oficial que condena la violencia, las desapariciones, las violaciones del Estado de derecho y los derechos humanos.

Los únicos mecanismos de justicia transicional desde el fin de la dictadura han sido una comisión sobre los muertos y desaparecidos en 1995, que permitió compensar a las familias de los desaparecidos, y una comisión de amnistía para que los que habían sufrido en su vida, en sus carnes y en sus carreras pudieran ser recompensados. Se aprobaron indemnizaciones sólo para las víctimas. No existe un relato colectivo de designación de culpables.

Entre 2012 y 2014, la Comisión Nacional de la Verdad, por iniciativa de Dilma Rousseff, entonces presidenta del país y víctima de la tortura, fue una excepción. No permitió juzgar a los culpables, pero por primera vez derivó en un discurso de condena por parte del Estado, aunque muy tarde, casi 30 años después. Esta comisión fue muy mal recibida por la extrema derecha militar, que siempre ha mantenido un poder interno y ha impuesto un veto absoluto al hecho de que el poder tenga un recuerdo negativo de la dictadura militar.

P: La dictadura militar brasileña a menudo se relativiza con la argumentación de que fue menos brutal y sangrienta que la de Argentina o Chile. ¿Es ésta una lectura clave para entender que no exista este trabajo de memoria?

R: La dictadura brasileña fue menos mortal, exterminó menos a la oposición, pero fue una dictadura matriz de las dictaduras vecinas y, como tal, no es una dictadura que se pueda relativizar. Fue una dictadura matriz porque a Brasil se importaron, como fuentes de un régimen, las teorías de contrainsurgencia, que consideraban que el mundo en general, y América Latina en particular, estaba en guerra contra el comunismo y que esta situación de guerra requería reformar el Estado y transformar a los Estados en Estados autoritarios, militares y represivos.

Esta importación de teorías, desarrolladas en esencia por ejércitos coloniales, franceses, ingleses y norteamericanos, en operaciones de guerra colonial, se convirtió en una manera de idear una guerra interna en Suramérica y derivó en Estados militaristas. Este concepto nació en Brasil en 1964 y fue imitado ampliamente en los países vecinos, Uruguay, Chile y Argentina.

P: “El error de la dictadura fue torturar sin matar”, repite Jair Bolsonaro, que promete, si resulta elegido, abusar del exterminio físico. ¿Por qué no se utilizó esta arma de destrucción entre 1964 y 1985 de forma generalizada?

R: Por varias razones. En primer lugar, por la cierta moderación en estos temas por parte de los más altos funcionarios, de los generales. En segundo lugar, por el hecho de que no hubiera 30.000 muertos, como en Argentina, con 30.000 familias de luto, lo que permitió que la lógica de la transición protegiera a los torturadores y verdugos, que lograron mantener su espacio de poder y control de la memoria. La moderación en temas de vida humana de la dictadura militar brasileña fue probablemente un factor que impidió la construcción franca de un discurso de condena por parte del Estado y una combatividad de las fuerzas de izquierda para resaltar esta memoria.

Por último, esta dictadura militar brasileña siempre ha sido internamente contestada por redes militares de extrema derecha, redes vinculadas al fundamentalismo, es decir, al fascismo brasileño, y que siempre han defendido, a lo largo de la dictadura, una represión más absoluta, un exterminio real de los opositores, un régimen francamente autoritario, sin ninguna salvaguarda heredada de la democracia. Es exactamente en estas redes, en estas líneas duras donde ve la luz Bolsonaro y su séquito militar.

Bolsonaro fue expulsado del Ejército en 1988. Como en ese momento era una figura importante de la juventud militar de la época porque había defendido la revalorización de los salarios militares, inmediatamente le apoyaron las fascistoides redes militares de la reserva de extrema derecha, lo que le permitió resultar elegido diputado por el Estado de Río y luego miembro federal. Hace 30 años que recibe el apoyo de lo que la dictadura militar ha mantenido de disidencia fascista interna.

También hay una vinculación desde ese punto de vista: debido a que la dictadura militar brasileña fue mucho más moderada que las de los países de su entorno, fue desafiada desde dentro por fuerzas extremadamente radicales, ahora a las puertas del poder. No se trata simplemente de filiación con la dictadura militar. Se trata de una filiación entre el fascistoide disidente de extrema derecha dentro del poder militar y la actualidad, lo que es mucho más radical que el poder militar de los años 1960-80.

Represión política

P: En un discurso particularmente violento y aplaudido pronunciado el domingo 21 de octubre en São Paulo, Jair Bolsonaro habló de una “limpieza profunda” y, en particular, de la exterminación de toda oposición. ¿Por qué la sociedad no se levanta ante semejante peligro fascista y un hombre así puede seguir siendo candidato a la presidencia?  discurso

R: El 50% de los brasileños están horrorizados por lo que está sucediendo en el país. Por desgracia, pronto pasará a ser el 45%, en lugar del 50%. Quienes se oponen a Bolsonaro son muy conscientes de su naturaleza autoritaria, represiva y dictatorial. Pero parte de la población se ha visto absorbida por el adoctrinamiento fascista. Estamos ante dos países que ya no se hablan entre sí. Entre el electorado de Bolsonaro, que votó por él en la primera vuelta, se encuentran los que votaron hastiados y quieren restaurar el orden, luchar contra la corrupción, pero también los que le apoyan en gran medida en su odio a las minorías, políticas, religiosas no cristianas, sexuales, raciales, etc.

Existe una verdadera adhesión al proyecto de exterminio de los “comunistas”, al discurso completamente asumido de Bolsonaro, que aboga, como el domingo 21 de octubre, por encarcelar, exiliar, desterrar o reprimir a la izquierda, “los rojos”. Gran parte de sus votantes conocen la referencia a Ustra, y saben que Ustra fue el responsable de uno de los sistemas militares más bárbaros, creado ad hoc por la dictadura en 1969 en el Estado de São Paulo, que hizo que los niños presenciaran los malos tratos que se infligía a sus padres o que se recurriera a animales salvajes para torturarlos.

Pero sus votantes consideran, debido al adoctrinamiento masivo que esta población ha experimentado mediante técnicas de manipulación de masas extremadamente poderosas en los últimos meses, que el enemigo de la nación es el comunista y que la única vez que alguien intentó realmente luchar contra el comunismo fue durante los años de represión de la dictadura militar. Y eso es lo que hay que volver a hacer, de manera más eficaz.

No se trata de la aquiescencia de unos pocos perdidos, sino de toda la estructura institucional, incluido el Tribunal Superior de Justicia, aunque no todos los jueces consideren que este período y la persona de Ustra deban ser reivindicados. En cualquier democracia actual, el hecho de que un candidato anuncie que va a encarcelar a su rival en las elecciones sería motivo de graves problemas con la justicia electoral, con la Justicia en general. Se apoya en la perspectiva de represión política y de una violencia social absolutamente sin precedentes en Brasil.

P: Por tanto es peor que el retorno a los llamados años de plomo...años de plomo

R: Sí, es peor que volver a los años de plomo. Bolsonaro quiere adoptar el modelo de la dictadura argentina, para llevar a cabo una “limpieza” mucho más definitiva que la dictadura brasileña. Y es un modelo argentino con una base social que no conocía la Argentina de los años de plomo: una multitud absolutamente motivada por la acción violenta y el hecho de que no sólo aceptaba un Estado represivo, sino que también tomaba la iniciativa de la violencia política.

Esto ya resulta evidente con el estallido de la violencia, desde la celebración de la primera vuelta, contra los considerados “desviados”, pertenecientes a minorías. En este sentido, es un modelo fascista de situación y proyecto político, ya que nos encontramos con una apología del exterminio de un enemigo interno y de la violencia política, apoyada no sólo por un Estado militarizado y represivo, sino también por una población totalmente adoctrinada.

P: La democracia brasileña sólo tiene unos 30 años. Más que un retroceso en las libertades, se avecina su hundimiento. ¿Es una víctima de su juventud?

R: La juventud es una fragilidad para los regímenes políticos. Las instituciones brasileñas son muy jóvenes. Esto tiene una consecuencia muy concreta: los miembros de estas instituciones son personas que han conocido la dictadura, o incluso comenzaron sus carreras durante la dictadura. Los jueces del Tribunal Supremo tenían 40 años en el momento de la transición democrática, por lo que se adaptaron a diferentes regímenes. Actualmente no existe un contrapoder que pueda impedir o incluso señalar lo que podría ser el estallido de la violencia después de su toma de posesión.

Nos autoengañamos al pensar que las transiciones democráticas de estos países del Cono Sur, porque llegaron en el momento del colapso del bloque oriental y del surgimiento del modelo dominante de democracias liberales, eran perennes. Es una ceguera histórica absoluta considerar que una vez que la democracia se ha asentado en algún lugar, no hay vuelta atrás. Miremos a Alemania. La República de Weimar se construyó por sí sola después de la Primera Guerra Mundial y 15 años más tarde se había convertido en uno de los peores y más inauditos regímenes fascistas de la historia.

P: Pese a todo, ¿no hay contrapoderes lo suficientemente fuertes para contrarrestar el peligro que se avecina?

R: Me temo que no. Los medios de comunicación que expresan su renuencia al ascenso de Bolsonaro son muy minoritarios entre los medios conservadores hegemónicos. Sólo un importante periódico conservador, Folha de Saô Paulo, empezaba hace poco a realizar trabajos periodísticos sobre la campaña de Bolsonaro. Los otros medios de comunicación o se adhieren o experimentan una mezcla de apoyo y amenazas, como Globo. Varios sectores de este importante grupo expresaron su malestar con Bolsonaro por medio de su trabajo periodístico y recibieron amenazas concretas del propio candidato que llegó a desplazarse hasta las instalaciones del medio de comunicación. ¡Mussolini se comportaba igual que Bolsonaro!

En cuanto al Poder Judicial, diverso desde el punto de vista de la profesionalidad y la filiación política de sus miembros, se encuentra bajo la supervisión de instancias superiores, que, una vez más, entre el miedo y la adhesión, se han puesto por delante con miras a un nuevo régimen. La mejor prueba la ha dado el propio hijo de Bolsonaro, miembro de su equipo de campaña y del Parlamento, que amenazó hace unos días a la Corte Suprema con eliminarla si obstruía la candidatura de su padre.

En cuanto al Parlamento, muy conservador, no se puede descartar que apoye las propuestas de Bolsonaro. No se trata de una institución respetada por Bolsonaro. Anunció que se apoyaría en un gobierno militarizado y nunca menciona a las mayorías que se formarán en el Congreso, requisito en cualquier sistema democrático. Habitualmente, esto es lo que se hace en el periodo entre dos vueltas electorales. El candidato favorito forma una coalición. Bolsonaro hace pensar que no gobernará con el Congreso.

P: Debido a la ausencia de un trabajo de memoria sobre la dictadura, el Ejército goza de importantes simpatías y no se le percibe como responsable de los crímenes. Bolsonaro, que ya cuenta con el general Mourão, anunció que su gobierno estaría compuesto en parte militares. En todo el país vemos, paralelamente a las elecciones presidenciales, que los candidatos que han servido en las Fuerzas Armadas resultan elegidos senadores, diputados y gobernadores. ¿Cómo explica esta militarización de la política?

R: Efectivamente, el auge del bolsonarismo va acompañado de una militarización. Se debe tanto al auge de la extrema derecha militar como al discurso que denuncia la corrupción generalizada y la necesidad, para combatirla, de sustituir a los políticos por personal militar, porque no serían corruptos como los civiles. La militarización va pareja a la extremaderechización de la sociedad. Lo vimos durante el régimen militar posterior al golpe de Estado. No se había producido fascistización de la sociedad antes del golpe de Estado. Fue tras el golpe de Estado cuando la clase política se militarizó.

Hoy asistimos a un cambio político que va a ir precedido de un ascenso en la opinión pública, también precedido de una militarización y de una extremaderechización, de ahí que muchos militares ocupen cargos electos. Con Bolsonaro, según ha anunciado, habrá un gobierno en gran parte militar, al menos en un tercio, la misma proporción que bajo la dictadura.

P: La probable llegada al poder de Jair Bolsonaro divide a las familias brasileñas por su homofobia, racismo y misoginia. ¿Cómo se vive esa situación en el país?

R: Es comparable al affaire Dreyfus. Es decir, personas que hasta entonces vivían juntas, compartían cierto consenso civil básico sobre la tolerancia a la diversidad, a la diferencia de derechos, dudan por el adoctrinamiento absolutamente fantástico y rápido de algunas de ellas.

Nos dividimos a la hora de votar, pero también en el día a día, a la hora de aceptar a un hijo homosexual, el matrimonio interracial en el seno de una familia, que tal persona lleve un arma. Se trata de cuestiones que no estaban mayoritariamente presentes en las familias brasileñas y que ahora, por el efecto Bolsonaro, está generando un sufrimiento absolutamente considerable en el plano personal más íntimo. _________________

Los beneficiados con la elección de Bolsonaro

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

La especialista en historia contemporánea de Brasil, Maud Chirio se prepara para vivir este domingo 28 de octubre la victoria del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales. “Si lograse imponerse Fernando Haddad [el candidato del Partido de los Trabajadores, de Lula], algo que parece improbable pero todavía posible, temo que se dé un golpe de Estado, puesto que los votantes de Bolsonaro están llamados a echarse a las calles, lo que implica disturbios, violencia y probablemente una rápida intervención militar”.

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