“Estáis esperando a que me mate”: víctimas de violencia machista desprotegidas tras denunciar en Francia

Manifestación contra la violencia machista a finales de 2021 en París (Francia)

Audrey Guiller y Nolwenn Weiler (Mediapart)

¿Sigue siendo la lucha contra la violencia de género la gran causa del mandato presidencial? La situación actual de las mujeres que piden protección plantea dudas. Es el caso de esta mujer de 20 años, que ha sufrido violencia en varias ocasiones. Primero, fue su cuñado quien la golpeó cuando intentaba proteger a su hermana. Después, su padre la tiró por las escaleras, molesto porque había interferido mientras él pegaba a su pareja. 

Sin un lugar donde alojarse, la joven llamó a principios de septiembre a una asociación que acoge a mujeres víctimas de violencia machista. Pidió que le asignaran un lugar seguro. 

Por teléfono le dijeron que, por desgracia, no podían hacer nada por ella. Una directiva gubernamental, emitida unos días antes del verano, pedía a los servicios 115 de los departamentos (SAMU social, teléfono de urgencia para personas sin techo, ndt) que redujeran el número de noches de hotel de urgencia concedidas a las personas sin hogar o a las mujeres víctimas de violencia machista. Es dar la puntilla a la flagrante escasez de plazas en los albergues de acogida. “La chica lloraba y se preguntaba qué iba a hacer", recuerda Valérie L., la trabajadora social que la atendió. “Añadió que iba a buscar entre sus contactos. No fue nada vehemente. Yo hubiera preferido que me echara la bronca". 

¿Hacia la obligación de denunciar?

En toda Francia, la situación se ha vuelto tensa durante el verano. “Los prefectos recibieron instrucciones muy claras para que redujeran el número de plazas, seleccionando las vulnerabilidades", explica Nathalie Latour, delegada general de la FAS (Federación de Actores de la Solidaridad). “Hemos tenido un verano catastrófico.” 

En Toulouse, la prefectura de Haute-Garonne puso fin al alojamiento en hotel de treinta y tres mujeres víctimas de violencia de género, sin ofrecerles ninguna otra solución. “Gracias a la movilización local, esas mujeres pudieron volver a ser acogidas", explica Françoise Brié, presidenta de la FNSF (Fédération nationale solidarité femmes). “Pero en otros departamentos se han dado situaciones complicadas. A veces las autoridades locales lo compensan". En algunos casos, las asociaciones se han organizado para sustituir al Estado y pagar las noches de hotel con sus propios fondos, financiados con donaciones privadas. 

“En nuestro departamento, la prefectura dijo a principios de julio que los 115 tendrían que retirar a setenta personas del régimen de alojamiento hotelero antes de que pudiéramos buscar un lugar seguro para las mujeres víctimas de violencia", informa Raphaël M., trabajador social. “Mientras tanto, que no se podía hacer nada”, dijeron. 

Mediapart ha tenido acceso a varias instrucciones prefectorales en las que se pide a las asociaciones a priorizar las acogidas y se especifica que serán controladas en este punto. En la mayoría de los casos, las mujeres víctimas de violencia figuran entre los grupos prioritarios, pero a veces existen condiciones restrictivas. En Essonne, por ejemplo, las mujeres deben presentar una denuncia si quieren permanecer en un centro de acogida más de dos semanas. Sobre el terreno, estas instrucciones "crean debates insostenibles", afirma Rebecca T., trabajadora social. “¿Merece más protección una mujer víctima de violencia que una madre y su bebé que salen de la maternidad y no tienen dónde ir?” 

Alojamientos de emergencia durante cinco años

Rebecca T. y sus colegas aseguran que este endurecimiento de las condiciones para las mujeres víctimas de violencia no es nada nuevo. "Desde enero, una víctima de violencia sólo puede ponerse bajo protección en el departamento donde vive", informa Valérie L., que tuvo que negar ayuda a una mujer que había abandonado la región parisina para refugiarse en casa de unos amigos. Los profesionales del 115 también se ven obligados a introducir cada vez más información sobre la situación personal de las mujeres. A veces también se les niega una noche de hotel alegando que tienen demasiados hijos. 

Además, "hace ya años que la falta de alojamiento alternativo ha atrapado a estas mujeres en albergues especializados. Así, algunos alojamientos de urgencia se convierten en alojamientos de media o incluso larga duración", lamentan los trabajadores sociales entrevistados. Algunas mujeres permanecen en hoteles de tres a cinco años. 

Sin embargo, las asociaciones no olvidan todo lo que el gobierno les ha prometido. En marzo, la Primera Ministra, Élisabeth Borne, anunció el despliegue de un plan interministerial de ayuda a las mujeres titulado “gran causa de los dos mandatos del Presidente de la República”. Pero las profesionales se sienten engañadas: "Cuatro años después del acuerdo sobre la violencia y sus anuncios estupendos, se niegan a que las mujeres se sientan seguras", dice enfadada Valérie L. “Durante la pandemia, el gobierno habló mucho sobre la violencia machista. El número de llamadas que recibimos de mujeres víctimas se duplicó entonces. Pero luego no se ha hecho nada al respecto".

El gendarme está indignado por no poder hacer nada.

Rebecca T., trabajadora social

Es cierto que, desde 2019,  ha aumentado el presupuesto del Estado para las mujeres víctimas. Pero si tenemos en cuenta el número de mujeres que reciben apoyo, "desde el acuerdo, el presupuesto del Estado por cada mujer víctima de violencia ha disminuido en más del 25%", señala Anne-Cécile Mailfert, presidenta de la Fundación de Mujeres, que acaba de publicar un estudio demoledor sobre el tema. 

¿Qué opina el Ministerio responsable de la igualdad entre mujeres y hombres? No han querido responder a nuestras preguntas. El gabinete del ministro de Vivienda, por su parte, recuerda que "nunca se ha reducido el número de plazas de alojamiento de emergencia desde 2017": "Hemos financiado 195.000 en 2022, luego 203.000 para 2023", señala. En la presentación del "pacto de solidaridad", el lunes 18 de septiembre, Elisabeth Borne anunció que no habría aumento en 2024. 

Consecuencias violentas para las mujeres

En contra de las claras directrices de los prefectos sobre la reducción del número de alojamientos de urgencia, el ministerio deja claro que simplemente prefiere las plazas estables a las noches de hotel. Los trabajadores sociales se ríen de mala gana: "En nuestro departamento, menos de cien mujeres víctimas disponen de una plaza en un albergue de emergencia, mientras doscientas siguen en lista de espera durmiendo en un hotel.” 

Sobre el terreno, el doble discurso del gobierno tiene consecuencias violentas para las mujeres víctimas. Desde hace diez días, Rebecca T. teme cada llamada telefónica: "¡Esperemos que no nos pida un piso de acogida!” Tener que decir que no a una mujer que pide ayuda le parte el alma.

Nos encontramos defendiendo el alojamiento en hoteles cuando ya hemos denunciado las malas condiciones de vida en ellos. Pero eso sigue siendo mejor que un feminicidio.

Raphaël M., trabajador social

Está el caso de una mujer extranjera casada desde hace un año con un francés que conoció en redes sociales: "Es una mujer culta, envió a su hijo adolescente a un colegio privado. Es consciente de la grave violencia psicológica que ese hombre ejerce sobre ella.” El día que le puso la mano encima por primera vez, la mujer presentó una denuncia y pidió que la pusieran bajo protección. “El gendarme estaba indignado porque no se podía hacer nada", continúa Rebecca T.. “La mujer estaba destrozada. El gendarme consiguió alejar al hombre unos días, pero después la mujer nos volvió a llamar aterrorizada. Bloqueó las puertas lo mejor que pudo. Ya no se atreve a dormir ni a ducharse". 

Los trabajadores sociales saben que si una mujer presenta una denuncia o se marcha por primera vez, la violencia suele intensificarse. "No responder a sus necesidades cuando acaba de plantar cara al agresor les pone en verdadero peligro", dice ofendida Léa G. 

Los profesionales entrevistados por Mediapart también tuvieron que admitir su impotencia ante el caso de una mujer, víctima de su pareja, a la que seguían desde hacía varios años: "Hace unas semanas, por fin decidió dejarle. Le ofrecimos lo que teníamos: un alojamiento inadecuado, demasiado lejos de su trabajo que no podía dejar. Ella se negó. Le pedimos que esperara. Durmió unas cuantas noches a la intemperie.”  

Hace diez días, la mujer intentó suicidarse por su situación. "Y seguimos sin poder hacer nada por ella. Su asistente social incluso nos ha pedido que le paguemos un camping", dice Raphaël M. "Es terrible", continúa Rebecca T. "Nos encontramos funcionando como una máquina y sólo podemos decir: 'No podemos hacer nada por ti'". Otra dice que ya no puede hacer su trabajo de escuchar, sabiendo que no puede ofrecer nada. 

Raphaël M. describe el caso de otra mujer que, al no haber habitación de hotel para ella, tuvo que dejar a su violento compañero y volver con su madre, también violenta. Ante la negativa de ayuda institucional, la mujer se ha vuelto taciturna. “Sabemos muy bien que esta situación nos impedirá trabajar con determinadas mujeres", lamenta. “Corremos el riesgo de que luego sea demasiado tarde". Este profesional se muestra descorazonado: "Nos encontramos defendiendo el alojamiento en hoteles cuando ya hemos denunciado las malas condiciones de vida en ellos. Pero sigue siendo mejor que un feminicidio". 

El 19 de septiembre, a este equipo de trabajadores sociales se le concedió de nuevo, por arte de magia, la acogida de tres mujeres. “El 115 nos dijo que habíamos vuelto a caer por debajo del umbral autorizado mucho más rápido de lo esperado", explica Valérie L. “Pero, ¿cómo? No entendemos nada. ¿Y si nos pasamos otra vez? ¿Vamos a seguir trabajando con esta espada de Damocles sobre nuestras cabezas? 

Para Nathalie Latour, de la FAS, esa falta de visibilidad, de orientación clara y de estabilidad está creando un "momento grave": "Estamos notando que las personas con las que trabajamos se están volviendo mucho más vulnerables, y que las asociaciones que trabajan con ellas están agotadas". En un contexto de crisis de alojamiento y de inflación, el Gobierno no puede tomar esas decisiones vagas y cortoplacistas. Es muy preocupante para el futuro del trabajo social". Valérie L. no puede quitarse de la cabeza la reacción de la última mujer a la que tuvo que negar la protección: "¿Así que lo que estoy pasando no es lo bastante grave? De hecho, estáis esperando a que me maten".

  

Caja negra

Los nombres de las trabajadoras sociales han sido modificados a petición propia.

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Traducción de Miguel López

 

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