Escapar con lo puesto del sur de Líbano por las bombas de Israel: “No tenemos adónde ir”

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Leila Aad (Mediapart)

Beirut (Líbano) —

Se suponía que Sarah iba a empezar las clases esta semana. Pero el martes 24 de septiembre, esta joven libanesa de 16 años entró como desplazada en un aula del instituto técnico Dekwaneh de Beirut, junto con con doce miembros de su familia.

La distribución es espartana: han sido apartadas las sillas de los alumnos para poder colocar colchones en el suelo. Una de las abuelas, enferma, duerme al fondo de la habitación, mientras que en el centro, el primo de Sarah, un niño con síndrome de Down, juega con un teléfono. “Lo siento por el nuevo curso escolar”, suspira Sarah.

Su familia ha huído despavorida de la zona sur de Beirut, que ha sufrido ya tres ataques israelíes en una semana. El lunes, un ataque contra Ali Karaki, uno de los principales líderes militares de Hezbolá, alcanzó el edificio contiguo al que vive su familia. “Nos fuimos inmediatamente”, cuenta Zaybab Abdel Rahim, tía de Sarah. “Ni siquiera tuvimos tiempo de hacer las maletas, teníamos mucha prisa. No tenemos adónde ir”, dice.

Cientos de personas se han refugiado en esta escuela del este de Beirut. El instituto Dekwaneh es uno más de las decenas de establecimientos abiertos por el gobierno libanés para acoger a los miles de desplazados por la gran ofensiva israelí lanzada el lunes en varias regiones del país. La campaña aérea, en la que han muerto más de 550 personas, entre ellas 50 niños y 94 mujeres, marca uno de los episodios más sangrientos para Líbano desde el final de la guerra civil (1975-1990). El ejército israelí afirma haber atacado más de 1.600 posiciones de Hezbolá, partido político que cuenta con una poderosa milicia aliada de Hamás, con la que Israel intercambia fuego transfronterizo desde el 8 de octubre de 2023.

Zena Abdel Rahim explica que a su hijo discapacitado le dan ataques de pánico por el ruido de los aviones israelíes y el incesante zumbido de los drones que sobrevuelan el sur de Beirut, una zona donde Hezbolá tiene mucha influencia. “Nos quedaremos aquí hasta que la situación se calme, pero estamos en un estado de incertidumbre total. Los vecinos nos han dicho que la situación no es segura por el momento”. Pocas horas después, los suburbios del sur volvieron a ser blanco de un ataque israelí que mató a más de seis personas y que esta vez iba dirigido contra Mohammed Kobeissi, comandante de Hezbolá, .

Noches de pesadilla

Israel ha intensificado masivamente sus ataques en Líbano desde la semana pasada, tras fijar como uno de sus nuevos “objetivos de guerra” el regreso de los residentes del norte del país, desplazados desde hace casi un año por el conflicto con Hezbolá. “Seguiremos golpeando a Hezbolá. Y digo al pueblo libanés: nuestra guerra no es contra vosotros, nuestra guerra es contra Hezbolá”, declaró Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, en un vídeo difundido el martes por su gabinete.

La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL), misión de mantenimiento de la paz, subrayó en un comunicado emitido el lunes, en un tono inusualmente crítico, su “grave preocupación por la seguridad de los civiles en el sur del Líbano”. Los ataques contra civiles “no sólo son violaciones del derecho internacional, sino que pueden constituir crímenes de guerra”, afirma el comunicado.

En el patio del instituto Dekwaneh, una madre y sus dos hijos se tranquilizan por fin tras una noche de pesadilla huyendo de la intensa lluvia de bombas sobre su pueblo, en el sur del país. La familia prefiere permanecer en el anonimato, pero dice hablar “en nombre de la gente del sur”. Tras casi diez horas de carretera (un viaje que normalmente dura dos, pero que se vio considerablemente afectado por los enormes atascos), la familia llegó por fin a la capital libanesa. “Ni siquiera sabemos si nuestros familiares están vivos, algunos se han quedado en el pueblo, pero la comunicación está completamente cortada”, dice la madre.

El Estado libanés, que está en bancarrota y se enfrenta a una grave crisis económica desde hace varios años, no aparece por ninguna parte. La madre dice que no ha recibido ayuda ni instrucciones del gobierno. “Nadie nos ha dicho nada, no sabemos qué vamos a hacer ahora”, suspira angustiada.

Indiferencia internacional

Igual que ellos, miles de desplazados del sur pasaron una noche de angustia mientras trataban de huir de los bombardeos israelíes. El lunes por la mañana, el ejército israelí advirtió a los libaneses que se alejaran de las zonas próximas a las infraestructuras del partido chií. La empresa libanesa de telecomunicaciones Ogero declaró que se habían detectado en la red más de 80.000 llamadas automáticas pidiendo a los residentes que evacuaran sus barrios.

Poco después, Israel lanzó su operación a gran escala en Líbano, bautizada como “Flechas del Norte”. A lo largo del día, Hezbolá anunció varios ataques, uno de ellos con misiles de largo alcance dirigido contra el centro de Israel, en particular la región entre Haifa y Tel Aviv. El ejército israelí afirma que la mayoría de los misiles fueron interceptados.

Mayya Yaghi, del sur del Líbano, pasó la noche en vela esperando noticias de su familia. Cuenta que su hermana estuvo bloqueada durante diez horas en la autopista que conduce al norte, en medio de un caos total, sin comida ni agua y con tres niños pequeños. Su primo, cuya mujer acababa de dar a luz, tuvo que huir a toda prisa, bajo las bombas, con el recién nacido aún en la incubadora. Todos siguen buscando un lugar donde vivir.

“El pueblo libanés, el pueblo israelí y los pueblos del mundo no pueden permitir que el Líbano se convierta en otra Gaza”, dijo enérgicamente el Secretario General de la ONU, António Guterres, ante la Asamblea General que se está celebrando en Nueva York. Pero en Líbano, poca gente confía aún en los esfuerzos diplomáticos occidentales.

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“Ha habido más de 500 muertos y varios miles de heridos. Con cualquier otro país, se habría producido una avalancha de solidaridad por parte de la comunidad internacional. Pero la región ha entrado en un ciclo de violencia tan bárbaro que los bombardeos israelíes en Líbano parecen como secundarios o como la secuencia lógica de los acontecimientos”, afirma Michel Helou, Secretario General del Bloque Nacional, partido político libanés. También cree que “esto demuestra la debilidad de la presión diplomática occidental, prácticamente ausente desde hace casi un año. Un silencio escandaloso, dada la escalada unilateral de Israel”.

 

Traducción de Miguel López

Se suponía que Sarah iba a empezar las clases esta semana. Pero el martes 24 de septiembre, esta joven libanesa de 16 años entró como desplazada en un aula del instituto técnico Dekwaneh de Beirut, junto con con doce miembros de su familia.

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