Más de ocho millones de hectáreas han ardido en Australia desde octubre, cuando comenzaba una temporada catastrófica de megaincendios que ha arrasado una superficie equivalente a Bélgica. Han fallecido 26 personas y hay decenas de miles de desplazados, pero la fauna del monte australiano es la más afectada: 1.000 millones de animales pueden haber perecido pasto de las llamas. Los medios de comunicación australianos publican escenas macabras de animales muertos atrapados en paisajes carbonizados. Y, mientras los voluntarios se turnan para rescatar a los koalas sedientos y heridos por el fuego, hay francotiradores que, desde helicópteros, abaten a miles de dromedarios para proteger los suministros de agua en el sur del país.
Ante esta catástrofe sin precedentes, el filósofo y economista australiano Clive Hamilton, autor de numerosas obras, culpa al escepticismo climático fanático del primer ministro australiano, Scott Morrison. Consternado por el terrible balance de víctimas mortales entre los animales salvajes del monte australiano, compara la tragedia con un “holocausto de animales”, en referencia a los antiguos sacrificios de animales en la hoguera. No hay intención alguna de polemizar con el paralelismo. Y todavía menos pretende relativizar el genocidio del pueblo judío. Ante el horror del ecocidio que tiene lugar en uno de los países más hostiles a las políticas climáticas, Hamilton busca desesperadamente palabras para describir la magnitud de la catástrofe en curso.
PREGUNTA: Hace tiempo que investiga el clima y el antropoceno y ha sido miembro de la Comisión Australiana del Cambio Climático, ¿cuál es su interpretación de los enormes incendios que están asolando Australia?
RESPUESTA: Hoy el aire no está limpio en Canberra [donde vive Clive Hamilton]. Hemos recibido decenas de miles de mascarillas para respirar. Nunca habíamos visto nada parecido; toda esa gente caminando por la calle con mascarillas. Aquí las casas no arden. En el resto del país hay personas mucho más afectadas que nosotros. Pero, en las últimas semanas, durante varios días, Canberra ha tenido los niveles más altos de contaminación del aire del mundo. Niveles peores que en Delhi o Pekín. Sobre la ciudad se cierne una especie de boina de humo gris creada por los incendios. En el momento en que hablamos, no es el peor día. Pero la cortina de humo es muy densa. Hay una montaña a kilómetro y medio de mi balcón y no puedo verla. El aire es completamente opaco.
A muchas personas les preocupan las consecuencias para la salud de esta contaminación del aire, especialmente para las personas con asma. Las instituciones (universidades, Galería Nacional) han tenido que cerrar y las competiciones deportivas nacionales han sido canceladas y reubicadas porque los atletas no pueden entrenar, es demasiado peligroso para la salud.
Canberra es probablemente la ciudad más limpia de Australia. Nuestra electricidad es 100% renovable. Y en estos momentos estamos muy afectados por los incendios. En cierto modo, me alegro de que estemos sufriendo esta contaminación porque ello crea una forma de solidaridad con las personas que se ven atrapadas en estos catastróficos incendios. Miles de casas han quedado destruidas, muchas personas han tenido experiencias aterradoras y han debido huir literalmente para salvar sus vidas. Comunidades enteras tuvieron que refugiarse en las playas, listas para sumergirse en el agua para escapar de las llamas. Hasta la fecha, 26 personas han muerto. Se trata de un desastre nacional. Y aún no ha terminado. El viernes [10 de enero] se espera que las temperaturas suban hasta los 40 grados centígrados o más en el este de Australia, con mucho viento, lo que reavivará los incendios.
P: En su opinión, ¿cuál es la magnitud de la catástrofe?
R: Enorme. El alcance de la destrucción va más allá de lo que hemos vivido hasta ahora. Los incendios en el este de Australia, es decir, en Nueva Gales del Sur y Victoria, afectaron a una superficie diez veces mayor que los megaincendios de California de 2018. Una superficie del tamaño de Bélgica ha quedado reducida a cenizas. Es monumental. Y aún no ha terminado. La peor temporada de incendios, entre finales de enero y marzo, todavía no ha empezado. La gente con la que hablo está enfadada, asustada y en estado de shock.
La reacción de nuestros líderes políticos es tremendamente mala. El primer ministro, Scott Morrison, estaba de vacaciones en Hawai durante lo peor de la crisis. Parece haber permanecido emocionalmente distante. Trató de evitar, e incluso negó, los vínculos entre el cambio climático provocado por el hombre y los incendios actuales. Morrison es un escéptico del clima, un cristiano pentecostal y exejecutivo de marketing. Esta combinación lo convierte en el peor perfil ejecutivo para este tipo de situaciones. El pentecostalismo es raro en la política australiana, donde el escepticismo sobre el clima está impulsado en gran medida por factores ideológicos: el odio a la ecología, la falta de voluntad de ceder a los ecologistas y el temor a los cambios en la economía y la sociedad que requiere la adaptación al cambio climático. La Iglesia pentecostal, contrariamente a lo que dice la encíclica papal Laudato Si, no tiene una doctrina para salvaguardar el planeta. Es una forma de fanatismo, completamente inmune a la existencia de pruebas sobre la realidad de la crisis climática.
P: ¿Cuál es la influencia del escepticismo climático en el mundo político de Australia?
R: En el seno del Partido Conservador, el escepticismo climático es la corriente principal. El escepticismo climático socava todos los intentos de política climática en Australia. Por eso Malcolm Turnbull, el anterior jefe del gobierno, perdió la dirección del partido. Los moderados del partido, que creen en lo que dicen los científicos del clima, no tienen espacio para hablar. Por eso la política australiana es tan mala y por eso nuestras emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo.
Pero también es muy importante recordar que Scott Morrison fue reelegido hace unos meses. Algo desconcertante. Porque el asunto del clima fue el tema dominante en la última campaña electoral. Pero no había suficiente gente para derrocar al Gobierno conservador en favor de una verdadera política climática. Así que Morrison y los escépticos del clima fueron reelegidos.
P: ¿Cómo lo explica?
R: La proporción de australianos realmente preocupados por el cambio climático está creciendo rápidamente, pero no lo suficiente como para marcar una diferencia electoral. Tal vez eso cambie después de estos incendios. Siempre he creído que la única manera de romper el muro de la negación era que los escépticos se enfrentaran a los desastres naturales debido al cambio climático. Pero me equivoqué. Las casas pueden quemarse, las familias pueden ser incineradas, siempre habrá gente entre los líderes políticos y los líderes de opinión que digan que no está relacionado con el clima. Es parte de su cultura, es lo que define quiénes son. Rechazar su escepticismo sobre el clima les obligaría a reinventar lo que son. Por eso es tan difícil para ellos hacerlo.
"La semana pasada había 49°C"
P: ¿Qué sabemos en este momento sobre la relación entre los megafuegos en Australia y el cambio climático?
R: Sabemos que las condiciones creadas por el calentamiento global están provocando más incendios y fuegos más intensos. Recientemente en Australia, ha habido una terrible sequía, que ha secado arbustos y bosques. También hemos tenido desde octubre algunas olas de calor muy inusuales. La ola de calor del verano comenzó en primavera. Se registraron temperaturas récord. En Canberra la semana pasada hubo 44°C. Inaudito. Al oeste de Sídney, en la ciudad de Penrith, la semana pasada había 49 grados centígrados. Tengo problemas para pronunciar la frase... ¡49 grados! Me quedo sin aliento. Todo lo que está sucediendo se corresponde con lo que los climatólogos han estado anunciado durante años. Hace diez años se publicó un informe sobre los vínculos entre el cambio climático y los incendios en el monte australiano. Todo lo que estaba previsto en ese informe está sucediendo.
P: La fauna silvestre parece diezmada: investigadores informan de cientos de millones de animales muertos, especies amenazadas de extinción. ¿Qué conclusiones podemos empezar a sacar?
R: ¿Es exagerado decir que se trata de un holocausto de animales? No creo que lo sea. Un respetado ecologista de la Universidad de Sídney estima que 1.000 millones de animales pueden haber muerto en los incendios en los últimos tres meses. Mil millones. Es un holocausto. Mil millones de animales quemados vivos en dos meses. Es difícil imaginar esa realidad.
Franjas enteras del país son ahora inhabitables. Los animales que han logrado sobrevivir están saliendo de sus madrigueras pero no encuentran nada para comer. Muchos más morirán. Los peores incendios se han producido en los mejores hábitats. Por eso los ecologistas están tan preocupados por el riesgo de extinción de algunas especies. Es desgarrador. Un grupo de rescate de animales está tratando de salvar a los koalas. Se están quedando sin espacio y han solicitado donaciones y han recaudado decenas de miles de dólares para construir jaulas. El impacto emocional para los australianos del sufrimiento de los animales en estos incendios es inmenso. Hay una enorme manifestación de compasión. Es un aspecto muy importante de estos acontecimientos. Supone un shock terrible... mucha gente está saliendo a las carreteras para tratar de salvar a los koalas. Algunos de los cadáveres todavía llevan a sus crías en los bolsillos del estómago.
P: ¿Cuál puede ser la reacción de la sociedad australiana en las próximas semanas y meses?
R: En 2019, hubo tres huelgas climáticas en las escuelas. Muchos jóvenes participaron en las marchas por el clima. No tengo ninguna duda de que lo que estamos experimentando tendrá un profundo efecto psicológico en los jóvenes. Estoy seguro de que habrá enormes manifestaciones de jóvenes, aún más indignados y enojados que el año pasado. Me preocupa bastante el impacto psicológico de los incendios en los niños pequeños, los afectados directamente, por supuesto, pero también los que en las ciudades ven estas imágenes, el aterrador poder destructivo de los incendios, los animales reducidos a cenizas, los humanos aterrorizados.
También estamos viendo la aparición de una nueva fuerza política: una coalición de 26 exlíderes voluntarios de la brigada de incendios que han pasado sus vidas combatiendo incendios forestales. En Australia se les considera héroes. Estos apreciados bomberos remitieron una carta al primer ministro en mayo del año pasado; solicitaban una entrevista para explicar la gravedad de la amenaza de los fuegos. No recibieron respuesta. Hoy están diciendo que está sucediendo exactamente lo que se temían. Quieren tener una cumbre nacional. Se trata de una intervención política extremadamente poderosa; son muy queridos, no tienen ninguna afiliación política y poseen experiencia reconocida en materia de incendios. El entorno político sobre el clima está cambiando muy rápidamente en Australia.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Más de ocho millones de hectáreas han ardido en Australia desde octubre, cuando comenzaba una temporada catastrófica de megaincendios que ha arrasado una superficie equivalente a Bélgica. Han fallecido 26 personas y hay decenas de miles de desplazados, pero la fauna del monte australiano es la más afectada: 1.000 millones de animales pueden haber perecido pasto de las llamas. Los medios de comunicación australianos publican escenas macabras de animales muertos atrapados en paisajes carbonizados. Y, mientras los voluntarios se turnan para rescatar a los koalas sedientos y heridos por el fuego, hay francotiradores que, desde helicópteros, abaten a miles de dromedarios para proteger los suministros de agua en el sur del país.