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Inmigración, racismo e islamofobia, las obsesiones del nuevo gobierno francés

Nejma Brahim y Marie Turcan (Mediapart)

“No digo que el racismo y la homofobia no existan. Pero es algo privativo de una ínfima minoría”. Para un secretario de Estado de Ciudadanía y Lucha contra la Discriminación, esta cita de 2013 es bastante embarazosa. Su autor, Othman Nasrou, acaba de incorporarse al nuevo Gobierno de Michel Barnier.

El anuncio del nuevo Ejecutivo el sábado no hizo más que confirmar lo que los principales afectados ya sabían: el primer ministro ha formado un Gobierno de derecha dura, al estilo Manif pour tous (colectivo de asociaciones homófobas y racistas, ndt) muchos de cuyos miembros se han distinguido en la represión de personas racializadas, musulmanas e inmigrantes.

“Con este nuevo gobierno, nos enfrentamos a una negación de la democracia que es continuación de lo que ya hemos vivido antes, como asociación y en general como mujeres musulmanas”, comunica a Mediapart la asociación feminista y antirracista Lallab, que defiende los derechos de las mujeres musulmanas. Para la organización, que desde hace ocho años “denuncia constantemente las maniobras políticas que permiten que la islamofobia, el racismo y el sexismo se expresen en todos los niveles de la institución”, la amenaza es ahora “inédita para los musulmanes y, en particular, para las mujeres musulmanas en Francia”.

Mathieu Pastor, miembro de la Marche des solidarités, califica de “catastrófica” la situación. “Vemos todo esto como un gran peligro. Hemos luchado contra la ley Darmanin, que ya marcaba el inicio de una asociación entre los macronistas y los fascistas de la Agrupación Nacional (RN), que votaron juntos a favor de esta ley. Hoy, el artífice del endurecimiento de una ley ya de por sí difícil de endurecer ha sido nombrado ministro del Interior.”

Instrumentación de la inmigración

Poco receptivo ya a la idea de acoger a inmigrantes y extranjeros –Barnier se había declarado partidario de una moratoria de la inmigración, como dijo en Le Figaro en 2021, lamentando entonces “la inmigración sufrida”–, el primer ministro ha optado por nombrar a varios ministros cuyas declaraciones sobre este tema han podido ser ofensivas, con razón. Como Bruno Retailleau, cuyo nombramiento como ministro del Interior suena simbólicamente como una recompensa para todos los propagadores de odio a los inmigrantes.

Nada más ser nombrado, en el traspaso de poderes de Gérald Darmanin del lunes, lanzó un discurso claramente autoritario : “Tengo tres prioridades: restablecer el orden, la segunda restablecer el orden, la tercera restablecer el orden” . A las ocho de la tarde, en la cadena TF1, añadió: “Dentro de unos días voy a reunirme con los prefectos de los diez departamentos donde hay más desorden migratorio, para pedirles que deporten más y regularicen menos.”

Este personaje de Les Républicains no ha dudado en seguir los pasos de la RN desde hace años, adoptando por ejemplo la expresión “francés de papeles”, creando así una subcategoría de franceses en la que todas las personas de origen inmigrante, aunque hayan nacido en Francia, tendrían la nacionalidad francesa sólo para “beneficiarse” de los documentos de identidad y las prestaciones sociales.

El exlíder de Les Républicains en el Senado también se jactó de haber endurecido considerablemente el proyecto de ley sobre asilo e inmigración, presentado por el ex ministro del Interior Gérald Darmanin, durante el paso del texto por el Senado. En aquel momento, afirmó que “el texto de Gérald Darmanin ya no existía”, y que eso incluía el fin del derecho automático del ius soli, la pérdida de la nacionalidad para determinadas personas con doble nacionalidad y la supresión de la ayuda médica estatal.

Retailleau está también detrás de un proyecto de ley presentado en mayo de 2023, junto al proyecto de ley de inmigración, sobre “la soberanía francesa, la nacionalidad, la inmigración y el asilo”. El objetivo está claramente enunciado: “frenar la inmigración masiva”, defendiendo en particular la idea de cuotas migratorias anuales y la expulsión de toda persona que represente una “amenaza para el orden público” o que haya sido condenada. Y en materia de asilo, apoya la externalización de los procedimientos a terceros países fuera de la Unión Europea.

Para defender este proyecto de ley y marcar su desacuerdo con la ley Darmanin, el propio Othman Nasrou, nombrado secretario de Estado de Ciudadanía y Lucha contra la Discriminación, declaró en septiembre de 2023: “[Si queremos controlar los flujos migratorios], no creamos una nueva operación llamada, perdón, un nuevo permiso de residencia”, haciéndose eco de una teoría infundada de la extrema derecha, que sugiere que cuantas más personas acojamos, más exiliados se sentirán atraídos por Francia. 

Y añade: “Ya se están haciendo regularizaciones. Entonces, ¿qué sentido tiene el famoso artículo 3?  Con un mensaje que consiste en decir 'Ven a Francia clandestinamente y serás regularizado'´'”. Pero olvidó precisar que sólo una ínfima parte de los trabajadores sin papeles podrían verse afectados por esta controvertida medida: los que residen en Francia sin interrupción desde hace al menos tres años y trabajan desde hace al menos ocho meses en sectores con escasez de mano de obra. Por tanto, los recién llegados no habrían podido beneficiarse.

A propósito de los disturbios en los suburbios tras la muerte del joven Nahel, asesinado por un policía en Nanterre en junio de 2023, Bruno Retailleau declaró en France info: “Por supuesto, son franceses, pero son franceses por su identidad y, desgraciadamente, en las segundas y terceras generaciones hay una especie de regresión hacia los orígenes étnicos”, estableciendo un vínculo directo entre inmigración y disturbios urbanos. Como Maud Bregeon, la nueva portavoz del Gobierno, que afirmó entonces que existía “un vínculo entre inseguridad e inmigración”.

El domingo 22 de septiembre, la ex directora general de France Terre d'asile, Delphine Rouilleault, compartía su “preocupación” y señalaba las “numerosas declaraciones caricaturescas de Retailleau y Barnier sobre cuestiones migratorias”. “Nos gustaría que la inmigración dejara de utilizarse con fines políticos, pero no tiene buena pinta... Ante todo, existe el temor evidente de ver cómo vuelve al debate público el catálogo de horrores que el Senado (dirigido por Retailleau) introdujo en la ley de inmigración”, añadió.

Sigue la obsesión por el “islamo-izquierdismo”

“La ideología islamo-izquierdista está cada vez más desacomplejada”. Esas palabras fueron suscritas, en abril de 20024, por el nuevo ministro de Enseñanza Superior, Patrick Hetzel. Junto con Michèle Tabarot, este “conservador declarado"  presentó entonces una propuesta de resolución a favor de la creación de lo que llamaron una “comisión de investigación sobre la infiltración ideológica y los excesos islamo-izquierdistas en la enseñanza superior”.

El islamo-izquierdismo, neologismo mediático-político promovido en particular por el movimiento Printemps républicain, se presenta como una “dictadura ideológica que oculta sus objetivos políticos y sus misiones sociales tras el decolonialismo, el indigenismo y la cultura importada del wokismo”.

Los términos podrían extraerse del campo léxico establecido por Jean-Michel Blanquer, ministro de Educación, y Frédérique Vidal, ministra de Enseñanza Superior, durante sus mandatos (2017-2022). Esta última afirmó que había encargado una “investigación sobre el islamo-izquierdismo en la universidad”, aunque más tarde, en 2023, admitiría que en realidad no se había encargado tal trabajo. “El daño ya está hecho”, declaró entonces a Mediapart la profesora-investigadora Anne-Laure Amilhat Szary. “Los comunicados de Vidal y Blanquer han contribuido a legitimar este término, que hasta ahora estaba confinado a la extrema derecha”.

La presa ya se había roto con Bruno Retailleau, quien aseguró en 2022, por ejemplo, que ” la derecha debe liderar la batalla contra los que quieren deconstruir nuestra civilización: wokistas, islamo-izquierdistas, comunitaristas”. Othman Nasrou también está inmerso en este campo léxico, como en este artículo publicado en marzo de 2024 en la sección Club del medio Valeurs actuelles, en el que identifica un “wokismo” que está “sacudiendo las universidades francesas”. Un mes antes, afirmaba que en Francia está surgiendo un “peligro identitario”.

Controlar el cuerpo de las mujeres musulmanas

En noviembre de 2021, Michel Barnier se mostró partidario de prohibir el velo no sólo en las universidades, sino también “en el espacio público”, una medida querida por la Agrupación Nacional, que Marine Le Pen defendió hasta 2022, antes de moderar sus palabras entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales. “El velo es un signo de apartheid sexual”, asegura también Bruno Retailleau, que luchó para que la prohibición del velo en lugares públicos se incluyera en la “ley de separatismo” en 2021. “El velo islámico no es solo un trozo de tela. Ahora es la bandera de una ideología que rechaza la coeducación, la igualdad entre hombres y mujeres y el laicismo francés, cuyo espíritu es la discreción y la no ostentación”, escribe.

La prohibición de la abaya en las escuelas, medida clave introducida por Gabriel Attal a su llegada al Ministerio de Educación, también fue muy popular entre los miembros del nuevo gobierno de la época. La nueva ministra de Trabajo, Astrid Panosyan-Bouvet, denunció en agosto de 2023 el “símbolo de una prenda que cubre el cuerpo femenino en el Islam”. El nuevo ministro del Interior, fiel a su línea, pedía a Gabriel Attal que “fuera aún más lejos” en su represión.

El burkini y el hiyab tampoco se libran. El joven Jens Villumsen, jefe de gabinete de Othman Nasrou en la región de Île-de-France, ha publicado varios mensajes en Facebook contra los bañadores. Pero el consejero, que militó durante años en el sindicato de extrema derecha UNI, también se pronunció en 2016 contra el Hijab Day de Science Po, que consideró una “auténtica provocación e incitación al comunitarismo”.

“Sabemos que tendremos que seguir presionando y desarrollando nuestras acciones feministas y antirracistas para organizarnos colectivamente por una sociedad más justa para todos”, señala hoy Lallab. Los activistas de la Marcha de la Solidaridad, que organiza este fin de semana un encuentro “contra el fascismo” y “por la solidaridad antirracista”, subrayan la importancia de hacer converger las luchas y movilizarse.

“Vamos a luchar. Lo único que nos queda es la calle. Hay que crear la unidad contra el racismo, reivindicar la igualdad de derechos y la solidaridad con todos los inmigrantes”, afirma Mathieu Pastor, que lamenta la incapacidad de la izquierda para asumir esas cuestiones, y el impasse creado en la Asamblea Nacional, donde se agotan las estrategias de influencia frente a 143 diputados de extrema derecha.

El mensaje de Cimade a un gobierno “bajo la presión de la RN”

Contactada por Mediapart, Fanélie Carrey-Conte, secretaria general de Cimade (ONG de ayuda a inmigrantes y refugiados, ndt), expresó su preocupación: “Corremos el riesgo de que el futuro gobierno, ya bajo la presión de la RN, continúe o incluso empeore las políticas del gobierno anterior, teniendo en cuenta que con la ley de inmigración ya hemos cruzado muchas líneas rojas en cuanto al respeto de nuestros principios republicanos.

Y se corre el riesgo de que las mismas causas produzcan los mismos efectos: al pretender querer combatir a la extrema derecha adoptando las políticas que ella propugna, no hacemos más que fortalecerla.

Hoy queremos advertir solemnemente al nuevo ministro del Interior y al Gobierno: no arrastren al país a una nueva escalada represiva contra los inmigrantes, no aticen una vez más el odio y las divisiones en el seno de nuestra sociedad, de lo contrario las consecuencias serán muy graves, no sólo para los inmigrantes, sino para el conjunto de nuestra sociedad y para la preservación de nuestra democracia.”.

 

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El artículo se actualizó en la mañana del 24 de septiembre para añadir los comentarios de Bruno Retailleau sobre la inmigración, realizados la noche anterior a las 20:00 en TF1.

 

Traducción de Miguel López

“No digo que el racismo y la homofobia no existan. Pero es algo privativo de una ínfima minoría”. Para un secretario de Estado de Ciudadanía y Lucha contra la Discriminación, esta cita de 2013 es bastante embarazosa. Su autor, Othman Nasrou, acaba de incorporarse al nuevo Gobierno de Michel Barnier.

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