Irán aspira a controlar Irak mientras continúa el avance yihadista

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Estamos ante una de las derivadas de la invasión norteamericana de Irak en la que pocas veces se piensa, pero que va a adquirir todo el sentido en los próximos días. En 2003, cuando el Ejército de EEUU puso fin a más de dos décadas de gobierno de Sadam Hussein, liberó a Irán de un rival temible y le dejó vía libre para imponer toda su influencia en una zona del mundo en la que se ha convertido de facto, frente a Israel, en la única potencia regional, tanto en el plano económico, diplomático como militar.

Los iraníes, en aquel momento incluidos en el llamado “eje del mal” por los neoconservadores norteamericanos, no se atrevían todavía a alegrarse y se centraban en las negociaciones relativas al programa nuclear, estas bajo la batuta de... Hassan Rohani, actual presidente iraní, y en la época, negociador principal. Sin embargo, pese a la ocasión histórica de alcanzar un acuerdo, los norteamericanos, conforme dicta su ardor guerrero, dejaron escapar la oportunidad. Meses más tarde, las cosas cambiaron y Washington no quiso que la cuestión iraní se sumase al caos que la invasión norteamericana generó en Irak.

Ahora, 11 años más tarde, la irreversibilidad del caos que provocó la entrada de las tropas de Washington en Bagdad se hace patente en la desmembración del ejército iraquí. Del mismo modo, la influencia de Teherán en el régimen de Bagdad también es difícilmente reversible. Irán considera desde entonces Irak un lugar clave para su política de defensa y está dispuesto a hacer todo lo posible por preservar un régimen amigo, necesariamente chiíta y por lo tanto anti Estado Islámico en Irak y en Levante (EIIL), que considera a los chiítas como “herejes”.

El pasado sábado 14 de junio, mientras que los yihadistas del EILL –que el 29 de mayo ejecutaron en el norte de Siria a al menos 15 civiles, entre ellos seis niños, según la ONG Human Rights Watch– avanzan hacia Bagdad, unificando un territorio que se extiende desde Der-Ez-Zor en Siria hasta los pozos iraquíes de Biji especialmente lucrativos, Irán ya se ha posicionado. Ningún estado tiene tantos resortes en Irak como la República Islámica. Ningún país dispone de redes de inteligencia de Teherán a través de Irak.

“La semana pasada, Qassem Suleimani, el líder de los Guardianes de la Revolución [el ejército ideológico del régimen iraní] fue visto en Bagdad [desde el inicio de la guerra en Siria, pasa la mayoría de su tiempo en Damasco para apoyar a las tropas de ese país], donde se ha reunidos con varios líderes de las milicias chiíes proiraníes que se multiplican por todo Irak”, explica Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland y especialista en milicias chiíes. “Diferentes rumores hablaban del regreso de Suleimani para poner en marcha una estrategia de defensa de Bagdad y la posibilidad de lanzar varias contraofensivas desde ciudades como Samarra”. La presencia de Suleimani es uno de las cuestiones que ponen de manifiesto que los iraníes se temían la inminencia de una ofensiva espectacular que ningún de los demás actores implicados se vio venir.

Irán no tardó en reaccionar. Tal y como publicaba el Times el pasado viernes 13 de junio, Teherán ya ha desplegado en Bagdad tropas de élite y al menos 150 hombres de los servicios de inteligencia. “El interés fundamental de Irán en Irak es evitar que el régimen de Bagdad se convierta en una amenaza para la seguridad nacional de la República Islámica como ocurrió antaño, sobre todo durante la guerra Irán-Irak [1980-1988, que causó un millón de víctimas], en la que Irak se convirtió en esencia en el brazo armado de las petromonarquías del Golfo”, explica Clément Therme, investigador especialista política iraní. “En ese momento se creó el consejo de cooperación del Golfo, una organización destinada a luchar contra el Irán revolucionario de Jomeini. Teherán no quiere que una alianza semejante, respaldada por una alianza de este tipo, sostenido por wahhabitas, se reforme en su puerta”.

En este periodo, Occidente vende armas, al ver que podía convertirse en una salida para la industria militar-industrial y también por el debilitamiento de las dos potencias regionales rivales de Oriente Medio. Desde 2003, las cosas han cambiado. Irán ahora está solo frente a un Irak debilitado, a punto de divirse y minado por la política divisoria étnicoreligioso del primer ministro Al Maliki. “Del mismo modo, el interés de Irán es el de preservar el eje de resistencia hasta Líbano para evitar que la zona sea invadida por yihadistas, respaldados bajo mano por donantes de Arabia Saudí”, explica Clément Therme.

Frente a la espectacular ofensiva del EIIL, Irán está listo para respaldar cualquier contraofensiva. “El Ejército iraquí no es confesional, cuenta con una división suní, otra chií; así no funciona, incluso aunque Maliki haya situado a los chiíes en los puestos claves”, explica Pierre Razoux, director de investigación en el Instituto de Investigación estratégica de la Escuela Militar (Irsem). “Lo que necesita este ejército son estrategias y municiones, quizás, imágenes e informaciones, drones. Todo esto puede proporcionárselo Irán”.

Sin embargo, la solución en Teherán no pasa por enviar soldados de forma masiva. “Irán, con el oportunismo que le caracteriza, sabe jugar con la diplomacia para alcanzar sus fines”, juzga Clément Therme. “Sin embargo, no tiene fuerzas militares en los países vecinos. El problema de Irán es, como corresponde a su estatus de potencia chií, no aparecer como factor de división en el seno del islam. Se trata de una línea roja del Gobierno iraní y el sentido de la fatua del ayatolá Ali Sistani, que ha pedido a los musulmanes chiíes de zonas conquistadas por el EIIL que no resistan. La doctrina iraní es, sobre todo, defensiva pero su red de influencia es importante”.

Teherán dispone, además, de otras armas sobre el territorio iraquí para asegurar una posición defensiva que evita que sus intereses se vean amenazadas, empezando por las numerosas milicias chiíes iraquíes.

“Bagdad no es Trípoli, una ciudad en conexión directa con el desierto”

Su juramento de fidelidad sin embargo no es automático y la complejidad de la organización de estas milicias es solo comparable con la situación geopolítica en Oriente Medio en 2014. “Todo depende de qué milicias chiíes estemos hablando”, avisa Phillip Smyth. “En total, estos milicianos suman varias decenas de miles. Algunos están mezcladas con el Ejército oficial y las fuerzas de seguridad interior, otros acaban de ser reclutados, otros son veteranos que han vuelto a ser movilizados”.

“La mayoría de grupos próximos al Gobierno de Irán está alineada como norma general del lado de Al Maliki”, prosigue el investigador. “Varias de estas fuerzas han combatido en Siria, otras de más edad incluso se enfrentaron a las tropas norteamericanas en 2003. Líderes o grupos como Asa'ib Ahl al-Haq, el grupo Badr o mismo Kata'ib Sayyid al-Shuhada se presentaron en las listas de Maliki en las últimas elecciones (el escrutinio legislativo del 30 de abril de 2014). Asaib Ahl al-Haq incluso desplegó sus tropas en la calle al servicio de algunas iniciativas de Al Maliki. Las fuerzas del líder Moqtada al Sadr [ahora retirado] no mantenían las mejores relaciones con el Gobierno de Nouri Al Maliki”. Y concluye “Sin embargo desde que EILL se va acercando a las puertas de Bagdad, hay una presión por su parte para armarse y combatir a los yihadistas”.

Queda una cuestión sencilla: ¿El EILL puede tomar Bagdad? Hay pocas posibilidades, según Pierre Razoux: “Por lo que sabemos, al EIIL ya no le queda artillería pesado. Esto se parece más a la cabalgata fantástica de los libios a la reconquista de Trípoli que a una colonia blindada adueñándose de Bagdad. Sin embargo, Bagdad no es Trípoli, que está en conexión directa con el desierto. La capital está dividida en tres por el Tigris y el Eufrates, y es una enorme conurbación con barrios complicados, puentes y todas las obras defensivas que han dejado atrás las tropas norteamericanas. En el caso más favorable para ellos, los yihadistas pueden apoderarse de algunos barrios con ayuda de los insurgentes suníes de Bagdad. Pero me cuesta mucho imaginar que el ejército iraquí se erosione hasta el punto de perder la ciudad. Aún más por cuanto Maliki ha movilizado muchas tropas sobre el lugar, frente a los apenas varios miles de yihadistas, en el mejor de los casos”.

El apoyo suní al EIIL sin embargo no se da por hecho. El viernes, varios clérigos de Basr, la ciudad más grande del sur del país, anunciaron la creación de milicias para luchar contra los “extremistas”.

El desastre del ejército iraquí estos últimos días sin embargo ha dejado demasiada huella como para que EEUU haga saber que, inicialmente, “no excluían ninguna opción”. Si Wahington interviniese en los ataques aéreos, ¿cuál sería la posición iraní? “El 'modelo', pienso, es similar al de Afganistán cuando se produjo la intervención norteamericana de 2001”, afirma Clément Therme, “con un respaldo logístico en EEUU”. “A día de hoy, existe la alineación de intereses iraníes y occidentales e Irán pronto va a poner a Occidente frente a sus contradicciones; por un lado existe una alianza con las petromonarquías del Golfo y, eventualmente, un regreso masivo de los terroristas a Occidente, mientras que, por otro lado, existe una oposición en la política iraní contra Israel. En este asunto, Irán puede resultar un apoyo decisivo para Occidente, no veo cómo Occidente podría prescindir de él. Esta crisis ha invertido las cosas y, a día de hoy, Occidente necesita más a Irán que a la inversa”. Lo que denota, mientras que las negociaciones sobre el programa nuclear se retoman en la línea de concretar el acuerdo firmado en noviembre de 2013, una evolución importante de la relación de fuerza del lado de Teherán.

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Viernes 13 de junio, en Irak, el presidente norteamericano Barack Obana hizo saber de nuevo que su país no enviaría tropas terrestres, pero que estudiaba “otras opciones”. Entre ellas, el envío de drones para bombardear las columnas del EIIL. “Tendremos una visión mejor a finales de la semana próxima”, declaró entonces Obama, quien evocó un plazo de “varios días” para decidir cuál sería el apoyo norteamericano. El presidente aseguró en ese momento que “EEUU tomaría parte” solicitando a los países vecinos su participación en la contraofensiva.

No hay duda de que el “vecino” iraní habrá recibido el mensaje. Citado el viernes por la agencia Reuters –de forma anónima, lo que le resta credibilidad, dado los desacuerdos conocidos sobre el plan de la estrategia diplomática entre el Ministerio de Asuntos Extranjeros, la Presidencia iraní, los Guardias de la Revolución y el Guía supremo Ali Khameeir–, un oficial iraní supuestamente dijo: “Podemos trabajar con los norteamericanos para poner fin a la insurrección en Oriente Medio [...] Somos muy influyenes en Irak, en Siria y en muchos países”.

Traducción: Mariola Moreno

Estamos ante una de las derivadas de la invasión norteamericana de Irak en la que pocas veces se piensa, pero que va a adquirir todo el sentido en los próximos días. En 2003, cuando el Ejército de EEUU puso fin a más de dos décadas de gobierno de Sadam Hussein, liberó a Irán de un rival temible y le dejó vía libre para imponer toda su influencia en una zona del mundo en la que se ha convertido de facto, frente a Israel, en la única potencia regional, tanto en el plano económico, diplomático como militar.

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