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“Somos soldados del Estado Islámico y te ordenamos que pagues el zakatzakat [caridad obligatoria] por tu negocio de ovejas. No hables con nadie de este mensaje, nadie puede ayudarte contra nosotros”. Othman no va a olvidar este mensaje, descubierto un día de diciembre de 2020 en la puerta de su casa en Raqqa.
Un mensaje escrito en una hoja de papel con el sello de la organización terrorista, el mismo que utilizaron los hombres de Daech cuando controlaban la ciudad hace más de tres años. “Si no fuera por el sello en el papel, habría pensado que era una amenaza falsa, nada seria, pero ese sello me trajo los peores recuerdos”, cuenta este sirio de 50 años. “Durante el periodo de Daech en Raqqa, lo veíamos por todas partes. Lo utilizaban para informarnos de la muerte de un familiar en una de sus cárceles, o cuando íbamos a pagarles el zakat en sus oficinas para que nos dejaran en pazzakat”.
El zakat es el tercer pilar del islam. Esta “limosna legal” debe pagarla cada musulmán en función de su riqueza. Y en beneficio de la comunidad. Pero Daech, desde su creación, se ha apropiado de esta obligación religiosa para financiarse. El zakat se ha convertido hoy en día para la organización terrorista en un sistema de chantaje utilizado para gestionar sus células clandestinas, para comprar armas, pero también para obtener la liberación de sus miembros más importantes en las cárceles o campos del noreste de Siria.
Othman, residente en Raqqa, es uno de los muchos vendedores de ovejas de la ciudad. Padre de cuatro hijos, su negocio le permite reconstruir su casa, destruida por un ataque aéreo de la coalición internacional. Cuatro días después del primer mensaje, una noche, alguien volvió a llamar a su puerta antes de huir. En la entrada, otra hoja de papel, otro mensaje y una suma que debía pagar: 12 millones de libras sirias, el equivalente a unos 4.400 dólares (3.700 euros).
“Amenazaron con secuestrar a mi hija cuando fuese a la escuela. Sabían que se va todos los días a las 8 de la mañana con mi mujer”, recuerda este padre de familia, todavía muy afectado por este episodio. Y añade: “Comprendí que no tenía otra opción, tenía que pagar para proteger a mi familia de esta temible y despiadada organización”.
Tres días después, Othman recibió instrucciones de los hombres de Daech; debía llevar el dinero al mediodía a un punto de encuentro, a unos 30 kilómetros al este de Raqqa. “Me dijeron que viniera solo en mi coche. Puse el dinero en una bolsa de plástico negra y seguí sus instrucciones”, detalla.
En el punto de encuentro, al lado de la carretera, le esperaban dos hombres del Estado Islámico. Uno de ellos llevaba una pistola en el cinturón. Le indicaron que se detuviese. Al otro lado de la carretera, un tercer hombre vigilaba la zona. El padre entregó el dinero rápidamente y le ordenaron que se fuese a casa. “El hombre armado me dijo que no le contara a nadie lo que acababa de pasar, que tal vez volviera a ponerse en contacto conmigo más adelante”, rememora. Según hemos podido saber, vendedores de coches también son víctimas habituales de este tipo de estafa en Raqqa. Atemorizados por el Estado Islámico, dichos vendedores pagan con la esperanza de que la organización terrorista les deje vivir. Todos saben de lo que son capaces los hombres de Daech. Lo han sufrido durante cuatro años y lo están experimentando de nuevo hoy. La municipalidad de Raqqa, contactada para este reportaje, no respondió a nuestra petición de entrevista.
En la parte oriental de Siria, en la región de Deir ez-Zor, las células de la organización terrorista nunca han estado inactivas. Siempre han estado presentes, incluso después de la caída de Baghouz el 23 de marzo de 2019, que marca, para la coalición internacional, la derrota territorial del Estado Islámico.
En Deir ez-Zor, cerca de la frontera con Irak, las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe formada en 2015, nunca lograron recuperar totalmente el control. Y desde hace varios meses, los asesinatos y los ataques a los puestos de control han aumentado.
El 8 de febrero de 2021, hombres del Estado Islámico llevaron a cabo una expedición de castigo en una estación de autobuses de Al-Busirah, ciudad situada a lo largo del río Éufrates, de camino a la frontera iraquí. Ahmed estaba en la estación de autobuses ese día: “Eran alrededor de las 11 de la mañana cuando dos hombres armados llegaron en una moto, entre la gente que esperaba su autobús. Se bajaron de la moto, se acercaron a un civil y le dispararon delante de todos. Fue horrible”.
Esta ejecución tuvo lugar a sólo 200 metros de un puesto de control de las Fuerzas de Autodefensa, en pleno día. Con, como testigos, más de un centenar de civiles. Para Ahmed, esto no es sorprendente, lo sabe; estos hombres no temen a nadie. “Tras ejecutar a este hombre, empezaron a gritar en la estación de autobuses que eran del Estado Islámico y que lo mismo le esperaba a quien se opusiera a ellos. Incluso nos prohibieron ayudar a la víctima. Luego se fueron como llegaron, nadie se atrevió a intervenir. Créanme, estos dos hombres representan todo lo más monstruoso del ser humano”.
“Imposible eliminar sus células en esta zona”
Las Fuerzas Democráticas Sirias han establecido puestos de control en esta provincia de Deir ez-Zor, pero sólo en las ciudades. El largo camino hacia la frontera iraquí ya no es seguro, las FDS han abandonado sus posiciones ante los crecientes ataques del EI.
Ninguna zona de Siria bajo el control de las Fuerzas de Autodefensa se salva. El 24 de enero de 2021, dos mujeres fueron decapitadas cerca de Hassake, en la zona kurda, tras recibir amenazas de miembros del EI. Las dos víctimas eran miembros del ayuntamiento de la ciudad de Al-Shayer. Según los medios de comunicación locales, fueron secuestradas por un grupo de hombres fuertemente armados. Sus cuerpos fueron encontrados unas horas después en el arcén de la carretera.
En Siria, ¿la coalición internacional, dirigida por Washington, está perdiendo el control de las zonas liberadas del yugo del EI? Contactado por correo electrónico, la respuesta del CentCom, el mando central de Estados Unidos, fue inmediata. Como es lógico, confirmó que la organización terrorista “sigue siendo una amenaza y sus elementos siguen activos”. Y añadió: “Ya no operamos regularmente en la zona de Raqqa. Acompañamos y asesoramos a las Fuerzas Democráticas Sirias, nuestros socios [...]. La transición se hizo con nuestros socios para ayudarles y asesorarles en su lucha contra Daech. Y esto ha sido posible gracias a la creciente capacidad de las FDS para asumir esta responsabilidad”. Washington pasa así la pelota a las Fuerzas de Autodefensa de mayoría kurda, cuya posición es cada vez más contestada por la población de las zonas árabes que controlan.
En una entrevista concedida a un medio de comunicación kurdo en febrero pasado, Mazloum Abdi, comandante kurdo de las FDS, pidió a la coalición internacional “que continúe su compromiso en las zonas liberadas del Estado Islámico”. Para él, esto es lo que permitirá a las Fuerzas de Autodefensa “llevar a cabo una campaña más eficaz” contra la organización terrorista.
Según Matteo Puxton, autor de Historicoblog, que lleva a cabo una vigilancia del EI, desde principios de 2021 la organización ha reivindicado 16 ataques en Siria contra puestos de control de las FDS, pero también contra camiones del régimen de Damasco.
“No hay ningún resurgimiento del EI, siempre han estado ahí. En los últimos meses, han aumentado sus publicaciones en sus medios de comunicación y cada vez hay más contenido. Fotos, vídeos. El equipo de medios de comunicación en Raqqa, por ejemplo, es bastante eficaz. Difunden sus fotos muy rápidamente”. Todos los días escruta estas publicaciones, un buen indicador de su presencia. “Mi gran preocupación es el desierto sirio. Los grupos de la organización terrorista son muy numerosos allí, y van de un lado a otro. Atacan a los pastores pero también a las instalaciones petroleras del régimen de Damasco”.
Según nuestras informaciones, el EI también está atacando instalaciones petroleras situadas en Deir ez-Zor, en una zona controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias. La organización terrorista también ha establecido un sistema de chantaje, siempre según el mismo principio: si quieres trabajar con seguridad, tienes que pagar.
Youssef, sirio, es responsable de tres pozos petrolíferos en la región de Deir ez-Zor. Al no poder gestionar la extracción de petróleo por sí solas debido a la falta de recursos y de hombres, las FDS han confiado algunas instalaciones petrolíferas a empresarios locales. A cambio, Youssef debe pagar el 30% de sus beneficios a las autoridades locales. Pero también debe pagar dinero al EI.
“Regularmente, un número desconocido se pone en contacto conmigo por WhatsApp”, detalla Youssef. “Al otro lado de la línea, un hombre se presenta como miembro de Daech. Nos pide que paguemos el zakat por el petróleo que extraemoszakat. Cada empresario de la zona paga una media de entre 3.000 y 4.000 dólares, una o dos veces al año. La mayoría de las veces, el dinero se entrega cerca de los pozos de petróleo. Unos pistoleros enmascarados vienen a recoger el dinero. Me he dado cuenta de que siempre llevan una lista con los nombres de cada responsable como yo. Una vez que pagamos, tachan nuestro nombre en el papel”.
Youssef asegura que las FDS han sido advertidas, pero que nada ha cambiado. Así que continuará pagando este zakat exigido por los hombres de Daech “Para ser sincero, es imposible eliminar sus células aquí, en esta zona. Todos están enmascarados, nadie puede identificarlos. Están fuertemente armados y son poderosos, capaces de todo y lo sabemos”, confiesa Youssef, resignado.
En Raqqa, los habitantes temen el regreso del EI, de una organización terrorista aún más violenta. Cuando se pregunta a los que se quedaron bajo el mando de Daech qué harán y si volverán a quedarse, su respuesta es siempre la misma: ¡seguro que no!
Othman, el vendedor de ovejas, dice estar “cansado del caos que reina en este país desde hace demasiado tiempo”[...]. “¡Siento que nos rodea, que nos atrapa, que nos persigue aunque intentemos escapar de él!”.
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Traducción: Mariola Moreno
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