En el Bundestag, dirige al grupo Die Linke, la quinta fuerza política del hemiciclo alemán, por detrás de los liberales y la ultraderecha del AfD. Sahra Wagenknecht (1969), economista de formación y cara visible de las izquierdas contestatarias en Alemania, desvela en esta entrevista concedida a Mediapart [socio editorial de infoLibre], las características del movimiento que verá la luz en septiembre, a imagen y semejanza de Podemos o de Los Insumisos, en Francia, y asume sus desacuerdos estratégicos con una parte de Die Linke. “Los más pobres han dejado de votar a la izquierda porque la izquierda ha descuidado la importancia de la palabra y el diálogo con ellos”, lamenta Wagenknecht, quien toma distancias, a menos de un año de las elecciones europeas, con el movimiento de Yanis Varoufakis.
Pregunta: Quiere lanzar un gran movimiento de concentración política. ¿Supone el final de los proyectos de unión de las izquierdas con los socialdemócratas y los ecologistas?
Respuesta: Este proyecto de unidad de las izquierdas no es mayoritario a día de hoy. Al SPD [socialdemócratas] se le atribuye actualmente un 17% de intención de voto y, aunque todavía está en el Gobierno, puede conocer un ocaso rápido. Además, el SPD actual se ha alejado mucho de las posiciones tradicionales de la socialdemocracia; ha integrado tres “grandes coaliciones” con los conservadores de Merkel. Antes de esto, los socialdemócratas aplicaron reformas liberales de la Agenda 2010 de Gerhard Schröder, que representa lo contrario a políticas de igualdad y de protección sociales. Esto lleva a contar con una bolsa enorme de salarios bajos en Alemania, que simultáneamente provoca una enorme inseguridad social. Todo esto no tiene nada que ver con nuestro programa político. Por ello estamos trabajando en el lanzamiento de un gran movimiento popular, abierto a todas las buenas voluntades de izquierdas. Tiene que dar cabida a todos los que creen todavía en determinados elementos de una política socialdemócrata clásica.
P: ¿Un movimiento “nuevo” con un programa socialdemócrata “clásico”?
R: Con ello quiero decir que pretendemos promover los valores de un Estado más social, los salarios más elevados y más justos, una política extranjera europea autónoma, políticas de desarme, etc. No se trata, desde luego, de volver al programa socialdemócrata de los 70. El mundo ha evolucionado y hay que modernizarse. En las pensiones, por ejemplo, no se trata de remendar el viejo sistema, sino de crear un nuevo sistema donde todo el mundo cotice, desde el funcionario al autónomo y no sólo los asalariados, como sucede ahora.
Se trata de proponer un programa en que el Estado proteja a la gente de un capitalismo salvaje, de una globalización dirigida por las multinacionales y de una competencia agudizada por el dumping social. Queremos reconstruir un Estado que haga políticas activas para la mitad menos favorecida de la población y para los que han salido perdiendo con la situación actual.
P: ¿Cuáles serían las características de este movimiento?
R: Queremos crear un movimiento incluyente, abierto a todos con independencia de su filiación política o de su pertenencia a otro partido. Este movimiento debe presionar a los partidos existentes para que nuestras políticas sean defendidas por una mayoría. La transición del Partido de Izquierdas a Francia Insumisa es un poco nuestro modelo. Lo que ha conseguido Jean-Luc Mélenchon y sus amigos es impresionante. Nuestro partido siempre ha tenido puntos en común con los de FI. Pero FI consigue llegar a un electorado mucho mayor que el nuestro. Queremos hacer lo mismo. Por ello estamos en permanente contacto con ellos. Por supuesto, nos hemos informado sobre la formación del movimiento o sobre su estrategia mediática y digital.
P: ¿Qué le seduce en la forma del movimiento?
R: La gente ya no se siente representada por los partidos, que encuentran demasiado rígidos. Los jóvenes ya casi no se comprometen con un partido. Sin embargo, no es verdad que la política haya dejado de interesar. Creo que con un movimiento más débil, de fronteras menos definidas, será más fácil de llegar a la gente y contar con ellas.
P: ¿Quiénes son los fundadores de este movimiento, cuyo nombre todavía no se ha desvelado?
R: Evidentemente, no estoy sola, pero haremos públicos los nombres cuando hagamos la presentación oficial de nuestro movimiento. Dado que queremos un movimiento abierto a la sociedad, no contamos solo con personalidades políticas, sino también con escritores, artistas, gente del teatro, etc. También puedo decir que hay exlíderes muy conocidos del SPD.
P: ¿Cuándo será la presentación oficial?
R: En septiembre.
P: Este proyecto ha encontrado una resistencia importante en el seno de su partido, Die Linke, ¿por qué?
R: En todos los partidos políticos hay rivalidades, enfrentamientos y gente que tiene miedo a no ser el centro de atención. Los argumentos lanzados contra este proyecto son absurdos. Algunos dicen que esto va a dividir al partido. O que suponer fundar un partido rival. No es mi intención, en absoluto. En el equipo fundador también contamos con miembros del SPD. Y no tienen ninguna intención de crear un partido que rivalice con el SPD.
La principal alternativa que se ofrece es que todos los descontentos con la situación sólo tienen que unirse a Die Linke. ¡Magnífico! Pero no funciona. Hace años que esperamos que los electores desencantados con el SPD se unan a nuestras filas. Pero la realidad es que desde 1998 el SPD ha perdido más de 10 millones de electores y nosotros hemos ganado dos millones. Hay al menos ocho millones de electores que no se han acercado a nuestra formación.
P: ¿El miedo a crear un partido rival a Die Linke no está justificado?
R: No. Crear un partido no me parece una etapa obligatoria. El objetivo del movimiento es presionar a los partidos para obligarlos –al SPD el primero– a hacer políticas más sociales. Si se alcanza este objetivo, es necesario fundar una nueva estructura. Más todavía cuando el sistema electoral alemán permite abrir las listas a candidatos externos, sin militancia en un partido oficial. Di Linke o el SPD muy bien podrían acoger a candidatos venidos del nuevo movimiento.
P: El paisaje político federal está muy estructurado en Alemania. Ese es otro obstáculo.
R: Mire a Europa y verá que todos los sistemas políticos tradicionales están en pleno cambio. Se ve en Francia. Ya no queda mucho tampoco del sistema político italiano tradicional y la socialdemocracia neerlandesa está a punto de desaparecer, entre otras. Ahora Alemania se encuentra afectada y por ese motivo me parece posible fundar una fuerza así en Alemania.
“El nuevo gobierno de Merkel ya está agotado”
P: Desde 2005, con la aprobación de las medidas conocidas como Hartz IV y la proliferación de los empleos con salarios bajos, millones de alemanes se han hundido en la pobreza. Pero el electorado de los partidos de izquierdas está bajando, ¿por qué?
R: Se trata de un fenómeno que se da en toda Europa. Los más pobres ya no votan a la izquierda porque la izquierda, entendida en un sentido amplio, ha desatendido la palabra y el diálogo con ellos. Se ha desarrollado un concepto muy elitista de lo que puede ser la izquierda, centrada en asuntos sociales “a la moda”, como el matrimonio para personas del mismo sexo, que respaldo completamente. O en debates sobre la cría intensiva y los efectos destructores de la agricultura industrial sobre el medio ambiente.
Cuidado que no digo que se trata de asuntos menores, sino que los más pobres se preguntan cómo van a pagar el alquiler, cómo van a comer. No podemos ir a verlos diciéndoles que no deben comprarse esos huevos baratos porque proceden de gallinas criadas en jaulas. De modo que hay que recuperar la confianza y ofrecerles políticas de izquierdas seductoras.
P: También preconiza un cambio de discurso sobre la acogida de los migrantes, que ha chocado a una parte de la izquierda alemana.
R: En esta cuestión, la gran división entre el discurso de los partidos y las necesidades de la población es especialmente visible. La decisión de Merkel de acoger a un millón de personas ha llevado al aumento de los antagonismos sociales y al refuerzo de los conflictos políticos. Porque, al mismo tiempo, no se ha hecho mucho por impedir que los problemas que existían antes vayan a más. Y por supuesto son problemas que afectan, una vez más, a los más pobres.
Así, los refugiados, que también son pobres, buscan apartamentos sociales, en barrios modestos, incluso desfavorecidos. Sin embargo, en Alemania hay mucha necesidad de alojamiento social porque el Gobierno ha preferido las políticas de austeridad. La competencia en el alojamiento se refuerza con la llegada de refugiados. La situación también se ha degradado en numerosas escuelas que no están situadas en barrios bonitos y que ya tenían importantes problemas antes de 2015. Por último, en el caso de los salarios bajos, allí donde justamente se emplea gente poco cualificada, la competencia se ha hecho feroz. Hace poco hablaba con una alemana que trabaja en el ámbito de la limpieza industrial. Ha perdido su empleo porque su jefe quiere empleados peor pagados todavía y que no necesitan tener gran conocimiento de la lengua. Una buena parte de la izquierda que vive en barrios acomodados se han negado a atender estos problemas. Si se les dice, te acusan de racista. Con errores así, la izquierda no consigue acercarse a los más pobres, que o ya no votan o que votan a la ultraderecha.
P: ¿Comparte la estrategia del plan B de Jean-Luc Mélenchon, que plantea la cuestión de la salida de la UE para forzar a renegociar los Tratados europeos?
R: Lo veo muy convincente. La zona euro actual no funciona, a causa de las políticas de Alemania. Cuando un país de este tamaño practica el dumping salarial e impulsa de manera artificial sus exportaciones, los demás pueden defenderse con dificultad. Con el euro, ya no pueden devaluar su moneda, lo que refuerza los desequilibrios. Mira el estado actual de Italia. Esto tiene también que ver con el euro. Por tanto, Alemania debe cambiar sus políticas, es decir, que opte por un importante aumento de los salarios y por las inversiones interiores. Hay que coordinar también las políticas económicas con nuestros vecinos. Por último, hay que estar preparado para poner en marcha un nuevo sistema que permita una devaluación de las monedas para ofrecer más flexibilidad.
P: Emmanuel Macron aboga por una reforma de la zona euro y necesita el apoyo de Berlín para conseguirlo. Pero Alemania ya no responde y parece replegarse. ¿Qué opina?
R: Hay muchos puntos problemáticos en las propuestas de Macron. Pensemos en la idea nombrar a un ministro de Finanzas europeo. ¿Quién lo nombra, quién lo elige? ¿Qué legitimidad podría tener ese ministro? No está nada claro y no soy partidaria de una UE demasiada centralizada. Por contra, Macron tiene razón cuando dice que Alemania debe dejar de estar obsesionada con los planes económicos y los excedentes presupuestarios.
Alemania debe dejar de presionar a su socios y reactivar el diálogo con ellos. Hay muchos puntos en los que debemos armonizar las cosas. Estoy pensando en el impuesto de sociedades para acabar con las prácticas de dumping. También ha habido cierta dosis de arrogancia en el Gobierno alemán estos últimos años. Además, es el cuarto Gobierno de Merkel y ya no hay nada que rascar. Sigue reproduciendo lo que ha hecho hasta la fecha, pero no tiene ideas, ni reflexión, ni visión. Nada Se trata de un Gobierno agotado, que se construyó sobre una mayoría de urgencia. No hay que esperar nada grande, ni en el plano exterior, ni en el plano interior, y aún menos para Europa.
P: ¿Cuál es su posición respecto a DiEM25, el movimiento europeo lanzado por Yanis Varoufakis para “democratizar Europa”?
R: Se trata de un movimiento de izquierdas en el que participan miembros de mi partido, pero los objetivos políticos y europeos de este movimiento no son los míos. Dicen claramente que están a favor de una Europa federal. Quieren una Europa con un gobierno central, en Bruselas o en otro sitio, pero pienso que se trata de un error. Estoy a favor de una Europa que reúna democracias soberanas. Pienso que actualmente, y durante cierto tiempo, la democracia sólo podrá funcionar bien en el marco de los Estados-nación. De momento, no funciona en el plano europeo. Faltan muchas cosas: una opinión pública europea o de verdaderos partidos políticos europeos y no las uniones heterogéneas actuales. La potencia de los lobbies y empresas es demasiado importante. No hay un contrapoder suficiente. Y la gente entiende mal el funcionamiento de Europa. Cuanto más centralizado sea, más aprovecharán para denigrar Europa.
La entrevista tuvo lugar en Berlín, en alemán, el 17 de mayo de 2018. Antes de su publicación, fue releída –y corregida– por Sahra Wagenknecht. Por tanto, se realizó antes de la tentativa de formación de un Gobierno de coalición entre el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga. En un comunicado publicado días antes del fracaso de las negociaciones en Roma, Wagenknecht comentó: “Es fácil para el Gobierno federal (alemán) quejarse del nuevo Gobierno italiano, sin embargo las políticas europeas de Merkel son ampliamente responsables del éxito del Movimiento Cinco Estrellas y de la Liga del Norte. El euro, ventajoso para Alemania, ha impedido respirar a la economía italiana y ha llevado a la pérdida de decenas de miles de empleos en la industria. En lugar de quejarse de la situación electoral en Italia y de dar consejos desde arriba a la nueva coalición italiana, Alemania haría mejor en reducir sus excedentes de exportación acabando con el dumping salarial y con inversiones públicas”.
Ver másLa convocatoria antifascista cuadriplica en número a la de Alternativa para Alemania en Berlín
Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
En el Bundestag, dirige al grupo Die Linke, la quinta fuerza política del hemiciclo alemán, por detrás de los liberales y la ultraderecha del AfD. Sahra Wagenknecht (1969), economista de formación y cara visible de las izquierdas contestatarias en Alemania, desvela en esta entrevista concedida a Mediapart [socio editorial de infoLibre], las características del movimiento que verá la luz en septiembre, a imagen y semejanza de Podemos o de Los Insumisos, en Francia, y asume sus desacuerdos estratégicos con una parte de Die Linke. “Los más pobres han dejado de votar a la izquierda porque la izquierda ha descuidado la importancia de la palabra y el diálogo con ellos”, lamenta Wagenknecht, quien toma distancias, a menos de un año de las elecciones europeas, con el movimiento de Yanis Varoufakis.