Jackson, Mississippi: el improbable laboratorio de la izquierda de EEUU

2

El city hall, un elegante rectángulo blanco de columnatas, hizo las veces de hospital durante la guerra de Secesión: Jackson era la capital del algodón de Estados Unidos y quedó prácticamente arrasada en 1863 por los soldados de la Unión. Una placa recuerda que el edificio fue construido con el “trabajo de los esclavos”.

A un lado y otro de la gran escalinata, se exhiben los retratos de los alcaldes electos desde hace 70 años y dan cuentan de una demografía cambiante: rostros blancos antes de 1997, negros a partir de esa fecha. En la parte superior de la escalinata se encuentra la imagen de Chokwe Antar Lumumba, de 34 años, el séptimo alcalde negro de la capital de Mississipi.

El joven alcalde, elegido hace un año (93% de los votos), ha jurado convertir Jackson en la ciudad “más radical del planeta”. “Radical” en el sentido americano: muy a la izquierda, incluso revolucionaria. En todo caso, cooperativa, ecologista y radicalmente democrática. Con Trump en la Casa Blanca. En el sur profundo norteamericano. En el Estado más pobre del país. El gesto político, anunciado el año pasado en la reunión de los progresistas y de los movimientos próximos a Bernie Sanders, supuso también una manera de poner el foco en la ciudad y de atraer la atención de generosos filántropos privados.

Un año más tarde, la gran experiencia sigue en ciernes. Los baches y las hondonadas siguen abiertos, la ciudad es una gran obra de ingeniería (a veces trágica), las canalizaciones siguen siendo igual de vetustas. Jackson, de 175.000 habitantes, 85% población negra, está en la ruina. “Tenemos problemas para retener la riqueza”, dice con pudor el alcalde.

El Estado de Mississippi, controlado por blancos muy a la derecha, no es de esos que ayudan: los linchamientos ya no se producen, se ha abolido la segregación de los años 60, pero este pequeño Estado de tres millones de habitaciones del sur de Estados Unidos, el último en erigir la cruz de San Andrés estrellada de los confederados sobre una bandera azul-blanca-roja, todavía rezuma la vieja América.

Los conservadores del TeaParty, que controlan todos los poderes, encarcelan a negros y pobres a la fuerza (suponen el 2% de la población en prisión, la cuarta tasa de encarcelamiento del país), recortan en los presupuestos públicos y llevan, como Donald Trump, la guerra a las clínicas donde se practican abortos. En el Estado, sólo queda una: la Casa Rosa, en Jackson precisamente, convertida en símbolo nacional de la lucha de las mujeres que desean disponer libremente de su cuerpo.

A su llegada, Lumumba evitó por poco que las escuelas de la ciudad quedasen bajo control del Estado de Mississippi... dando a entender que los niños negros iban a inscribirse en las de blancos. Como si de  un milagro se tratase, el Gobernador, un ultraconservador, dio marcha atrás. La anécdota parece de otros tiempos, pero dice mucho de la América de hoy, dividida en brutales segregaciones espaciales, geográficas, económicas.

El alcalde, vestido con un traje azul oscuro, camisa de rayas blancas y verdes y bonitas sortijas en los dedos, se presenta con una fórmula inesperada: “Soy un nuevo africano”. ¿Nuevo africano? “Mi historia, dice, es la de un desplazamiento y la de una opresión. Nuestro pueblo se forjó en la lucha”. “Más a la izquierda” que el socialista Bernie Sanders, a quien recibió coincidiendo con el aniversario de la muerte de Martin Luther King, Chokwe Antar Lumumba encuentra su radicalidad en décadas de batalla, a veces violenta, por los derechos cívicos y la justicia social.

El apellido (el verdadero es Talliafero) es un homenaje a Patrice Lumumba, líder asesinado de la independencia congoleña. Lumumba colgó su retrato en la alcaldía, al lado del de Fannie Lou Hamer, una militante por los derechos humanos que fundó su propio partido para desafiar a los demócratas segregacionistas de Mississippi.

Su padre, un abogado que se llamaba como él, fue uno de los líderes de la « Republic of New Afrika » « Republic of New Afrika »(RNA), un movimiento separatista nacido a finales de los 60 en Detroit (Michigan), ciudad refugio para numerosos negros que habían huido de las leyes racistas del sur.

La RNA, utopía del nacionalismo negro, tuvo un Gobierno provisional. Militaba a favor de reparaciones en los Estados marcados por la esclavitud (Mississippi, Luisiana, Alabama, Georgia, Carolina del Sur). También contó con un programa, empezando por la autodeterminación de los negros, el desarrollo de las cooperativas al servicio de todos. La capital elegida fue Jackson. El gobierno provisional se estableció en 1971, bajo la férrea vigilancia del FBI y de la Policía.

La utopía no duró mucho tiempo. Lumumba padre pronto regresó a Detroit. Pero en 1988, el abogado volvió con su familia a defender a los negros del Sur ante los tribunales y creó un movimiento político, el Malcolm X Grassroots Movement, inspirado en el célebre líder del movimiento Black Power.

En 2013, Lumumba padre fue elegido alcalde de Jackson. Murió ocho meses después de llegar al cargo. El año pasado, ayudado por su nombre y con una activa campaña de campo, el hijo se imponía con rotundidad en las primarias demócratas (un partido del que no es miembro) frente a ocho candidatos, entre ellos el alcalde saliente, cuya gestión se discute.

La utopía política de los mayores dio lugar a un proyecto más modesto: intentar, ya, que la justicia social sea una realidad en la ciudad. “Cambiar el mundo empieza por ti”, proclama el nuevo mural pintado enfrente de su despacho. “Martin Luther King pensaba que el trabajo social sólo tiene sentido si se acompaña de una reflexión sobre el intercambio de recursos y del poder”, dice Lumumba. Como alcalde, responde a los problemas cotidianos y me comprometo con los ciudadanos, pero no con mis ideas”.

Cooperativas

Lumumba detesta, como cabía esperar, al actual presidente de Estados Unidos. No tanto a la persona como a lo que representa. “Su lema es Make America Great Again”. ¿Puede decirme cuándo ha sido grande exactamente América?”, se pregunta. “Los negros llegaron como esclavos. Aquí, en el sur, fueron linchados, asesinados, tuvieron que huir de las leyes que les impedían ser ciudadanos. Tuvimos un presidente negro y, sin embargo, en todas partes del país, niños y niñas siguen muriendo a manos de la Policía. ¿Cómo puede decir que esta América es grande?”.

En su opinión, “Trump tiene como misión impedir el ennegrecimiento de América para evitar que los blancos pierdan el control”ennegrecimiento, una retórica que rechaza. “Hablemos de la manera en que se va a construir un país para todos. Frente a esta intolerancia, nuestra misión es responder para que negros y blancos tengan las mismas posibilidades, que los pobres no se peleen entre ellos, que la economía esté al servicio de la gente y no de algunos. No queremos seguir siendo esclavos”. En diciembre, cuando Trump inauguraba el nuevo museo de los derechos cívicos de Jackson, Lumumba no acudió.

Nos presenta los planes de un futuro cine. Hasta ahora, en Jackson no había ninguno. “Será una cooperativa”, dice con orgullo. Su difunto padre citaba a menudo como ejemplo las cooperativas de Mondragón, gestionadas de forma democrática y que dan empleo a 75.000 personas en el País Vasco.

Hace dos años, el joven alcalde visitaba en Barcelona cooperativas residenciales y fab labs [espacios de fabricación digital de uso personal]. “Podremos invertir en nosotros mismos mutualizando nuestros recuerdos”, dice. “Allí entendí que todo tipo de actividades pueden ser gestionadas según los principios cooperativos. También los bancos, que a menudo llevan a cabo prácticas discriminatorias. He visto una librería, restaurantes y bares... ¡muchos bares!”.

En un Estado donde la educación pública está abandonada, Lumumba ha prometido un servicio público universal para los más pequeños, una idea que se abre paso entre los progresistas americanos. Piensa en cláusulas que obliguen a las empresas que consiguen obras en la ciudad a dar empleo a trabajadores locales, una medida ya aplicada en  Cleveland (Ohio).

El alcalde ha declarado Jackson una de las pocas “ciudades santuario” del sur de América, lo que le ha valido amenazas del Departamento Federal de Justicia, partido en guerra contra estas localidades que han decidido proteger a los sin papeles de las redadas policiales. La corporación municipal ha descriminalizado el uso del cannabis –las cifras muestran que la posesión o el consumo de cannabis se reprimen con mayor dureza cuando implican a negros y benefician sobre todo a los complejos penitenciarios.

Recientemente, el equipo municipal también abordó las violencias policiales. Se ha creado una task force para establecer un diálogo entre la Policía y los ciudadanos. Todavía no se han apaciguado las tensiones. Recientemente, Lumumba incluso fue acusado de ser demasiado sensible a los argumentos de los policías... “No soy bastante inteligente para resolver todos los problemas”, dice el alcalde. Teoriza la “democracia real”, por encima del proceso electoral. “Ya no se puede ser elitista hasta el punto de creer que los representantes públicos tienen todo el poder. Debemos crear, en los próximos años, una manera de revolucionar la política dando a los ciudadanos más acceso a la toma de decisiones, instaurar un presupuesto participativo, consejos ciudadanos...”.

“En eso, aún estamos en desarrollo”, dice Rukia Lumumba. La hermana mayor del alcalde, activista y la encargada de pensar en la manera de “democratizar” la decisión política local. “Se trata de reenganchar a los que ya no van a votar, a los que han sido víctimas del sistema penitenciario, encontrar herramientas técnicas, por ejemplo a través de los smartphones, para implicar a los ciudadanos”, explica. Nuestro objetivo es que el alcalde sea un representante de su comunidad, no la única persona que decide. Estamos en el punto de búsqueda de fondos, de sondeos y de ideas. Además, si hay gente de buena voluntad que quiere ayudarnos, ¡estamos abiertos!”. El Ayuntamiento quiere desarrollar también “asambleas populares”, uno de los fundamentos del proyecto político de la Republic of New Afrika . “En eso también estamos en fase de aprendizaje. Hace falta que más ciudadanos participen. El objetivo no es abordar asuntos, sino que estas asambleas terminen por participar realmente en la toma de decisiones”.

Para financiar los proyectos, Jackson necesita un dinero que no tiene. El Ayuntamiento ha aumento el impuesto de bienes inmuebles en 20 dólares. También recurre al mecenazgo. Una importante fundación privada va a pagar 17 millones para renovar las escuelas y permitir aumentar su nivel. Y Apple financia programa de educación en internet.

El Ayuntamiento “más radical del planeta” también sabe ser muy pragmático. Hasta el punto de que el exdirector de campaña de Lumumba padre, el activista altermundialista Kali Akuno, ve ya como se cierra sobre la administración Lumumba lo que llama, en alusión a la Grecia de Tsipras, la “trampa Syriza”. “Temo que el rumbo tomado no sea demasiado pragmático y que se pierda de vista la necesidad de transformar la economía mediante la solidaridad, que las asambleas populares se encuentren muy próximas de la municipalidad”.

Como promotor de una importante cooperativa local, Cooperation Jackson, Akuno era miembro del Malcolm X Grassroots Movement. Ya no. El Ayuntamiento ha tomado distancias. A largo plazo, Chokwe Lumumba se ha acostumbrado a responder a los impacientes como él: “Esto no es California. La vida de la gente es tan dura que nos hará falta tiempo para alcanzar nuestros fines”.

En Jackson, la revolución también es cuestión de paciencia.

La nominada por Trump para dirigir la CIA, se retira tras su implicación en un programa de torturas

Ver más

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

El city hall, un elegante rectángulo blanco de columnatas, hizo las veces de hospital durante la guerra de Secesión: Jackson era la capital del algodón de Estados Unidos y quedó prácticamente arrasada en 1863 por los soldados de la Unión. Una placa recuerda que el edificio fue construido con el “trabajo de los esclavos”.

Más sobre este tema
>