Continúa la luna de miel entre Kim Jong-un y Vladimir Putin, denunciando ambos el imperialismo americano como hicieron durante la Guerra Fría. En la madrugada del miércoles 19 de junio, el líder ruso llegó a Pyongyang, cuyas calles estaban engalanadas con su retrato y con banderas rusas. El jefe del Kremlin, proscrito en Occidente desde su ataque a Ucrania en 2022 y sobre el que pesa una orden de detención del Tribunal Penal Internacional desde marzo de 2023, fue recibido nada más bajar del avión por el dictador norcoreano. La última vez que había pisado suelo norcoreano fue en 2000, nada más comenzar su reinado como autócrata. Por aquel entonces, Kim Jong-un tenía 16 años y el anfitrión era su padre, Kim Jong-il.
La televisión estatal norcoreana difundió imágenes de los dos hombres con la mayor atención en plena noche que se tomaron su tiempo antes de entrar en la limusina Aurus Senat (un coche de lujo de fabricación rusa regalado a Kim por Putin en septiembre, durante su visita a Rusia), cada uno queriendo ceder el paso al otro. El convoy, acompañado por motociclistas, recorrió las avenidas vacías y bien iluminadas de Pyongyang hasta llegar al palacio Kumsusan, la residencia donde se alojan los invitados distinguidos.
El grandioso espectáculo fue todo un acontecimiento en la televisión oficial, como en los buenos tiempos de la alianza con la Unión Soviética. "Mientras recorrían las hermosas calles de Pyongyang y admiraban las magníficas vistas nocturnas, los líderes supremos intercambiaron profundos recuerdos y expresaron su intención de aprovechar este reencuentro para seguir promoviendo las relaciones de acuerdo con las aspiraciones y la voluntad comunes de los pueblos de ambos países", relató en tono marcial la entregada presentadora.
Rodong Sinmun, el órgano oficial del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, habló de "una reunión histórica que merece ser destacada en la era del florecimiento general de la amistad entre Corea del Norte y Rusia".
Unas horas más tarde, a mediodía, durante la ceremonia oficial de bienvenida, en la plaza Kim-Il-sung, en el centro de Pyongyang, se congregaron decenas de miles de personas para vitorear al líder ruso. Vladimir Putin estuvo acompañado por una amplia delegación, que incluía a ministros como el de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y el de Defensa, Andrei Belousov, con su adjunto Alexei Krivorushko, así como el director de la agencia espacial estatal y el jefe de los ferrocarriles rusos.
Una asociación estratégica integral
Esta visita se produce nueve meses después del aclamado viaje de Kim Jong-un al Extremo Oriente ruso. En aquella ocasión, se habló de intensificar la cooperación militar, pero no se fue más allá. Esta vez, según los medios rusos, los dos mandatarios rubricaron un acuerdo de asociación estratégica integral. Según el medio ruso RT, tras la firma, Kim Jong-un afirmó que Rusia es el "amigo y camarada más honesto" de su país. Vladimir Putin es "el amigo más querido del pueblo coreano", añadió. También dijo que la asociación sería "una fuerza motriz para acelerar la creación de un nuevo mundo multipolar".
No se conocen los detalles, pero según los medios rusos, Putin dijo que esperaba que Rusia y Corea del Norte se prestaran asistencia mutua en caso de agresión contra cualquiera de los dos países. Pero el líder ruso no especificó si ello implicaría una respuesta militar inmediata, como prevé el Tratado de Amistad y Asistencia Mutua firmado en 1961 entre la Unión Soviética y Corea del Norte.
Sin embargo, prosiguió, dados los planes occidentales de entregar cazas F-16 y otras armas de alta precisión a Ucrania, Moscú "no excluye la posibilidad de desarrollar una cooperación técnico-militar con Corea del Norte conforme al acuerdo firmado hoy".
Es necesario revisar el régimen de sanciones indefinidas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra Corea del Norte, inspirado por Estados Unidos y sus aliados
Según Associated Press, Kim Jong-un habló del "tratado más fuerte jamás firmado" entre ambos países, equivalente a una alianza, y prometió pleno apoyo a la guerra de Rusia en Ucrania. Putin lo calificó de "documento revolucionario" que refleja el deseo compartido de llevar las relaciones a un mayor nivel. También agradeció a Kim su apoyo en su guerra en Ucrania y denunció la "lucha contra la política hegemónica imperialista de Estados Unidos y sus satélites hacia la Federación Rusa".
Este acuerdo es "un documento marco conceptual que marca la pauta de las relaciones bilaterales y probablemente es una demostración muy concentrada de la voluntad política de desarrollar todos los vectores de las relaciones bilaterales", declaró Dmitry Peskov, portavoz de la presidencia rusa, al diario Izvestia.
A pesar de las sanciones internacionales, este fortalecimiento de lazos entre ambos líderes es visto con preocupación por los países occidentales, no sólo por la estabilidad de la península coreana, con el aumento de las tensiones entre ambas Coreas en los últimos meses, sino también por la situación en el frente ucraniano.
Corea del Sur y Washington acusan a Corea del Norte de suministrar munición (cohetes y proyectiles) a los rusos, en violación de las sanciones acordadas por la ONU, que Rusia firmó, tras el primer ensayo nuclear norcoreano en 2006. El miércoles, Vladimir Putin declaró que "es necesario revisar el régimen de sanciones indefinidas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra Corea del Norte, inspirado por Estados Unidos y sus aliados". Si no, Moscú permitiría a Pyongyang acceder a tecnología militar sensible para desarrollar su programa nuclear y balístico.
La subsecretaria de Estado Bonnie Jenkins, la más alta responsable americana sobre control de armamento, citada por Reuters, ha afirmado que Corea del Norte quería comprar a Rusia aviones de combate, misiles tierra-aire, vehículos blindados, equipos o materiales para la producción de misiles balísticos y otras tecnologías avanzadas.
Esta relación, profundamente arraigada en la historia y revitalizada por la guerra de Ucrania, compromete la seguridad de Europa, Asia y el territorio estadounidense
En una rueda de prensa conjunta en Washington el martes 18 de junio con el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, se declaró "preocupado por el posible apoyo de Rusia a los programas nuclear y de misiles de Corea del Norte". Se espera que en la cumbre de la OTAN que se celebrará en julio en Washington se refuercen aún más las relaciones de la alianza con Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Japón.
Antes de la visita, Victor Cha, ex asesor para Corea del Norte del presidente George W. Bush, describió la cumbre entre Kim y Putin como "la mayor amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos desde la Guerra de Corea". "Esta relación, profundamente arraigada en la historia y revitalizada por la guerra de Ucrania, compromete la seguridad de Europa, Asia y el territorio estadounidense", afirmó preocupado.
China, vecina y aliada de Corea del Norte y que apoya a Rusia, ha estado muy prudente. El día anterior, China y Corea del Sur se habían reunido en Seúl para mantener un diálogo centrado en la diplomacia y la seguridad. El portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino, Lin Jian, declaró a la prensa que Corea del Sur, que había expresado su preocupación por el acercamiento entre Moscú y Pyongyang, y había hablado sobre la cumbre entre Kim y Putin. “China", prosiguió, "ha dicho que entre Corea del Norte y Rusia, como vecinos cercanos y amistosos, es normal que necesiten intercambios, cooperación y desarrollo de las relaciones."
A continuación, Vladimir Putin hará una visita a Vietnam. Otra reminiscencia de la era soviética. O el arte de hacer de lo viejo algo nuevo.
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Traducción de Miguel López
Continúa la luna de miel entre Kim Jong-un y Vladimir Putin, denunciando ambos el imperialismo americano como hicieron durante la Guerra Fría. En la madrugada del miércoles 19 de junio, el líder ruso llegó a Pyongyang, cuyas calles estaban engalanadas con su retrato y con banderas rusas. El jefe del Kremlin, proscrito en Occidente desde su ataque a Ucrania en 2022 y sobre el que pesa una orden de detención del Tribunal Penal Internacional desde marzo de 2023, fue recibido nada más bajar del avión por el dictador norcoreano. La última vez que había pisado suelo norcoreano fue en 2000, nada más comenzar su reinado como autócrata. Por aquel entonces, Kim Jong-un tenía 16 años y el anfitrión era su padre, Kim Jong-il.