Jeremy Corbyn se está viendo sometido a la presión creciente de su partido: una mayoría de integrantes del Partido Laborista, el principal partido británico de la oposición que dirige desde 2015, reclama la celebración de un segundo referéndum sobre el Brexit.
En la jornada inaugural del Congreso de los Trabajadores, que este año se celebra en Liverpool, Corbyn anunció en una entrevista televisiva el domingo 23 de septiembre (véanse las imágenes bajo estas líneas) que respetaría la “decisión democrática” del partido. Y todo ello pese a que el diputado londinense sigue prefiriendo, a título personal, la convocatoria de elecciones generales anticipadas. “Defenderé lo que salga de la conferencia”, explicó Corbyn en una entrevista publicada el mismo día en The Sunday Mirror.
Este posicionamiento se conoce después de la publicación en las páginas de The Observer, el domingo, de un sondeo de YouGov del que se hizo eco toda la prensa londinense. Nada menos que el 86% de los 1.054 miembros del partido entrevistados dijeron ser favorables a la celebración de un nuevo referéndum. Y, de celebrarse hoy la consulta, el 90% votaría a favor de la permanencia en la UE.
Personalidades de la derecha laborista, como el diputado Chuka Umunna o el alcalde de Londres Sadiq Khan, llevan mucho tiempo abogando por esta consulta, conocida como “People’s vote [voto popular]”. Algunos cargos electos incluso amenazaron con dejar el Partido Laborista para fundar un nuevo partido, si la postura de Corbyn no evolucionaba.
Colectivos como “Otra Europa es posible” o “El laborismo, a favor de un voto popular”, así como sectores de Momentum, el movimiento que llevó a Corbyn a la cabeza del Partido Laborista, congregaron el domingo a miles de manifestantes en las calles de Liverpool. En las últimas semanas, varias grandes centrales sindicales, entre ellas Unite, el segundo mayor sindicato del país, también apoyan la idea.
Pero el secretario general de Unite descartaba, en una entrevista el domingo en la BBC, un nuevo referéndum que plantearía la cuestión de la permanencia en la UE. De las palabras de Len McCluskey, se desprende que se trataría más bien de una consulta sobre el resultado de las negociaciones entre Londres y Bruselas, iniciadas hace ya más de un año. “No solemos celebrar referendos en este país. Y la gente ya se ha decidido por la salida. Lo hicieron en contra de mi posicionamiento y de las de mis sindicatos, pero lo decidieron así”, insistió.
Está previsto que este martes se someta a votación, en Liverpool, una moción sobre el people’s vote –cuyo grado de precisión se anuncia decisivo–. Por lo tanto, puede salir adelante por una amplia mayoría, si es que el sondeo de YouGov era correcto. Pero esto no significa necesariamente el comienzo de una nueva estrategia laborista relativa al Brexit, como señala el semanario NewStatesman; el partido nunca ha excluido formalmente esta opción, aunque no la convierta en su prioridad. No hay nada que sugiera que esta moción vaya a incluir un referéndum explícito sobre la permanencia de Gran Bretaña en la UE.
La ejecutiva laborista sigue muy dividida en un tema tan espinoso. El sábado, John McDonnell, el más cercano de los asesores de Corbyn, el que se refirió a los problemas de una eventual segunda consulta, sea cual sea su propósito. En su opinión, cualquier maniobra que pueda ser percibida como la voluntad de algunos de deshacer el resultado de junio de 2016 corre el riesgo de alimentar un poco más la retórica de la extrema derecha: “Debemos ser muy cuidadosos. Algunos de nosotros estamos preocupados por el auge de la extrema derecha en el país y en otros lugares. No debemos darle argumentos a la extrema derecha, que estará encantada de explotar esta situación”.
El antiguo asesor de Corbyn, Steve Howell, coincide: "Se trata de un regalo para Farage y compañía [en referencia a Nigel Farage, antiguo jefe del partido de extrema derecha UKIP, contrario a la UE]. Podrán hacerse pasar por demócratas, al servicio de Gran Bretaña, contrarios a los burócratas no electos de Bruselas, así como en contra de los elitistas partidarios de la permanencia en la UE, que solo respetan los votos populares que les acompañan”.
Citada por The Guardian, otra figura laborista, la diputada Rebecca Long-Bailey –cuya circunscripción votó en 2016 mayoritariamente a favor del Brexit– está preocupada por tener que defender la celebración de un referéndum cuya pregunta formularían los conservadores de Theresa May en el poder. “Ellos serán los encargados de la redacción. ¿Cuál sería el objeto de la consulta?”.
Por otra parte, los partidarios de la celebración de un nuevo referéndum en el Partido Laborista, asustados por el progreso de las negociaciones con Bruselas durante el último año y aturdidos por el caos político que reina en Londres, presentaron el domingo un nuevo argumento: el posicionamiento del Partido Laborista le permitiría ganar no menos de un millón y medio de votos, en caso de que se celebraran elecciones anticipadas, siempre según el sondeo de YouGov. O lo que es lo mismo, el Partido Laborista recibiría en torno a 60 escaños adicionales, que se sumarían a 258 que ya tiene (de los 650 escaños existentes).
Pero algunos observadores temen que el Laborismo se aleje de las clases más populares que votaron a favor del Brexit y a las que Corbyn parecía haber logrado seducir en las elecciones legislativas de 2017. Se calcula que alrededor de un tercio del electorado laborista tradicional votó en 2016 a favor de abandonar la UE, en contra de la línea oficial del partido. A pesar de la caótica gestión del Brexit por parte de los conservadores en el poder, los sondeos de las últimas semanas siguen dando un resultado muy ajustado entre los dos principales partidos británicos, conservadores y laboristas, en caso de celebración de elecciones anticipadas.
Un escenario que no se descarta, tras el fiasco de Theresa May en la cumbre europea de Salzburgo (Austria) donde sus socios europeos rechazaron el contenido del Plan Chequers, al que se aferra la delegación británica desde julio. Una “humillación”, según muchos titulares británicos. Los tories atraviesan su enésima crisis de identidad, obligados a formular lo antes posible una nueva toma de posiciones sobre el tema número uno, el Brexit. El Consejo de Ministros, previsto para este lunes por la tarde en Londres se preveía complicado para la jefa del Gobierno. Y no es descabellado que terminan por dimitir nuevos ministros, tras las estruendosas salidas de Boris Johnson y David Davis este verano.
De ahí que algunos observadores apuesten por la convocatoria de nuevas elecciones anticipadas, que permitirían a May, en caso de victoria electoral, imponer a los europeos este plan de Chequers que ahora se les niega. Pero Dominic Raab, ministro del Brexit, descartaba firmemente el domingo la posibilidad. Para los británicos, el tiempo es esencial: los tories celebrarán su congreso anual en Birmingham a partir del 30 de septiembre. Deberían intentar redefinir, una vez más, su línea sobre el Brexit, en vísperas del Consejo Europeo del 18 de octubre en Bruselas, que se supone que allanará el camino para un acuerdo en noviembre. Correspondería entonces a los Parlamentos, en Estrasburgo, pero sobre todo en Londres, decidir sobre el acuerdo final. Además de una eventual consulta a los británicos, a día de hoy todavía muy hipotética.
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Traducción: Mariola Moreno
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Jeremy Corbyn se está viendo sometido a la presión creciente de su partido: una mayoría de integrantes del Partido Laborista, el principal partido británico de la oposición que dirige desde 2015, reclama la celebración de un segundo referéndum sobre el Brexit.