Tres artistas iraquíes retiran su obra de la Bienal de Berlín en protesta por exhibirse un montaje sobre Abu Ghraib

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Ludovic Lamant y Thomas Schnee (Mediapart)

Tres artistas iraquíes retiraron sus obras de la Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín el pasado 18 de agosto. Este espectacular gesto es sin duda el epílogo de un tira y afloja en torno a una controvertida exposición del artista francés Jean-Jacques Lebel, que reproduce fotografías de torturas cometidas en la prisión de Abu Ghraib y que fueron reveladas en 2004. 

Sajjad Abbas, Raed Mutar y Layth Kareem han firmado conjuntamente un texto escrito por la historiadora del arte y comisaria Rijin Sahakian, que expresó sus principales puntos de desacuerdo en ArtForum el 29 de julio. En particular, estos tres artistas lamentan que la Bienal no haya pedido el consentimiento de las víctimas antes de exponer esta obra, ni haya advertido a los artistas iraquíes participantes en la Bienal de que su obra se expondría junto a otra exposición especialmente violenta. 

Esto es especialmente problemático, señalan los artistas, porque la edición de este evento, que se celebra hasta el 18 de septiembre, defiende un enfoque decolonial de lo que denomina "los puntos ciegos de la modernidad" y pretende hacer del concepto de "reparación", como reza el dossier de prensa, "el punto de partida [...] de una conversación crítica, para encontrar juntos formas de cuidar el presente". 

Por parte de la dirección artística, el artista francés Kader Attia dice que "lamenta profundamente" esta decisión, que se produjo tras semanas de acaloradas discusiones internas, y la salida de una de las comisarias del equipo, Ana Teixeira Pinto. "Estábamos en el espíritu de la ‘cultura de la cancelación’. Era: o se retira la obra de Jean-Jacques Lebel, o nos retiramos nosotros", dice Kader Attia, contactado por Mediapart. 

El artífice de esta bienal decolonial reconoce, no obstante, que "este debate es interesante porque es muy difícil de resolver: en cierto modo, ambos tenemos razón.” Y se pregunta: "¿Por qué hay que tapar, ocultar, una imagen que denuncia un delito? 

¿Qué vemos exactamente en Berlín? La obra Veneno soluble de Jean-Jacques Lebel se expone en el Rieckhallen, una extensión del Museo de Arte Moderno de la Estación de Hamburgo, uno de los seis lugares seleccionados para el evento. Estos pabellones de 300 metros de largo, antiguas cocheras de tren, ofrecen una sucesión de salas y sótanos que se transformaron en un espacio de exposición en 2004. 

No hay nada en este trabajo que aporte información nueva o que no hayamos visto antes

Es una progresión de grandes salas donde se pueden contemplar las pinturas semi abstractas de Driss Ouadahi sobre el hábitat argelino o las películas de Tuân Andrew Nguyễn sobre el trauma intergeneracional que dejó el colonialismo francés en Senegal. 

Aquí y allá, pequeñas recámaras albergan exposiciones de vídeo como el de la pareja Basel Abbas y Ruanne Abou-Rahme, sobre la videovigilancia de los territorios ocupados, o como el del colectivo Forensic Architecture sobre la "deconstrucción" del atentado contra la televisión ucraniana en Kiev. 

Siguiendo el recorrido, se llega a la obra de Lebel, sin saber necesariamente que esa pequeña sala vacía que acabamos de atravesar acogía antes el trabajo en vídeo de la iraquí Layth Kareem sobre el "paisaje psicológico" del Iraq actual. Del mismo modo, en la pared vacía que precede a la cortina gris que da paso a Veneno soluble estaba colgado el cuadro de Raed Mutar en el que aparecía él con una mascarilla quirúrgica y un gotero. 

La descontextualización en el mundo del arte es interesante desde Marcel Duchamp y su urinario colocado en un museo

En cuanto a Lebel, allí sigue, pero una advertencia escrita en la entrada advierte de la violencia de su obra. A pesar de ello, el contacto es brutal. En un espacio de unos cuarenta metros cuadrados, el artista ha construido un laberinto de horror. Las paredes están compuestas por reproducciones ampliadas de extractos de fotos de las víctimas y sus torturadores americanos, los guardias de la prisión de Abu Ghraib. 

A las víctimas que aparecen se les coloca un fino rectángulo gris sobre los ojos para enmascarar su identidad. Durante nuestra visita, los espectadores apenas se detenían en este laberinto de imágenes. La salida da a una pequeña sala en forma de L, al final de la cual la fotografía "Te veo" de Sajjad Abbas, el tercer artista que retiró su obra de la Bienal, ha sido sustituida por una obra de Driss Ouadahi. 

¿Imágenes fetichistas de la violencia o pruebas del crimen?

Esta obra de Lebel, artista plástico nacido en 1936, fue creada por primera vez para una exposición en el Mamco de Ginebra, en 2013. Luego se mostró en 2018 en los sótanos del Palais de Tokyo en París, junto a la obra de Kader Attia, para una exposición llamada Uno y otro. 

Para la comisaria Rijin Sahakian, "nada [en esta obra] aporta información nueva o cosas que no hayamos visto antes". Y dice que "Las imágenes de las correas, la electrocución y la violación en grupo refuerzan la arraigada representación del árabe, del iraquí, como un animal [...] contra el que hacemos la guerra. Este trabajo no ha hecho más que reforzar y ampliar estas tácticas”.

Por el contrario, Kader Attia está convencido de que es necesario hacer visibles estas imágenes siniestras incluso hoy en día. En su opinión, son la prueba de los crímenes de un régimen de ocupación: "La descontextualización en el mundo del arte es interesante desde que Marcel Duchamp colocó un urinario en un museo. Al trasladar estas imágenes, normalmente ahogadas en el paisaje mediático, o en el océano de datos visuales de Internet, colocarlas en una exposición es como poner una lupa sobre ellas, para repensar la relación del espectador con estas realidades que ya no ve.” 

El enfoque de Lebel, como señaló Libération, recuerda el del artista suizo Thomas Hirschhorn, que, casi en la misma época, en 2012, mostró una ráfaga de planos de cuerpos destruidos por la guerra en el vídeo Touching Reality (escuche su entrevista con Mediapart en 2012). ¿Debemos pensar, entonces, que en este debate está en juego algo más, cómo que ciertos artistas blancos europeos se han apoderado de una historia en la que tienen menos legitimidad para deconstruirla que otros?  

Sahakian y los tres artistas iraquíes hacen otra crítica más contundente: ni ellos estaban asociados a esta elección, ni las víctimas iraquíes eran visibles en las fotografías. "El equipo de la Bienal eleva al rango de obra de justicia la repetición fetichista [...] de la violencia ejercida por Lebel sin haber consultado a las víctimas", puede leerse en otro texto publicado por Sahakian el 16 de agosto. En este último también se ironiza sobre la actitud del equipo de la Bienal –señalando a Kader Attia en particular–, presto a "exponer su experiencia en materia decolonial, mientras nos da lecciones sobre cómo entender nuestra propia historia". 

Kader Attia, artista francés de origen argelino, asume con franqueza que ni su equipo ni él no consultaron a los artistas iraquíes para diseñar la escenografía del espacio: "¡Ningún comisario lo hace! El trabajo de un comisario es crear diálogos entre las obras, escribir una narrativa, que es la base de nuestro trabajo.” Por eso denuncia, ante la retirada de las obras de los artistas iraquíes, una "censura, contra las narrativas que intentamos construir con la Bienal"

Por lo demás, se refiere al "principio fundamental de la libertad de creación de un artista", y denuncia "ese puritanismo que viene de Estados Unidos, donde el individuo que se siente indignado da rienda suelta a su sensibilidad pero no puede pensar colectivamente". 

Ante el malestar de los artistas iraquíes invitados, la dirección de la Bienal había propuesto inicialmente trasladar sus obras a otros museos de Berlín, alejados del laberinto de Lebel. Pero esta opción no ha sido suficiente para aliviar las tensiones. Attia también ha propuesto un debate en las próximas semanas para discutir los temas más tranquilamente. La carta abierta de Rijin Sahakian ha sido firmada hasta ahora por unas 400 personas. 

Por muy vivos que sean los intercambios de ideas sobre cómo exponerlas,  las imágenes de Abu Ghraib, casi veinte años después de su difusión, siguen penetrando muchas creaciones, y no sólo en Berlín. Desde la última película del estadounidense Paul Schrader, El contador de cartas (2021), sobre un antiguo torturador de Abu Ghraib perseguido por los crímenes que cometió, hasta el texto de Claudine Galea, Au bord, dirigido en 2022 por Stanislas Nordey, que intenta superar la obscenidad de estas imágenes.  

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Caja negra

Thomas Schnee visitó la exposición en la Estación de Hamburgo el 21 de agosto. La entrevista con Kader Attia tuvo lugar el 19 de agosto. Rijin Sahakian no ha respondido a nuestras peticiones.

Traducción de Miguel López

Tres artistas iraquíes retiraron sus obras de la Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín el pasado 18 de agosto. Este espectacular gesto es sin duda el epílogo de un tira y afloja en torno a una controvertida exposición del artista francés Jean-Jacques Lebel, que reproduce fotografías de torturas cometidas en la prisión de Abu Ghraib y que fueron reveladas en 2004. 

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