Las multinacionales azucareras provocan una lluvia tóxica sobre Brasil

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Karl Laske, Ana Aranha, Aïda Delpuech, Helen Freitas y Beatriz Ramalho da Silva (Lighthouse Reports)

Es un envenenamiento ejecutado sobre un mapa, hectárea por hectárea, en parcelas enrevesadas que se ensamblan a lo largo de las carreteras. Aviones fumigadores sobrevuelan los campos de caña de azúcar para verter pesticidas en superficies de 100 a 400 hectáreas, a veces más. Y estas pulverizaciones desastrosas para la salud y el medio ambiente han sido numeradas y registradas por las compañías de aviación para que las multinacionales del azúcar las entreguen al Ministerio de Agricultura brasileño. Un archivo poco conocido de la agricultura intensiva ha sido desenterrado ahora por un consorcio mediático formado por The Guardian, Die Zeit, Repórter Brasil y Mediapart, coordinado por el medio sin ánimo de lucro Lighthouse Reports.

Las declaraciones de las empresas fumigadoras revelan la escala industrial del vertido de pesticidas altamente tóxicos en las plantaciones brasileñas de caña de azúcar y naranjas, pero también la naturaleza precisa de los productos fumigados, la mayoría de los cuales están prohibidos en la Unión Europea. 

 Por ejemplo, las explotaciones azucareras que abastecen al grupo Nestlé, São Martinho SA y Usina Pitangueiras, han estado fumigando con el pesticida Opera, comercializado por el grupo químico alemán BASF, cuyo principio activo, el epoxiconazol, está prohibido por la UE. Las explotaciones del grupo brasileño Cutrale, propiedad del "rey de las naranjas" José Luis Cutrale y socio de Coca-Cola, y Citrosuco, el mayor productor mundial de zumo de naranja concentrado y proveedor de PepsiCo y Coca-Cola, han esparcido en sus parcelas el pesticida Talstar 100 EC, producido por el gigante químico americano FMC. Nocivo por inhalación e ingestión, peligroso para el medio ambiente, su principio activo, la bifentrina, se considera un posible carcinógeno.

 

Primero se siente una llovizna en la piel, luego empieza la dermatitis. Cuando la explotación rocía un herbicida potente, acaba quemándolo todo: la hierba, la fruta, los animales, a nosotros mismos.

En las listas presentadas por los fumigadores, aparece el nombre de un grupo francés, y no el menos importante: el gigante cooperativo Tereos y su filial brasileña –Tereos Açúcar & Energia Brasil–, que se ha convertido en el número dos del sector en Brasil. Con siete unidades industriales y 300.000 hectáreas de caña de azúcar de un total de 750.000 hectáreas cultivadas, la filial tiene prevista una producción de 1,6 millones de toneladas de azúcar y 480 millones de litros de etanol para la cosecha 2022-2023. 

Según los datos obtenidos por Mediapart y sus colaboradores, Tereos aplicó al cultivo Actara 750 SG, un insecticida producido por la empresa suiza Syngenta, a base de tiametoxam, una materia activa prohibida desde 2019

Nuestros documentos muestran, hacienda por hacienda, los perímetros de fumigación y la cantidad de pesticidas rociados: por ejemplo, en Fazenda Lagoinha, ubicada en Barretos, en 143,13 hectáreas, parece que fueron rociados por Tereos 20 litros de Actara 750 (tiametoxam) mezclado con otro insecticida, Altacor  el 30 de diciembre de 2020. 

"Extremadamente tóxico"

El comité de riesgos de la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) ha clasificado el tiametoxam como "extremadamente tóxico", "muy tóxico para la vida acuática con efectos a largo plazo", "puede perjudicar la fertilidad y al feto". La Agencia Nacional Francesa de Seguridad Alimentaria, Medioambiental y Salud Laboral (Anses) lo prohibió en 2018, destacando sus posibles efectos en el desarrollo neurológico.

Jeroen van der Sluijs, profesor del Departamento de Química de la Universidad de Bergen y experto en pesticidas, considera "muy preocupante" la fumigación de la caña de azúcar en Brasil. Algunas de estas sustancias no sólo son cancerígenas, sino que también se ha descubierto que son neurotóxicas, es decir, que repercuten en el sistema nervioso central y pueden provocar enfermedades neurodegenerativas", afirma. Sustancias como la bifentrina y el epoxiconazol también están relacionadas con la reducción de la fertilidad y el aumento del riesgo de cáncer testicular y de mama.” 

El profesor señala también que la bifentrina, por ejemplo, es un insecticida particular, clasificado como contaminante orgánico persistente, porque permanece en el medio ambiente durante mucho tiempo. Además, se acumula en el suelo y los sedimentos a niveles cada vez más altos cada año con cada nueva aplicación de pesticidas. Por tanto, estos contaminantes orgánicos persistentes afectan a largo plazo al agua, la vida animal y el ecosistema. 

Contactado el grupo Tereos, que utiliza varios pesticidas en Brasil, algunos de ellos autorizados en Europa (Revolux, Altacor, Ampligo) y otros asociados o no al Actara 750 SG, declaran que han "dejado de utilizar" la bifentrina "en sus cultivos de caña de azúcar hace cuatro años, aunque este producto sigue estando permitido por las autoridades brasileñas". 

En Brasil son palpables los efectos de las fumigaciones masivas con pesticidas sobre la salud humana. Un estudio reciente publicado por la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) sobre 63 ciudades afectadas por campañas de fumigación en 2019 descubrió que se habían identificado siete sustancias potencialmente cancerígenas en doce productos fumigados en los campos de caña de azúcar. El estudio encontró una posible correlación entre la pulverización de estos pesticidas, especialmente cerca de los hogares, y una alta incidencia de cáncer en el Estado de São Paulo, porque la fumigación aérea pone a la población en riesgo de contacto con los productos químicos. Este método de dispersión fue prohibido por una directiva europea en 2009, y en Francia desde 2010, aunque hubo exenciones que lo permitieron hasta 2015. 

La micro-región de Barretos (Estado de São Paulo), una de las zonas donde Tereos ha realizado fumigaciones aéreas según los documentos, es la que ha registrado más muertes por cáncer. Entre 2010 y 2019 hubo un aumento del 63% de los casos entre los hombres y del 28% entre las mujeres. 

La respuesta de Tereos

En su respuesta, el grupo francés Tereos subraya que cumple "la normativa vigente en cada país donde opera". Por ejemplo, los productos aplicados son "todos autorizados por las autoridades brasileñas". Tereos respeta las recomendaciones para la aplicación de insumos, incluso por vía aérea", prosiguió el grupo. “Esta práctica está autorizada en Brasil y está sujeta a un marco preciso.” 

Los sobrevuelos son seguidos y controlados por GPS, lo que garantiza la trazabilidad, añadió Tereos, así como por controles efectuados en tierra. "Para el Ministerio de Agricultura brasileño, la práctica de la dispersión aérea no presenta ningún riesgo sanitario ni medioambiental siempre que se respeten las recomendaciones de aplicación", añadió también Tereos. 

Pero la cooperativa azucarera francesa, que cuenta con 11.000 empleados, dispone de una carta ética que incluye incluso un recordatorio del "deber de dar la alerta". “Toda persona que tenga conocimiento de una violación de esta carta tiene el deber de dar la alerta", reza el texto. “Si se enfrenta a un dilema compártalo con su responsable de conformidad utilizando la dirección de correo electrónico específica: signal@tereos.com".

La carta ética de Tereos establece que "cualquier adquisición o explotación de tierras por parte de Tereos, un proveedor o un socio comercial, debe hacerse respetando a las poblaciones locales, sus tradiciones y costumbres, y respetando el medio ambiente y la biodiversidad". En relación con el respeto del medio ambiente, Tereos se congratula de haber recibido la certificación Bonsucro, que "garantiza un compromiso real con una agricultura responsable y sostenible". La filial brasileña de la cooperativa también ha obtenido apoyo financiero de la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) para "reducir su huella de carbono".

Sobre el respeto a las poblaciones locales, el esparcimiento de productos altamente tóxicos en los campos cercanos a las zonas habitadas las expone a una contaminación con graves consecuencias para su salud y el medio ambiente.

En el municipio de Rancharia, en São Paulo, los habitantes se inquietan cuando oyen el zumbido de los aviones fumigadores. Los productos tóxicos desprenden un olor particular. Algunas personas experimentan síntomas ocasionales en las horas siguientes: dolores de cabeza, de estómago y falta de apetito. Una líder comunitaria local, Bianca Lopes, informa de que es habitual que la gente sienta la piel impregnada del olor de los productos rociados por los aviones. Primero sientes esa llovizna en la piel y luego empieza la dermatitis", explica. Cuando la granja rocía un herbicida fuerte, acaba quemándolo todo: la hierba, la fruta, los animales, a nosotros mismos". 

La explotación agrícola incriminada, Usina Atena, abastece a la industria azucarera china Shandong Starlight. Funcionarios del Departamento de Justicia realizaron una investigación y descubrieron la presencia de varios pesticidas prohibidos en la Unión Europea: Priori Xtra (ciproconazol) comercializado por Syngenta, así como Regent 800 WG y Certero (fipronil y triflumuron) fabricados por las empresas alemanas BASF y Bayer. 

A preguntas de nuestro consorcio, el Relator Especial de la ONU sobre Sustancias Tóxicas y Derechos Humanos, Marcos Orellana, afirmó que "las empresas de plaguicidas y las industrias azucareras" deben "garantizar que sus cadenas de suministro no cometan abusos contra los derechos humanos, incluidos los relacionados con la exposición a pesticidas peligrosos de la población del campo de los países del Sur ". El derecho a vivir en un entorno no tóxico es "un derecho fundamental", afirmó. 

También se plantea la cuestión de la continuidad de la comercialización de estos pesticidas prohibidos, como señala la ONG Public Eye. En 2018, la ley francesa Egalim (sobre equilibrio de las relaciones comerciales en el sector agrícola y de alimentación, ndt) prohibió la exportación de productos fitosanitarios que contengan sustancias prohibidas por la UE a partir de 2022, pero la industria intenta argumentar que la prohibición no se aplicaría a los "principios activos". 

Un reciente informe de la Inspección General de Finanzas sobre la industria azucarera señalaba que la embajada francesa en Brasil había "identificado 21 moléculas utilizadas en ese país para el cultivo de la caña de azúcar que están prohibidas en la Unión Europea". 

Interrogado al respecto, el grupo Coca-Cola subrayó, respecto al consumo, que "todos los ingredientes utilizados en sus productos, incluidos el azúcar y la naranja, están sujetos a estrictos protocolos de inspección para evaluar las normas de calidad y seguridad". En cuanto a los "insumos" agrícolas utilizados, el grupo se limitó a afirmar que se asegura de que cumplen "los criterios establecidos por los organismos reguladores de Brasil y las autoridades competentes de cada país en el que opera". 

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El Grupo Nestlé subrayó que "se abastece de caña de azúcar y remolacha azucarera de más de 160 proveedores en 60 países", afirmando que "se toma en serio cualquier posible incumplimiento" y promete "examinar con detenimiento las preocupaciones planteadas" por la investigación. Nestlé asegura que "vigila de cerca los niveles mínimos-máximos de residuos (conocidos como LMR) a escala global" en sus ingredientes para garantizar la seguridad y calidad de sus productos. "Nestlé no está haciendo campaña contra la prohibición de exportar pesticidas e ingredientes activos que están prohibidos en la UE", dijo la compañía. PepsiCo no respondió.

 

Traducción de Miguel López

Es un envenenamiento ejecutado sobre un mapa, hectárea por hectárea, en parcelas enrevesadas que se ensamblan a lo largo de las carreteras. Aviones fumigadores sobrevuelan los campos de caña de azúcar para verter pesticidas en superficies de 100 a 400 hectáreas, a veces más. Y estas pulverizaciones desastrosas para la salud y el medio ambiente han sido numeradas y registradas por las compañías de aviación para que las multinacionales del azúcar las entreguen al Ministerio de Agricultura brasileño. Un archivo poco conocido de la agricultura intensiva ha sido desenterrado ahora por un consorcio mediático formado por The Guardian, Die Zeit, Repórter Brasil y Mediapart, coordinado por el medio sin ánimo de lucro Lighthouse Reports.

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