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Lyon, nuevo laboratorio de la ecología política
“Lyon se convertirá en un referente”. Poco después de las 21.30 del domingo 28 de junio, Grégory Doucet, alcalde electo de Lyon, tomaba la palabra para reivindicar la victoria. O más bien la doble victoria: los ecologistas obtenían ese domingo una holgada victoria en la ciudad francesa –se han impuesto en siete de los nueve distritos–, pero también han conquistado el área metropolitana, donde se encuentra el grueso del poder, con nueve de las 14 circunscripciones. Su candidato Bruno Bernard, al que le ha prometido la presidencia del Gran Lyon, anunciaba que conseguirán mayoría absoluta en el área metropolitana.
La ola verde que ha irrumpido sobre Lyon parece un tsunami. Grégory Doucet, que medía sus fuerzas con Yann Cucherat (La República en Marcha) y Georges Képénékian (Partido Socialista), logró hacerse con más del 50% de los votos emitidos. En algunos distritos electorales del área metropolitana, los candidatos de la formación ecologista EELV ganaron por KO a sus rivales. Baste como ejemplo lo ocurrido en la circunscripción de Lyon-Oeste, donde se presentaba el alcalde saliente Gérard Collomb, que obtuvo 43,5% de los votos, mientras que Bertrand Artigny le sacó 15 puntos.
En un discurso plagado de lirismo –“Lyon está hecha de este tejido del que se tejen los sueños”, repitió dos veces– Grégory Doucet describió el momento como “histórico”. De hecho, los verdes de Lyon se están beneficiando de la tendencia nacional. Como Lyon, Burdeos, Marsella, Besançon y Poitiers, también se pasan al ecologismo. Pero su abrumadora victoria también puede explicarse por el contexto local y una increíble conjunción planetaria.
“Hay una regla de oro en la política; nunca se ganan unas elecciones, son los demás los que la pierden”, confiaba a Mediacités Étienne Tête Doucet, quien ya fuera candidato a la alcaldía de Lyon en 2014. Tanto Grégory Doucet como Bruno Bernard se enfrentaban a oponentes divididos cual puzzles. Los equipos de Gérard Collomb y David Kimelfeld, que gobernaron juntos durante casi tres mandatos, se han enfrentado en una despiadada guerra de clanes.
En la segunda vuelta electoral, celebrada este domingo, seguían ajustando cuentas. “No ganamos, pero mantenemos la dignidad”, defendió Georges Képénékian, en alusión a la alianza entre el alcalde de Lyon y Los Republicanos (LR). “Georges Képénékian tiene una gran parte de culpa en nuestra derrota. No creo que salga crecido de este momento político”, replicaba en tono amargo Yann Cucherat.
La atmósfera de fin de reinado también sirvió a los ecologistas. A sus 73 años, Gérard Collomb volvía a concurrir a unas elecciones desgastado por casi 20 años en el poder, por su gestión en el Gobierno y debilitado por su fallida vuelta a casa. Sin duda, su obstinación por proseguir su carrera electoral contribuyó a una importante ola verde. En Toulouse, por ejemplo, Jean-Luc Moudenc (LR), que terminaba su primer mandato, resultaba reelegido, aunque por poco margen de votos, a pesar del fuerte empuje de los verdes. “Este es el fin de mi vida política, pero continuaré en el debate de ideas”, declaraba el barón de Lyon en alusión a su salida.
La abstención, que también es histórica, hará de Grégory Doucet un alcalde de Lyon menos votado que sus predecesores. En el distrito 8, menos del 30% de los votantes acudieron a las urnas; en el distrito 3, que tenía como cabeza de lista al vencedor del movimiento EELV, votó menos del 40%, lo mismo que en el 5 o el 7. Una minoría de lyoneses votó por un alcalde ecologista. En su discurso, Grégory Doucet pareció tenerlo en mente cuando instó a “todas las fuerzas vivas de Lyon y la metrópoli a hacer su parte para estar orgullosos mañana de haber actuado hoy” y recalcó el hecho de que “no se hará nada contra el pueblo de Lyon, sino juntos”.
Pero ¿quién es el alcalde de Lyon? Lo que sigue es el perfil que publicaba Mediacités-Lyon (socio editorial de Mediapart) el 25 de junio:
Tres alcaldes de distrito. Tres pesos pesados de los años de Collomb. Tres antiguos pilares de un sistema que se viene abajo. El 22 de junio, Grégory Doucet, candidato del movimiento EELV a la Alcaldía de Lyon, informa a la prensa del apoyo de Bernard Bochard, alcalde del distrito 9; de Thierry Philip, al frente del 3 distrito hasta 2018; y de Christian Coulon, líder histórico del distrito 8. Los dos primeros se encuentran en la sede de campaña del partido por coherencia.
Thierry Philip se disculpó: “Mi apoyo es completamente banal”. Presidió el comité de apoyo de la socialista Sandrine Runel, que se fusionó con el EELV. “Mi posición es atípica”, admitió Bernard Bochard, que fue candidato contra su voluntad a las municipales y metropolitanas con Gérard Collomb, con el que rompió cuando alcanzó un acuerdo con Los Republicanos.
De “Gégé” [Pronunciado ‘yeyé’] a “Greg” –el diminutivo que usan sus compañeros de lista y los colaboradores de Grégory Doucet– ¿Lyon está realmente cambiando? Después de haber superado la primera vuelta con el 28,5% de los votos, después de haber reunido a toda la izquierda, el campeón de los verdes afronta la segunda vuelta de las elecciones municipales como ultrafavorito.
¿Quién podría evitar que se convirtiera en el próximo alcalde de Lyon? Yann Cucherat, el delfín de Gérard Collomb obligado a formar un dúo con el excandidato de LR, Étienne Blanc, lidera una campaña plagada de escisiones y deserciones. En cuanto a Georges Képénékian, primer adjunto saliente, lucha por hacer oír su voz, atrapado entre sus dos adversarios, a pesar de un discurso centrado en la sanidad incluso antes de la crisis del coronavirus.
Una victoria de Grégory Doucet, que cumplirá 47 años en agosto –26 años más joven que Gérard Collomb– no sólo marcaría una ruptura política y generacional, simbolizaría un cambio de época. Mientras que el actual alcalde de Lyon tardó más de 20 años en conquistar la ciudad, pasando por todos o casi todos los cargos electos (concejal en la oposición, concejal de la comunidad, diputado, consejero regional, senador), su probable sucesor nunca ha ocupado un cargo político.
“Su falta de notoriedad, que en un principio se vio como una desventaja, resultó ser una fortaleza”, dice Fanny Dubot, que encabeza la lista de los verdes por el distrito 7. La gente ya no espera votar a un exdiputado o consejero general”. Grégory Doucet tiene un currículum muy diferente, la envidia de cualquier comunicador político. Tras pasar la infancia en las inmediaciones de París, estudiar en una escuela de negocios de Ruán y al cabo de unos años de carrera profesional en el sector social (trabajando con reclusos en las cárceles y luego con comunidades nómadas), hizo carrera en el sector humanitario.
Vivió en Filipinas (cuatro años) –“donde las maravillas de la naturaleza se codean con el infierno en la tierra con los barrios de chabolas de Manila”, afirma– y luego en Nepal (dos años). A su regreso a Francia, se instala unos meses en Corbeil-Essonnes antes de incorporarse a Handicap International, una empresa clave del sector con sede en Lyon, que trabaja con África Occidental. Se suceden la guerra en Malí, la crisis en el Sahel y la epidemia del ébola. “Alguien que trabaja en Handicap no puede ser malo”, admite su oponente político Georges Képénékian.
La carrera de este yerno ideal hace las delicias de los periodistas. “Queda bien en los medios de comunicación, no faltan las peticiones de la prensa”, se congratula su equipo de campaña. Hay que decir que el ecologista tiene un verdadero talento como orador. Con cierto aire de profesor, Grégory Doucet, que siguió estudios de media-training [se formó como portavoz ante los medios de comunicación], habla a menudo sin recurrir a las notas, de manera cómoda. Esto contrasta con su compañero Bruno Bernard, que aspira a la presidencia del área metropolitana. Ambos dicen ser “complementarios”.
En el entorno del candidato a la alcaldía, se rivaliza en alabanzas. “Tiene carisma, sabe cómo ser convincente”, describe el ecologista Patrick Odiard, que se presenta por el distrito 8. “Sabe detectar las cualidades y el potencial de cada persona”, añade la concejala de la ciudad y del área metropolitana Émeline Baume (EELV). “Funciona de una manera muy colectiva. Él escucha pero es capaz de tomar decisiones. El orden en las listas, por ejemplo, se aprobó sin problemas”, cuenta Audrey Hénocque, virtual primera adjunta en caso de victoria. “Se debe a la personalidad del jefe, infundió una atmósfera que se extendió a todos los equipos”. “Grégory Doucet es una especie de revelación”, añade Fanny Dubot.
“Es imposible encontrar un enemigo acérrimo de Grégory Doucet en Lyon. Nadie que diga algo molesto a propósito”, escribía en Libération hace unas semanas. De hecho, su perfil de hombre nuevo en la política lo protege del resentimiento y las malas jugadas. Solo su adversario político, Yann Cucherat, califica su campaña “demagógica”. “Le mueve una idea y es embaucador”, dice Georges Képénékian. “Es capaz de decir: ‘¡Estoy aquí para salvar el clima!’”.
Sin embargo, no hay que fiarse de su imagen de novato. La candidatura de Grégory Doucet supone la culminación de varios años de compromiso con el movimiento EELV. ¿Desde cuándo piensa en el ayuntamiento de Lyon? “Me lo planteé durante las primarias del partido”, asegura. Es decir, el año pasado. Entre los verdes de Lyon, nadie discute esta tardía presentación de una ambición. “Durante la preparación de las elecciones europeas [a principios de 2019], hablamos de las elecciones municipales”, recuerda Emeline Baume. “En ese momento, en el horizonte no se veía la posibilidad de convertirse en alcalde de Lyon”.
Grégory Doucet se afilia a EELV en 2007, a su regreso del extranjero. Pero entre el trabajo y la familia (tiene tres hijos), no se involucra en su partido hasta el 2014. Es candidato a las elecciones municipales, en los últimos puestos de la lista, por el distrito 8. Ese año, los ecologistas de Lyon no estaban contentos, por decirlo suavemente, con el acuerdo alcanzado entre las dos vueltas con Gérard Collomb.
“El día después de las elecciones, Grégory se puso al frente del grupo de militantes del distrito 8”, recuerda Patrick Odiard. “Y enseguida, expresó la idea de que podríamos ganar la próxima vez el ayuntamiento del distrito. ¡En ese momento, parecía completamente utópico!”. En 2017, el alto cargo de Handicap International se convertía en secretario del movimiento EELV de Lyon. Una vez en el cargo, comenzó a preparar al partido para las elecciones de 2020. “En ese propongo a mis colegas-activistas el proyecto de gobernar la ciudad de Lyon. Ponemos en marcha un plan de acción con varias líneas de trabajo: ¿Cómo elegimos a nuestros candidatos?, ¿cómo podemos movilizarnos a nuestro alrededor?”, cuenta.
De “Madame Z” a las conversaciones con Éric Piolle
También es el momento en que manifiesta su primera ambición personal. El trabajador del sector humanitario se presenta a las elecciones legislativas de 2017. Se queda en intento, no lo consigue. La culpa la tiene la falta de acuerdo entre el EELV y el Partido Socialista. Dos años más tarde, su nombre aparece en la lista de Yannick Jadot a las elecciones europeas. Nuevo intento fallido: Grégory Doucet va en 27ª posición. “Dado el número de personas aspirantes, no es de extrañar que no ocupara un puesto con posibilidades de salir. Pero forma parte de un recorrido como militante. Entonces sentí ganas de ejercer. De modo que fue algo evidente que me presentara a las primarias [de las elecciones municipales]”, explica.
Nada fue tan sencillo. En ese momento, Doucet participa en “Madame Z”, una candidatura inicialmente misteriosa que se suponía que debía hacer pasar la página de la era Collomb. La iniciativa la dirige el director de Ciencias Políticas de Lyon, Renaud Payre. Su objetivo es construir una alianza entre los diversos componentes de la izquierda y los ecologistas antes de la primera vuelta de las elecciones. Pero también apunta a un buen número de representantes electos y activistas de EELV. Bruno Bernard se muestra contrario. “Necesitábamos conquistar nuestra propia legitimidad”, confía también Étienne Tête, un ecologista histórico de Lyon.
Sorpresa. Después de las Jornadas de verano de 2019, Grégory Doucet deja “Madame Z”. “La iniciativa, que pretendía estar al margen de los partidos, me pareció interesante. Pero muy rápidamente, volvieron los estandartes”, justifica. “Varios de nosotros dimos la señal de alerta: teníamos que atraer con la cuestión del clima y no entrar en negociaciones entre aparatos. Supo cambiar de posición, lo que demuestra su inteligencia”, considera Émeline Baume. “Por sabiduría o por necesidad, Grégory Doucet aceptó retirarse de esta historia. ¿Realmente creía en ello?”, se pregunta Étienne Tête". “No fue él quien rompió con la iniciativa. Vino de París: el movimiento EELV quería presentar el mayor número posible de candidatos autónomos”, piensa por su parte Sandrine Runel, integrante de “Madame Z”.
El giro del ecologista comienza a dar sus frutos. En las primarias, en septiembre de 2019, barre a sus compañeros Bruno Charles y Étienne Tête, ambos candidatos salientes. “No era responsable de lo que se había hecho en mandatos anteriores”, dice Patrick Odiard. El activo del nuevo hombre.
Desde entonces, Grégory Doucet ha renovado sus vínculos con sus socios de “Madame Z”. De cara al 28 de junio, los ecologistas han sellado una alianza con Renaud Payre y Sandrine Runel. Tras una campaña en la primera vuelta bajo la bandera de la “movilización ciudadana” y la sociocracia (en cada distrito, se invitó a todos los activistas a dar su opinión sobre las competencias y cualidades de cada uno para determinar cuál de ellos era el más adecuado para dirigir el equipo), ¿llegó el momento de las clásicas negociaciones políticas?
El candidato a alcalde cuenta con el apoyo de la alcaldesa del distrito 1, Nathalie Perrin-Gilbert, figura local “a la izquierda de la izquierda”, a quien promete el puesto de asistente cultural. “Es una hazaña haber logrado reunir a Renaud Payre y Nathalie Perrin-Gilbert”, apunta Étienne Tête. También habla con Georges Képénékian, el día después de la primera vuelta y después del desconfinamiento. Sin resultado. El ecologista exigió del primer adjunto que sacrificara a los miembros de la mayoría, Anne Brugnera y Thomas Rudigoz. No negociable para “Képé”: “¡En Lyon, siempre hemos manejado las cosas al margen de las divisiones nacionales!”.
En la recta final, Grégory Doucet destila nombres para su futuro ejecutivo. Perrin-Gilbert encargado de la cultura y Audrey Hénocque primera adjunta, por lo tanto, encargada de las finanzas y el orden público. Para Sylvain Godinot, cabeza de lista, la transición energética. Sandrine Runel también será adjunta asistente. La estrategia tiene como objetivo hacer llegar a los votantes el mensaje de que el ecologista, que también ha formado ya su gabinete, está listo para gobernar al día siguiente de las elecciones. Pero da la impresión de un exceso de confianza. “Actúan como si ya hubieran ganado. No estamos aquí para repartir asientos y complacernos mutuamente. Es sólo mamoneo y arrogancia” defiende el oponente de LR, Yann Cucherat.
El lunes 22 de junio, Grégory Doucet y Bruno Bernard reciben la visita de Yannick Jadot, en las orillas renovadas del Ródano. Hay algo irónico en ver a los ecologistas conquistadores deambular entre los (numerosos) micrófonos y cámaras de uno de los emblemas de Gérard Collomb. Menos de una semana después del secretario nacional de la EELV, Julien Bayou, es el turno del muy mediático eurodiputado de venir y estar al lado de la gente de Lyon.
¿Cómo perciben los líderes de su partido a Grégory Doucet? “No lo conozco muy bien”, admite francamente Julien Bayou, excepto que “es un tipo serio”. Su predecesor, David Cormand, en el cargo hasta diciembre pasado, es menos escueto: “Es alguien que considero bastante decidido y sólido. Se ha dado a sí mismo los medios para hacerlo realidad. Es una de esas nuevas personas verdes que están conquistando el poder, que ya no quieren ser sólo un contrapoder. La generación Doucet no tiene ese complejo”. Lo mismo ocurre con Yannick Jadot, que dice que le gusta mucho “Grégory”, sin conocerlo tampoco, más que eso: “Tiene las dos piernas bien robustas para asumir potencialmente la responsabilidad que está al alcance de las urnas”.
La proximidad geográfica obliga, a escala nacional, a comparar rápidamente la candidatura de Grégory Doucet con la trayectoria profesional de Éric Piolle. A la cabeza de Grenoble desde 2014, el ecologista estuvo a punto de ser reelegido en la primera vuelta con el 47% de los votos. Los dos hombres comparten puntos en común: perfil directivo (en Hewlett-Packard en el caso del nativo de Grenoble; en Handicap International para el lyonés), misma generación. “Hablamos el mismo idioma”, resume Grégory Doucet. “Pero no es mi mentor”. Sus adversarios enarbolan de buen grado el supuesto contraejemplo de Grenoble para atacarlo.
Sin embargo, abordó con Eric Piolle la división de las delegaciones en el seno de su ejecutivo. “Pero no seguí el modelo de Grenoble”, dice. El alcalde de Grenoble evitar hacer de hermano mayor. “Nos conocemos desde hace un año. Comparto mis pensamientos sobre el ejercicio del poder. Pero se trata de conversaciones, no de consejos”, dice.
En el EELV, Grégory Doucet se ha mantenido alejado de corrientes y contracorrientes. En las elecciones presidenciales de 2012, votó internamente por Nicolas Hulot en lugar de Eva Joly. “En ese momento pensé que podría ser un mejor lobista de la causa ecologista, pero luego hice la campaña de Eva con entusiasmo”, explica.
Preguntado mil veces sobre su posición política, el candidato descarta la división derecha/izquierda. “No es o ya no es suficiente”, considera quien prefiere distinguir entre “los que integran la finalidad de los recursos del planeta en las políticas públicas y los que apoyan el statu quo y el conservadurismo”. “Decir de sí mismo que se es de izquierdas o de derechas es ser perezoso”, coincide el concejal metropolitano de EELV Pierre Hémon. “Pero ha entendido que la ecología es portadora de valores de izquierda”. “Su proyecto está muy centrado en la ecología y la emergencia climática, a la vez que tiene una verdadera fibra de solidaridad. Su visión está claramente anclada en la izquierda”, juzga la socialista Sandrine Runel. David Cormand añade: “Para él, la ecología es central, no centrista”.
El discurso de Grégory Doucet está en consonancia con la evolución y las nuevas ambiciones del EELV. Estamos asistiendo al retorno del “ni derecha ni izquierda”, de la idea de que la ecología no debe casarse”, observa Étienne Tête, citando la máxima de Antoine Waechter. “Esto se debe a que el contexto político ha cambiado: el PS ya no es capaz de dominar”. Una victoria ecologista en la segunda ciudad de Francia tendría repercusiones más allá de Lyon y un impacto político de cara a las próximas elecciones. Si EELV se apodera de la cuna de la macronia, “dirá algo sobre la posible alternancia”, quiere creer a Yannick Jadot, candidato oficioso a las elecciones presidenciales de 2022.
Mientras tanto, la ola Doucet asusta a parte del microcosmos de Lyon. Un sentimiento que Lyon People retranscribe a su manera, tan caricaturesco como risible; la revista lo ha rebautizado, entre otras cosas, como “el candidato a los bobos [bohemios burgueses] sandía [verdes por fuera, rojos por dentro]”.
Al contrario que Gérard Collomb, Grégory Doucet dice que no intentó seducir a las redes lionesas (de empresarios, religiosos, etc.): “No me acerqué a la ciudad desde ese ángulo”. Antes de la primera ronda, hice de casamentero con mucha gente que quería quedar con él, conocerlo”, explica Pierre Hémon del EELV. “Necesitaban que se les tranquilizara sobre su personalidad”. “Si quiere actuar, tendrá que aprender cómo funciona Lyon, tendrá que rodearse de personas que tengan experiencia, de lo contrario sufrirá las consecuencias”, predice Georges Képénékian.
“Lyon debe estar en la cita con la Historia”, no ha dejado de repetir durante la campaña de Grégory Doucet. Las urnas dirán el domingo si “Greg” tiene una cita con los habitantes de esta ciudad donde se estableció hace 11 años. “Esta elección no fue una coincidencia. Estaba a punto de tener mi segundo hijo. Quería echar raíces en una ciudad con una alta calidad de vida, lo suficientemente grande como para tener acceso a la cultura”, dice. El resultado, en cierto modo, de la política de atracción tan querida por Gérard Collomb.
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Traducción: Mariola Moreno
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