Macron aspira a una "gran coalición" en torno a su persona y su proyecto

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Ellen Salvi (Mediapart)

Este es el escenario que Emmanuel Macron ha instalado pacientemente a lo largo de sus cinco años de mandato. Y que finalmente se ha hecho realidad, este domingo 10 de abril, en las dimensiones que él esperaba. Al término de una campaña anestesiada, el presidente saliente pasa en cabeza a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, al recabar el 27,8% de los votos emitidos, frente al 24,01% de 2017 (18,19% del electorado registrado). Aventaja en cinco puntos a la candidata de Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) Marine Le Pen.

El resultado es incluso mejor que el de hace cinco años, lo que sus partidarios no dejaron de subrayar, alabando el balance del Ejecutivo y defendiendo el nuevo proyecto de su campeón. Macron comparecía con una sonrisa alrededor de las 10 de la noche, una vez lo habían hecho el resto de candidatos. Ante sus partidarios reunidos en la Puerta de Versalles de París, el candidato a la reelección agradeció primero a “todos los compatriotas” que le votaran en la primera vuelta. “Su confianza, su confianza, me honra, me obliga y me compromete”, señaló.

El presidente saliente podría haber comenzado su discurso con la catástrofe que supone que la extrema derecha pase a la segunda vuelta por segunda vez consecutiva. Pero prefirió evitar el asunto, eludiendo así la responsabilidad que le corresponde. Para él que había asegurado, en la noche de su victoria en 2017, querer “hacer todo” para que nadie tuviera “ninguna razón para votar a los extremos”, finalmente se dedicó a favorecer un nuevo cara a cara con Marine Le Pen. 

Ninguna concesión, ninguna inflexión, ningún matiz

El domingo por la noche, pidió aplausos para los diez perdedores de la primera ronda. Las mismas personas cuyos nombres se enorgullecían unos días antes, en Le Parisien, de no haber mencionado nunca. “No es desprecio en absoluto. Al contrario, es bastante inteligente por mi parte”, señaló entonces, después de haber citado cinco veces a Marine Le Pen. Agradeciendo a los candidatos que ya han pedido el voto para él el próximo 24 de abril, Anne Hidalgo (PS), Valérie Pécresse (LR), Fabien Roussel (PCF) y Yannick Jadot (EELV), Emmanuel Macron invitó a continuación “a todos los ciudadanos a unirse a él”.

“Algunos lo harán para bloquear a la extrema derecha y soy plenamente consciente de que eso no será equivalente al apoyo al proyecto que defiendo y lo respeto. Sé que es el caso de Jean-Luc Mélenchon”, añadió, subrayando “la claridad” del líder de Francia Insumisa (LFI) “para bloquear a la extrema derecha”. Ante las cámaras de LCI, Marlène Schiappa también se dirigió a los votantes de Jean-Luc Mélenchon: “Podemos coincidir  en los valores, en la cuestión de los derechos de las mujeres, en la cuestión de los derechos humanos, el derecho de asilo”, afirmó.

En su discurso, el presidente saliente no se comprometió a nada concreto. Nada de concesiones, nada de inflexiones ni de matices. Apenas dijo que “en este momento decisivo para el futuro de la nación, nada debe ser igual que antes”. “Por eso quiero tender la mano a todos los que quieran trabajar por Francia. Estoy dispuesto a inventar algo nuevo para construir una acción común con ellos”. ¿Cómo? ¿Con quién? ¿Sobre qué base? Es imposible saberlo. El domingo por la noche, su entorno se contentaba con felicitarse por los resultados.

Hacia un partido único

Si Emmanuel Macron se ha mantenido deliberadamente muy impreciso, es para esperar y ver cómo se posiciona cada uno en los próximos días. Pero en realidad, el proyecto de la mayoría está trazado desde hace tiempo. Consiste, como explicaba el politólogo Florent Gougou, en reconfigurar el campo político creando un “partido único de gobierno” frente a la extrema derecha y la izquierda radical. El presidente saliente quiere perseguir lo que ha calificado desde 2017 como “adelantamiento”.

“Por eso hago un llamamiento a quienes van de la socialdemocracia al gaullismo, pasando por los ecologistas que aún no se han unido a nosotros, para que lo hagan”, indicaba el 2 de abril. “Porque desde el principio, sólo tenemos un partido: es nuestro país, nuestra voluntad de actuar, de defender nuestros valores, pero también estará en el método, escuchar más a la minoría, permitir que la minoría entienda más a la mayoría”. Este movimiento, lanzado a lo largo del quinquenio con el riesgo de presentar a la extrema derecha como la única alternativa, pretende por tanto ir a más.

Alianzas circunstanciales con LR y el PS

El entorno del jefe del Estado lleva varios meses trabajando en la idea de una “gran coalición”, en la que se fusionarían todos los componentes de la mayoría -incluidos La República en Marcha (LREM), el MoDem y Horizontes, el partido de Édouard Philippe. Y que también podría acoger a los diputados de LR o del PS en algunos acuerdos puntuales. “Si el presidente de la República resulta reelegido, será casi imposible obtener mayoría en junio. El panorama político está demasiado fragmentado en los planos nacional y local. Por lo tanto, es necesario pensar en un proyecto de coalición”, anticipaba uno de sus asesores en octubre de 2021, con la mirada puesta en las elecciones legislativas.

En cualquier caso, Emmanuel Macron no se cuestionará a sí mismo. Sigue convencido de que el proyecto que defiende -la ampliación de la edad legal de jubilación a los 65 años y su reforma de la renta de solidaridad activa (RSA)- debe aplicarse. Y esto es lo que pretende defender en la campaña hasta la segunda vuelta. “A todos nuestros compatriotas que se han abstenido o decantado por el voto extremo [...], quiero convencerlos en los próximos días de que nuestro proyecto responde más sólidamente que el de la extrema derecha a sus temores y a los desafíos de la época”, dijo el domingo por la noche. 

Para ello, los equipos de LREM pretenden continuar con la estrategia que esbozaron en los últimos días de la campaña de la primera vuelta: desmontar el proyecto de Marine Le Pen, que se erige como candidata de los olvidados de la política de ruptura social del jefe del Estado. Pero sin entrar en el terreno moral. “No vamos a entrar en ese terreno, que nunca ha funcionado y es incluso un poco condescendiente”, explicó el diputado mayoritario Sacha Houlié en BFMTV.

El presidente saliente sí ha aprendido de una campaña, en la primera vuelta, considerada demasiado distante por la militancia y pretende multiplicar los desplazamientos en los próximos 15 días. “Hay que hacer campaña. Punto”, zanjaba alguien de su entorno el domingo por la noche, asegurando, como Emmanuel Macron antes que él que “no hay nada decidido”. Una fórmula repetida una y otra vez por los partidarios del presidente saliente, muchos de los cuales creen, sin embargo, a la vista de los resultados del domingo por la noche, que se impondrán en la segunda vuelta.

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

 

Este es el escenario que Emmanuel Macron ha instalado pacientemente a lo largo de sus cinco años de mandato. Y que finalmente se ha hecho realidad, este domingo 10 de abril, en las dimensiones que él esperaba. Al término de una campaña anestesiada, el presidente saliente pasa en cabeza a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, al recabar el 27,8% de los votos emitidos, frente al 24,01% de 2017 (18,19% del electorado registrado). Aventaja en cinco puntos a la candidata de Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) Marine Le Pen.

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