La estrategia de Putin para convencer a su país de que Ucrania está tras el atentado yihadista sin aportar pruebas

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Justine Brabant (Mediapart)

Las autoridades rusas se han cuidado mucho de no hablar sobre su posible incapacidad para impedir la masacre de la sala de conciertos de Crocus, en los suburbios de Moscú, que ha dejado al menos 144 muertos y varios centenares de heridos el viernes 22 de marzo. En cambio, se han asegurado de que la cuestión de la posible implicación ucraniana en la masacre se sitúe en el centro de la conversación pública

A pesar de las crecientes pruebas que parecen apuntar a un atentado cometido por una rama afgana del Estado Islámico, el Kremlin no tardó en señalar entre líneas a otro culpable: Ucrania, y sus aliados. Para asentar esta idea, la Presidencia rusa no necesitó exagerar: dejó caer hábilmente "información" que apuntaban a Kiev, para dejar que los comentaristas y los medios de comunicación estatales sacaran sus conclusiones.

Hablando solemnemente al día siguiente del atentado, Vladimir Putin declaró, tras los obligados mensajes de condolencia, que los "cuatro autores" de la masacre habían sido detenidos cuando "intentaban escapar y se dirigían hacia Ucrania", donde, "según las primeras informaciones, se les había preparado un paso" para "cruzar la frontera".

El jefe de Estado ruso no especificó cómo se las arreglaron los sospechosos para cruzar el sistema ruso de defensa de fronteras, que se supone está en alerta máxima debido a las incursiones regulares de grupos partisanos ucranianos en las últimas semanas. El lugar exacto de su detención no está claro y, según varios investigadores que geolocalizaron las imágenes, podría estar más cerca de Bielorrusia (aliada de Moscú) que de Ucrania. El embajador bielorruso en Rusia se congratuló curiosamente de que "los servicios especiales bielorrusos hubieran]impedido a los terroristas cruzar la frontera" entre Rusia y su país.

El viernes 22 de marzo, las autoridades ucranianas negaron cualquier relación con el atentado del ayuntamiento de Crocus. "Ucrania nunca ha recurrido a métodos terroristas", declaró Mykhailo Podolyak, uno de los asesores del presidente Zelensky.

Los medios estatales en búsqueda del "rastro ucraniano”

Aunque el propio presidente ruso se cuidó de no ir más allá nombrando públicamente a las autoridades de Kiev, políticos de la mayoría parlamentaria, periodistas de los medios estatales rusos y otros "expertos" vinculados al Kremlin en cuestiones militares o relaciones internacionales se mostraron encantados de hacerlo.

El jefe de la comisión de defensa del parlamento ruso, Andrey Kartapolov, declaró el sábado 23 de marzo que Ucrania y sus aliados eran los "principales actores" del ataque.

"La explicación americana del atentado terrorista en Moscú no se sostiene", escribe en las columnas de Russia Today Dmitri Trenin, ex coronel de las fuerzas armadas rusas y ahora miembro del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales (un think tank creado por el Kremlin en 2010). Al igual que varios comentaristas entrevistados en la prensa rusa en las últimas 72 horas, Trenin duda de que los autores del atentado fueran combatientes del Estado Islámico y ve ahí la mano de Kiev.

Para acusar a las autoridades ucranianas, se basa en los dos elementos esgrimidos por Putin en su discurso: el hecho de que los terroristas fueran detenidos "no lejos (a unos 100 km) de la frontera ucraniana" e "informaciones" según las cuales "pretendían cruzar la frontera ucraniana", donde "tenían contactos". Son "dos hechos, no conjeturas", dice Trenin, en contra de todas las pruebas.

"Occidente impone su versión del atentado terrorista contra la sala de Crocus", titulaba el domingo 24 de marzo el programa semanal de noticias Vesti Nedeli, emitido por la cadena de televisión pública Rossiya 1. "Su versión" significa, una vez más, que el atentado fue planeado y llevado a cabo por el Estado Islámico.

¿Exceso de celo o instrucciones concretas? Según el diario digital Meduza, los medios de comunicación rusos recibieron "instrucciones de la administración Putin" para "centrarse en posibles 'rastros' de implicación ucraniana" en el atentado. Meduza afirma haberse basado en dos fuentes dentro de los medios de comunicación pro-Kremlin.

Justificación de nuevos ataques contra Ucrania

La ausencia de pruebas concretas y verificables que señalen a Kiev como responsable del atentado no impide que una parte de la clase política y mediática rusa pida ya represalias contra Ucrania.

En su artículo publicado en la web de Russia Today, el ex coronel Dmitri Trenin sugiere que si la investigación rusa puede "confirmar" que el atentado fue "concebido, planeado y organizado" por los servicios de inteligencia ucranianos, eso justificaría no sólo acabar con la vida de los jefes de estos servicios, sino también del propio presidente Zelensky.

"Dado que un ataque de tal gravedad habría requerido casi con toda seguridad la aprobación del presidente ucraniano Vladimir Zelensky, probablemente se anularía la 'garantía' que Putin dio informalmente a los líderes extranjeros [...] de que Rusia no atacaría personalmente a Zelensky", escribe. “En ese caso, Moscú eliminaría uno de los principales límites que se ha impuesto, a saber, no tocar a los altos dirigentes de Kiev".

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Más allá de Zelensky, Dmitri Trenin hace un alegato poco disimulado en favor de una intensificación de los ataques contra Ucrania en su conjunto: "Si los resultados de la investigación confirman que Ucrania estuvo detrás de la masacre de la sala de conciertos de Crocus, los objetivos de guerra de Rusia tendrán que ampliarse considerablemente y el conflicto se hará mucho más intenso".

Parece ser que las tropas rusas en Ucrania han escuchado el mensaje. En las horas siguientes al ataque empezaron a proliferar en redes fotos y vídeos del frente mostrando a soldados rusos que exhiben con orgullo los proyectiles que están a punto de lanzar contra territorio ucraniano. En ellos escriben este mensaje vengativo: "Por los rusos muertos y heridos en la sala de Crocus".

Traducción de Miguel López

Las autoridades rusas se han cuidado mucho de no hablar sobre su posible incapacidad para impedir la masacre de la sala de conciertos de Crocus, en los suburbios de Moscú, que ha dejado al menos 144 muertos y varios centenares de heridos el viernes 22 de marzo. En cambio, se han asegurado de que la cuestión de la posible implicación ucraniana en la masacre se sitúe en el centro de la conversación pública

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