Cincuenta personas perdieron la vida y otras 53 resultaron heridas, en la noche del sábado al domingo, a manos de un hombre que abrió fuego en una discoteca gay de Orlando (Florida, EEUU). Esta nueva matanza masiva, la más sangrienta cometida nunca en Estados Unidos, ha sido calificada por Barack Obama de crimen de odio, pero también de acto terrorista; en la tarde del domingo, el Estado Islámico reivindicaba el ataque.
A pesar de que todavía existe una gran confusión en lo que respecta al móvil de la matanza, el ataque ha irrumpido de lleno en la campaña de las presidenciales. Mientras los republicanos ponen el acento en el clima de inseguridad reinante en Estados Unidos y la debilidad de la Administración Obama, los demócratas hacen hincapié en el riesgo terrorista, la lucha contra el radicalismo y también en la necesidad de controlar mejor la posesión de armas de fuego.
El candidato Donald Trump, que ha llegado a proponer en campaña que se prohíba la entrada de musulmanes en Estados Unidos “hasta nueva orden” para luchar contra el terrorismo, escribía en Twitter: “Aprecio las felicitaciones [de sus millones de seguidores] por tener razón en lo que al terrorismo islamista radical se refiere. No quiero felicitaciones, quiero mano dura y vigilancia”. También exigió la dimisión de Barack Obama e invitó a Hillary Clinton a abandonar la carrera por la Casa Blanca “si, después de este ataque, todavía es incapaz de pronunciar las palabras 'islam radical'”.
Por su parte, Hillary Clinton emitió un comunicado en el se podía leer: “Lo que podemos decir desde ya, es que tenemos que multiplicar los esfuerzos para defender nuestro país de las amenazas, procedan del interior o del exterior. Esto significa que hay que combatir a los grupos terroristas internacionales […]. Esto significa también que debemos permanecer fieles a nuestros valores. Ha sido también un crimen de odio […]. A la comunidad LGTB: debéis saber que contáis con millones de aliados en el país […]”.
¿Qué se sabe del supuesto autor y de su modus operandi?
Ha sido identificado como Omar Mateen, un ciudadano norteamericano de 29 años, nacido en Nueva York de padres originarios de Afganistán y que trabajaba en una empresa de seguridad en Fort Pierce, en Florida.
A eso de las 2 de la mañana, hora local, (8 de la mañana en la España peninsular), abrió fuego en la discoteca Pulse de Orlando, donde se habían dado cita más de 300 personas. A aproximadamente las 5 de la mañana, era abatido en el asalto de las fuerzas del orden. Antes de ese momento, durante casi tres horas, la Policía trató de negociar con el asaltante, que mantenía a rehenes en la sala. Fue entonces cuando Omar Mateen reconocía por teléfono su lealtad al Estado Islámico. Horas después, la organización terrorista reivindicaba el ataque en un comunicado en el que presentaba al tirador como un “soldado del Califato”. Se desconoce si el asaltante contó con la colaboración del EI o si dispuso de algún tipo de ayuda exterior.
Hasta en dos ocasiones, en 2013 y en 2014, agentes del FBI de Orlando habían investigado e interrogado a Omar Mateen, tras ser alertados de sus supuestos vínculos con el movimiento islamista. No obstante, el FBI precisó este domingo que no constató que supusiera una amenaza.
Por su parte, la exmujer de Omar Mateen, en declaraciones a The Washington Post, denunciaba haber sido víctima de malos tratos en el matrimonio –de 2009 a 2011– y presentaba a su exmarido como “una persona inestable”. El imam de la mezquita que Omar Mateen frecuentaba desde pequeño en Fort Pierce lo ha descrito como un hombre cada vez más introvertido y callado, mientras que uno de sus excompañeros de trabajo, un expolicía que trabajó en la misma empresa de seguridad que el supuesto asaltante de 2014-2015, lo ha descrito como un hombre que estaba “continuamente enfadado” y “que hablaba a menudo de matar a gente”. Este mismo hombre ha asegurado al diario Florida Today “no estar sorprendido” por lo ocurrido en Orlando.
¿Qué desencadenó al ataque y por qué eligió esa discoteca?
Ambas preguntas siguen sin respuesta. Sólo se sabe que el hombre pudo conseguir las armas de forma legal días antes de perpetrar el ataque. Entró en la discoteca Pulse con al menos dos armas de fuego en su poder, una pistola de 9 mm y un fusil de asalto de tipo AR-15.
Se trata del mismo fusil empleado en San Bernardino en diciembre pasado por la pareja de simpatizantes del EI que causó la muerte a 14 personas, pero también se utilizó en un cine de Aurora (Colorado) en 2012 –el balance entonces fue de 12 muertos y 58 heridos– y en Newtown, en Connecticut, el mismo año. En aquel momento, un joven entró en una escuela de primaria de la ciudad y mató a 26 personas, de ellas 20 niños, con el fusil, un arma de guerra idea precisamente para matar al máximo número de personas en el menor tiempo posible.
Esta arma, disponible en armerías y sobre todo en el mercado de segunda mano (todavía menos controlado), lleva varios años en el centro del debate en lo que a las armas de fuego se refiere. Tanto es así que con Bill Clinton en la Casa Blanca, en 1994, quedó temporalmente prohibida, pero George W. Bush volvió a autorizarlas en 2014. Actualmente, se calcula que hay en circulación en Estados Unidos tres millones de fusiles de asalto. Y, después de cada matanza como la ocurrida el sábado, las ventas aumentan sistemáticamente, ante el eventual endurecimiento legislativo.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
Cincuenta personas perdieron la vida y otras 53 resultaron heridas, en la noche del sábado al domingo, a manos de un hombre que abrió fuego en una discoteca gay de Orlando (Florida, EEUU). Esta nueva matanza masiva, la más sangrienta cometida nunca en Estados Unidos, ha sido calificada por Barack Obama de crimen de odio, pero también de acto terrorista; en la tarde del domingo, el Estado Islámico reivindicaba el ataque.