Los mensajeros de Deliveroo y de Foodora promueven la creación de un “frente” europeo

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¿Cómo organizar, en los planos nacional y europeo, a un grupo integrado por varios miles de trabajadores autónomos mal pagados, que se encuentran aislados en su quehacer cotidiano y cuyos derechos no se respetan? “En Berlín, y en otros lugares, la dificultad de organizar la profesión choca con varios obstáculos. Por supuesto, hay empresas que se encargan de dividir para dominar, sobre todo mediante un algoritmo de reparto de pedidos y de horarios muy parcial y que nadie sabe cómo funciona. La comunidad de mensajeros tampoco facilita las cosas. Aquí, al menos el 50% de los repartidores en bicicleta son estudiantes que no van a realizar este trabajo durante años y que dudan a la hora de implicarse en la lucha. También hay extranjeros que no tienen una situación definida pero que tratan de ganarse la vida. Por último, se encuentran los apasionados de las bicis que no quieren tener un trabajo en una oficina para, teóricamente, ser más libres. Por tanto, no nos encontramos ante personas necesariamente fáciles de atraer”, dice Georgia Palmer, representante del pequeño sindicato anarquista FAU, que ha creado un sector especial para mensajeros, que incluye a más de 500 miembros y que se denomina Riders Union.

Georgia, estudiante de filosofía, sabe de lo que habla: trabajó durante dos años y medio en Deliveroo y forma parte del grupo de mensajeros fundadores de Riders Union. “Siempre creímos que la gente debía autoorganizarse desde la base para lograr actuar de abajo a arriba y no a la inversa. Por esa razón, no somos partidarios de los métodos utilizados por los grandes sindicatos y no nos interesa contar con un comité de empresa al uso, que corre el riesgo de convertirse en una estructura más próxima al empresario que a los trabajadores. Preferimos crear grupos de lucha locales en cada empresa”, dice. Esto no impide a FAU colaborar con organizaciones sindicales tradicionales y sobre todo con el gran sindicato de la alimentación y de la restauración NGG, que refuerza cada vez más su apoyo a los mensajeros.

“El pasado mes de abril, la asociación Arbeitsunrecht eligió a Deliveroo como peor empleador de Alemania. ¡El premio para Deliveroo consistió en una jornada de huelga y de reivindicaciones! Fue el 13 de abril en varias ciudades alemanas con el apoyo de FAU y de NGG”, cuenta Georgia Palmer. Unos 1.500 mensajeros alemanes se manifestaron ante las oficinas de Deliveroo. Entre la larga lista de reivindicaciones se encuentra el pago del tiempo de espera (a razón de 4 euros/media hora sin pedido), seguro de accidentes a cargo del empleador, reembolso de la reparación de las bicicletas (a razón de 0,35 euro/km) o un pequeño aumento de 0,50 céntimos la hora cada tres meses. “Les hicimos entrega de una petición y de nuestras reivindicaciones en una caja de pizza. La única respuesta que obtuvimos fue colocar seguridad, como si fuésemos peligrosos y violentos”, subraya, hastiada.

Sin embargo, el tiempo del mutismo y del desprecio puede llegar pronto a su fin. Porque los esfuerzos de los mensajeros alemanes y austriacos empiezan a dar sus frutos. E, incluso de forma modesta, las pequeñas victorias sociales que hasta la fecha se han conseguido aquí y allí empiezan a darse a conocer y a multiplicarse. El año pasado, en Colonia y en Viena, los asalariados de las filiales de Foodora lograron elegir comités de empresa para defender sus intereses. En enero pasado, Deliveroo logró un comité similar. “Los empleados de Deliveroo vieron que sus colegas de Foodora, a los que apoyamos activamente, empezaban a ver resultados y se pusieron en contacto con nosotros para hacer algo similar”, cuenta Mohamed Boudih, director del sindicato NGG en Colonia.

“He pintado en un mapa las protestas registradas en Europa. En 2016 se produjeron dos, pero en 2017 fueron 39. En ese momento fui consciente del movimiento que emergía en Europa”, dice Jérôme Pimot, exrepartidor en bicicleta y figura central en la lucha contra la uberizaciónuberización de la economía en Francia.

En Colonia, lo mismo que en Viena, la reacción de las empresas frente a estas iniciativas ha sido idéntica. “En Deliveroo Colonia, a día de hoy somos 80 trabajadores. Antes de Navidad, éramos más de 100. Pero desde que los trabajadores anunciaron su voluntad de votar la formación de un comité de empresa, la dirección redujo los efectivos fijos, a los que sustituyó por autónomos”, lamenta Mohamed Boudih. Y añade: “La razón de la reducción de los efectivos es evidente. La ley recoge que, si hay más de 100 empleados, el comité de empresa debe contar con siete miembros; si los trabajadores son menos de ese número, los representantes son sólo cinco. Si hay menos de 50 empleados, el comité contará únicamente con tres miembros”.

En Viena ocurre algo parecido, tal y como cuenta el vicepresidente del comité de Foodora Viena, Robert Walasinski: “Cuando votamos al comité, éramos 250 mensajeros frente a los 105 empleados con derecho a voto. Un año después, Foodora redujo drásticamente su número de asalariados. Somos 51 empleados frente a los casi 400 autónomos que tienen un contrato de cero horas [lo que no garantiza un número de horas mínimas] y que carecen de vacaciones y de cobertura social”, afirma, al tiempo que precisa que si la votación del comité se hubiese producido hoy, sólo contaría con tres miembros y no cinco. Pero, pese a todo, los avances no son menores.

“Evitar aplicar las leyes alemanas”

Cuando comenzó a trabajar, hace un año y medio, para Foodora Colonia, el mensajero de 29 años Semih Yalcin no había previsto la promoción profesional que le espera a actualmente. El joven, que enseña sin ningún problema los 50 km que hace al día, a razón de 10 euros la hora, fue elegido, en abril de 2017, presidente del primer comité de empresa alemán del sector. Y tiene muchas posibilidades de convertirse en uno de los primeros trabajadores miembro del consejo de vigilancia de la casa matriz de Foodora, Delivery Hero. “A principios de marzo, un tribunal berlinés le dio la razón a un abogado de Múnich que denunció a Delivery Hero por no respetar la ley que obliga a contar con representantes de los trabajadores en el consejo de vigilancia de la compañía”, explica el mensajero de Colonia.

La empresa alemana, a la que no hay que confundir con su competidora británica Deliveroo, controla Foodora pero también decenas de sociedades del mismo tipo con sede en los cuatro continentes y en 47 países. Confiesa que tienen 6.000 empleados en el mundo (de ellos, 4.000 en Alemania), pero también, dicen con más pudor, “miles de mensajeros en bici”. El verano pasado, la dirección de Delivery Hero anunció, sin aviso previo, su intención de unificar su estatus jurídico en Europa transformándose en una sociedad europea. Esta figura jurídica, creada en 2001, permite que una empresa opere con el mismo estatus en toda Europa. Oficialmente, la dirección explicó que favorecería la implantación europea de la empresa. “Pero la decisión de la transformación puede tener relación también con la voluntad de evitar aplicar las leyes alemanas, más restrictivas”, dice Semih Yalcin.

Para entender mejor las sutilezas del juego de Delivery Hero, hay que tener presente que desde al menos 2016, la empresa supera el umbral de los 2.000 empleados alemanes. Según las leyes germanas sobre la cogestión, al rebasar dicho número la empresa tiene que incluir a representantes de los trabajadores en su consejo de vigilancia. En general, cuando se aplica un reglamento semejante, es normal que los sindicatos consigan disponer de un comité de empresa general para toda la empresa. Por su parte, Delivery Hero siempre ha evitado aplicar las leyes de la cogestión. Y a día de hoy, cuando parece a punto de verse obligada a hacerlo, elige tomar la tangente europea, es decir una solución socialmente menos restrictiva pero que obliga a crear un órgano de representación de los trabajadores en el plano europeo.

Después de seis meses de negociaciones, el pasado 16 de abril, la dirección de Delivery y el grupo negociador que representa a los trabajadores, dirigido por Semih Yalcin, alumbraron un acuerdo: “Peleamos, sobre todo, el tamaño del comité de empresa, los modelos electorales, el recurso a las videoconferencias, el derecho a la información, etc. No conseguimos mucho más que los mínimos, es decir, un encuentro informativo al año con la dirección”, dice Semih Yalcin, que prevé que la elección del comité de empresa se lleve a cabo en las próximas semanas.

El mensajero alemán sabe bien que un comité europeo así sólo puede intervenir en casos transnacionales: “No es un marco muy operacional, pero por fin vamos a tener acceso a numerosas informaciones sobre la empresa, informaciones que siempre nos han negado. Vamos a poder desarrollar una mejor visión de conjunto y trabajar en desarrollar una consciencia y una cohesión entre los asalariados y los mensajeros, a nivel europeo”, se alegra. Y más aún con la representación paritaria en el consejo de vigilancia. En Austria, el sector está consiguiendo otro avance gracias al “partenariado social austriaco”. Los actores sociales del sector han anunciado el comienzo de la negociación de un convenio sectorial que esperan tener antes de final de año”. En Austria, los empleadores son miembros obligatoriamente de la Cámara Económica Austriaca, que los representa frente a los sindicatos en las negociaciones colectivas. La Cámara y los sindicatos pueden negociar un convenio colectivo. Esto no implica que todos los empleadores del sector estén de acuerdo en ello, pero si el acuerdo sectorial ve la luz, están obligados a aplicarlo”, explica Robert Walasinski.

Pese a estos avances alentadores, queda mucho por hacer para que la lucha de los mensajeros adquiera una verdadera dimensión europea. Pero la causa avanza también en este frente: “A mediados de abril, celebramos una primera reunión de mensajeros en Viena, organizada por los sindicatos austriacos. Había mensajeros alemanes, austriacos, holandeses, noruegos, italianos y franceses. Esto nos permitió conocernos, comparar y hablar”, cuenta el mensajero de Burdeos Arthur Hay, fundador de la sección mensajeros en bici de la CGT Gironda.

“Por un lado, vemos la diferencia de situaciones y de los marcos legales. Por otro, comprobamos que en todas partes, la actitud de la dirección es la misma y consiste en controlar la información para explotar mejor a los mensajeros. He vuelto con contactos y la voluntad de trabajar en el plano europeo. En el mes de octubre se celebrará una reunión en Bruselas”, dice. Efectivamente, los días 25 y 26 de octubre de 2018, Bruselas acogerá un encuentro con el apoyo de la asociación ReAct, cuya razón de ser es ayudar a crear redes trasnacionales y democráticas populares y democráticas en diversos ámbitos. En Bruselas, se esperan de 60 a 80 repartidores en bicicleta de toda Europa, “para hablar de la organización de nuestras acciones, de la diferencia de culturales, de nuestras situaciones y de nuestras estructuras y de la coordinación de nuestras acciones”, asegura Jêrôme Pimot. ____________

Un juez falla que los 'riders' de Deliveroo trabajan como falsos autónomos

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Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

¿Cómo organizar, en los planos nacional y europeo, a un grupo integrado por varios miles de trabajadores autónomos mal pagados, que se encuentran aislados en su quehacer cotidiano y cuyos derechos no se respetan? “En Berlín, y en otros lugares, la dificultad de organizar la profesión choca con varios obstáculos. Por supuesto, hay empresas que se encargan de dividir para dominar, sobre todo mediante un algoritmo de reparto de pedidos y de horarios muy parcial y que nadie sabe cómo funciona. La comunidad de mensajeros tampoco facilita las cosas. Aquí, al menos el 50% de los repartidores en bicicleta son estudiantes que no van a realizar este trabajo durante años y que dudan a la hora de implicarse en la lucha. También hay extranjeros que no tienen una situación definida pero que tratan de ganarse la vida. Por último, se encuentran los apasionados de las bicis que no quieren tener un trabajo en una oficina para, teóricamente, ser más libres. Por tanto, no nos encontramos ante personas necesariamente fáciles de atraer”, dice Georgia Palmer, representante del pequeño sindicato anarquista FAU, que ha creado un sector especial para mensajeros, que incluye a más de 500 miembros y que se denomina Riders Union.

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