El #Metoo a Depardieu traspasa los platós de cine

Una, vendedora de una marca de lujo, otra costurera y otra periodista. Alejadas de las cámaras, los diamantes y las lentejuelas, estas tres mujeres afirman a Mediapart que Gérard Depardieu las agredió o acosó sexualmente en tres épocas diferentes: 1985, 2007 y 2014.
Hasta ahora, la mayoría de las veinte mujeres que habían denunciado el comportamiento del actor ante la prensa o la justicia se movían en el mundo del cine.
Las tres mujeres cuyos testimonios revelamos ahora se pusieron en contacto con nosotros después de nuestras investigaciones sobre el actor: al leer los testimonios, vieron “el mismo procedimiento”, “las mismas palabras” o “gruñidos”, la misma sensación “de omnipotencia” y las mismas “risas” a su alrededor.
Ninguna de ellas presentó denuncia por esos hechos, aparentemente prescritos, pero dos de ellas quisieron testificar en el juicio por agresiones sexuales contra el actor, que se celebrará los días 24 y 25 de marzo en el tribunal penal de París.
Gérard Depardieu no ha respondido a las preguntas de Mediapart. Simplemente ha indicado, a través de su abogado, Jérémie Assous, que nuestro correo electrónico de preguntas “le será de gran utilidad en su defensa”, ya que “ilustra una vez más que, al no poder las demandantes demostrar lo que alegan, se escudan en la calumnia frente a los elementos que demuestran la falsedad de sus acusaciones”.
El actor, que además está siendo investigado por violación tras la denuncia de Charlotte Arnould, se acoge a la presunción de inocencia. Siempre ha negado cualquier acto punible y afirma que “nunca ha abusado de una mujer”, describiéndose a sí mismo como un caballero al que le gusta “galantear”, y que es “contrario a cualquier forma de violencia, ya sea verbal, física o psicológica”.
Aurélie Dauchez: “Una situación de angustia total”
Cuando Aurélie Dauchez leyó la investigación de Mediapart sobre el actor en 2023, se quedó impactada: “¡Justamente, así es él!” Después de ver que “las mujeres hablaban y se las tenía en cuenta”, y de escuchar a su entorno minimizar su historia y unirse a su deseo “de hablar de ello diez años después”, esta comercial de 45 años decidió contar su historia. Primero a Mediapart, y luego en el proceso al actor, a finales de marzo.
Afirma haber sufrido, el 21 de febrero de 2014, “tocamientos sexuales” y “comentarios sexuales ofensivos” por parte de Gérard Depardieu. La fecha aparece en una foto que publicó esa misma noche en Facebook, en la que se la ve junto al actor, en el sofá verde de la tienda de Prada, en la elegante calle de Faubourg-Saint-Honoré, en París, donde ella trabajaba. “Publiqué esa foto para fingir que todo iba bien, para ocultar lo que había pasado”, explica la exvendedora a Mediapart. En los comentarios de la publicación, escribió que había que “olvidar a esos cerdos”.
Aquel día, Gérard Depardieu irrumpió en la tienda, con un casco de moto bajo el brazo, para recoger la compra de su pareja. Según varios testigos, “apestaba a alcohol”, “estaba todo rojo”, “hablaba muy alto”. “Nos dio la mano al llegar y besó la de Aurélie, pero no la soltaba”, recuerda su compañera Davila Sholay. “Luego le pidió que se sentara con él en el sofá. Todos éramos conscientes de que era una situación incómoda. Su comportamiento no era apropiado”.
Aurélie Dauchez afirma que el actor, a quien ella “no había visto nunca en su vida”, le preguntó por su nombre de inmediato y comentó su físico. Llevaba un uniforme de Prada, un vestido negro corto, y una férula debajo de los leotardos debido a una herida en la rodilla. Él dijo: “Ven a sentarte, Aurélie, oh, cómo me excitas con eso, parecen ligueros, ven aquí, yo te curaré”. “Unas clientas rusas le pedían fotos y autógrafos y el decía: ¡Cerrad el pico, solo la quiero a ella!”, relata.
Aunque ella se había negado a sentarse en el sofá (las vendedoras están obligadas a permanecer de pie), su mánager la habría invitado a sentarse junto al actor riéndose, y luego les habría tomado una foto, dejándola “sola en el espectáculo con el Sr. Depardieu” en el sofá, según su relato. Aurélie Dauchez dice que se sintió “muy avergonzada” y que “buscó ayuda con la mirada”, mientras seguía “sonriendo tontamente, para mantener un porte ejemplar para Prada” ante un “cliente VIP”.
Según el relato que hizo a Mediapart y en una declaración escrita, el actor, “goteando sudor”, se le habría “pegado”, le habría puesto “su brazo izquierdo alrededor del cuello” mientras “tocaba su férula con la mano derecha”, y luego “subió la mano por debajo de mi vestido hasta la entrepierna”. Ella dice que “inmediatamente apreté los muslos tratando de evitarlo”, pero él “logró subir la mano justo hasta casi mi sexo, sobre los leotardos”.
El actor se inclinó entonces “con todo su peso” sobre ella, “tocando frenéticamente el dial del Rolex” que llevaba en la muñeca y le dijo obscenidades sexuales, afirma ella: “Mira, esto es tu coño, y aquí ves que toco tu clítoris, lo toco, me lo como, lo chupo, ¿te excita que te toque así?”. “Estaba atónita, no decía nada”, relata. “Continuó agitando cada vez más rápido su mano sobre el reloj, diciendo: ¿Ves? Te pones húmeda como una zorra, te excita”.
La exvendedora cuenta que se sintió en “una situación de total angustia” y que no pudo zafarse hasta que Depardieu se “levantó de golpe”. Afirma que entonces se fue “a esconderse en la trastienda” y que él salió de la tienda “gritando su nombre”.
Todo el mundo se rió y parecía pensar que yo estaba muy orgullosa de estar al lado del Sr. Depardieu. Todo sucedió con total impunidad
Al cerrar la tienda, la dependienta se fue con “miedo de que él la siguiera en moto” y llamó a su padre. Contactado por Mediapart, éste recuerda que su hija le llamó en estado de “shock psicológico” y le contó que había sufrido un intento de “ligue muy pesado” y “tocamientos” por parte del actor en el sofá, “a la vista y conocimiento de todos”. “Se sintió como una muñequita”, cuenta.
Al día siguiente, Aurélie Dauchez confió a dos colegas, quienes nos lo confirmaron, que el actor le había hecho observaciones sexuales. Una de ellas, Davila Sholay, le aconsejó que lo denunciara a la dirección. Aurélie Dauchez explica que no lo hizo por “vergüenza” y porque era “perder el tiempo”, según ella: “En Prada, el cliente es el rey, y todos no tenían más que ojos por Depardieu. Me dije que forzosamente dirían que yo era la que mentía”.
La exvendedora dice que le sorprendió que “nadie interviniera”, ni siquiera “con un pretexto”: “Todo el mundo se rió y parecía pensar que yo estaba muy orgullosa de estar al lado del Sr. Depardieu. Todo sucedió con total impunidad”. El contexto (una tienda de lujo y un cliente VIP y famoso) jugó un papel importante, según Davila Sholay. “En el mundo del lujo, hay cierta complacencia hacia los clientes importantes y adinerados, que a veces creen que pueden comprarlo todo. ¿Cómo denunciar el comportamiento de un cliente como Gérard Depardieu, un icono del cine francés muy apreciado, ante el que todo el mundo sentía admiración?”
Contactados el gerente y la directora de la tienda en ese momento, así como el grupo Prada, no han respondido.
Constance*: “No hicimos nada, estábamos intimidadas”.
Desde el pueblo normando donde reside, lejos del mundo del séptimo arte, Constance* cuenta otra historia, una historia que ha estado “enterrada durante cuarenta años”. Esta mujer de 62 años ha guardado en un sobre cuidadosamente la invitación de cartón, las fotos impresas y los autógrafos de esa noche del 3 de septiembre de 1985, y en particular la que considera una “prueba” de su relato. En ella se la ve muy joven, con un vestido rojo, junto a Gérard Depardieu, el director Maurice Pialat, el director general de Gaumont Nicolas Seydoux y un actor.
En aquel entonces era una costurera de 23 años, hija de panaderos y apasionada de los concursos, y había ganado en el programa de Patrick Sabatier en RTL dos entradas para asistir a la preestreno de la película Police, en el cine Gaumont de los Campos Elíseos, en París.
Constance recuerda que confeccionó un pantalón para su marido la noche anterior, tomó prestado un vestido de su madre, y al día siguiente la pareja cogió un tren a París, eufórica, para pasar dos días con todos los gastos pagados en la capital. Durante la recepción que siguió a la proyección en el Espace Pierre Cardin, en presencia de numerosas personalidades del mundo del espectáculo, Constance cuenta que vio a Gérard Depardieu posando con Maurice Pialat, Nicolas Seydoux y un actor de la película, y que le preguntó si podía firmarla un autógrafo y hacerse una foto “de recuerdo”.
Pero durante la toma, afirma que Depardieu, que estaba “pegada a ella”, le “puso inmediatamente la mano en el trasero” y luego “manoseó la cadera derecha”. Ante la sorpresa, dice que sonrió. “Me estaba sobando. No sabía qué hacer. Le cogí la mano para sujetarla firmemente delante de mí, para que no volviera a hacerlo. Pialat dijo: ‘¿De quién es la mano?’. Se reían, me desestabilizó. Me sentía estúpida e incómoda entre todos esos tipos... Había una omertà y todos eran cómplices”. Ese preciso momento fue inmortalizado en la foto. Sin esa instantánea, está convencida, nadie la creería.
Constance cuenta que fue inmediatamente a contarle a su marido lo sucedido. “Era un camorrista, pero me dijo: “No voy a romperle la cara, ahí está todo París, te llamarán mentirosa y yo terminaré en la comisaría’. No hicimos nada, estábamos intimidados. Éramos gente corriente, y Depardieu ya era un monstruo del cine”.
El marido de Constance y Maurice Pialat, ya fallecidos, no pueden compartir sus recuerdos. Cuando se le preguntó a Nicolas Seydoux , respondió que “no estaba presente en ese preestreno”, pero luego, al ser comprobadas las fotos, indicó que “realmente no recordaba nada de esa noche”. A principios de 2024, en plena tormenta por el caso Depardieu, el presidente del consejo de supervisión de Gaumont declaró que “no creía que Gérard Depardieu hubiera violado”, y refutó que “el cine proteja a Depardieu”, asegurando él mismo que “nunca había oído hablar de nada de eso”.
He mantenido la boca cerrada durante casi cuarenta años, porque ante ese monstruo del cine, mi denuncia se habría vuelto contra mí
Contactado Patrick Sabatier, nos ha confirmado la existencia de ese concurso que presentaba en RTL y “espera que si esta mujer fue maltratada de alguna manera, pueda obtener justicia por esos hechos” (leer su respuesta completa en los anexos, en francés).
En aquel entonces, Constance regresó de París diciendo “que el mundo estaba podrido” y se lo contó a su madre y a su hermana Véronique, quien nos lo confirma: “Lloraba, estaba realmente traumatizada. Hace cuarenta años que, en cuanto se habla de Depardieu, se cierra como una ostra. En cuanto lo ve en la tele, cambia de canal, le pone de los nervios”. Su amiga Sylvie también recuerda que ella le había contado los hechos en 2016 durante un viaje a Canadá.
En 2023, después de nuestra investigación y la intervención pública de la actriz Sophie Marceau, que contó el infierno que fue el rodaje de Police, denunciando la “actitud grosera y muy inapropiada” de Gérard Depardieu, Constance se dice que “ahora hay que hablar”. Se puso en contacto con Mediapart y, en Facebook, da las gracias a Sophie Marceau y se declara a sí misma “víctima de las manos sobonas y obscenas” del actor “en la noche del estreno de Police”. “He mantenido la boca cerrada durante casi cuarenta años, porque ante ese monstruo del cine, mi denuncia se habría vuelto contra mí”, escribe.
En redes sociales y entre sus familiares y amigos, algunos cuestionaron su testimonio, tachándola de “trolera”, acusándola de querer “usar eso para su gloria” o replicándole “Pero para ya, ¿has visto tu careto?. Otros minimizaron los hechos o se rieron de su relato, diciéndole que “no todo el mundo había tenido la suerte de que Depardieu le tocara el culo”.
Constance no quiere presentar una denuncia por estos hechos, que han prescrito hace varias décadas. Pero quiere asegurarse de que se pueda “creer” a las demás demandantes. “Me duele escuchar a toda esa gente que defiende a Depardieu cuando yo lo sé. Si hablo, me van a echar la bronca, tengo miedo. Pero tengo mi foto, tengo la prueba”.
Marie Dalibon: “Humillación, vergüenza, aturdimiento”
Marie Dalibon también se ha visto afectada por la ola de apoyo al actor tras el estallido del caso en 2023, y en particular por la del presidente Emmanuel Macron, “una bofetada para todas nosotras”. “¿Cuántas mujeres tienen que testificar para que dejemos de escuchar a tantas Carole Bouquet explicando que Depardieu es un tipo genial con ellas? ¿Cómo impediría una cosa la otra?”, se pregunta.
Esta periodista parisina de 44 años denuncia hechos que se remontan a noviembre de 2007, durante el rodaje en Israel de "Deux, trois jours avec moi", un programa presentado por Mélissa Theuriau en Paris Première, en el que una personalidad descubre su ciudad fetiche.
En ese momento, Gérard Depardieu es el invitado del programa mientras rueda la película Hello Goodbye en Tel Aviv (Israel), durante el rodaje de la cual una actriz afirmará a Mediapart que el actor la sometió a un comportamiento sexual humillante, algo que él niega. Cuando Marie Dalibon, encargada de realizar los reportajes del programa, le llama para preparar el rodaje, se muestra “muy disponible, educado, cordial”. “Yo tenía entonces 27 años y estaba empezando en el periodismo; de niña era fan de Cyrano, así que había algo extraordinario en decirme, ¡oh, vaya, estoy hablando con Depardieu!”, nos cuenta.
Pero cuando se vuelve a poner en contacto con él una vez allí, tiene la impresión de que ya no es “la misma persona al teléfono”. Le dijo de inmediato, “intercalando sus frases con gruñidos elocuentes”: “Ah, Marie, se nota que el aire es diferente aquí, los hombres son guapos, se nota que aquí hay hombres, se nota en el ambiente que aquí todo es posible, vas a encontrar hombres”. Dice que le colgó, “desconcertada” e “incrédula”.
En el rodaje, el 10 de noviembre de 2007, explica que se había “convertido en objeto de su atención y entretenimiento” y que había sufrido “comentarios humillantes de carácter sexual”. Afirma que Gérard Depardieu habría dicho varias veces, delante de sus compañeros de trabajo, que ella “debería buscar hombres de cueros para la noche” y que “quería que la azotaran”.
Cuando la responsable de la oficina de turismo de Tel-Aviv, Etty Gargir, pasó por el rodaje, no tuvo tiempo de saludar al actor, que le preguntó “si tenía hombres de cueros con accesorios ‘para María que quería divertirse por la noche”, asegura Marie Dalibon. “La pobre señora me miró sin comprender, me moría de vergüenza”. Cuando contactamos con ella, Etty Gargir no ha querido responder.
La periodista también relata que, mientras estaba apoyada en una pared, el actor se acercó por detrás y empezó a “masajearle la zona lumbar” bajando hacia “la falda y el trasero”, “sin permiso” e intercalando “resoplidos” en sus frases. Explica que, al darse cuenta de que “no iba a parar”, se zafó haciendo “una vuelta sobre sí misma”.
Marie Dalibon recuerda las “risas” del actor, las del equipo y las suyas, por “vergüenza” y para “mantener la compostura”. “Todo el mundo lo tomó como algo bastante divertido, así que me reí tontamente con el resto del equipo”. La periodista desconoce qué es exactamente lo que sus compañeros percibieron y consideraron de los gestos y comentarios que denuncia.
Pero recuerda que, en el equipo de rodaje, compuesto por seis hombres, Gérard Depardieu “se había apoderado del lugar” y que se habría aprovechado tanto de la fascinación que ejercía como de un ambiente masculino, digno de los vestuarios de fútbol, “metiéndose con los hombres, por ejemplo, cuando contó que clasificaba a las mujeres en dos categorías, la madre o la puta”.
Quiero transmitir el mensaje a Depardieu y a hombres como él de que se acabó el tiempo del todo se permite
Contactado por Mediapart, su cámara no recuerda el comportamiento del actor, salvo su “prepotencia”. Explica que en esa época anterior al movimiento #MeToo, “sin duda ocultó o minimizó la actitud de Depardieu” y que incluso pudo reírse de ella “por vergüenza, como ante un tío un poco pesado”. “Pero creo a Marie al 100 % y apoyo su iniciativa”, precisa (ver caja negra).
Según Marie Dalibon, Mélissa Theuriau, que solo estuvo presente en los “dos últimos días”, “no vio ni supo nada del comportamiento de Gérard Depardieu”, que “también sabe ante quién puede o no actuar”, opina. La presentadora lo confirma a Mediapart, recordando a un Depardieu “afable, totalmente correcto, obviamente, en lo que a mí respecta”. Mélissa Theuriau, que sigue siendo amiga de la periodista, dice que le “dolió” enterarse el año pasado “de que ese rodaje, que había sido alegre y del que estaban muy orgullosas, estaba asociado a algo doloroso para Marie”. Explica que “la apoya en su iniciativa, que consiste en conseguir que la sociedad cambie en su conjunto, que se ponga fin a estas relaciones de dominación”.
En el programa, emitido en enero de 2008, Marie Dalibon vio una alusión implícita a las “graves declaraciones” que ahora denuncia: cuando Mélissa Theuriau presenta el último reportaje dedicado a la vida nocturna de Tel-Aviv, en la que “se cometen todos los excesos”, Gérard Depardieu sonríe y añade: “Por cierto, Marie abusó mucho...”
A su regreso a París, la periodista se sinceró con su pareja, Romain Miroux, y con su hermana, Céline, quienes nos confirmaron su relato. Ambos recuerdan el término que ella empleó: “un cerdo asqueroso”. Su compañero recuerda haber tenido la sensación de que “el machismo dominante en el grupo había sido una barrera protectora de la que se había aprovechado Depardieu”.
La periodista dice que luego “ocultó” esta historia “durante años”. Cuando surgió el movimiento #MeToo, estaba convencida de que el nombre del actor “iba a ser uno de los primeros en aparecer”. Al leer en Mediapart en 2023 los testimonios de trece mujeres que “ponían sus palabras sobre situaciones similares”, “todo volvió a salir”: “La suciedad, la humillación, la vergüenza, la aturdimiento”. Esto es lo que la llevó a enviarnos su relato: no para “obtener reparación”, sino para “llevar el mensaje a Depardieu y a hombres como él de que el tiempo del todo está permitido se acabó”, indicaba en su correo electrónico.
Hace poco, un conocido suyo, al escuchar su historia, le respondió que no se podían poner en el mismo plano las violaciones y los comentarios obscenos. “No es eso lo que yo hago. Solo estoy diciendo que ese comportamiento también debe cesar”, explica.
Le molesta el argumento de “que presente una denuncia”, que a menudo se opone a las mujeres en estos casos. “La discusión no es si hay que presentar una denuncia o no. Por supuesto que la justicia es indispensable y que estamos en un Estado de derecho. Pero se presenta una denuncia una vez que el daño está hecho. Lo que yo quiero es actuar para que no vuelva a suceder. Estos comportamientos son sistémicos, pueden ocurrir en cualquier lugar. Denunciarlos a través de los medios de comunicación permite cambiar las mentalidades: a partir de ahora, no nos quedaremos calladas. Y si seguimos diciendo que es inaceptable, se acabará.” En el mismo sentido, ha enviado una declaración escrita en el marco del próximo juicio del actor.
Caja negra
* Nombre ficticio elegido para proteger a su familia y evitar cualquier riesgo de ciberacoso.
El 13 de marzo, enviamos una serie de preguntas específicas a Gérard Depardieu a través de su abogado, Jérémie Assous. Ni el actor ni su abogado quisieron dar respuestas sobre el fondo.
Varias personas entrevistadas revisaron, a petición suya, sus citas antes de su publicación. Los relatos de los testigos y confidentes figuran en los anexos a este artículo.
En cuanto al relato de Marie Dalibon, Mediapart también se puso en contacto con la maquilladora y el peluquero de Gérard Depardieu en ese programa, que no respondieron, y con tres técnicos, que nos dijeron que no tenían recuerdos especiales de ese rodaje, ni siquiera de la presencia de la periodista.
El juicio a Depardieu se aplaza hasta marzo
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No hemos podido contactar con el actor de la película Police, que aparece en la foto junto a Constance y Gérard Depardieu.
Traducción de Miguel López