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El asedio de Israel sobre Gaza mata a cientos de civiles y aleja las negociaciones de paz

Un hombre lleva en brazos a un niño en Gaza tras un bombardeo del ejército israelí.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

Un enorme hongo de polvo y arena se elevó hacia el cielo azul con un ruido ensordecedor  y comenzaron a oírse gritos de horror. En un primer plano se ven tiendas y refugios improvisados apiñados. Algunas personas se alejaban a toda prisa mientras otras corrían hacia la zona de la explosión.

Los cuatro misiles disparados por el ejército israelí contra la zona costera de Al-Mawasi, en el sur de la Franja de Gaza, fueron filmados por varios teléfonos móviles, cuyos vídeos circulan por las redes sociales. Estos y otros vídeos posteriores muestran a voluntarios de defensa civil heridos, reconocibles por sus chalecos naranja fluorescentes. También otras imágenes terribles que muestran los restos de las tiendas de campaña y cadáveres en el suelo.

Ese ataque sólo fue el inicio. Según testigos contactados por Mediapart, el ejército israelí utilizó todo su arsenal durante una hora y media. "Marcó un anillo de fuego alrededor de la zona objetivo", dijo un residente. Tras los misiles vinieron los cohetes disparados por drones. También entraron en acción los cuadricópteros, pequeños helicópteros no tripulados capaces de disparar balas, de los que ya se ha informado durante esta guerra contra Gaza.

"El ataque se produjo en varias fases. Comenzó hacia las 10:30 de la mañana y duró hora y media", explica Basel Sourani, del Centro Palestino de Derechos Humanos, con sede en la Franja de Gaza. "El objetivo era un chalet y la zona que lo rodea está densamente poblada, con cientos de tiendas y miles de desplazados". Pocos minutos después del primer ataque, con aviones F-16 y misiles, la defensa civil acudió rápidamente a la zona. Nada más salir de sus vehículos, fueron alcanzados por disparos de drones, que mataron a dos de ellos, entre ellos el subjefe de bomberos. Después, los cuadricópteros disparaban contra todo lo que se movía".

Hora y media de infierno

Según indicó el ejército israelíen la red social X, bombardearon "una zona donde se habían escondido entre los civiles dos terroristas de alto rango de Hamás y otros más. El lugar del ataque era una zona abierta rodeada de árboles, varios edificios y cobertizos", 

Los dos dirigentes de Hamás atacados eran Mohammed Deïf, jefe de Ezzedine Al-Qassam, rama militar de Hamás, uno de los presuntos autores intelectuales de los atentados del 7 de octubre, y Rafi Salama, jefe de la brigada Ezzedine Al-Qassam de Jan Yunis, una de las cinco de la Franja de Gaza.

El ejército israelí sólo ha podido confirmar la muerte de este último el domingo 14 de julio, veinticuatro horas después de los ataques. Mohammed Deïf, según Hamás, está bien. Por su parte, en su comunicado, el ejército israelí asume que bombardea a civiles para eliminar objetivos. Al-Mawasi, la zona atacada el sábado por la mañana estaba densamente poblada por el simple hecho de que esa franja de arena costera era uno de los lugares "seguros" a los que el Estado Mayor israelí aconsejaba acudir.

Desde hace meses se amontonan allí desplazados de toda la Franja de Gaza y las fotos del "antes y el después" publicadas en redes sociales por el ejército israelí plantean dudas. En la foto del "antes" se ven edificios y árboles, pero ni una sola tienda de campaña.

Antes de la guerra, la zona bombardeada por los aviones era una zona agrícola [...]. Hoy en día, las tiendas están pegadas unas a otras. Muchas se han quemado o han quedado sepultadas bajo la arena y los escombros provocados por impactos de misiles.

Zamil Khalil, testigo del ataque

"Probablemente sea una foto de antes de la guerra, porque esta zona es ahora una de las más densamente pobladas de toda la Franja de Gaza", afirma Basel Souran. "Ese lugar había sido designado zona humanitaria." Zamil Khalil plantó su tienda a sólo 500 metros hace dos meses y medio. Antes, este padre de cuatro hijos había estado viviendo con su familia en ese mismo refugio precario cerca de Rafah, pero se marchó por motivos de seguridad. Por la misma razón por la que primero abandonó su hogar en Al-Mighraga, y luego Jan Younis, la primera etapa de su exilio interior.

"Antes de la guerra, el lugar bombardeado por los aviones era una zona agrícola, con algunos edificios pequeños y árboles. Pero ahora son todo tiendas pegadas unas a otras", explica a Mediapart. "Muchas se han quemado o han quedado sepultadas bajo la arena y los escombros provocados por impactos de misiles".

El padre, de 35 años, añade: "Muchas de las víctimas son mujeres y niños. Puede que hubiera entre nosotros algún militante, no sabemos quién se aloja a nuestro lado, los desplazados vienen de todas partes y no nos conocemos. Pero en cualquier caso, aunque hubiera hombres de Hamás, eso no justifica atacar una zona poblada por civiles".

Al menos 120 muertos y más de 400 heridos

Entre las numerosas reacciones internacionales, el Secretario General de la ONU, António Guterres, subrayó que "el derecho internacional humanitario, incluidos los principios de distinción, proporcionalidad y precaución en el ataque, deben respetarse en todo momento".

El domingo por la noche, el ministerio de Sanidad de la Franja de Gaza anunció que habían muerto al menos 90 personas y habían resultado heridas unas 300. Muchas siguen desaparecidas, enterradas en la arena y los escombros.

La matanza continuó durante todo el fin de semana. El sábado fue atacada una mezquita en el campo de refugiados de Al-Shati, en la ciudad de Gaza. Murieron 20 hombres que estaban rezando . Las incursiones israelíes mataron el sábado por la noche al menos a 16 personas en el norte de la Franja de Gaza.

El domingo fue bombardeada en Nousseirat otra escuela de la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, utilizada como refugio por cientos de personas. El balance provisional de víctimas publicado el domingo por la noche era de 17 muertos y al menos 70 heridos, no son nada comparado con el horror y el espanto de las escenas difundidas en redes sociales.

Confusión sobre las negociaciones

La intensificación de las incursiones israelíes en la Franja de Gaza en los últimos días plantea interrogantes, ahora que existía un cierto optimismo en alcanzar un acuerdo sobre el alto el fuego y el intercambio de prisioneros.

Las negociaciones se reanudaron la semana pasada en Qatar. Allí acudió el jefe del Mossad, David Barnea, mientras se esperaba a otro funcionario israelí en Egipto, otro intermediario en las conversaciones entre el Estado judío y Hamás. Están también presentes en la región responsables de la CIA.

Los puntos conflictivos siguen siendo los mismos desde hace varios meses, y da la sensación de que estamos dándole vueltas al círculo. Los verdaderos desacuerdos se refieren a la cuestión de la retirada israelí de la Franja de Gaza y a la naturaleza del alto el fuego.

Un observador familiarizado con las negociaciones

Las negociaciones se basan en el plan presentado por el presidente Biden a finales de mayo, que comprende tres etapas. La primera, de seis semanas de duración, prevé un alto el fuego, el intercambio de prisioneros palestinos por mujeres, ancianos y enfermos israelíes retenidos por Hamás y las facciones palestinas, la retirada del ejército israelí de las zonas pobladas de la Franja de Gaza y el regreso de los civiles a sus hogares.

Durante la segunda fase, deben liberarse los rehenes restantes y negociarse el fin permanente de las hostilidades. Por último, la tercera fase debe contemplar un alto el fuego permanente y el inicio de la reconstrucción del enclave palestino.

Estados Unidos recogió lo esencial de este plan en una resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 10 de junio. Fue un acontecimiento bien recibido: por una vez, nadie hizo uso de su derecho de veto. Rusia se abstuvo.

Las semanas siguientes fueron confusas, Hamás anunció su acuerdo pero Israel se negó, diciendo que el plan presentado no era el que había admitido. Por consiguiente, las negociaciones se estancaron, las esperanzas de los gazatíes se desvanecieron y la matanza continuó.

"Los puntos conflictivos siguen siendo los mismos desde hace varios meses, y parece que estamos dándole vueltas al círculo", afirma un observador regional familiarizado con las discusiones. "Los verdaderos desacuerdos se refieren a la cuestión de la retirada israelí de la Franja de Gaza y a la naturaleza del alto el fuego. Hamás quiere una retirada total y un alto el fuego permanente. De lo contrario, tiene todas las de perder: devuelve a los rehenes e Israel reanuda sus ataques. Los israelíes se niegan a aceptar el término ‘permanente’".

Como suele ocurrir, las diferencias se centran en el vocabulario utilizado en los distintos borradores presentados por los mediadores a las partes en conflicto. Hamás exige que se "garantice" un alto el fuego permanente. Israel rechaza ese término, que le comprometería demasiado, y pide que se prefiera el término "esfuerzos" hacia un alto el fuego completo y permanente.

Netanyahu opta por endurecer sus posiciones públicas en las negociaciones de un modo que probablemente las haga descarrilar.

Amos Harel, columnista de Haaretz

Benjamin Netanyahu así lo declaró públicamente en un documento de cuatro puntos titulado "Principios para un acuerdo de liberación de los rehenes", publicado el 7 de julio: Israel debe poder reanudar su ofensiva cuando lo considere necesario, impedir que Hamás obtenga armas utilizando el corredor Philadelphie, es decir, controlar la zona fronteriza con Egipto, e impedir cualquier regreso de miembros de Hamás al norte de la Franja de Gaza."

Eso fue duramente criticado por una parte de los responsables de seguridad israelí: "Durante más de una semana, los responsables del establishment de defensa han estado diciendo que era una oportunidad única para alcanzar un acuerdo con Hamás, que implicará numerosas concesiones", escribe el analista Amos Harel en Haaretz el domingo 14 de julio. "Pero Netanyahu opta por endurecer su postura pública en las negociaciones de un modo que probablemente las haga descarrilar".

Pero parece que las cosas avanzan. Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, al que no le vendrían mal buenas noticias, se mostró optimista el pasado viernes: "Hace seis semanas presenté un marco global para lograr un alto el fuego y devolver a los rehenes. Aún queda trabajo por hacer y estas cuestiones son complejas, pero este marco ya ha sido aceptado por Israel y Hamás. Mi equipo está haciendo progresos y estoy decidido a que las cosas avancen."

Cabe considerar por tanto que la masacre del sábado y el domingo en la Franja de Gaza tenían como objetivo sabotear las negociaciones.

"Oportunidad operativa”

Por lado palestino, esa hipótesis cuenta con un apoyo unánime. Ubai Aboudi, presidente de la ONG Bisan, miembro de la plataforma de ONG palestinas, así lo cree. "Todo el mundo, todos los países, quieren un alto el fuego. Excepto el gobierno israelí, y en particular Netanyahu y sus ministros de extrema derecha", declara a Mediapart. "Intentan torpedear las negociaciones cometiendo todas estas masacres".

Una opinión compartida por algunos israelíes, como escribe Zvi Bar'el, periodista de Haaretz . Da por hecho que han matado a Mohammed Deïf, que era el objetivo de los ataques del sábado contra Al-Mawasi, aunque no ha sido confirmado: "Nadie puede decir cómo afectará su asesinato al acuerdo sobre los rehenes. Por lo tanto, podemos sospechar que la conveniencia operativa y de inteligencia de matar a Deïf pesaba más que cualquier otra consideración, incluida la de perjudicar las negociaciones para la liberación de los rehenes."

Tras anunciar, a través de un dirigente anónimo, que las negociaciones se habían roto, Hamás rectificó: uno de sus dirigentes, Izzat al-Rishq, dijo que el movimiento continuaba con ellas.

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A Zamil Khalil, en su tienda, con su familia y sus aterrorizados vecinos, las consideraciones políticas y argumentos diplomáticos le pillan lejos: "Necesitamos un alto el fuego. Lo necesitamos ya. Estamos agotados. Agotados física y mentalmente".

 

Traducción de Miguel López

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