Netanyahu está convencido de que sin la UNRWA ya nadie se acordará de los refugiados palestinos

Vista de la entrada a la sede de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), este miércoles.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

A partir del jueves 30 de enero, la enorme sede de la UNRWA, el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, situada en Jerusalén Este, mantiene cerrada su verja azul celeste con los colores de la ONU. Ya no habrá nadie en la garita de los guardias, donde inspeccionan con un espejo los bajos de cada vehículo. Las oficinas estarán desiertas, al igual que los almacenes, los garajes, la gasolinera y los aparcamientos. En resumen, esa pequeña ciudad que es la sede de la agencia de la ONU, en el distrito de Sheikh Jarrah, pasará a ser en una ciudad fantasma.

El 25 de enero, el embajador de Israel ante Naciones Unidas, Danny Danon, envió una carta a António Guterres, secretario general de la institución internacional, exigiendo el cierre de la sede, que hizo pública en la red social X.

Esa es la única certeza en un momento en el que entran en vigor dos leyes aprobadas por la Knesset (el parlamento israelí) y publicadas el 30 de octubre de 2024 en el equivalente israelí del Boletín Oficial.

Las dos leyes atacan frontalmente a la UNRWA. Son la culminación de una larga campaña de desprestigio, que culminó con la acusación de que la agencia era cómplice de Hamás y de grupos armados palestinos. Como ha informado Mediapart (aquí y aquí), esas acusaciones nunca han estado respaldadas por pruebas serias.

La primera ley prohíbe “las actividades de la UNRWA en territorio israelí” que, para los legisladores, incluye Jerusalén Este, ocupada y anexionada por Israel. La segunda prohíbe los contactos entre miembros de las administraciones israelíes y los de esa agencia de la ONU.

Una gran vaguedad

Respecto a la aplicación de esos textos no se conocen más detalles. El ministerio israelí de Asuntos Exteriores, contactado por Mediapart, no había respondido en el momento de la publicación de este artículo.

El diario Israel HaYom, próximo a la derecha israelí, reveló en noviembre de 2024 que los terrenos de la sede de la UNRWA iban a ser confiscados por la Autoridad de Tierras israelí para construir 1.440 viviendas. Es decir, para ampliar el asentamiento judío en el barrio de Jerusalén Este que ya rodea la sede de la ONU.

El 20 de enero, Yuli Yoel Edelstein, diputado del partido Likud de Benjamin Netanyahu, declaró al comienzo de un debate a puerta cerrada en la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset, que él preside: “Digo inequívocamente que la ley se aplicará. Está hecho y firmado. Sugiero a estas partes, e incluso les insto, a que en lugar de perpetuar el sufrimiento, encuentren soluciones”.

Los israelíes están convencidos de que si desaparece la Unrwa, desaparecerá la cuestión de los refugiados

Jørgen Jensehaugen (Instituto de Investigación para la Paz de Oslo)

También reiteró las acusaciones contra la agencia: “La UNRWA, además de ser generadora y participante activa en el terrorismo, es también una organización que perpetúa el estatuto de refugiado. Las leyes que aprobamos hace unos tres meses y que entrarán en vigor a finales de mes representan un cambio histórico”.

Les preocupa el propio alcance del trabajo de la agencia: se dedica, en los Territorios Palestinos Ocupados y los países circundantes, a los refugiados de 1948 expulsados de sus hogares por el avance de las milicias judías y luego del ejército israelí, y a sus descendientes. Su mandato es, por tanto, un recordatorio de que la cuestión de los refugiados y el derecho al retorno es permanente.

“Los israelíes están convencidos de que si desaparece la UNRWA, desaparecerá la cuestión de los refugiados”, explica Jørgen Jensehaugen, investigador del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (Prio). “Y se puede seguir argumentando que de iure y de facto esto es erróneo, pero toda la presión, todo el ataque político a la UNRWA se basa en esa creencia”.

Son difíciles de prever las consecuencias prácticas de la aplicación de esos dos textos; todos los expertos contactados por Mediapart coinciden en este punto. Entre otras cosas, porque los textos son muy ambiguos. Pero serán “desastrosas”, según un informe de Prio publicado el 22 de enero: “Los efectos exactos son difíciles de prever. Variarán según las zonas de intervención y los sectores en los que opere la UNRWA”.

Riesgo de interrupción de la ayuda y los servicios

Los empleados internacionales de la agencia de la ONU ya no tienen visado de trabajo a partir del 29 de enero. En la práctica, esto significa que ya no tienen derecho a desempeñar su mandato en Jerusalén Este, Cisjordania o la Franja de Gaza. Ya no están protegidos por la inmunidad de la ONU.

Esto significa también que ya no pueden exigir pasar por un puesto de control israelí, por ejemplo entre Jerusalén y Ramala, o entre Naplusa y Tulkarem, o un paso fronterizo entre Israel y la Franja de Gaza.

En cuanto a los cerca de 5.000 empleados palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este ocupada, también podrán ver sus movimientos aún más obstaculizados que hasta ahora.

“Sobre el terreno, tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza, nuestros interlocutores son los militares. Hasta ahora, si nos encontrábamos bloqueados en un control del ejército, nos poníamos en contacto con nuestro servicio de enlace, que a su vez se ponía en contacto con el servicio competente del ejército, el Cogat. A partir de ahí, podían pasar varias horas, pero el mensaje bajaba del Cogat al soldado del control y al final conseguíamos pasar”, explica Jonathan Fowler, portavoz de la UNRWA. “¿Qué pasará a partir del 30 de enero? No lo sabemos.”

Nosotros proporcionamos toda la cadena logística. De hecho, somos la cadena logística. Porque es Unrwa quien almacena y distribuye

Jonathan Fowler, portavoz de la Unrwa

La prohibición de todo “contacto” en la segunda parte de la legislación no está clara. “¿Hablar con un militar es un contacto?”, resume Jonathan Fowler. Si es así, ya no habrá ninguna posibilidad de prevenir los conflictos. Por ejemplo, durante las incursiones en los campos de refugiados de Cisjordania, nuestros contactos en el ejército israelí nos informan de que los niños no deben abandonar la escuela. Si dejamos de tener este contacto, la vida de los niños corre peligro. Lo mismo ocurre en la Franja de Gaza con la entrega y distribución de la ayuda. Sin esta coordinación, podemos imaginar los peores escenarios. Por ejemplo, dejar de poder utilizar el puerto de Ashdod para descargar la ayuda”.

Israel afirma que puede sustituir a la UNRWA por otras agencias, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) para la distribución de alimentos o la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la sanidad, en particular para vacunar a la población de Gaza. Pero, según los expertos, estas agencias no disponen de la infraestructura necesaria para sustituir a UNRWA.

“Desde el alto el fuego en Gaza, hemos traído comida suficiente para alimentar a más de un millón de personas”, explicaba Jonathan Fowler a Mediapart el pasado 23 de enero. Es cierto que a veces colaboran otras agencias de la ONU. Pero ellos no tienen nuestra capacidad. Antes de la guerra, teníamos 13.000 empleados en Gaza, muchos de ellos en educación. Hoy tenemos 5.000 empleados de logística. Una agencia como el PMA tiene 200, así que ¿cómo puede sustituirnos? Nos encargamos de toda la cadena logística. De hecho, somos la cadena logística. Porque es UNRWA quien almacena y distribuye”.

Las clínicas y dispensarios de Unrwa pasan 3,5 millones de consultas al año

La prohibición de UNRWA, si se aplica estrictamente como exigen la derecha y la extrema derecha israelíes, desorganizará toda la ayuda humanitaria, en un momento en que ésta vuelve a entrar masivamente en Gaza y la población la necesita desesperadamente.

A más largo plazo, más allá de la emergencia absoluta, ninguna de las agencias de la ONU podrá crear una red de escuelas y centros de salud comparable a las de Cisjordania y la Franja de Gaza.

Antes de que estallara la guerra, el 7 de octubre de 2023, casi la mitad de los 650.000 alumnos del enclave palestino estaban matriculados en escuelas elementales de la UNRWA. En Cisjordania son más de 45.000. Las clínicas y dispensarios atienden 3,5 millones de consultas al año.

“Desde un punto de vista racional, una operación externa que paga por hacer cosas que Israel debería haber hecho y que reduce el riesgo de escalada porque los niños están en la escuela, recibiendo una educación y viviendo una vida mejor y más estable, debería ser algo bueno para Israel, ¿no?” continúa Jørgen Jensehaugen. “Israel sale ganando. Alguien lo hace para que ellos no tengan que hacerlo. Y eso reduce el riesgo de escalada del conflicto. Pero el odio ideológico hacia UNRWA es tal que la explicación racional no importa”.

Sobre el papel, Israel se ve atrapada con estos dos textos. Como señala el jurista internacional Johann Soufi, “no cabe duda de que, según el derecho internacional, Israel, como potencia ocupante de los territorios palestinos –en Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este–, está obligada a garantizar la continuidad de los servicios públicos. En realidad, la UNRWA alivia a Israel prestando servicios que, de otro modo, tendría que pagar, financiera y logísticamente, la potencia ocupante”.

Es difícil imaginar que el gobierno israelí reconozca sus obligaciones como potencia ocupante y asuma la responsabilidad de los servicios sociales y las escuelas. La opción de la Autoridad Palestina es irrelevante, dada su falta de recursos y su negativa política y jurídica a ocupar el lugar de la ONU.

“Israel y otros Estados preferirían sin duda la creación de una nueva agencia humanitaria con funciones similares a las de la UNRWA, pero sin vínculo histórico o político directo con la cuestión de los refugiados palestinos de 1948”, dice Johann Soufi. Pero eso no sucederá, porque sólo la Asamblea General de la ONU, que creó la UNRWA, puede poner fin a su mandato y crear una nueva agencia. Sin embargo, como ilustran las resoluciones adoptadas en los últimos años, la mayoría de la Asamblea General apoya la creación de un Estado palestino y, en espera de ello, el papel de la UNRWA en la prestación de ayuda humanitaria y la gestión de una gran parte de los servicios públicos. Nos dirigimos, pues, hacia un punto muerto total, jurídico, práctico y político”.

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Porque, en realidad, ningún Estado capaz de presionar a Israel acudirá al rescate de la UNRWA. Estados Unidos está comprometido con Israel y, para la presidencia de Trump la detestación del multilateralismo, simbolizado por las Naciones Unidas, es un mantra. En cuanto a la Unión Europea, muy dividida ante la guerra contra Gaza, lleva mucho tiempo mostrando su impotencia.

 

Traducción de Miguel López

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